lunes, 31 de mayo de 2010

F.O.R.J.A Y LA LUCHA POPULAR POR LA LIBERACIÓN NACIONAL (LA “DÉCADA INFAME)


por Juan José Hernández Arregui

CAPÍTULO IV

“En materia económica hace tiempo la Argentina es prácticamente una colonia británica”

Wilburn Burton – The Spectador, Londres 1933


“No hay nada demasiado malo ni demasiado bueno qué no haga un inglés, pero jamás lograréis sorprender a un inglés con las manos en la masa. Todo lo hace en defensa de los principios. Pelea c vosotros por un principio patriótico, os roba por un principio comercial, y os esclaviza por un principio imperial”.

Bernard Shaw

Al caer Yrigoyen el 6 de septiembre de 1930 bajo el triple signo de la depresión mundial de 1929, la ofensiva petrolera yanqui y el retorno político de la oligarquía ganadera al poder, se inicia el desgraciado período de retroceso de Argentina como Nación.
El Gral. Justo se ufanaba de ser el sacerdote de la democracia. Todo fue enajenado en términos legales que hacían de la Argentina una factoría. Presidentes, legisladores, jueces, partidos, prensa, Universidad,

sábado, 29 de mayo de 2010

Programa Mínimo del Partido Aprista Peruano


por Víctor Raúl Haya de la Torre

Discurso pronunciado el 23 de agosto de 1931

Compañeros del Partido;
Conciudadanos todos:
Mi palabra inicial ha de ser la que exprese mi profunda satisfacción ante el hecho de esta magnífica asamblea. El Perú está, al fin, alcanzando el advenimiento de la democracia, de la democracia buena, renovada bajo las banderas del aprismo. Ya no es la vieja democracia verbal que cohonestó tantas tiranías. Ahora es la democracia, auténtica que forja el pueblo, que defiende el pueblo que está dispuesto a sacrificarse hasta el fin por verla afirmada y transformada en nuestro país que bien la necesita. He dicho que el aprismo renueva la democracia porque el aprismo incorpora por primera vez en la política nacional nuevas ideas, nuevos hombres, nuevos métodos;

miércoles, 26 de mayo de 2010

I. EL ESTADO, ÓRGANO COMUNITARIO (5)

por Jaime María de Mahieu

5. El origen de la obediencia: la necesidad de ser mandado


Tal necesidad de mandar evidentemente sólo puede satisfacerse si existe en contrapartida la obediencia. No es, repitámoslo, que los hombres se dividan en dos categorías, una de jefes y la otra de pasivos. Aun en las razas dominadoras, los jefes integrales y exclusivos son muy pocos. La exigencia de autoridad suprema procede, en efecto, no sólo del don de mando y de la ambición social, sino también de un haz de cualidades excepcionales. Asimismo, en una sociedad sana, los receptivos puros, incapaces de ninguna autoridad sobre sus semejantes o, ¿por qué no?, sobre los animales, y que eluden todo mando, constituyen una ínfima minoría de anormales.

La separación no se establece entre amos y esclavos, sino entre hombres que, cualesquiera sean su jerarquía y función, no soportan o soportan difícilmente ser mandados y buscan siempre y en todas partes afirmarse en la iniciativa personal y la responsabilidad, y la masa de aquellos a los que su naturaleza predestina a integrarse en una jerarquía preestablecida y a desempeñar en ella un papel subordinado, luego a obedecer y mandar al mismo tiempo y en proporciones variables según los individuos. La obediencia fastidia a los primeros. Los segundos la buscan fuera del campo limitado en que se aplica su capacidad de mando.

La obediencia puede, por tanto, ser el producto de la fuerza de las cosas, o de la fuerza sin más, cuando un jefe debe someterse, en contra de su voluntad, a órdenes que no reconoce valederas para sí, o cuando un hombre cualquiera sufre una presión irresistible en el dominio en que le corresponde ser el amo; pero no es ésta su auténtica naturaleza, puesto que, fuera de casos accidentales, no sólo es aceptada sino también deseada.

Basta considerar la relación fundamental de autoridad en que se funda el orden del grupo familiar para comprobar que la conciencia sólo es aquí un fenómeno secundario. El niño se rebela a veces contra su estado de subordinación. No por eso es menos indispensable la obediencia para su desarrollo y hasta para su supervivencia. Es para él una necesidad que procede de su inferioridad relativa. Esto no es exacto solamente para el niño. Cualquier ser humano, consciente o no de su insuficiencia personal, que no sea capaz de dirigirse plenamente a sí mismo y de actuar sobre su medio social con el objeto de adaptárselo para no verse constreñido a adaptarse a él, sólo se realiza en la medida en que un jefe compensa sus lagunas trazándole el camino por seguir y obligándolo, cuando hace falta, a respetarlo.

A la necesidad de mandar corresponde pues, la necesidad de ser mandado, que no resulta menos natural puesto que ambas expresan a la vez realidades biopsíquicas y las consecuencias sociales de su comparación.

La obediencia no es por tanto, en absoluto, un efecto de la vida social. No procede, en su principio, ni de una opresión ni de una enajenación voluntaria por contrato, aun cuando, en tal o cual caso, así ocurra de hecho. Es sencillamente la otra faceta de la jerarquía inherente a la naturaleza social del hombre, naturaleza ésta que constituye la causa de la organización social. Vale decir que no consiste de ninguna manera en una disminución, en provecho del jefe, de la autonomía del ser relativamente débil, sino que condiciona, por el contrario, su afirmación.

La obediencia es un derecho más ineludible que el que nace de la necesidad de mandar. El jefe, ignorado o rechazado, puede en efecto replegarse en sí mismo, permitiéndole su fuerza personal aislarse en alguna medida de su medio social mientras que el débil es impotente fuera de los marcos que lo orientan y protegen. Sin jefe, el niño no puede vivir, ni el obrero producir, ni el soldado combatir. Los campesinos vandeanos se llevaban por la fuerza a los nobles liberales que no querían ponerse a su cabeza, y los obreros italianos que ocupaban las fábricas después de la primera guerra mundial raptaban en la calle a técnicos sin los cuales no les resultaba posible trabajar. Unos y otros reivindicaban así instintivamente su derecho a ser mandados, aun cuando fueran totalmente incapaces de formularlo. Hasta en el caos de la guerra civil y de la guerra social la necesidad de jefes se imponía.

lunes, 24 de mayo de 2010

Desde La Pampa


por Rubén Darío

¡Yo os saludo desde el fondo de la pampa! ¡Yo os
saludo
bajo el gran sol argentino
que como un glorioso escudo
cincelado en oro fino
sobre el palio azul del viento,
se destaca en el divino
firmamento!

Os saludo desde el campo lleno de hojas y de luces
cuya verde maravilla cruzan potros y avestruces,
o la enorme vaca roja,
o el rebaño gris, que a un tiempo luz y hoja
busca y muerde,
en el mágico ondular
que simula el fresco y verde
trebolar.
En la pampa solitaria
todo es himno o es plegaria;
escuchad
cómo cielo y tierra se unen en un cántico infinito;
todo vibra en este grito:
¡Libertad!
Junto al médano que finge
ya un enorme lomo equino, ya la testa de una esfinge,
bajo un aire de cristal,
pasa el gaucho, muge el toro,
y entre fina flor de oro
y entre el cardo episcopal,
la calandria lanza el trino
de tristezas o de amor:
la calandria misteriosa, ese triste y campesino
ruiseñor.
Yo os saludo en el ensueño
de pasadas epopeyas gloriosas;
el caballo zahareño
del vencedor; la bandera,
los fusiles con sus truenos y la sangre con sus rosas;
Ia aguerrida hueste fiera,
la aguerrida hueste fiera que va a toque de clarín,
el que guía, el Héroe, el Hombre;
y en los labios de los bravos, este nombre:
¡San Martín!

De la pampa en las augustas
soledades,
al clamor de las robustas
cien bocinas del pampero, yo saludo a las ciudades
de la mar,
con sus costas erizadas de navíos,
con sus ríos
donde mil urnas colmadas su riqueza han de volcar.
¡Argentinos, Dios os guarde!
Ven mis ojos cómo riega
perla y rosa de la tarde
el crepúsculo que llega,
mientras la pampa ilumina
rojo y puro, como el oro en el crisol,
el diamante que prefiere la República Argentina:
¡Vuestro Sol! 

viernes, 21 de mayo de 2010

UTOPÍA DE AMÉRICA


por Pedro Henríquez Ureña

Advertiréis que no os hablo de México como país joven, según es costumbre al hablar de nuestra América, sino como país de formidable tradición, porque bajo la organización española persistió la herencia indígena, aunque empobrecida. México es el único país del Nuevo Mundo donde hay tradición, larga, perdurable, nunca rota, para todas las cosas, para toda especie de actividades: para la industria minera tomo para los tejidos, para el cultivo de la astronomía como para el cultivo de las letras clásicas, para la pintura como para la música. Aquél de vosotros que haya visitado una de las exposiciones de arte popular que empiezan a convertirse, para México, en benéfica costumbre, aquél podrá decir qué variedad de tradiciones encontró allí representadas, por ejemplo, en cerámica: la de Puebla, donde toma carácter del Nuevo Mundo la loza de Talavera; la de Teotihuacán, donde figuras primitivas se dibujan en blanco sobre negro; la de Guanajuato, donde el rojo y el verde juegan sobre fondo amarillo, como en el paisaje de la región; la de Aguascalientes, de ornamentación vegetal en blanco o negro sobre rojo oscuro; la de Oaxaca, donde la mariposa azul y la flor amarilla surgen, como de entre las manchas del cacao, sobre la tierra blanca; la de Jalisco, donde el bosque tropical pone sobre el fértil barro nativo toda su riqueza de líneas y su pujanza de color. Y aquél de vosotros que haya visitado las ciudades antiguas de México, —Puebla, Querétaro, Oaxaca, Morelia, Mérida, León—, aquél podrá decir cómo parecen hermanas, no hijas, de las españolas: porque las ciudades españolas, salvo las extremadamente arcaicas, como Avila y Toledo, no tienen aspecto medioeval sino el aspecto que les dieron los siglos XVI a XVIII, cuando precisamente se edificaban las viejas ciudades mexicanas. La capital, en fin, la triple México —azteca, colonial, independiente—, es el símbolo de la continua lucha y de los ocasionales equilibrios entre añejas tradiciones y nuevos impulsos, conflicto y armonía que dan carácter a cien años de vida mexicana.

Y de ahí que México, a pesar de cuanto tiende a descivilizarlo, a pesar de las espantosas conmociones que lo sacuden y revuelven hasta los cimientos, en largos trechos de su historia, posea en su pasado y en su presente con qué crear o—tal vez más exactamente—con qué continuar y ensanchar una vida y una cultura que son peculiares, únicas, suyas

Esta empresa de civilización no es, pues, absurda, como lo parecería a los ojos de aquellos que no conocen a México sino a través de la interesada difamación del cinematógrafo y del telégrafo; no es caprichosa, no es mero deseo de Jouer à l’autochtone, según la opinión escéptica. No: lo autóctono, en México, es una realidad; y lo autóctono no es solamente la raza indígena, con su formidable dominio sobre todas las actividades del país, la raza de Morelos y de Juárez, de Altamirano y de Ignacio Ramírez: autóctono es eso, pero lo es también el carácter peculiar que toda cosa española asume en México desde los comienzos de la era colonial, así la arquitectura barroca en manos de los artistas de Taxco o de Tepozotlán como la comedia de Lope y Tirso en manos de Don Juan Ruiz de Alarcón.

Con fundamentos tales, México sabe qué instrumentos ha de emplear para la obra en que está empeñado; y esos instrumentos son la cultura y el nacionalismo. Pero la cultura y el nacionalismo no los entiende, por dicha, a la manera del siglo XIX. No se piensa en la cultura reinante en la era del capital disfrazado de liberalismo, cultura de diletantes exclusivistas, huerto cerrado donde se cultivaban flores artificiales, torre de marfil donde se guardaba la ciencia muerta, como en los museos. Se piensa en la cultura social, ofrecida y dada realmente a todos y fundada en el trabajo: aprender no es sólo aprender a conocer sino igualmente aprender a hacer. No debe haber alta cultura, porque será falsa y efímera, donde no haya cultura popular. Y no se piensa en el nacionalismo político, cuya única justificación moral es, todavía, la necesidad de defender el carácter genuino de cada pueblo contra la amenaza de reducirlo a la uniformidad dentro de tipos que sólo el espejismo del momento hace aparecer como superiores: se piensa en otro nacionalismo, el espiritual, el que nace de las cualidades de cada pueblo cuando se traducen en arte y pensamiento, el que humorísticamente fue llamado, en el Congreso Internacional de Estudiantes celebrado allí, el nacionalismo de las jícaras y los poemas.

El ideal nacionalista invade ahora, en México, todos los campos. Citaré el ejemplo más claro: la enseñanza del dibujo se ha convertido en cosa puramente mexicana. En vez de la mecánica copia de modelos triviales, Adolfo Best, pintor e investigador —"penetrante y sutil como una espada"—, ha creado y difundido su novísimo sistema, que consiste en dar al niño, cuando comienza a dibujar, solamente los siete elementos lineales de las artes mexicanas, indígenas y populares (la línea recta, la quebrada, el círculo, el semicírculo, la ondulosa, la ese, la espiral) y decirle que los emplee a la manera mexicana, es decir, según reglas derivadas también de las artes de México: así, no cruzar nunca dos líneas sino cuando la cosa representada requiera de modo inevitable el cruce.

Pero al hablar de México como país de cultura autóctona, no pretendo aislarlo en América: creo que, en mayor o menor grado, toda nuestra América tiene parecidos caracteres, aunque no toda ella alcance la riqueza de las tradiciones mexicanas. Cuatro siglos de vida hispánica han dado a nuestra América rasgos que la distinguen.

La unidad de su historia, la unidad de propósito en la vida política y en la intelectual, hacen de nuestra América una entidad, una magna patria, una agrupación de pueblos destinados a unirse cada día más y más. Si conserváramos aquella infantil audacia con que nuestros antepasados llamaban Atenas a cualquier ciudad de América, no vacilaría yo en compararnos con los pueblos, políticamente disgregados pero espiritualmente unidos, de la Grecia clásica y la Italia del Renacimiento. Pero sí me atreveré a compararnos con ellos para que aprendamos, de su ejemplo, que la desunión es el desastre.

Nuestra América debe afirmar la fe en su destino, en el porvenir de la civilización. Para mantenerlo no me fundo, desde luego, en el desarrollo presente o futuro de las riquezas materiales, ni siquiera en esos argumentos, contundentes para los contagiados del delirio industrial, argumentos que se llaman Buenos Aires, Montevideo, Santiago, Valparaíso, Rosario. No, esas poblaciones demuestran que obligados a competir dentro de la actividad contemporánea, nuestros pueblos saben, tanto como los Estados Unidos, crear en pocos días colmenas formidables, tipos nuevos de ciudad que difieren radicalmente del europeo, y hasta acometer, como Río de Janeiro, hazañas no previstas por las urbes norteamericanas. Ni me fundaría, para no dar margen a censuras pueriles de los pesimistas, en la obra, exigua todavía, que representa nuestra contribución espiritual al acervo de la civilización en el mundo, por más que la arquitectura colonial de México, y la poesía contemporánea de toda nuestra América, y nuestras maravillosas artes populares, sean altos valores.

Me fundo sólo en el hecho de que, en cada una de nuestras crisis de civilización, es el espíritu quien nos ha salvado, luchando contra elementos en apariencia más poderosos; el espíritu solo, y no la fuerza militar o el poder económico. En uno de sus momentos de mayor decepción, dijo Bolívar que si fuera posible para los pueblos volver al caos, los de la América latina volverían a él. El temor no era vano: los investigadores de la historia nos dicen hoy que el Africa central pasó, y en tiempos no muy remotos, de la vida social organizada, de la civilización creadora, a la disolución en que hoy la conocemos y en que ha sido presa fácil de la codicia ajena: el puente fue la guerra incesante. Y el Facundo de Sarmiento es la descripción del instante agudo de nuestra lucha entre la luz y el caos, entre la civilización y la barbarie. La barbarie tuvo consigo largo tiempo la fuerza de la espada; pero el espíritu la venció en empeño como de milagro. Por eso hombres magistrales como Sarmiento, como Alberdi, como Bello, como Hostos, son verdaderos creadores o salvadores de pueblos, a veces más que los libertadores de la independencia. Hombres así, obligados a crear hasta sus instrumentos de trabajo, en lugares donde a veces la actividad económica estaba reducida al mínimum de la vida patriarcal, son los verdaderos representativos de nuestro espíritu. Tenemos la costumbre de exigir, hasta al escritor de gabinete, la aptitud magistral: porque la tuvo, fue representativo José Enrique Rodó. Y así se explica que la juventud de hoy, exigente como toda juventud, se ensañe contra aquellos hombres de inteligencia poco amigos de terciar en los problemas que a ella le interesan y en cuya solución pide la ayuda de los maestros.

Si el espíritu ha triunfado, en nuestra América, sobre la barbarie interior, no cabe temer que lo rinda la barbarie de afuera. No nos deslumbre el poder ajeno: el poder es siempre efímero. Ensanchemos el campo espiritual: demos el alfabeto a todos los hombres; demos a cada uno de los instrumentos mejores para trabajar en bien de todos; esforcémonos por acercarnos a la justicia social y a la libertad verdadera; avancemos, en fin, hacia nuestra utopía.

¿Hacia la utopía? Sí: hay que ennoblecer nuevamente la idea clásica. La utopía no es vano juego de imaginaciones pueriles: es una de las magnas creaciones espirituales del Mediterráneo, nuestro gran mar antecesor. El pueblo griego da al mundo occidental la inquietud del perfeccionamiento constante. Cuando descubre que el hombre puede individualmente ser mejor de lo que es y socialmente vivir mejor de como vive, no descansa para averiguar el secreto de toda mejora, de toda perfección. Juzga y compara; busca y experimenta sin descanso; no le arredra la necesidad de tocar a la religión y a la leyenda, a la fábrica social y a los sistemas políticos. Es el pueblo que inventa la discusión, que inventa la crítica. Mira al pasado, y crea la historia; mira al futuro, y crea las utopías.

El antiguo Oriente se había conformado con la estabilidad de la organización social: la justicia se sacrificaba al orden, el progreso a la tranquilidad. Cuando alimentaron esperanzas de perfección —la victoria de Ahura Mazda entre los persas o la venida del Mesías para los hebreos— las situaron fuera del alcance del esfuerzo humano: su realización sería obra de leyes o de voluntades más altas. Grecia cree en el perfeccionamiento de la vida humana por medio del esfuerzo humano. Atenas se dedicó a crear utopías: nadie las revela mejor que Aristófanes; el poeta que las satiriza no sólo es capaz de comprenderlas sino que hasta se diría simpatizador de ellas ¡tal es el esplendor con que llega a presentarlas! Poco después de los intentos que atrajeron la burla de Aristófanes, Platón crea, en La República, no sólo una de las obras maestras de la filosofía y de la literatura, sino también la obra maestra en el arte singular de la utopía.

Cuando el espejismo del espíritu clásico se proyecta sobre Europa, con el Renacimiento, es natural que resurja la utopía. Y desde entonces, aunque se eclipse, no muere. Hoy, en medio del formidable desconcierto en que se agita la humanidad, sólo una luz unifica a muchos espíritus: la luz de una utopía, reducida, es verdad, a simples soluciones económicas por el momento, pero utopía al fin, donde se vislumbra la única esperanza de paz entre el infierno social que atravesamos todos.

¿Cuál sería, pues, nuestro papel en estas cosas? Devolverle a la utopía sus caracteres plenamente humanos y espirituales, esforzarnos porque el intento de reforma social y justicia económica no sea el límite de las aspiraciones; procurar que la desaparición de las tiranías económicas concuerde con la libertad perfecta del hombre individual y social, cuyas normas únicas, después del neminem laedere, sean la razón y el sentido estético. Dentro de nuestra utopía, el hombre llegará a ser plenamente humano, dejando atrás los estorbos de la absurda organización económica en que estamos prisioneros y el lastre de los prejuicios morales y sociales que ahogan la vida espontánea; a ser, a través del franco ejercicio de la inteligencia y de la sensibilidad, el hombre libre, abierto a los cuatro vientos del espíritu. ¿Y cómo se concilia esta utopía, destinada a favorecer la definitiva aparición del hombre universal, con el nacionalismo antes predicado, nacionalismo de jícaras y poemas, es verdad, pero nacionalismo al fin? No es difícil la conciliación; antes al contrario, es natural. El hombre universal con que soñamos, a que aspira nuestra América, no será descastado: sabrá gustar de todo, apreciar todos los matices, pero será de su tierra; su tierra, y no la ajena, le dará el gusto intenso de los sabores nativos, y ésa será su mejor preparación para gustar de todo lo que tenga sabor genuino, carácter propio. La universalidad no es el descastamiento: en el mundo de la utopía no deberán desaparecer las diferencias de carácter que nacen del clima, de la lengua, de las tradiciones; pero todas estas diferencias, en vez de significar división y discordancia, deberán combinarse como matices diversos de la unidad humana. Nunca la uniformidad, ideal de imperialismos estériles; si la unidad, como armonía de las multánimes voces de los pueblos.

Y por eso, así como esperamos que nuestra América se aproxime a la creación del hombre universal. por cuyos labios hable libremente el espíritu, libre de estorbos, libre de prejuicios, esperamos que toda América, y cada región de América, conserve y perfeccione todas sus actividades de carácter original, sobre todo en las artes: las literarias, en que nuestra originalidad se afirma cada día; las plásticas, tanto las mayores como las menores, en que poseemos el doble tesoro, variable según las regiones, de la tradición española y de la tradición indígena, fundidas ya en corrientes nuevas; y las musicales, en que nuestra insuperable creación popular aguarda a los hombres de genio que sepan extraer de ella todo un sistema nuevo que será maravilla del futuro.

Y sobre todo, como símbolos de nuestra civilización para unir y sintetizar las dos tendencias, para conservarlas en equilibrio y armonía, esperemos que nuestra América siga produciendo lo que es acaso su más alta característica: los hombres magistrales, héroes verdaderos de nuestra vida moderna, verbo de nuestro espíritu y creadores de vida espiritual.

jueves, 20 de mayo de 2010

La República de Otaria

Raúl Scalabrini Ortiz

Supongamos que en la vasta extensión del Océano Atlántico, entre Sud África y el Río de la Plata, existe una comarca aún desconocida. Es un país fértil cuyas tierras arables suman casi treinta millones de hectáreas. Tiene una población de 20 millones de habitantes. Se denomina en el planisferio del imaginario Mercator, República de Otaria. Sus habitantes responden, pues, a la designación genérica de otarios, lo cual resulta simbólico, porque si bien la palabra otario no figura en el diccionario de la Real Academia, en el lenguaje vernáculo tiene una acepción precisa: otario es el que cambia una cosa real y cotizable por algo sin valor: una palabra, un concepto, una ilusión, un halago interesado; el que cambia, por ejemplo, un jugoso bife por un elogio a su generosidad y a su espíritu democrático. El cuervo era un otario. El zorro, un vivo.

Otaria produce más de lo que necesita para vivir. Cada otario consume anualmente 100 kilos de carne, 200 kilos de trigo, 100 litros de leche y 100 kilos de maíz que en parte se transforma en huevos y en carne de ave. El exceso de producción lo trueca por combustible. No nos ocuparemos de este comercio y daremos por sentado que sus valores se equivalen. Los otarios necesitan emprender algunas obras públicas para abrir horizontes a la vida larval en que viven. Sus economistas los han convencido de que deben recurrir al capital extranjero, porque Otaria está huérfana de ellos. Nosotros nos disponemos a cumplir esa misión civilizadora. Para ello es indispensable que efectuemos una pequeña revolución y asumamos el poder. Nunca faltarán otros otarios dispuestos a servir a altos ideales que simbolizamos nosotros y las grandes empresas que nos aprontamos a ejecutar.

La unidad monetaria de aquel simpático país es el otarino. Tiene el mismo valor legal de un peso argentino y se cotiza a la par. Los alimentos y la materia prima de Otaria valen exactamente lo mismo que sus similares argentinos. Para simplificación del ejemplo y de la interpretación usaremos cifras globales. La técnica no se altera por centavo de más o de menos. Quizás nos convenga abrir una institución de crédito en Otaria. Quizás no la necesitemos. Los instrumentos del crédito internacional pueden suplir perfectamente la ausencia de un banco local. Si queremos abrir un banco, nos muñimos de una carta de crédito en que el Banco Central de la República Argentina afirme que tiene depositada a nuestra disposición una suma dada, cien millones, por ejemplo, en oro o moneda convertible, o que se responsabiliza de ellos. Eso basta. La carta de crédito del Banco Central de la República Argentina es palabra sagrada en la República de Otaria.

Por otra parte, una carta de crédito –digamos una carta de presentación– fue todo el capital inicial que invirtieron en este país los más poderosos bancos extranjeros: el Banco de Londres y América del Sud, el ex Banco Anglo Sudamericano, El First National Bank of Boston y el National City Bank of New York. Nos preocuparemos, eso si, de que la memoria del Banco Central de Otaria diga algo semejante a lo que el Banco Central de la Argentina afirmó en su memoria de 1938, la conveniencia de “transformar las divisas en oro y dejar ese oro depositado en custodia en los grandes centros del exterior ... no sólo por la economía que significa no mover físicamente el metal, sino principalmente por facilitarse de este modo su pronta y libre disposición con el mínimo de repercusiones sicológicas”. Este argumento, que fue convincente para nosotros, puede ser aceptado por los otarios, a quienes nos complacemos en imaginar tan confiados, liberales y democráticos ciudadanos como nosotros. En los Estados Unidos la operación no hubiera podido efectuarse, porque aquellos cow boys son tan desconfiados que hasta 1914 no permitieron el establecimiento de ningún banco extranjero, y, para impedir filtraciones subrepticias, ni siquiera permitían que sus propios bancos tuvieran agencias en el exterior. Con posterioridad, accedieron al establecimiento de sucursales de bancos extranjeros, los que no podían prestar nada más que un dólar más que el capital que genuinamente habían importado desde el exterior. Pero en Otaria son tan liberales como nosotros.

Ya estamos instalados en Otaria y disponemos de un capital virtual –como son todos los capitales– de cien millones de pesos argentinos que respaldan nuestra responsabilidad sin necesidad de salir de esta república. En Otaria vive habitualmente un técnico de gran reputación, el doctor Postbisch, cuyos servicios profesionales nos hemos asegurado con la debida anticipación y cuya consecuencia y lealtad hacia nosotros se acrecienta en la medida en que nos sirve. El doctor Postbisch, tras un breve estudio de una semana, descubre que los otarios estaban viviendo sobre un volcán. Sin darse cuenta atravesaban “la crisis más aguda de su historia”. Los otarios no se habían percatado de ello, primero, porque los otarios estaban muy ocupados en crearse una industria que abriera los cerrados horizontes de la monocultura; segundo, porque habían pagado sus deudas y no debían nada a nadie, con excepción de algunos pequeños saldos comerciales; tercero, porque vivían aceptablemente bien, y cuarto, porque en realidad se trataba de “una crisis oculta” que necesitaba la pericia clínica de Postbisch para ser diagnosticada. Para equilibrar el presupuesto nacional –que se desequilibrará más que nunca, para nivelar la balanza de pagos con el exterior, que daba superávit y dará déficit en adelante– el doctor Postbisch, dotado de poderes ejecutivos tan extraordinarios que envidiaría el mismo Superhombre de las historietas infantiles, decide desvalorizar la moneda de Otaria a la tercera parte de su valor. El otarino, que valía un peso moneda nacional, desciende hasta no valer nada más que treinta y tres centavos de los nuestros.

El doctor Postbisch designa a esa operación “corrimiento de los tipos de cambio”. Nuestro capital de cien millones, que permanecía en expectativa en su moneda originaria, se triplica si se lo calcula en otarinos. Los productos de Otaria siguen, como es lógico, cotizándose en otarinos y el alza que el doctor Postbisch les acuerda es tan pequeña que desdeñaremos considerarla, porque de todas formas no varía los resultados en su conjunto. Postbisch, cuya facundia es asombrosa, ha convencido a los otarios de que tanto la desvalorización de su moneda como la estabilización de los precios son indispensables para escapar del vórtice de la espiral inflacionista y que esas medidas deben ser complementadas con la inmovilización de los salarios y de los sueldos. En Otaria, pues, todo queda como antes de la desvalorización, Pero el genio creador de Postbisch se revelará en todo su poder en la multiplicación de nuestro capital. Jesucristo multiplicó los panes. Postbisch multiplicó el dinero extranjero con que se adquieren los panes. Vamos a usar la nueva capacidad adquisitiva de nuestros capitales. Utilizaremos un solo peso, por si acaso nos equivocamos. Ni siquiera en los ejemplos deben arriesgarse los capitales que se confían a nuestra custodia.

En Otaria con un peso argentino se compraba un kilo de carne, que en el mercado interno de Otaria valía un otarino. La desvalorización de la moneda de Otaria, por recomendación de Postbisch, no ha alterado los precios internos. Con un peso argentino virtual se adquieren tres kilos de carne. Si exporto a la República Argentina un kilo de carne, como allí sigue valiendo un peso moneda nacional, con ese kilo de carne saldo la deuda que había contraído en mi país con la apertura del crédito. Me quedan dos kilos de carne que vendo en la misma República de Otaria a un otarino cada uno. Y de esta manera, el capital virtual que había movilizado en el papel se transforma en un fondo real de doscientos millones de otarinos, con el que podemos iniciar la ejecución de grandes obras que son indispensables para la vida de esa república, pero que los otarios no hubieran podido emprender nunca por falta de capitales. La ración diaria de los otarios habrá descendido en un tercio.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Proclama Sobre Libertad de los Esclavos


por Simón Bolívar

A los habitantes de la provincia de Caracas.


Un ejército provisto de artillería y cantidad suficiente de fusiles y municiones está hoy a mi disposición para libertaros. Vuestros tiranos serán destruidos, o expelidos del país, y vosotros restituidos a vuestros derechos, a vuestra patria y a la paz.

La guerra a muerte que nos han hecho nuestros enemigos cesará por nuestra parte: perdonaremos a los que se rindan, aunque sean españoles. Los que sirvan la causa de Venezuela serán considerados como amigos, y empleados según su mérito y capacidad.

Las tropas pertenecientes al enemigo que se pasen a nosotros, gozarán de todos los beneficios que la patria concede a sus bienhechores.

Ningún español sufrirá la muerte fuera del campo de batalla. Ningún americano sufrirá el menor perjuicio por haber seguido el partido del rey, o cometido actos de hostilidad contra sus conciudadanos.

Esa porción desgraciada de nuestros hermanos que ha gemido bajo las miserias de la esclavitud ya es libre. La naturaleza, la justicia y la política piden la emancipación de los esclavos; de aquí en adelante sólo habrá en Venezuela una clase de hombres, todos serán ciudadanos.

Luego que tomemos la capital convocaremos el Congreso General de los representantes del pueblo, y restableceremos el gobierno de la República. Mientras nosotros marchamos hacia Caracas, el general Mariño a la cabeza de un cuerpo numeroso de tropas, debe a Cumaná. El general Piar sostenido por los generales Rojas y Monagas ocupará los Llanos, y avanzará sobre Barcelona, mientras el general Arismendi con su ejército victorioso ocupará la Margarita.


Cuartel General de Ocumare, 6 de julio de 1816.

martes, 18 de mayo de 2010

LA AMERICANIZACIÓN DEL MUNDO


por Rufino Blanco Fombona


(*)

A los periodistas de España y de la
América Latina dedico este folleto.
R.B.F.
Ámsterdam, 1902.

CIRCULA desde hace poco un libro de mucho interés para los aficionados a estudios de política. El título de la obra es La americanización del mundo(1). Este libro merece leerse y meditarse por los periodistas, publicistas y hombres de Estado, por todos cuantos influyan en la opinión pública, así en Rusia como en Alemania y los pueblos latinos.
Su autor es el Sr. W.T. Stead, inglés, hombre de ingenio y cierta sans-façon espiritual, utopista en apariencia,

lunes, 17 de mayo de 2010

Sentimientos de honor, patriotismo y humanidad


por José Artigas


"Por cuanto con repetidas órdenes que he circulado en este Ejército de mi mando he comunicado la resolución de juzgar militarmente con el mayor rigor a los que delinquiesen el horrible crimen del hurto, del cual y del de violencias repetidas han sido confesos y convencidos ayer los individuos Benito Molina, Francisco Romero y José Miguel Castro y en la misma fecha sentenciados definitivamente a sufrir la pena de ser pasados por las armas delante del joven Felipe Nuñez y de todo el referido Ejército debiéndose hacer público en el castigo justo y el delito que le ha ocasionado. Por tanto lo hago saber y amonesto de nuevo a todos los que militan bajo mis órdenes así veteranos como de milicias y paisanos, que evitan con su proceder honrado la dolorosa necesidad de que caiga sobre sus cabezas el azote de la justicia. Esta será administrada sin remedio, cualquiera que sea la clase o condición del delincuente."

"Si aún queda alguno mezclado entre nosotros que no abrigue sentimientos de honor, patriotismo y humanidad que huya lejos del Ejército que lo deshonra y en el que será de hoy más escrupulosamente perseguido; que tiemblen pues los malévolos y que estén todos persuadidos que la inflexible vara de la justicia puesta en mi mano; castigará los excesos en la persona que se encuentre; nadie será exceptuado y en cualquiera, sin distinción alguna, se repetirá la triste escena que se va a presentar al público para temible escarmiento y vergüenza a los malvados, satisfacción de la justicia y seguridad de los buenos militares y beneméritos ciudadanos. Y para que llegue a conocimiento de todos publíquese por bandos usanza de guerra."

Cuartel General del Quebracho, 1º de diciembre de 1811. José Artigas.

sábado, 15 de mayo de 2010

La Iglesia y el peronismo


por Carlos Mugica


En momentos en que el pueblo argentino se prepara a vivir lleno de gozo el acontecimiento histórico del regreso definitivo del general Juan Domingo Perón a la Patria es importante advertir la actitud de numerosos católicos que, insertados en la lucha por la liberación nacional se unen a esta gran alegría.

Si históricamente hubo algún desentendimiento entre la Iglesia y el peronismo, desentendimiento que en realidad abarcó solamente a sectores de ambos lados, éste se debió, más allá de los errores fruto de actitudes personales, a incomprensión por parte de hombres de la iglesia del sentido profundamente liberador del movimiento popular. Se debió a que algunos de nosotros en lugar de analizar la realidad desde el pueblo, desde los pobres como lo manda Jesús en el evangelio, infectados por una mentalidad elitista lo veíamos todo desde una óptica oligárquica. Y claro que para la oligarquía el peronismo era el desastre, la hora de los «negros».

Pero para los hoy mis queridos cabecitas el peronismo fue, es y será, si continúa fiel a sus esencias y desarrolla su entraña revolucionaria, el movimiento de redención social más formidable que ha conocido nuestra Patria.

Cristo nos enseña en el evangelio que el modo no ilusorio, no engañoso de estar cerca de El, es estar junto a los hombres. Amar a Cristo es amar a los hombres. Por eso San Juan de la Cruz dice que al atardecer de la vida seremos juzgados en el amor. Cristo en el evangelio se identifica sin más con el prójimo, con el otro y por eso hace depender la suerte eterna del hombre del amor real, concreto y eficaz que haya tenido con su hermano. “Vengan conmigo benditos de mi padre porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estuve desnudo y me vistieron... Apártense de mí, malditos, porque tuve hambre y no mecieron de comer tuve sed, no mecieron de beber, estuve desnudo y no me vistieron” (Mateo 25, 30‑46).

Hoy los cristianos hemos comprendido que esta exigencia del amor no sólo tiene una dimensión personal sino también una dimensión estructural. Tengo que amar no sólo a nivel de individuos sino a nivel de pueblos. Y fue a nivel de pueblo que él peronismo a través de su paso por el gobierno realizó el mandato evangélico del amor real y verdadero a los humildes. Basten pocos ejemplos: 900.000 viviendas, leyes sociales que levantaron a los humildes de su situación de explotación inhumana y posibilitaron que el pueblo trabajador se fuera poniendo de pie. La gigantesca obra social realizada por la Fundación Eva Perón bajo la sobrehumana conducción de la inolvidable Evita, etc., etc.

Por eso es importante que hoy los cristianos, después de lavarnos la cabeza de tanta influencia laicista y liberal nos integremos en este proceso histórico que se ha iniciado en la Patria el 25 de mayo, no para traer agua para nuestro molino pretendiendo servirnos de algún trozo del poder para nuestras obras, sino haciéndonos pueblo, luchando con austeridad, honestidad y grandeza junto a los humildes por la liberación nacional. Es decir, asumir el ejemplo de Cristo que no vino a ser servido sino a servir y dar la vida por sus hermanos.

Ya es inminente la llegada del jefe del movimiento del pueblo. En esta hora histórica vale la pena recordar a través de sus palabras, que a veces los católicos hemos olvidado la definición que él nos ha dejado de la naturaleza del justicialismo en su mensaje al Congreso de 1952:


«A lo largo de este mensaje he analizado las realizaciones más concretas de mi Gobierno en materia social. Y movido tal vez por un afán de mostrar resultados evidentes, he insistido demasiado en las realizaciones materiales. Debo advertir que esto no significa que, en la escala de valores de nuestra doctrina, los bienes materiales tengan prioridad sobre los demás valores del hombre y la sociedad. De ser así nos pondríamos a la misma altura de los sistemas que han creado la caótica situación del mundo en que vivimos

«En nuestra doctrina los valores económicos son solamente medio y no fin de la tarea humana, la cual, para quienes aceptamos y reconocemos en el hombre valores externos y espirituales, entraña un destino superior. Los bienes económicos son tan sólo la base material de la felicidad humana, así como el cuerpo es instrumento de la actividad del alma

«Nosotros procuramos la elevación moral de nuestro pueblo virtuoso e idealista y el desarrollo en su seno de una vigorosa vida espiritual. Sabemos demasiado bien por la experiencia de los años pasados bajo la explotación capitalista, que todo eso es muy difícil cuando la vida de la comunidad no se desenvuelve en un ambiente de cierto bienestar material. Pero sabemos también que el bienestar material de las naciones ha sido muchas veces en la historia la causa de grandes desgracias, de fatales decadencias. Porque cuando un pueblo se propone asumir en la historia un destino superior tiene que poseer profundas reservas espirituales, si no quiere causar a la humanidad más desgracias que beneficios.»

«Creo que el pueblo argentino tiene un destino extraordinario que realizar en la historia de la humanidad y ésta será mejor o peor en la medida en que nuestro pueblo sepa cumplir con su deber histórico

«Pero el éxito dependerá de las fuerzas espirituales que posee nuestro pueblo al enfrentarse con su propio destino

«Me permito hacer en este momento un llamamiento a todos los que, de una y otra manera, tienen sobre sí alguna responsabilidad en la formación moral y espiritual de nuestro pueblo. Nosotros hemos creado todas las condiciones materiales necesarias para que un pueblo satisfecho pueda pensar en las tareas y actividades superiores del espíritu, y las hemos favorecido y fomentado en todos los grados de su escala

«Es necesario que cumplan ahora con su deber los responsables directos de la educación y de la formación moral y espiritual de nuestro pueblo, pensando que sobre ellos descansa también, el mayor o menor grado, la felicidad del mundo venidero

«Semejantes tareas, sin sentido para los que no ven en todo nada más que el resultado de fuerzas económicas y materiales, tienen fundamental importancia para nosotros, para quienes seguimos eternos del hombre y de la humanidad.» creyendo en los destinos

jueves, 13 de mayo de 2010

Decreto de Expropiación Petrolera, del Presidente Lázaro Cárdenas.


Lázaro Cárdenas, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, en uso de las facultades que al Ejecutivo Federal concede la Ley de Expropiación vigente; y

CONSIDERANDO.

Que es del dominio público que las empresas petroleras que operan en el país y que fueron condenadas a implantar nuevas condiciones de trabajo por el Grupo Número 7 de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje el 18 de diciembre último, expresaron su negativa a aceptar el laudo pronunciado, no obstante de haber sido reconocida su constitucionalidad por ejecutoria de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sin aducir como razones de dicha negativa otra que la de una supuesta incapacidad económica, lo que trajo como consecuencia necesaria la aplicación de la fracción XXI del artículo 123 de la Constitución General de la República en el sentido de que la autoridad respectiva declarara rotos los contratos de trabajo derivados del mencionado laudo.

CONSIDERANDO.

Que este hecho trae como consecuencia inevitable la suspensión total de actividades de la industria petrolera y en tales condiciones es urgente que el Poder Público intervenga con medidas adecuadas para impedir que se produzcan graves trastornos interiores que harían imposible la satisfacción de necesidades colectivas y el abastecimiento de artículos de consumo necesario a todos los centros de población, debido a la consecuente paralización de los medios de transporte y de las industrias; así como para proveer a la defensa, conservación, desarrollo y aprovechamiento de la riqueza que contienen los yacimientos petrolíferos, y para adoptar las medidas tendientes a impedir la consumación de daños que pudieran causarse a las propiedades en perjuicio de la colectividad, circunstancias todas éstas determinadas como suficientes para decretar la expropiación de los bienes destinados a la producción petrolera.
Por lo expuesto y con fundamento en el párrafo segundo de la fracción VI del artículo 27 Constitucional y en los artículos 1o., fracciones V, VII y X, 4, 8, 10 y 20 de la Ley de Expropiación de 23 de noviembre de 1936, he tenido a bien expedir el siguiente

DECRETO

Artículo 1o. Se declaran expropiados por causa de utilidad pública y a favor de la Nación, la maquinaria, instalaciones, edificios, oleoductos, refinerías, tanques de almacenamiento, vías de comunicación, carrostanque, estaciones de distribución, embarcaciones y todos los demás bienes muebles e inmuebles de propiedad de la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, S.A., Compañía Naviera de San Cristóbal, S.A., Compañía Naviera San Ricardo, S.A., Huasteca Petroleum Company, Sinclair Pierce Oil Company, Mexican Sinclair Petroleum Corporation, Stanford y Compañía, S. en C. Penn Mex Fuel Company, Richmond Petroleum Company de Mexico, California Standard Oil Company of Mexico, Compañía Petrolera el Agwi, S.A., Compañía de Gas y Combustible Imperio, Consolidated Oil Company of Mexico, Compañía Mexicana de Vapores San Antonio, S.A., Sabalo Transportation Company, Clarita, S.A. y Cacalilao, S.A., en cuanto sean necesarios, a juicio de la Secretaría de la Economía Nacional para el descubrimiento, captación, conducción, almacenamiento, refinación, y distribución de los productos de la industria petrolera.
Artículo 2o. La Secretaría de la Economía Nacional, con intervención de la Secretaría de Hacienda como administradora de los bienes de la Nación, procederá a la inmediata ocupación de los bienes materia de la expropiación y a tramitar el expediente respectivo.
Artículo 3o. La Secretaría de Hacienda pagará la indemnización correspondiente a las Compañías expropiadas, de conformidad con lo que disponen los artículos 27 de la Constitución y 10 y 20 de la Ley de Expropiación, en efectivo y en un plazo que no excederá de 10 años.
Los fondos para hacer el pago los tomará la propia Secretaría de Hacienda del tanto por ciento que se determinará posteriormente de la producción del petróleo y sus derivados, que provengan de los bienes expropiados y cuyo producto será depositado mientras se siguen los trámites legales, en la Tesorería de la Federación.
Artículo
4o. Notifíquese personalmente a los representantes de las Compañías expropiadas y publíquese en el Diario Oficial de la Federación.

Dado en el Palacio del Poder Ejecutivo de la Unión a los dieciocho días del mes de marzo de mil novecientos treinta y ocho.

miércoles, 12 de mayo de 2010

DISCURSO DE LA CANDIDATURA LIBERAL PARA LAS ELECCIONES DE MAYO DE 1946


POR JORGE ELIÉCER GAITÁN

Teatro Municipal (Bogotá), 1946

Por la razón por la cual este movimiento no es personalista sino doctrinario Por la razón elemental de que tiene que terminar de una vez el hecho primitivo El hecho indecoroso para mi patria, que es un gran pueblo, de que se le maneja con el irrespeto con que se manejan las vacadas de las haciendas privadas. Los hombres colombianos no podemos ser manejados con ese irrespeto, Es nuestra dignidad que está por encima de los partidos, que está por encima de los cápulos monumentarios, que está por encima de las papeletas, porque donde no hay dignidad del hombre todo lo demás está perdido.

Pero no resulto tampoco aquella maniobra, que tenía nombre propio y en esta tarde me he encontrado con el caso singular, de los enterradores convertidos en parteras de nacimiento electoral. No señores: los enterradores no pueden tomar el papel de comadronas… y tranquilamente, falladas todas esas cosas con el único propósito de atajarle la voluntad al pueblo, se saca del propio malsín como cualquier prestidigitador saca del propio cubilete mágico el nombre moral e intelectualmente ilustre del doctor Eduardo Santos, que es el otro extremo de los cariños aparentes y de los odios profundos de estos dos antiguos jefes del partido liberal.

Ruego el favor de silencio, porque se trata, de obtener tiempo para decir las cosas que tengo que decir:

Ese si que es un cuadro que ha conmovido a la opinión pública en Bogotá y va a conmoverla en Colombia, porque ya no se trata del afecto, porque ya no se trata de imponer un candidato a quien se quiere, porque ya la razón es otra, la de imponer por sí y por propia voluntad, la de un candidato al que se odia.

Entonces si no es el amor, si no es la intención de tener peleles en el Palacio de la Carrera para mandar a través de los peleles. Porque el doctor Santos no lo es. Entonces hay otra razón distinta.

Es la repetición de un hecho histórico que Colombia ya conoce, Colombia conoce que por razón de temperamentos y de distinto orden, hay dos jefes que se odian y se abominan. Lo que Colombia no quiere seguir sabiendo es que la república tenga que estar orientada por esos odios o por esa abominación. El País recuerda que cuando Arango Vélez alzó a la arena, se alzó como he saltado yo, en contra de lo que yo llamo el Régimen Oligárquico que no es precisamente tener dinero ni tener posiciones, sino manejar el país con el criterio con que nos están manejando y nos pretenden manejar a la espalda de la opinión pública.

Y entonces, los odios se suturaron en lo externo, y ante el peligro de que el sistema oligárquico se cayera, se silenciaron las baterías, acostumbradas a odiar tan ardorosamente. Y ahora tenemos el fenómeno a la inversa:

Ya no es la personalidad ilustre de Eduardo Santos, abriéndole el paso al entonces candidato popular el doctor López, ahora es al revés, pero ante el mismo peligro.

Ante el agrietamiento de la oligarquía, ante el hecho de no haber podido imponer los candidatos contra la opinión pública, ante el hecho de haber fracasado con la intransigencia y haber fracasado con la transigencia, ante el hecho de haber puesto al partido conservador a decidir de la suerte del candidato liberal y no haberlo logrado, hemos llegado ya entonces, ante el peligro de esta avalancha humana, que no mi nombre sino la restauración moral y democrática de la república, ¡libra una batalla, librará una batalla!, ¡¡vencerá a la oligarquía liberal y aplastará a la oligarquía conservadora!!

Pero lo que me sorprende es esta serie de habilidades que yo no entiendo y no quiero comprender, es que se diga como se ha dicho: que disque mis conferencias con el doctor Turbay eran para formar un frente contra el eje Santos y López.

Qué inexactitud tan grande, si yo las entablé, lo hice e primer lugar porque mi deber de en primer lugar de guardar y prever la defensa del liberalismo, me obligaba a ella, y en segundo lugar ellas se sucedieron, porque como todos lo recordaran, pérfidamente se empezó a hablar de que solo el señor Turbay y el señor Gaitán tenían la responsabilidad.

En esos periódicos vosotros habéis leído que sobre esas dos cabezas se echaba toda la responsabilidad, y al mismo tiempo a mí se me decía por esos eminentes ciudadanos, que la manera de salvar la situación era la de entenderme directamente con el doctor Gabriel Turbay; pero al día siguiente de estarme entendiendo con él, encontré que los periódicos que así me habían empujado, que los personajes que así, para mí, con patriotismo me habían inducido a aquello, al día siguiente empezaban a hablar contra el eje Turbay – Gaitán, contra el eje López – Santos y empezaban a maquinar a fin de que esas conversaciones pasaran del plano transigente que tuvieron en la iniciación, a un plano intransigente, y se estimulaba la intransigencia para que fracasaran a fin de poder terminar en esta farsa y en esta comedia de ahora, y decir que habíamos fracasado en ese eje, para poderle imponer a la patria un candidato que la patria no ha pedido, porque la patria esta hoy en combate denodado contra el sistema de las oligarquías.

Porqué se me quiere engañar de esa forma, por qué se quiere jugar con mi sinceridad de esa manera? Por qué? mi espíritu de transigencia se explota habilidosamente un día para seducirme hacia la transigencia y después provocar la intransigencia a fin de hablar de un fracaso de ese eje y poder usufructuar el remanente en beneficio de uno de los extremos de ese otro eje.

Yo no sé si el Partido Liberal va a ser dividido así.

Yo lo que sé que es que hay un gran pueblo que no lo va a permitir. Y si los jefes son inferiores, y si esta gente sigue cavilando y si esta gente es incapaz de definirse, y si hay hombres dirigentes incapaces de dar la batalla de mando y de combate, puede que los dirigentes no hagan la unión entre sus odios mentiras e hipocresías, pero el pueblo el 5 de mayo, el pueblo liberal, unionistas, turbayistas, socialistas, gaitanistas, harán la unión en las urnas contra la oligarquía conservadora.

Porque del otro lado, está el otro hueco. A mí no se me escapa ni a nadie se le escapa. Que hay una pequeña minoría liberal que prefiere cien veces -aun cuando no lo diga, pero si lo insinúe con sus actitudes y sus artículos al candidato Ospina Pérez que el candidato Jorge Eliecer Gaitán.

Por Qué?Por la persona de Ospina Pérez o de Gaitán? No. Que son personas afortunadamente ambas respetables desde todo puto de vista. Pero es que el problema que hay en Colombia ahora señores conservadores y señores liberales es otro.

Aquí veniase sucediendo, y lo sabía la oligarquía conservadora, especialmente cierto grupo reducido de la plutocracia conservadora de Medellín que el pueblo conservador y el pueblo liberal habían empezado a entender que si los distanciaban ciertos principios filosóficos y económicos fundamentales, sin embargo en el hecho de las costumbres políticas habían llegado a incidir para defender intereses que les son mutuos y que les son caros.

Ese pueblo conservador, y ese pueblo liberal sabían y saben y no ignoran que a muchos de esos que ahora en los editoriales firmados de los periódicos conservadores me hablan de la manera cómo debo defender la restauración moral, se les ve la punta del cheque del alcalde en el bolsillo.

No me vengan con hipocresías, que conocemos sus nombres y el pueblo liberal y el pueblo conservador los conoce. Y saben que esas pequeñas minorías se defienden mutuamente, por encima de sus ideas para defender sus intereses, en contra de los intereses del pueblo que trabaja, en contra de la clase media y en contra de la clase trabajadora, en contra de los profesionales y en contra de los intelectuales, en contra de los industriales y en contra de los agricultores y de los cafeteros que no tienen el teléfono de las influencias políticas que funciona igual para las voces de la oligarquía conservadora que para las voces de la oligarquía liberal.

Ellos quieren tener un país paria e imbécil, que trabaje para sus intereses… Sus intereses que se giran estratégicamente unas veces con sello rojo y otras con sello azul, pero siempre en las casillas de los bancos para los giros y los descuentos.

Y se había dado cuenta la oligarquía conservadora de eso, y sabían que la juventud conservadora y el pueblo conservador y los campesinos, y la gente que se ha visto sometida a este mismo régimen de retraso político en Colombia, estaban avanzando y va a hacer una revolución de los sistemas y las costumbres políticas.

Se ha pensado en la capacidad fisiológica de ese hombre Que, atraído por la oferta del dinero inmediato sacrificará su biología y su sistema físico para ganar más dinero como lo propone el doctor Ospina Pérez. ¿ Y Entonces ese hombre ha pesado de manera distinta? Ese es un viejo criterio mandado a recoger por inhumano y por cruel y por atroz.

Ese es un viejo sistema en virtud del cual el hombre nada cuenta. “El hombre debe ser esclavo de la máquina, se le debe proteger sí, que produzca lo mas que pueda, que se le pague alto, pero que produzca mucho para que el rendimiento alto no se detenga”: no importa su psicología no importa la resistencia de su biología, lo que es importante es que la oligarquía plutocrática gane y de el espejismo de pagar más cuando más se trabaje, aún cuando quiebre la biología y la psicología del pueblo colombiano porque la economía de los menos está por encima de la vida de los más.

Ese es el viejo criterio de la plutocracia, defender al hombre, defender las garlanchas, no por el hombre mismo, sino por lo que el hombre pueda dejarse devorar de la insaciable sed de dinero de los que tienen dinero. Nosotros decimos cosa distinta, nosotros no hablamos de esas minucias, que son todas tendientes a saber cómo se le exprime la última gota al hombre dándole el estímulo de pagarle más para que pueda consumir más alcohol y tener más sífilis.

Nosotros tenemos un sentir humano distinto, diverso de estas cosas, nosotros no decimos que el hombre debe ser un esclavo de la economía, decimos que la economía debe estar al servicio del hombre. Pero es que para nosotros es igual el hombre conservador que liberal que socialista que comunista. Tenemos un sentido diverso de la economía, no la encontramos a través del hombre. No creemos que solamente en uno de sus círculos se ataca a esa grandeza devorante y asoladora.

Que llama demagogia a esto que yo digo, porque no puede directamente negar la verdad y la justicia y que se siente estadista solamente porque carece de vibraciones de corazón y del espíritu, estadista simplemente porque nada aman, estadista simplemente porque les falta el carácter para decir lo que su corazón siente y su mente piensa, estadistas porque les falta el fuego interno para la rebeldía, estadistas porque si están con Laureano Gómez se lo tragan y no son capaces de votar en los senados, estadistas porque se dejan manejar, estadistas porque no tiene la fuerza humana que nosotros tenemos, ¡Pues en buena hora que no nos crean estadistas! porque nosotros queremos ser, cerebros, si, pero cerebros iluminados ardidos por el fuego de nuestro corazón.

Se equivocan si creen que a esta raza colombiana la puedan barrer. Que nos hablen de esto los candidatos de la oligarquia… a los pueblos no se les puede robar el sentido de su nacionalismo en cuanto el nacionalismo no sea agresivo no sea repulsión del elemento extranjero que debe ser fraternalmente acogido entre nosotros en cuanto venga a prestar un beneficio en cuanto no sea agresión al extranjero que afortunadamente nosotros no podemos realizar, pero en cuanto sea estímulo de nuestra propia razón de ser orgullo de nuestra propia raza, veneración a nuestras tumbas porque eso no es lenguaje ni demagógico ni retórico que los hombres que hemos cruzado universidades sabemos: que el hombre es como las plantas que la planta da fruto y flores no por la planta misma sino por el surco y la tierra donde ha prendido y que el hombre y un pueblo no pueden ser grandes y fuertes sino en razón de las tumbas donde tiene el alimento para su futuro

No nos roban nuestra fisionomía no nos roban nuestro propio aliento de ayer Nuestras madres, y nuestras tumbas de nuestras madres y nuestros abuelos, son el altar donde llegamos a abreevar nuestras energias para el mañana Nos sentimos muy orgullosos de esta vieja raza indígena y odiamos a estas oligarquías que nos ignoran y detestamos a esta gente que odia al pueblo y creen que a la raza colombiana se le pueden volver las espaldas y que el pais político puede jugar con los dados de su actividad sobre la túnica de nuestro patriotismo

Estamos defendiendo cosas como lo veis demasiado grandes y nos hablan de personalismo.. no nos hablen mañana de candidatos a los cuales nos van a inventar sobre el pretexto del pánico liberal nada de pánicos, el pánico se lo dejamos a la gente cobarde que no sabe sentir como nosotros lo que esta raza nuestra sentimos Nada de conspiraciones, nos reímos de las habilidades

Flexible he sido, pero inflexible en la defensa del procedimiento y de la doctrina [Flexible para todo lo que se diga salvar al partido liberal pero no al partido liberal como un desprecio a la voluntad popular sino al partiido liberal como un sentido de transformación ¡que haga la nueva república que Colombia necesita!] La plutocracia conservadora que veia la transformacion de las masas conservadoras hacia esta gran noción de una república nueva Ha querido con su dinero oponerse Y habla de unión nacional

Qué nos dirán ahora, los que ayer nos trataban de conservadores Qué nos dirtan ahora los que ayer nos ultrajaban y nos ignoraban Qué nos dicen ahora los que están provocando de forma que ellos no pueden seguir utilizando la rabia popular Qué nos pueden decir cuando estamos realizando la batalla de una nueva expresión y de una nueva realidad nacional que tiemblen los vacilantes yo me siento y sé que estoy respaldado pero si no lo estubiera tengo que repetir aqui la frase Mas vale una bandera limpia solitaria sobre una cumbre, que cien banderas tendidas sobre el lodo

Entonces yo lo único que le pido al pueblo es que él decida pero que decida no solamente en este ambiente y en estas inmensas manifestaciones Que dentro del orden, porque os van a provocar el desorden porque va a haber saboteadores de violencia a los cuales debeis castigar violentamente

Nada de desordenes fuerza contra el desorden Podeis tener esta seguridad Yo os lo juro por mis mayores y me acuerdo ahora de cosas sagradas que amo desde lo mas intimo de mi ser y que son la razón misma de mi existencia y que ahora se atraviezan en mi como una llama profunda de iluminación yo os lo juro por ellos que no os dejare pero vosotros tneis que jurar conmigo lo mismo

No estáis en unas elecciones, no gentes de todos los ordenes conservadores y liberales ¡os están engañando las oligarquías! ¡En pie nosotros los oprimidos y engañados de siempre! ¡en pie nosotros los burlados de todas las horas! ¡en pie los nosotros los macerados como yo ! a quien la fortuna y un divino ser del cual ahora me acuerdo me dió las fuerzas para esta batalla ¡en pie vosotros los que sabeis sentir y no tenéis la frialdad dolosa de los académicos en pie vosotros que yo os juro que en el momento de peligro cuando la orden de batalla haya que darla yo no me quedaré en mi biblioteca sabed que el signo de esa batalla será mi presencia en las calles a la cabeza de vosotros

Yo sé que los engañadores de todas las horas, los que hablan de personalismo toda esta gente fria toda esta gente a la cual le falta el correr tremendo de la vida de la historia y la vida de la pasión ahora se esta riendo de vosotros y de mi y nosotros les vamos a hacer cambiar esa sonrisa por la mueca del amargar de la derrota

Nosotros hemos leido muchos libros y pasado universidades no asi como asi a la manera de ellos tenemos una estructura mental que ellos no tienen nos hemos quemado demasiado las pestañas, hemos encontrado demasiados obstáculos y de tanto libro, y de tanto maestro, y de tantas cátedras que no las han tenido hemos sacado solo esto hay una brújula que es nuestro corazón hay algo profundo que es la intuición, aquella divina intuición de nuestra madre superiora la sabiduría aquel sentir que solo el pueblo tiene aquella sabiduria que no es esquema geométrico sino turbulencia de la biología. Grito del alma, Fuego de la especie Creación del ritmo que nos dice donde está el mañana y que es lo que debemos abominar del hoy y olvidar del pasado Nosotros lo sabemos con fe heróica Serán engañados si nos atraviesan estos ajedrecistas del cálculo. Candidatos y jugadas y gentes que vienen a convenciones previamente facturadas y preparadas y manzanillos de todo pelambre que vienen a simular una opinión que ellos no tienen gentes que están esperando con el fraude.

Se engañan Yo no sé si también me engañe Pero yo me he recorrido el país esta gente lo niega esta gente llega a farsas como la de Barranquilla donde habia cien mil hombres donde no hay sino solo dos mil conservadores y despues se daban el consuelo de decir que era que los conservadores habian recibido la orden de acudir a mis manifestaciones

Esta gente se engaña y simula esta gente no cree en el pueblo colombiano y yo creo en el pueblo colombiano Y aquí hay algo distinto de la cosa electorera aqui hay una fuerta colombianista que no quiere dejarse ultrajar en sus antecedentes y en la gloria de sus mayhores, aqui hay una fuerza de futuro donde miran los ojos de liberales y conservadores no hacia un socialismo comunismo pero si hacia una justicia algún alto de justicia

Yo no creo que seais inferiores y entonces yo digo aqui a vosotros en bogotá a la gente de todo Colombia no hay sino una solución

A LAS CALLES PERMANENTEMENTE SI ES QUE EN VERDAD

TENEIS LA POTENCIA DE LUCHA PARA DAR LA BATALLA

Aqui no puede haber mas combinaciones aqui no puede haber todo este enjambre de cosa tortuosa Vamos a ver si el pueblo colombiano es digno de esta campaña Yo no le digo que me siga ni digo que quiero ser candidato digo que él lo resuelva

y si se sale a las calles y si libra la batalla de ahora hasta el 5 de mayo que lo digan en las calles que lo digan en las veredas que lo digan en los pueblos que lo digan en las capitales de departamentos que lo diga la voz clamorosa de vosotros en bogotá ni un momento de quebranto ante la jugada de los anedrines la voz clamorosa de las masas en en las plazas y las calles

Ahora sí para terminar

PUEBLO POR LA RESTAURACIÓN MORAL ¡A LA CARGA! PUEBLO POR VUESTRA VICTORIA ¡A LA CARGA! PUEBLO POR LA DERROTA DE LA OLIGARQUIA ¡A LA CARGA! PUEBLO POR VUESTRA VICTORIA