por Juan Perón
La concepción justicialista y el problema de la liberación
Perón: La concepción justicialista que nace en 1945, es una concepción simple, con una base filosófica firme, y que obedece a un concepto cristiano y humanista de la política. Indudablemente que el mundo ha venido desarrollando una evolución que hay que captar si queremos darle una continuidad congruente en el futuro. Es ahí de donde parte el justicialismo. Es indudable que el capitalismo que se instaura como sucesor del medioevo, trae consigo la empresa, la máquina que modifica extraordinariamente la actividad de la comunidad.
La etapa capitalista
No podemos negar que en los dos siglos de acción del capitalismo, el mundo -técnica y científicamente- ha progresado más que en los diez siglos precedentes.
Aunque, indudablemente, ese progreso ha gravitado sobre las espaldas de los pueblos, que han vivido sacrificados y miserables durante esos dos siglos. Llegamos a este momento en que se ha producido una gran revolución, con aspiraciones de ser revolución mundial,
La etapa socialista
Indudablemente que hoy los pueblos están muy esclarecidos en razón de los medios de comunicación; de la televisión, de la radio, los diarios, las revistas, en fin... Eso ha esclarecido las masas populares que han llegado a darse cuenta de que se prepara para el futuro otro sacrificio semejante, para también obtener un progreso parecido. Y ya no quieren los pueblos que eso se realice sobre el sacrificio, el dolor, el hambre y la miseria de ellos. Así es como nosotros lo concebimos. Entonces es necesario que ofrezcamos a los pueblos la posibilidad de que trabajen felices, con un grado suficiente de dignidad, para un progreso técnico y científico de la humanidad, que quizá no sea tan grande como el que ha venido asegurando el capitalismo, pero, por lo menos, que no sea sobre el sacrificio de nadie. Pueblos felices, trabajando por la grandeza de un mundo futuro, pero sin sacrificios y sin dolor. Que eso es lo humano, que eso es lo natural, y que es también lo científico.
Justicialismo, socialismo nacional
Entonces debe haber una tercera posición que es la que concibe el justicialismo, donde el hombre, en una comunidad que se realiza, pueda también realizarse como ente humano. Esa es la verdadera concepción justicialista que venimos expresando desde hace veinticinco años. Las dos terceras partes de los habitantes del mundo y sus comunidades están pujando por colocarse en esa tercera posición.
La tercera posición
El antiimperialismo del Tercer Mundo
Tan distante de uno como del otro de los imperialismos dominantes, lógicamente, el Tercer Mundo está en la tercera posición. La evolución de la humanidad ha ido hacia integraciones mayores: del hombre a la familia, la tribu, el estado primitivo, el estado feudal, la nacionalidad -que hemos vivido los de mi generación-. Ahora ustedes vivirán la etapa que sigue: continentalismo. Y es posible que sus nietos y sus bisnietos lleguen a la futura y última integración, que es el universalismo como aspiración de una humanidad realizada.
Liberación nacional y social
Liberación continental
Si nuestra liberación es inseparable de la liberación continental, ¿debemos coordinar también esta lucha con la de Asia y África? ¿Es esta lucha del Tercer Mundo la que puede universalizar la liberación del hombre?
¡Natural!, es el Tercer Mundo, y hoy nosotros, los que trabajamos dentro de esta línea, estamos en el Tercer Mundo y trabajamos en el Tercer Mundo, y estamos conectados todos los dirigentes populares de América con ese Tercer Mundo, como estamos conectados con la idea de la liberación del continente, trabajando para eso. Y creemos que la juventud, la gente del futuro, debe aferrarse a esa posición, porque ésa será la posición del futuro.
La continuidad de la vieja guerra por la segunda independencia
Esta concepción, digamos, esta vocación independentista y liberadora, ¿es también continuidad de las viejas vocaciones nacionales, la "guerra patria"?
¡Y natural! Natural, en nuestro país no es un secreto para nadie que el imperio inglés se fundó sobre los despojos del imperio español. Nosotros, colonia española, pasamos a ser colonia inglesa.
La línea entreguista
Por eso en
La línea nacional
Y en nuestro país la línea nuestra es la línea, diremos, de
La integración latinoamericana
Ya en el año 1949 dije, con motivo del Tratado de Complementación Económica -que tenía por finalidad constituir una comunidad económica latinoamericana con fines de integración continental-, que el año 2000 nos encontrará unidos o dominados. Pero han pasado los años. Y hoy vemos auspiciosamente surgir revoluciones salvadoras en varios países hermanos del continente: Cuba, Chile, Perú, son dignos espejos en los que han de mirarse muchos otros latinoamericanos que luchan por la liberación. Ahora es preciso que, sin pérdida de tiempo, se unan férreamente, para conformar una integración que nos lleve de una buena vez a constituir la patria grande que la historia está demandando desde hace casi dos siglos. Y por la que debemos luchar todos los que anhelamos que nuestros actuales países dejen de ser factorías del imperialismo, y tomen de una vez el camino de grandeza que nos corresponde por derecho propio. El futuro de un mundo superpoblado, y superindustrializado será de los que dispongan de mayores reservas de comida y materia prima. Pero la historia prueba que tales reservas son solución sólo si se las sabe y se las quiere defender contra el atropello abierto o disimulado de los imperialistas.
El Movimiento Justicialista
La única fuerza cívica que conserva su estructura y su potencia es el peronismo, y dentro de él la clase trabajadora. Estas fuerzas representan el eje del movimiento revolucionario nacional.
Pero, ¿qué es lo que define, hoy, en
Peronista para mi, como conductor del Movimiento, es todo aquél que cumple la ideología y la doctrina peronista. Por otra parte, nosotros esto lo hemos aclarado bien en el Movimiento: hay un decálogo peronista, donde dice cuales son las diez condiciones básicas que debe llenar un hombre para ser, sentir, y poderse decir peronista.
Primero
De manera que persuadido de esa verdad él la sirve. Eso es ser peronista. Indudablemente que en este momento hay un desplazamiento natural hacia el peronismo que nos lo da el éxito de toda esta larga lucha de los dieciséis años pasados desde el ‘55 hasta hoy. En eso no hay que extremar la cosa, el Movimiento Peronista jamás ha sido ni excluyente ni sectario. Nuestro Movimiento por ser de una tercera posición, es un movimiento de gran amplitud, ése es el peronismo.
La incorporación al Movimiento
Ahora, dentro de la acción política que se desarrolla todos los días, vemos mucha gente que proviene de otros sectores políticos, que pueden ser del comunismo, o pueden ser del conservadorismo. Porque de todo hay en la huerta del Señor. Por aquí han pasado las más diversas tendencias, yo a todas les digo exactamente lo mismo: vean señores, cuando nosotros formamos el Justicialismo vinieron hombres conservadores como el doctor Remorino (era secretario de Julito Roca, así que imagínese, el riñón de la oligarquía) ¡Y fue un gran peronista!, un buen servidor y un gran peronista. Del otro lado vinieron sectores socialistas, como Bramuglia, como Borlenghi, como, en fin, un montón. Y también del comunismo. Y todos esos hombres han demostrado a lo largo de estos años, que han sido buenos peronistas, ¿por qué vamos a presuponer que un hombre que se incorpora hoy, en vez de haberlo hecho hace veinticinco años va a ser peor que esos que se incorporaron entonces? En ese sentido, el Movimiento Justicialista, para ser realmente justicialista, debe admitir que todos los hombres pueden ser buenos, y que todos pueden tener razón, e incorporarlos a servir al Movimiento.
El peronismo no es sectario ni excluyente
En ese sentido, con todo lo que ha pasado en el país, yo pienso que habrá un sector mal intencionado, pero más que nada ha sido un sector desaprensivo o ignorante. Y el bruto es siempre peor que un malo, porque el malo suele tener remedio, el bruto no. He visto malos que se han vuelto buenos; jamás un bruto que se haya vuelto inteligente. De manera que todo esto que uno va echando a la balanza, en la apreciación de los hombres, debe servirle para calificar y para compensar; eso es conducción. Los hombres son útiles en la medida de su capacidad y su buena intención. El hombre bien intencionado, aun cuando no sea muy capaz, suele servir.
Sacrificar pasiones e intereses
Es indudable que el hombre no puede ser perfecto, entonces tiene sus pasiones y tiene sus intereses. Las pasiones y los intereses individuales son los que desvían y deforman la actuación peronista. Porque no podemos pedir que en cada peronista haya un santo o un héroe, ésos no salen todos los días. Es bastante con que sea un hombre con sentido y con sentimientos peronistas. Es lo que más podemos exigir.
Un hombre de nuestro Movimiento podrá tener cualquier defecto pero el más grande de todos será no ser un hombre del pueblo.
En la política esto es tan cierto como en la vida. En consecuencia, todas estas condiciones son las que debe reunir un peronista, o un justicialista.
El Movimiento Peronista es de todos los que lo formamos y defendemos y allí radica el derecho que cada peronista tiene de sentir y de pensar para el beneficio común como lo establece un viejo apotegma peronista: "Que todos sean artífices del destino común, pero ninguno instrumento de la ambición de nadie"
Los hombres que vengan al peronismo deben hacerlo con la voluntad decidida de poner todos los días algo de su parte para ennoblecerlo y dignificarlo.
Eso es, en pocas palabras, y en síntesis, el Movimiento Justicialista.
Compañeros y aliados, traidores y enemigos
El Movimiento tiene enemigos de afuera y enemigos de adentro: quien no lucha contra el enemigo ni por la causa del pueblo, es un traidor. Quien lucha contra el enemigo y por la causa del pueblo, es un compañero. Y quien lucha contra un compañero es un enemigo o un traidor.
Dice Mao Tsé Tung que el que lucha contra un compañero es que se ha pasado al bando contrario. Esto lo hemos observado todos, no hay peronista que no haya observado este tipo de disidencia sospechosa, pero más que nada negativa para el trabajo de conjunto que debemos realizar. En el Movimiento Peronista esto tiene su remedio, porque el Movimiento Peronista ha sido creado y conducido en forma de desarrollar sus propias autodefensas. En esto hay una tremenda similitud entre el organismo fisiológico y el organismo institucional; en el organismo fisiológico ocurre un fenómeno del cual debemos aprender.
Si el hombre no tuviera sus autodefensas hace miles de años que hubiera desaparecido de la tierra. Solamente son las autodefensas las que conservan la especie. No son ni los médicos ni la penicilina, desgraciadamente. Ahora, ¿cómo se generan las autodefensas? El protector de ella es el microbio, germen patógeno que entra al organismo, que a su vez genera sus propios anticuerpos, de los que salen las vacunas, las inmunidades que crea la propia enfermedad. Esos microbios generan esos anticuerpos y son estos anticuerpos las autodefensas del organismo.
En lo institucional pasa lo mismo: cuando el Movimiento Justicialista fue creado, yo me persuadí de esta necesidad y de esta verdad, y dejé actuar al Movimiento con la mayor libertad posible. Cada uno hizo lo que quiso dentro de él. Claro que eso dio lugar a que aparecieran algunos de los que se denomina traidores en política o tránsfugas, como los llaman otros. Pero, ¿qué son los tránsfugas? o ¿qué son los traidores dentro del organismo institucional de la política? Y, son los microbios, y generan las autodefensas que ya se han producido dentro del Movimiento. Es decir, el Movimiento se defiende de por sí, porque los movimientos o los partidos políticos o las organizaciones que no tienen sus autodefensas desaparecen, como habría desaparecido el hombre si no tuviera las suyas. Por eso la conducción de un movimiento político ha de pensar en la necesidad de dar esa absoluta libertad. Ahora hay que tener en cuenta que cuando aparece un hombre de nuestro Movimiento que lucha contra otro hombre de nuestro Movimiento, puede ser lo que dice Mao, "que se haya pasado al bando contrario". Pero generalmente defiende un interés no un ideal, porque el que defiende un ideal no puede tener controversias con otro que defiende el mismo ideal. Es que en la política además de los ideales juegan los intereses, desgraciadamente. Y hay horas distintas en la política: el 1955 fue
El Movimiento tiene enemigos de afuera y enemigos de adentro: quien no lucha contra el enemigo ni por la causa del pueblo, es un traidor. Quien lucha contra el enemigo y por la causa del pueblo, es un compañero. Y quien lucha contra un compañero es un enemigo o un traidor.
Claro, todo esto es consecuencia de poner en armonía la necesidad de crear las autodefensas dando absoluta libertad de acción a todo el que se desempeñe dentro del Movimiento. Esto tiene de favorable la creación de las autodefensas. Naturalmente que en la vida no todos los factores son favorables. Hay un factor desfavorable, y es el que muchas veces se empeñan en lucha fracciones de nuestro Movimiento, en contra del objetivo común que perseguimos. La conducción debe ejercer sobre todas las fuerzas -sin violencia- su acción persuasiva, que es lo que trato de hacer yo. Es decir, que el que conduce el conjunto debe ser una suerte de Padre Eterno que bendice "urbi et orbe", e influenciar a todos para que esa bendición los alcance en forma de encaminarlos hacia el objetivo y desviarlos de los objetivos sospechosos, que sostienen intereses parciales. Porque en política, sobre todo en el ambiente dirigente, es donde están todos los problemas; en la masa no hay ningún problema. Es que entre los dirigentes sucede que a menudo cada uno de ellos lleva un gallito bajo el brazo, y defiende sus intereses y los intereses de su gallito. Esto es, indudablemente, en este momento perceptible. Pero debe ser corregido. Cuando hay dirigentes que no están en lo que están todos los demás dirigentes, hay que desconfiar de ellos. Esos andan en algo inconfesable, aunque den otras razones. Y eso nosotros lo hemos tenido en evidencia durante estos dieciséis años muchas veces. Sin embargo, la misma organización sindical o el Movimiento...
Las autodefensas son las bases del Movimiento
...se ha encargado de aplicar las sanciones que las autodefensas han aconsejado. Cualquiera, en el escenario en que se lucha, se lucha por la misma causa; de manera que no hay que mirar al costado para ver qué hace el compañero, hay que mirar al frente para ver qué hace el enemigo.
Es decir que desde los que trabajan en todos los frentes de superficie, a los que trabajan, digamos, en organizaciones de activistas, con todos...
Todos están luchando por lo mismo, porque el dispositivo de la lucha táctica necesita estar articulado: unos están en una acción contemplativa, otros están en una acción de superficie, otros están en una acción violenta y activa, otros se están preparando para la futura acción con estudios tecnológicos, etc. Cada uno de ellos está trabajando para lo mismo.
Identificar aliados y enemigos
¿Cómo identificamos al aliado y al enemigo? Usted definió al compañero y al traidor, ¿Puede definir al aliado?
Bueno, un aliado es el que trabaja por la misma causa que trabajamos nosotros. También lo dice Mao: "Lo primero que el hombre ha de discernir cuando conduce es establecer, claramente, cuáles son sus amigos y cuáles sus enemigos", y dedicarse después, esto ya no lo dice Mao, lo digo yo: al amigo todo, al enemigo ni justicia. Porque en esto no se puede tener dualidades. Todo el que lucha por la misma causa que luchamos nosotros, es un compañero de lucha, piense como piense. Y sobre todo, nosotros no tenemos que tener suspicacias en ese sentido, porque ninguno de los grupos que se incorporan al peronismo, con buenas y otras veces con peligrosas intenciones, nos harán peligrar a nosotros. Porque todavía nadie ha conseguido teñir el océano con un frasco de tinta. En toda la marcha de nuestro Movimiento, hemos demostrado que no ha habido fuerza política capaz de enfrentarse con nosotros, y en el futuro habrá menos, porque ya hoy estas cosas se están esclareciendo convenientemente como para que cada argentino pueda pensar lo que conviene al país. Ahora, indudablemente, quizás eso no sea lo que le convenga a él. Por la, diremos, compartimentación de intereses. Pero lo que le interesa y conviene al país es indudablemente la realización de nuestras ideas, y no las que acaban de fracasar a través de esta dura, amarga y triste experiencia de dieciséis años de desorganización, de desgobierno, de injusticia y de arbitrariedad.
Los enemigos de la patria son los enemigos del pueblo.
La unidad y la solidaridad
Si en esta situación de guerra, como usted dice, general, cada compañero lucha como puede o con los medios que tiene, y que no todos pueden ser héroes o combatiente. ¿cuál es el tipo de solidaridad y de unidad que debemos tener todos los peronistas? y ¿qué solidaridad debe brindarse a aquellos compañeros que están realizando la lucha activa y armada?
Bueno, naturalmente por principio cada peronista debe ser solidario con cualquier otro peronista que lucha en cualquier otra parte. Naturalmente que esta gente que se está sacrificando es la que merece nuestro mayor respeto y nuestro mayor estímulo, pero nosotros no solamente somos solidarios con ellos, somos solidarios con todos los que están en el dispositivo luchando cada uno a su manera, porque aquí cada uno lucha de acuerdo a las condiciones que tiene para luchar. Cada uno agrega una pequeña acción. Porque no se le puede pedir a un movimiento multitudinario como el nuestro, que esté formado por santos y por héroes. Hay héroes y hay santos, pero no son todos. Los demás son hombres. Entonces somos solidarios en mayor medida con aquellos que se someten a un mayor sacrificio, eso es lo usual, eso es lo natural. Por eso digo, la solidaridad de que yo he hablado es para conseguir la unidad. La unidad nos da la fuerza, la solidaridad nos da la cohesión, y mantiene esa cohesión. La organización utiliza ese dispositivo dándole las formas naturales para la ejecución de la misión a que va a ser sometido. Pero la solidaridad es la base de la cohesión. Y esa solidaridad es la que hay que cultivar desde un sector para otro y de la misma manera, y de eso he hablado ya mucho con los dirigentes. La solidaridad nuestra está ya en un apotegma peronista, que dice que "para un peronista no debe haber nada mejor que otro peronista", y si de esto se trata en el campo de la lucha, si en el campo normal de todos los días es una verdad, en el campo de la lucha activa... ¡bueno, es una realidad que debemos apoyar con todas nuestras fuerzas, si queremos seguir luchando y si queremos vencer!
Cuando nosotros decimos que para un peronista no debe haber nada mejor que otro peronista, estamos levantando la bandera de la solidaridad dentro de nuestras fuerzas. Esa conciencia colectiva y esa conciencia social por la que nosotros luchamos. Lo importante es comprender que todo este espíritu de solidaridad hay que imponerlo. Hay que ir persuadiendo, si es preciso de a uno, para que cada uno sepa sacrificar un poco de lo suyo en bien del conjunto. Predicamos con el ejemplo, que es la mejor de todas las prédicas.
Nuestra solidaridad no ha sido jamás ni sectaria ni excluyente. Para nosotros, todos los que luchan contra los enemigos de nuestro país son nuestros amigos, y en el carácter de tales les hago llegar mi saludo emocionado y cariñoso. Somos solidarios con todos los pueblos del mundo que están luchando contra los enemigos de la patria grande.
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