viernes, 30 de abril de 2010

LA RAZA COSMICA (3)


por José Vascocelos

II



Después de examinar las potencialidades remotas y próximas de la raza mixta que habita el continente iberoamericano y el destino que la lleva a convertirse en la primera raza síntesis del globo, se hace necesario investigar si el medio físico en que se desarrolla dicha estirpe corresponde a los fines que le marca su biótica. La extensión de que ya dispone es enorme; no hay, desde luego, problema de superficie. La circunstancia de que sus costas no tienen muchos puertos de primera clase, casi no tiene importancia, dados los adelantos crecientes de la ingeniería. En cambio, lo que es fundamental abunda en cantidad superior, sin duda, a cualquiera otra región de la tierra; recursos naturales, superficie cultivable y fértil, agua y clima. Sobre este último factor se adelantará, desde luego, una objeción: el clima, se dirá, es adverso a la nueva raza, porque la mayor parte de las tierras disponibles está situada en la región más cálida del globo. Sin embargo, tal es, precisamente, la ventaja y el secreto de su futuro. Las grandes civilizaciones se iniciaron entre trópicos y la civilización final volverá al trópico. La nueva raza comenzará a cumplir su destino a medida que se inventen los nuevos medios de combatir el calor en lo que tiene de hostil para el hombre, pero dejándole todo su poderío benéfico para la producción de la vida. El triunfo del blanco se inició con la conquista de la nieve y del frío. La base de la civilización blanca es el combustible. Sirvió primeramente de protección en los largos inviernos; después se advirtió que tenía una fuerza capaz de ser utilizada no sólo en el abrigo sino también en el trabajo; entonces nació el motor, y de esta suerte, del fogón y de la estufa precede todo el maquinismo que está transformando al mundo. Una invención semejante hubiera sido imposible en el cálido Egipto, y en efecto no ocurrió allá, a pesar de que aquella raza superaba infinitamente en capacidad intelectual a la raza inglesa. Para comprobar esta última afirmación basta comparar la metafísica sublime del Libro de los Muertos de los sacerdotes egipcios, con las chabacanerías del darwinismo spenceriano. El abismo que separa a Spencer de Hermes Trimegisto no lo franquea el dolicocéfalo rubio ni en otros mil años de adiestramiento y selección.

En cambio, el barco inglés, esa máquina maravillosa que procede de los tiriteos del Norte, no la soñaron siquiera los egipcios. La lucha ruda contra el medio obligó al blanco a dedicar sus actitudes a la conquista de la naturaleza temporal, y esto precisamente constituye el aporte del blanco a la civilización del futuro. El blanco enseñó el dominio de lo material. La ciencia de los blancos invertirá alguna vez los métodos que empleó para alcanzar el dominio del fuego y aprovechará nieves condensadas o corrientes de electroquimia, o gases casi de magia sutil, para destruir moscas y alimañas, para disipar el bochorno y la fiebre. Entonces la Humanidad entera se derramará sobre el trópico, y en la inmensidad solemne de sus paisajes, las almas conquistarán la plenitud.

Los blancos intentarán, al principio, aprovechar sus inventos en beneficio propio, pero como la ciencia ya no es esotérica, no será fácil que lo logren; los absorberá la avalancha de todos los demás pueblos, y finalmente, deponiendo su orgullo, entrarán con los demás a componer la nueva raza síntesis, la quinta raza futura.

La conquista del trópico transformará todos los aspectos de la vida; la arquitectura abandonará la ojiva, la bóveda, y en general, la techumbre, que responde a la necesidad de buscar abrigo; se desarrollará otra vez la pirámide; se levantarán columnatas en inútiles alardes de belleza, y quizá construcciones en caracol, porque la nueva estética tratará de amoldarse a la curva sin fin de la espiral, que representa el anhelo libre; el triunfo del ser en la conquista del infinito. El paisaje pleno de colores y ritmos comunicará su riqueza a la emoción; la realidad será como la fantasía. La estética de los nublados y de los grises se verá como un arte enfermizo del pasado. Una civilización refinada e intensa responderá a los esplendores de una Naturaleza henchida de potencias, generosa de hábito, luciente de claridades. El panorama de Río de Janeiro actual o de Santos con la ciudad y su bahía nos pueden dar una idea de lo que será ese emporio futuro de la raza cabal, que está por venir.

Supuesta, pues, la conquista del trópico por medio de los recursos científicos, resulta que vendrá un período en el cual la humanidad entera se establecerá en las regiones cálidas del planeta. La tierra de promisión estará entonces en la zona que hoy comprende el Brasil entero, más Colombia, Venezuela, Ecuador, parte de Perú, parte de Bolivia y la región superior de la Argentina.

Existe el peligro de que la ciencia se adelante al proceso étnico, de suerte que la invasión del trópico ocurra antes que la quinta raza acabe de formarse. Si así sucede, por la posesión del Amazonas se librarán batallas que decidirán el destino del mundo y la suerte de la raza definitiva. Si el Amazonas lo dominan los ingleses de las islas o del continente, que son ambos campeones del blanco puro, la aparición de la quinta raza quedará vencida. Pero tal desenlace resultaría absurdo; la Historia no tuerce sus caminos; los mismos ingleses, en el nuevo clima, se tornarían maleables, se volverían mestizos, pero con ellos el proceso de integración y de superación sería más lento. Conviene, pues, que el Amazonas sea brasileño, sea ibérico, junto con el Orinoco y el Magdalena. Con los recursos de semejante zona, la más rica del globo en tesoros de todo género, la raza síntesis podrá consolidar su cultura. El mundo futuro será de quien conquiste la región amazónica. Cerca del gran río se levantará Universópolis y de allí saldrán las predicaciones, las escuadras y los aviones de propaganda de buenas nuevas. Si el Amazonas se hiciese inglés, la metrópoli del mundo ya no se llamaría Universópolis, sino Anglotown, y las armadas guerreras saldrían de allí para imponer en los otros continentes la ley severa del predominio del blanco de cabellos rubios y el exterminio de sus rivales oscuros. En cambio, si la quinta raza se adueña del eje del mundo futuro, entonces aviones y ejércitos irán por todo el planeta, educando a las gentes para su ingreso a la sabiduría. La vida fundada en el amor llegará a expresarse en formas de belleza.

Naturalmente, la quinta raza no pretenderá excluir a los blancos como no se propone excluir a ninguno de los demás pueblos; precisamente, la norma de su formación es el aprovechamiento de todas las capacidades para mayor integración de poder. No es la guerra contra el blanco nuestra mira, pero sí una guerra contra toda clase de predominio violento, lo mismo el del blanco que en su caso el del amarillo, si el Japón llegare a convertirse en amenaza continental. Por lo que hace al blanco y a su cultura, la quinta raza cuenta ya con ellos y todavía espera beneficios de su genio. La América Latina debe lo que es al europeo blanco y no va a renegar de él; al mismo norteamericano le debe gran parte de sus ferrocarriles, y puentes y empresas, y de igual suerte necesita de todas las otras razas. Sin embargo, aceptamos los ideales superiores del blanco, pero no su arrogancia; queremos brindarle, lo mismo que a todas las gentes, una patria libre, en la que encuentre hogar y refugio, pero no una prolongación de sus conquistas. Los mismos blancos, descontentos del materialismo y de la injusticia social en que ha caído su raza, la cuarta raza, vendrán a nosotros para ayudar en la conquista de la libertad.

Quizás entre todos los caracteres de la quinta raza predominen los caracteres del blanco, pero tal supremacía debe ser fruto de elección libre del gusto y no resultado de la violencia o de la presión económica. Los caracteres superiores de la cultura y de la naturaleza tendrán que triunfar, pero ese triunfo sólo será firme si se funda en la aceptación voluntaria de la conciencia y en la elección libre de la fantasía. Hasta la fecha, la vida ha recibido su carácter de las potencias bajas del hombre; la quinta raza será el fruto de las potencias superiores. La quinta raza no excluye, acapara vida; por eso la exclusión del yanqui como la exclusión de cualquier otro tipo humano equivaldría a una mutilación anticipada, más funesta aun que un corte posterior. Si no queremos excluir ni a las razas que pudieran ser consideradas como inferiores, mucho menos cuerdo seria apartar de nuestra empresa a una raza llena de empuje y de firmes virtudes sociales.

Expuesta ya la teoría de la formación de la raza futura iberoamericana y la manera como podrá aprovechar el medio en que vive, resta sólo considerar el tercer factor de la transformación que se verifica en el nuevo continente; el factor espiritual que ha de dirigir y consumar la extraordinaria empresa. Se pensará, tal vez, que la ilusión de las distintas razas contemporáneas en una nueva que complete y supere a todas, va a ser un proceso repugnante de anárquico hibridismo, delante del cual, la práctica inglesa de celebrar matrimonios sólo dentro de la propia estirpe se verá como un ideal de refinamiento y de pureza. Los arios primitivos del Indostán ensayaran precisamente este sistema inglés, para defenderse de la mezcla con las razas de color, pero como esas razas oscuras poseían una sabiduría necesaria para completar la de los invasores rubios, la verdadera cultura indostánica no se produjo sino después de que los siglos consumaron la mezcla, a pesar de todas las prohibiciones escritas. Y la mezcla fatal fue útil, no sólo por razones de cultura, sino porque el mismo individuo físico necesita renovarse en sus semejantes. Los norteamericanos se sostienen muy firmes en su resolución de mantener pura su estirpe, pero eso depende de que tienen delante al negro, que es como el otro polo, como el contrario de los elementos que pueden mezclarse. En el mundo iberoamericano, el problema no se presenta con caracteres tan crudos; tenemos poquísimos negros y la mayor parte de ellos se han ido transformando ya en poblaciones mulatas. El indio es buen puente de mestizaje. Además, el clima cálido es propicio al trato y reunión de todas las gentes. Por otra parte, y esto es fundamental, el cruce de las distintas razas no va a obedecer a razones de simple proximidad, como sucedía al principio, cuando el colono blanco tomaba mujer indígena o negra porque no había otra a mano. En lo sucesivo, a medida que las condiciones sociales mejoren, el cruce de sangre será cada vez más espontáneo, a tal punto que no estará ya sujeto a la necesidad, sino al gusto; en último caso; a la curiosidad. El motivo espiritual se irá sobreponiendo de esta suerte a las contingencias de lo físico. Por motivo espiritual ha de entenderse, más bien que la reflexión, el gusto que dirige el misterio de la elección de una persona entre una multitud.

jueves, 29 de abril de 2010

EL DESTINO DE UN CONTINENTE (4)


por Manuel Ugarte


CAPÍTULO III
EL PEÑÓN MEJICANO

ÁNGULOS SALIENTES DEL CARÁCTER MEJICANO. — LA ILUSIÓN DEL PRESIDENTE MADERO. — INTRIGAS PALACIEGAS. — OPINIONES NORTEAMERICANAS Y OPINIONES MEJICANAS. — LA AGITACIÓN POPULAR. — POLÍTICA INTERNACIONAL. — UNA CONFERENCIA PACÍFICA. — EL VIAJE DE SEÑOR KNOX. — LA FUERZA VITAL DE UN PUEBLO

miércoles, 28 de abril de 2010

NO PARTICIPARE EN LA POLITICA MEXICANA


por León Trotsky


4 de febrero de 1937


Estimados amigos:

Hace tiempo ya que quiero comunicarles por carta algunas reflexiones que ya he formulado en conversaciones personales y privadas.

Ustedes pertenecen a una organización política que ha proclamado su solidaridad con las ideas que yo represento. Esa solidaridad se refleja en ciertos actos de atención personal y de amistad. De más está decir que siento un profundo agradecimiento por esos sentimientos puramente humanos que demuestran ustedes y, afortunadamente, también muchos ciudadanos y ciudadanas de este país tan generoso y hospitalario.

Hay muchos amigos nuevos que desearían consultarme con respecto a una serie de problemas teóricos y políticos. Debo repetir con todo énfasis lo que declaré al desembarcar en Tampico: quiero evitar cualquier acto, absolutamente cualquier acto que pudiera darles a mis enemigos un pretexto para afirmar que estoy interviniendo, directa o indirectamente, en la vida interna de este país.

Vuestra organización ya existía antes de mi llegada. Seguirá existiendo de la misma manera. No puedo asumir la menor responsabilidad por la actividad de la misma.

Ustedes dicen, queridos amigos, que comprenden muy bien mi situación y que coinciden plenamente con mi posición. Sin embargo, quiero reafirmarlo públicamente para evitar posibles malentendidos. Nuestras relaciones seguirán siendo personales y amistosas, pero no políticas.

Con mis mejores saludos.

León Trotsky


Carta publicada en IV Internacional, el periódico de la sección mexicana del Movimiento pro Cuarta Internacional. Tomado de la versión publicada en Escritos, Tomo VII, pág. 254, Editorial Pluma

lunes, 26 de abril de 2010

Manifiesto "Luz y Verdad"


por Augusto César Sandino

Manifiesto a los miembros de nuestro Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua

Impulsión divina es la que anima y protege a nuestro Ejército, desde su principio y así lo será hasta su fin.

Ese mismo impulso pide en Justicia de que todos nuestros hermanos miembros de este Ejército, principien a conocer en su propia Luz y Verdad, de las leyes que rigen el Universo.

Pues bien hermanos:

Todos vosotros presentís una fuerza superior a si mismos y a todas las otras fuerzas del Universo. Esa fuerza invisible tiene muchos nombres, pero nosotros lo hemos conocido con el nombre de Dios.

Seguramente de que entre vosotros hay muchos quienes han querido encontrar la oportunidad de quien les explique esas cosas tan hermosas.

Pues bien hermanos:

Lo que existió en el Universo, antes de las cosas que se pueden ver o tocar, fue el éter como sustancia única y primera de la Naturaleza (materia). Pero antes del éter, que todo lo llena en el Universo, existió una gran voluntad; es decir, un gran deseo de Ser lo que no era, y que nosotros lo hemos conocido con el nombre de Amor.

Por lo explicado se deja ver que el principio de todas las cosas es el Amor: o sea Dios. También se le puede llamar Padre Creador del Universo. La única hija del Amor, es la Justicia Divina.

La injusticia no tiene ninguna razón de existir en el Universo, y su nacimiento fue de la envidia y antagonismo de los hombres, antes de haber comprendido su espíritu.

Pero la incomprensión de los hombres, solamente es un tránsito de la vida universal: y cuando la mayoría de la humanidad conozca de que vive por el Espíritu, se acabará para siempre la injusticia y solamente podrá reinar la Justicia Divina: única hija del Amor.

Pues bien hermanos:

Muchas veces habréis oído hablar de un Juicio Final del mundo.

Por Juicio Final del mundo se debe comprender la destrucción de la injusticia sobre la tierra y reinar el Espíritu de Luz y Verdad, o sea el Amor.

También habréis oído decir que en este siglo veinte, o sea el Siglo de las Luces es la época de que estaba profetizado el Juicio Final del Mundo.

Pues bien hermanos:

El siglo en cuestión se compone de cien años y ya vamos corriendo sobre los primeros treinta y uno; lo que quiere decir que esa hecatombe anunciada deberá de quedar definida en estos últimos 69 años que faltan.

No es cierto que San Vicente tenga que venir a tocar trompeta, ni es cierto de que la tierra vaya a estallar y que después se hundiría; No.

Lo que ocurrirá es lo siguiente:

Que los pueblos oprimidos romperán las cadenas de la humillación, con que nos han querido tener postergados los imperialistas de la tierra.

Las trompetas que se oirán van a ser los clarines de guerra, entonando los himnos de la libertad de los pueblos oprimidos contra de la injusticia de los opresores.

La única que quedará hundida para siempre es la injusticia; y quedará el reino de la Perfección, el Amor; con su hija predilecta la Justicia Divina.

Cábenos la honra hermanos: de que hemos sido en Nicaragua los escogidos por la Justicia Divina, a principiar el juicio de la injusticia sobre la tierra. No temás mis queridos hermanos; y estad seguros, muy seguros y bien seguros de que muy luego tendremos nuestro triunfo definitivo en Nicaragua, con lo que quedará prendida la mecha de la "Explosión Proletaria" contra los imperialistas de la tierra. Sinceramente vuestro hermano.


Cuartel General del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua.

El Chipotón, Las Segovias, Nic. C.A.

Febrero de 1931, 15 Feb.

Patria y Libertad

viernes, 23 de abril de 2010

Análisis de la dependencia ARGENTINA (4)


por José María Rosa

CAPITULO III

ROSAS (30)


Un ejemplo de lo que habría de ser la personalidad y la política económica del Restaurador, puede encontrarse ya en el joven Rosas. En 1809 se dijo que el libre comercio con los ingleses favorecería a los hacendados nativos (e invocando la representación de éstos actuó el abogado nativo de los comerciantes británicos), que podrían vender a Inglaterra, en gran escala, sus productos pecuarios. Se arruinarían las provincias del interior, preponderantemente artesanales; pero se beneficiaría Buenos Aires, casi exclusivamente ganadera. No ocurrió así, porque eso de que el precio lo fija una ley de oferta y demanda

jueves, 22 de abril de 2010

Discurso en las celebraciones del Día del Trabajo el 1 de mayo 1939


por Getulio Vargas


Trabajadores del Brasil: He escuchado con particular satisfacción el elocuente y expresivo saludo del Ministro de Trabajo, en su nombre y su petición, me acaba de enviar. Mejor que palabras de agradecimiento, el testimonio de mi agradecimiento por compartir su celebración del "Día del Trabajo", y reafirmando el sentido de cooperación y confianza mutua que se mantiene, inalterable, en la solución de los problemas sociales.

Desde 1930, mantenemos la misma línea de acción, y donde los obstáculos y dificultades que han surgido, los trabajadores han expresado al Gobierno Nacional, de manera inequívoca, su consuelo y la solidaridad espontánea, una actitud eficiente de repugnancia a los brotes de anarquía y los golpes extremistas .

Esta larga experiencia, así como el acierto de la dirección impresa en la política laboral, y por lo tanto requiere su mantenimiento, por el Brasil para seguir garantizando el orden y la paz en tiempos de tales preocupaciones significativas para la humanidad.

Diseñar e implementar, con la cooperación activa de la clase trabajadora, nuestra adelantada legislación social, que, a la vez, garantiza los derechos de los trabajadores y el desarrollo económico del país.

Para lograr estos resultados, no dividir a los brasileños, no crear castas, no cultivar el odio, no hacemos peleas, no tratar de nivelar destructivamente el valor individual, provenientes de utopías desvariadas.

Simplemente, lo que sugiere el sentido común: acercar a los hombres y que todos requieren de la comprensión, la cooperación, el entendimiento, el respeto de las obligaciones sociales. Lo que hemos logrado ya nos satisface, sorprendiendo incluso a los observadores de los países que son anteriores al nuestro, donde los problemas son similares y requieren aún de soluciones pacíficas y armoniosas.

La orientación, libre de preocupaciones sectarias, serena y persistente, nos permitió escuchar los propios sentimientos y necesidades, para establecer el orden en Brasil, consagrados en la Constitución del 10 de noviembre, cuyos objetivos son: la defensa de la nacionalidad, estimular y amparar a todas las energías creativas de nuestra economía, la satisfacción y apoyo a las aspiraciones legítimas del pueblo. No había, hasta ahora, debilitamiento en la ejecución de las tareas votadas.

Significativamente, se ha reservado para hoy la firma de las leyes creando el Tribunal de Trabajo, el comedor popular y las escuelas de oficio en establecimientos industriales. Pueden fácilmente comprender el alcance de estas iniciativas. El juez especial a cargo de la solución de forma rápida y eficaz, la negociación común en las relaciones laborales, fue una de sus viejas aspiraciones. Tienen ahora, para completar la legislación laborista, como la culminación fructífera de varios años. La otra medida tiene por objeto proporcionar, en las fábricas, alimentos baratos y saludables para los trabajadores y, en las escuelas adjuntas a empresas, facilitar su desarrollo técnico y profesional de los niños, bajo la supervisión de sus padres. Tiene su origen en mi contacto personal con los trabajadores a encontrar, en las visitas a varios establecimientos industriales, sus necesidades más inmediatas.

Que anuncié en mi última conferencia de prensa y, enviando a estudiar los medios prácticos de la aplicación, lo doy hoy, legalmente. No hay que detenerse, sin embargo, en el terreno ganado. Nuevas medidas adicionales y mejores complementará nuestro equilibrio social, girando ahora, las medidas necesarias para determinar, en todo el país, el nivel de salario mínimo y dar efecto a sus beneficios.

Trabajadores: como pueden ver en el régimen actual, participando directamente en las actividades organizadoras del Estado, en agudo contraste con la situación anterior a 1930, cuando los intereses suyos y reclamaciones ni siquiera se habían escuchado y morían ahogados en el estrecho recinto de la comisaría . Hoy en día, tienen, el edificio público más grande y más hermoso del país, su propia ala, e ingreso en él sin vergüenza.

Comparen, este mes y el próximo, y se regocijan de desempeñar, ser consciente de sus responsabilidades, el importante papel de la fuerza constructora de la nacionalidad, en el espíritu de orden, que es una garantía de su futuro y la grandeza de Brasil.

miércoles, 21 de abril de 2010

Ariel (4)


por José Enrique Rodó


Así como el primer impulso de la profanación será dirigirse a lo más sagrado del santuario, la regresión vulgarizadora contra la que os prevengo comenzará por sacrificar lo más delicado del espíritu. De todos los elementos superiores de la existencia racional, es el sentimiento de lo bello, la visión clara de la hermosura de las cosas, el que más fácilmente marchita la aridez de la vida limitada a la invariable descripción del círculo vulgar, convirtiéndole en el atributo de una minoría que lo custodia, dentro de cada sociedad humana, como el depósito de un precioso abandono. La emoción de belleza es al sentimiento de las idealidades como el esmalte del anillo. El efecto del contacto brutal por ella empieza fatalmente, y es sobre ella como obra de modo más seguro. Una absoluta indiferencia llega a ser, así, el carácter normal, con relación a lo que debiera ser universal amor de las almas. No es más intensa la estupefacción del hombre salvaje en presencia de los instrumentos y las formas materiales de la civilización, que la que experimenta un número relativamente grande de hombres cultos frente a los actos en que se revele el propósito y el hábito de conceder una seria realidad a la relación hermosa de la vida.

El argumento del apóstol traidor ante el vaso de nardo derramado inútilmente sobre la cabeza del Maestro, es, todavía, una de las fórmulas del sentido común. La superfluidad del arte no vale para la masa anónima los trescientos denarios. Si acaso la respeta, es como a un culto esotérico. Y sin embargo, entre todos los elementos de educación humana que pueden contribuir a formar un amplio y noble concepto de la vida, ninguno justificaría más que el arte un interés universal, porque ninguno encierra, —según la tesis desenvuelta en elocuentes páginas de Schiller,— la virtualidad de una cultura más extensa y completa, en el sentido de prestarse a un acordado estímulo de todas las facultades del alma.

Aunque el amor y la admiración de la belleza no respondiesen a una noble espontaneidad del ser racional y no tuvieran, con ello, suficiente valor para ser cultivados por sí mismos, sería un motivo superior de moralidad el que autorizaría a proponer la cultura de los sentimientos estéticos como un alto interés de todos. Si a nadie es dado renunciar a la educación del sentimiento moral, este deber trae implícito el de disponer el alma para clara visión de la belleza. Considerad al educado sentido de lo bello el colaborador más eficaz en la formación de un delicado instinto de justicia. La dignificación, el ennoblecimiento interior, no tendrán nunca artífice más adecuado. Nunca la criatura humana se adherirá de más segura manera al cumplimiento del deber que cuando, además de sentirle como una imposición, le sienta estéticamente como una armonía. Nunca ella será más plenamente buena que cuando sepa, en las formas con que se manifieste activamente su virtud, respetar en los demás el sentimiento de lo hermoso.

Cierto es que la santidad del bien purifica y ensalza todas las groseras apariencias. Puede él indudablemente realizar su obra sin darle el prestigio exterior de la hermosura. Puede el amor caritativo llegar a la sublimidad con medios toscos, desapacibles y vulgares. Pero no es sólo más hermosa, sino mayor, la caridad que anhela transmitirse en las formas de lo delicado y lo selecto; porque ella añade a sus dones un beneficio más, una dulce e inefable caricia que no se sustituye con nada y que realza el bien que se concede, como un toque de luz.

Dar a sentir lo hermoso es obra de misericordia. Aquellos que exigirían que el bien y la verdad se manifestasen invariablemente en formas adustas y severas me han parecido siempre amigos traidores del bien y la verdad. La virtud es también un género de arte, un arte divino; ella sonríe maternalmente a las Gracias. La enseñanza que se proponga fijar en los espíritus la idea del deber, como la de la más seria realidad, debe tender a hacerla concebir al mismo tiempo como la más alta poesía. Guyau, que es rey en las comparaciones hermosas, se vale de una insustituible para expresar este doble objeto de la cultura moral. Recuerda el pensador los esculpidos respaldos del coro de una gótica iglesia, en los que la madera labrada bajo la inspiración de la fe representa, en una faz, escenas de una vida de santo, en la otra faz, ornamentales círculos de flores. Por tal manera, a cada gesto del santo, significativo de su piedad o su martirio; a cada rasgo de su fisonomía o su actitud, corresponde, del opuesto lado, una corola o un pétalo. Para acompañar la representación simbólica del bien, brotan, ya un lirio, ya una rosa. Piensa Guyau que no de otro modo debe estar esculpida nuestra alma; y él mismo, el dulce maestro, ¿no es, por la evangélica hermosura de su genio de apóstol, un ejemplo de esa viva armonía?

Yo creo indudable que el que ha aprendido a distinguir de lo delicado lo vulgar, lo feo de lo hermoso, lleva hecha media jornada para distinguir lo malo de lo bueno. No es, por cierto, el buen gusto, como querría cierto liviano dilettantismo moral, el único criterio para apreciar la legitimidad de las acciones humanas; pero menos debe considerársele, con el criterio de un estrecho ascetismo, una tentación del error y una sirte engañosa. No le señalaremos nosotros como la senda misma del bien; sí como un camino paralelo y cercano que mantiene muy aproximados a ella el paso y la mirada del viajero. A medida que la humanidad avance, se concebirá más claramente la ley moral como una estética de la conducta. Se huirá del mal y del error como de una disonancia; se buscará lo bueno como el placer de una armonía. Cuando la severidad estoica de Kant inspira, simbolizando el espíritu de ética, las austeras palabras: «Dormía, y soñé que la vida era belleza; desperté y advertí que ella es deber», desconoce que, si el deber es la realidad suprema, en ella puede hallar realidad el objeto de su sueño, porque la conciencia deber le dará, con la visión clara de lo bueno, la complacencia de lo hermoso.

En el alma del redentor, del misionero, del filántropo, debe exigirse también entendimiento de hermosura, hay necesidad de que colaboren ciertos elementos del genio del artista. Es inmensa la parte que corresponde al don de descubrir y revelar la íntima belleza de las ideas, en la eficacia de grandes revoluciones morales. Hablando de la más alta de todas, ha podido decir Renan profundamente que «la poesía del precepto, que le hace amar, significa más que el precepto mismo, tomado como verdad abstracta». La originalidad de la obra de Jesús no está, efectivamente, en la acepción literal de su doctrina, —puesto que ella puede reconstituirse toda entera sin salirse de la moral de la Sinagoga, buscándola desde el Deuteronomio hasta el Talmud,— sino en haber hecho sensible, con su prédica, la poesía del precepto, es decir, su belleza íntima.

Pálida gloria será la de las épocas y las comuniones que menosprecien esa relación estética de su vida o de su propaganda. El ascetismo cristiano, que no supo encarar más que una sola faz del ideal, excluyó de su concepto de la perfección todo lo que hace a la vida amable, delicada y hermosa; y su espíritu estrecho sirvió para que el instinto indomable de la libertad, volviendo en una de esas arrebatadas reacciones del espíritu humano, engendrase, en la Italia del Renacimiento, un tipo de civilización que consideró vanidad el bien moral y sólo creyó en la virtud de la apariencia fuerte y graciosa. El puritanismo, que persiguió toda belleza y toda selección intelectual; que veló indignado la casta desnudez de las estatuas; que profesó la afectación de la fealdad, en las maneras, en el traje, en los discursos; la secta triste que, imponiendo su espíritu desde el Parlamento inglés, mandó extinguir las fiestas que manifestasen alegría y segar los árboles que diesen flores, —tendió junto a la virtud, al divorciarla del sentimiento de lo bello, una sombra de muerte que aún no ha conjurado enteramente Inglaterra, y que dura en las menos amables manifestaciones de su religiosidad y sus costumbres. Macaulay declara preferir la grosera «caja de plomo» en que los puritanos guardaron el tesoro de la libertad, al primoroso cofre esculpido en que la corta de Carlos II hizo acopio de sus refinamientos. Pero como ni la libertad ni la virtud necesitan guardarse en caja de plomo, mucho más que todas las severidades de ascetas y de puritanos, valdrán siempre, para la educación de la humanidad, la gracia del ideal antiguo, la moral armoniosa de Platón, el movimiento pulcro y elegante con que la mano de Arenas tomó, para llevarla a los labios, la copa de la vida.

La perfección de la moralidad humana consistiría en infiltrar el espíritu de la caridad en los moldes de la elegancia griega. Y esta suave armonía ha tenido en el mundo una pasajera realización. Cuando la palabra del cristianismo naciente llegaba con San Pablo al seno de las colonias griegas de Macedonia, a Tesalónica y Filipos, y el Evangelio, aún puro, se difundía en el alma de aquellas sociedades finas y espirituales en las que el sello de la cultura helénica mantenía una encantadora espontaneidad de distinción, pudo creerse que los dos ideales más altos de la historia iban a enlazarse para siempre. En el estilo epistolar de San Pablo queda la huella de aquel momento en que la caridad se heleniza. Este dulce consorcio duró poco. La armonía y la serenidad de la concepción pagana de la vida se apartaron cada vez más de la idea nueva que marchaba entonces a la conquista del mundo. Pero para concebir la manera como podría señalarse al perfeccionamiento moral de la humanidad un paso adelante, sería necesario soñar que el ideal cristiano se reconcilia de nuevo con la serena y luminosa alegría de la antigüedad; imaginarse que el Evangelio se propaga otra vez en Tesalónica y Filipos.

Cultivar el buen gusto no significa sólo perfeccionar una forma exterior de la cultura, desenvolver una aptitud artística, cuidar, con exquisitez superflua, una elegancia de la civilización. El buen gusto es «una rienda firme del criterio». Martha ha podido atribuirle exactamente la significación de una segunda conciencia que nos orienta y nos devuelve a la luz cuando la primera se oscurece y vacila. El sentido delicado de la belleza es, para Bagehot, un aliado del tacto seguro de la vida y de la dignidad de las costumbres. «La educación del buen gusto —agrega el sabio pensador— se dirige a favorecer el ejercicio del buen sentido, que es nuestro principal punto de apoyo en la complejidad de la vida civilizada». Si algunas veces veis unida esa educación, en el espíritu de los individuos y las sociedades, al extravío del sentimiento o la moralidad, es porque en tales casos ha sido cultiva como fuerza aislada y exclusiva, imposibilitándose de ese modo el efecto de perfeccionamiento moral que ella puede ejercer dentro de un orden de cultura en el que ninguna facultad del espíritu sea desenvuelta prescindiendo de su relación con las otras. En el alma que haya sido objeto de una estimulación armónica y perfecta, la gracia íntima y la delicadeza del sentimiento de lo bello serán una misma cosa con la fuerza y la rectitud de la razón. No de otra manera observa Taine que, en las grandes obras de la arquitectura antigua, la belleza es una manifestación sensible de la solidez, la elegancia se identifica con la apariencia de la fuerza: «las mismas líneas del Panteón que halagan a la mirada con proporciones armoniosas, contentan a la inteligencia con promesas de eternidad».

Hay una relación orgánica, una natural y estrecha simpatía, que vincula a las subversiones del sentimiento y de la voluntad con las falsedades y las violencias del mal gusto. Si nos fuera dado penetrar en el misterioso laboratorio de las almas y se construyera la historia íntima de las del pasado para encontrar la fórmula de sus definitivos caracteres morales, sería un interesante objeto de estudio determinar la parte que corresponde, entre los factores de la refinada perversidad de Nerón, al germen de histrionismo monstruoso depositado en el alma de aquel cómico sangriento por la retórica afectada de Séneca. Cuando se evoca la oratoria de la Convención y el hábito de una abominable perversión retórica se ve aparecer por todas partes, como la piel felina del jacobinismo, es imposible dejar de relacionar, como los radios que parten de un mismo centro, como los accidentes de una misma insania, el extravío del gusto, el vértigo del sentido moral y la limitación fanática de la razón.

Indudablemente, ninguno más seguro entre los resultados de la estética que el que nos enseña a distinguir en la esfera de lo relativo, lo bueno y lo verdadero, de lo hermoso, y a aceptar la posibilidad de una belleza del mal y del error. Pero no se necesita desconocer esta verdad, definitivamente verdadera, para creer en el encadenamiento simpático de todos aquellos altos fines del alma, y considerar a cada uno de ellos como el punto de partida, no único, pero sí más seguro, de donde sea posible dirigirse al encuentro de los otros.

La idea de un superior acuerdo entre el buen gusto y el sentimiento oral es, pues, exacta, lo mismo en el espíritu de los individuos que en el espíritu de las sociedades. Por lo que respecta a estas últimas, esa relación podría tener su símbolo en la que Rosenkranz afirmaba existir entre la libertad y el orden moral, por una parte, y por la otra la belleza de las formas humanas como un resultado del desarrollo de las razas en el tiempo. Esa belleza típica refleja, para el pensamiento hegeliano, el efecto ennoblecedor de la libertad; la esclavitud afea al mismo tiempo que envilece; la conciencia de su armonioso desenvolvimiento imprime a las razas libres el sello exterior de la hermosura.

En el carácter de los pueblos, los dones derivados de un gusto fino, el dominio de las formas graciosas, la delicada aptitud de interesar, la virtud de hacer amables las ideas, se identifican, además, con el «genio de la propaganda», —es decir: con el don poderoso de la universalidad. Bien sabido es que, en mucha parte, a la posesión de aquellos atributos escogidos, debe referirse la significación humana que el espíritu francés acierta a comunicar cuanto elige y consagra. Las ideas adquieren alas potentes y veloces, no en el helado seno de la abstracción, sino en el luminoso y cálido ambiente de la forma. Su superioridad de difusión, su prevalencia a veces, dependen de que las Gracias las hayan bañado con su luz. Tal así, en las evoluciones de la vida, esas encantadoras exterioridades de la naturaleza, que parecen representar, exclusivamente, la dádiva de una caprichosa superfluidad, —la música, el pintado plumaje, de las aves: y, como reclamo para el insecto propagador del polen fecundo, el matiz de las flores, su perfume,— han desempeñado, entre los elementos de la concurrencia vital, una función realísima; puesto que significando una superioridad de motivos, una razón de preferencia para las atracciones del amor, han hecho prevalecer, dentro de cada especie, a los seres mejor dotados de hermosura sobre los menos ventajosamente dotados.

Para un espíritu en que exista el amor instintivo de lo bello, hay, sin duda, cierto género de mortificación, en resignarse a defenderle por medio de una serie de argumentos que se funden en otra razón, en otro principio, el mismo irresponsable y desinteresado amor de la belleza, en la que halla satisfacción uno de los impulsos fundamentales de la existencia racional. Infortunadamente, este motivo superior pierde su imperio sobre un inmenso número de hombres, a quienes es necesario enseñar el respeto debido a ese amor del cual no participan, revelándoles cuáles son las relaciones que lo vinculan a otros géneros de intereses humanos. Para ello, deberá lucharse muy a menudo con el concepto vulgar de estas relaciones. En efecto: todo lo que tienda a suavizar los contornos del carácter social y las costumbres; a aguzar el sentido de la belleza; a hacer del gusto una delicada impresionabilidad del espíritu y de la gracia una forma universal de la actividad, equivale, para el criterio de muchos devotos de lo severo o de lo útil, a menoscabar el temple varonil y heroico de las sociedades, por una parte, su capacidad utilitaria y positiva, por la otra. He leído en Los trabajadores del mar que, cuando un buque de vapor surcó por primera vez las ondas del canal de la Mancha, los campesinos de Jersey lo anatematizaban en nombre de una tradición popular que consideraba elementos irreconciliables y destinados fatídicamente a la discordia, el agua y el fuego. El criterio común abunda en la creencia de enemistades parecidas. Si os proponéis vulgarizar el respeto por lo hermoso, empezad por hacer comprender la posibilidad de un armónico concierto de todas las legítimas actividades humanas, y ésa será más fácil tarea que la de convertir directamente el amor de la hermosura, por ella misma, en atributo de la multitud. Para que la mayoría de los hombres no se sientan inclinados a expulsar a las golondrinas de la casa, siguiendo el consejo de Pitágoras, es necesario argumentarles, no con la gracia monástica del ave ni su leyenda de virtud, ¡sino con que la permanencia de sus nidos no es en manera alguna inconciliable con la seguridad de los tejados!

martes, 20 de abril de 2010

Carta al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas


por Jorge A. Ramos

Buenos Aires, 24 de Febrero de 1984.

Señor Presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas
A título de historiador y de presidente de un partido político argentino reconocido por la Justicia Federal, me dirijo a usted, y por su intermedio a los restantes miembros de ese Consejo Supremo para expresarles mi opinión sobre algunos de los procesos que dicho Tribunal tiene a su consideración.
Bajo la malvada presión de la prensa internacional y de ciertos medios de comunicación locales, la opinión pública corre el peligro de confundir el significado de los procesos en trámite. Esa inquietud motiva la presente. Han sido detenidos por este Tribunal los tres Comandantes que decidieron la reconquista de las Islas Malvinas.
Si esas detenciones obedecieran a la iniciación de la guerra contra la usurpadora Inglaterra, se trataría en el orden histórico político de un grave error. Reconquistar, después de una humillante espera de 150 años, un pedazo del suelo nacional sólo puede ser considerado un crimen en Inglaterra, pero no en la Argentina.
Otra cosa diferente es, como es natural, el análisis y juzgamiento de los posibles errores tácticos, en materia de coordinación acertada de las fuerzas, y temas profesionales conexos, propios de todo conflicto militar.
Sería imperdonable olvidar, como lo hace parte de la opinión pública bajo la innoble presión de algunos medios de comunicación, que, al margen del carácter político del gobierno en cuestión que resolvió la operación del 2 de abril, esa decisión reinstaló a la Argentina en la interrumpida tradición de las guerras de la independencia, nacidas junto con las milicias criollas en 1806.
Pero si, en cambio, el actual procesamiento de los comandantes del 2 de abril obedeciera a su condición de integrantes del llamado "Proceso de Reorganización Nacional", parecería lógico que correspondería detener asimismo a los otros comandantes de 1976 y años siguientes, como así también a los ministros, embajadores, y funcionarios gubernamentales que en alto número proporcionaron la mayoría de los partidos políticos, incluso el que actualmente está en el poder, para sostener el mencionado "Proceso".
Debe pues quedar perfectamente establecido para el presente y para la historia que en el proceso padecido por el país hubo una corresponsabilidad civil y militar en el funcionamiento de la dictadura cuya única beneficiada fue la oligarquía del puerto de Buenos Aires asociada al extranjero.
Para terminar, si la guerra de Malvinas es un motivo de orgullo nacional, el proceso cívico militar que la precedió merece repudio general. Si hay que hacer justicia, hay que hacerla integralmente. Esto es más urgente que nunca. Y esta presentación de un compatriota nace de mi alarma al ver reinar la alegría en Londres y la desmalvinización en la Argentina.
Saludo al señor presidente muy atentamente.

viernes, 16 de abril de 2010

El Primero de Mayo


por Manuel González Prada

La celebración de este día va tomando las proporciones de una fiesta mundial. Ya no son exclusivamente los obreros de las grandes poblaciones norteamericanas y europeas los que se regocijan hoy con la esperanza de una próxima redención y renuevan sus maldiciones a la insaciable rapacidad del capitalismo. En nuestra América del Sur, en casi todos los pueblos civilizados, soplan vientos de rebelión al irradiar el 1 de mayo.
Y se comprende: el proletariado de las sociedades modernas no es más que una prolongación del vasallaje feudal. Donde hay cambio de dinero por fuerza muscular, donde uno paga el salario y el otro le recibe en remuneración de trabajo forzoso, ahí existe un amo y un siervo, un explotador y un explotado. Toda industria legal se reduce a un robo legalmente organizado.
Según la iniciativa que parece emanada de los socialistas franceses, todas las manifestaciones que hagan hoy los obreros deben converger a crear una irresistible agitación para conseguir la jornada de ocho horas. Cierto, para la emancipación integral soñada por la anarquía, eso no vale mucho; pero en relación al estado económico de las naciones y al desarrollo mental de los obreros, significa muchísimo: es un gran salto hacia adelante en un terreno donde no se puede caminar ni a rastras. Si la revolución social ha de verificarse lentamente o palmo a palmo, la conquista de las ocho horas debe mirarse como un gran paso; si ha de realizarse violentamente y en bloque, la disminución del tiempo dedicado a las faenas materiales es una medida preparatoria: algunas de las horas que el proletariado dedica hoy al manejo de sus brazos podría consagrarlas a cultivar su inteligencia, haciéndose hombre consciente, conocedor de sus derechos y, por consiguiente, revolucionario. Si el obrero cuenta con muchos enemigos, el mayor está en su ignorancia.
Desde Nueva York hasta Roma y desde Buenos Aires hasta París, flamearán hoy las banderas rojas y tronarán los gritos de rebeldía. Probablemente, relucirán los sables y detonarán los rifles. Porque si en algunos pueblos las modestas manifestaciones de los obreros provocan la sonrisa de los necios o el chiste de los imbéciles, en otros países el interminable desfile de los desheredados hace temblar y palidecer a las clases dominadoras. Y nada más temible que una sociedad cogida y empujada por el miedo. Ahí está Rusia, donde el miedo tiene quizá más parte en el crimen que la maldad misma, siendo ésta de quilates muy subidos.
Si consideramos el 1 de mayo como una fiesta mundial, anhelemos que ese día, en vez de sólo pregonar la lucha de clases, se predique la revolución humana o para todos. En el largo martirologio de la historia, así como en los actuales dramas de la miseria, los obreros no gozan el triste privilegio de ofrecer las víctimas. La sociedad es una inmensa escala de iniquidades, todos combaten por adquirir el amplio desarrollo de su individualidad. Todos los cerebros piden luz, todos los corazones quieren amor, todos los estómagos exigen pan. Hasta los opresores y explotadores necesitan verse emancipados de sí mismos porque son miserables esclavos sujetos a las preocupaciones de casta y secta.
Para el verdadero anarquista no hay, pues, una simple cuestión obrera, sino un vastísimo problema social; no una guerra de antropófagos entre clases y clases, sino un generoso trabajo de emancipación humana.

jueves, 15 de abril de 2010

CARTA DEL GRAL. PERÓN AL MOVIMIENTO PERONISTA SOBRE LA MUERTE DEL COMANDANTE ERNESTO CHE GUEVARA


por Juan Perón


Madrid, 24 de octubre de 1967.


Compañeros:

Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación.
Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo que con la complicidad de las oligarquías apatridas apuntaladas por militares títeres del Pentágono, mantienen a los pueblos oprimidos.

Hoy ha caído en esta lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: Ha muerto el Comandante Ernesto Guevara.

Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros; quizás el mejor; un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la Justicia de la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y de mártir.

He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo fuera cierto que en 1951 haya estado ligado al intento golpista, ¿qué edad tenía entonces? Yo mismo, siendo un joven oficial, participé del golpe que derrocó al gobierno popular de Hipólito Yrigoyen. Yo también en ese momento fui utilizado por la oligarquía. Lo importante es darse cuenta de esos errores y enmendarlos. ¡¡Y vaya si el "Che" los enmendó!!

En 1954, cuando en Guatemala lucha en defensa del gobierno popular de Jacobo Arbenz ante la prepotente intervención armada de los yanquis, yo personalmente di instrucciones a la cancillería para que le solucionaran la difícil situación que se le planteaba a ese valiente joven argentino; y fue así como salió hacia México.

Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América latina.

No faltarán quienes pretendan empalidecer su figura. El imperialismo temeroso del enorme prestigio que ya había ganado en las masas populares; otros, los que no viven las realidades de nuestros pueblos sojuzgados. Ya me han llegado noticias de que el Partido Comunista argentino, solapadamente, está en una campaña de desprestigio. No nos debe sorprender esto ya que siempre se ha caracterizado por marchar a contramano del proceso histórico nacional. Siempre ha estado en contra de los movimientos populares. De eso podemos dar fe los peronistas. La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin revolución las resistencias de las oligarquías y de los monopolios inversionistas del imperialismo.

Las REVOLUCIONES SOCIALISTAS se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales; en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio.

La mayoría de los gobiernos de América latina no van a resolver los problemas nacionales sencillamente porque no responden a los intereses nacionales.

Ante esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la Revolución.
Y esta tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos. Ellos tendrán la fuerza material circunstancialmente superior a las nuestras; pero nosotros contamos con la extraordinaria fuerza moral que nos da la convicción en la justicia de la causa que abrazamos y la razón histórica que nos asiste.

El peronismo, consecuente con su tradición y su lucha, como movimiento nacional, popular y revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto "Che" Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica.

miércoles, 14 de abril de 2010

17 DE OCTUBRE DE 1950


por Eva Perón

Mis queridos descamisados:

Han pasado cinco años, y de la misma manera que en el corazón de los descamisados se han multiplicado la confianza y la fe en la doctrina y en la obra de Perón, entre el Líder y su pueblo el tiempo ha sellado, con la unidad de propósitos, la unidad de esperanzas y la unidad de acción.

Somos hoy, como queríamos ser en aquel atardecer de octubre de 1945, un pueblo libre, justo y soberano.

Un pueblo que, siguiendo a su conductor, reordenó la economía, dignificó al hombre, rescató de la negación política a la mujer y creó la más perfecta democracia social de la historia contemporánea.

Somos una comunidad organizada y progresista, solidaria y unida. Disponemos de una doctrina que se nutre de las mejores reivindicaciones populares.

Tenemos un único conductor, genial e insobornable, que ha puesto su vida al servicio del pueblo y de la grandeza de la Nación.

Tenemos el mejor pueblo del mundo, sumergido de las sombras a que lo condenó una oligarquía caduca y cuya vida se ilu con la luz justicialista de Perón.

Tenemos, finalmente, esa vanguardia descamisada de octubre que, hoy como ayer, expresa su absoluta lealtad e identidad, gritando a los restos despreciables de la antiargentina que está dispuesta a dar la vida por Perón.

... Reiteramos ante los ojos de América y del mundo nuestra inquebrantable fe justicialista.

Las conquistas sociales, que son el patrimonio de todo el pueblo trabajador y por cuya progresiva efectividad velan Perón y los descamisados, abren los amplios senderos que nos conducen al porvenir.

Somos, en un mundo convulsionado, la palabra de paz.

Somos, en una sociedad carcomida por las luchas sociales, el ejemplo de la cooperación social.

Somos, en una época de inmensos adelantos técnicos, pero que no ha querido superar aún la infamia y la vergüenza de explotación del hombre por el hombre, el ejemplo de un mundo de perfección que es el justicialismo, basado en la trabajo, en la tura social y del capital.

Yo pregunto a mis queridos descamisados, si el pueblo y si Perón no deben sentirse satisfechos del camino adelantado.

Yo pregunto a los explotados de ayer, a los negados de siempre, si la transformación social argentina no es el pedestal que nos eleva sobre la indignidad de los gobiernos entreguistas, que vivieron de espaldas al pueblo y de cara a los halagos y a las propinas del capitalismo internacional.

Yo pregunto a los vendepatrias -derrotados en aquel luminoso 17 de Octubre de 1945, cómo no se sienten avergonzados ante la diferencia de nuestra Patria Justicialista y la que ellos encadenaban a los privilegios, al feudalismo y al capital colonizador.

Yo pregunto, finalmente, al pueblo, a los descamisados -libertadores de aquel 17 de Octubre inolvidable e histórico-, si Perón no cumplió todos los anhelos y si el Justicialismo que concreta su política y su obra redentora, no es el camino seguro hacia la dignidad colectiva y la grandeza de la patria.

Uno de los clásicos retratos de Evita vestida de gala.

En cada una de estas preguntas, compañeros, están las bases de un balance que enorgullece porque su saldo positivo significa, en síntesis, las conquistas populares. Ese balance proclama, por la violencia de los contrastes, la grandiosidad de nuestro presente frente a la pequeñez de nuestro pasado.

Si lanzamos una mirada retrospectiva sobre el campo argentino, nos encontramos con las murallas de los trusts y de los monopolios, transformando en una condena a trabajos forzados las tareas agropecuarias del pueblo trabajador. Allí, bajo el dominio de hierro de la oligarquía terrateniente y de los monopolistas, los trabajadores del agro estaban atados a la coyunda del semifeudalismo más cínico y más expoliador... sus derechos se regulaban por la voluntad y el capricho de las policías bravas, la prepotencia y la violencia de los propietarios y de las sociedades anónimas ... Hoy, bajo el gobierno justicialista y al impulso renovador de las vanguardias descamisadas, el campo argentino alcanzó la mayoría de edad social exigida por su capacidad de Producción, por su conciencia laboriosa y por su pasión peronista. La tierra va dejando de ser bien de renta para transformarse en bien de trabajo, los precios compensadores encienden un faro de luz y de esperanzas donde hasta ayer sólo se veían tinieblas; decenas de miles de pequeños propietarios van dando la solución a los viejos problemas del agro.

Derribamos jubilosamente los oscuros orfanatos para levantar las paredes blancas y alegres de la Ciudad Infantil, de los hogares escuelas, de los policlínicos, de los hogares de tránsito, de los hogares de las Empleadas y -de Ancianos, de la Ciudad Estudiantil, de las ciudades universitarias, colonias de vacaciones, maternidades, escuelas y comedores populares. Barrimos con nuestra escoba justicialista los ranchos y taperas y elevamos los barrios obreros, exigidos por la dignidad social de nuestras masas laboriosas. Desterramos la limosna para exaltar la solidaridad como obra de justicia…

Yo he dicho en otra oportunidad, cuál es, en mi concepto, la significación social del descamisado, que es la palanca que encontró el sueño patriótico del general Perón para mover el mundo de injusticias, de negación y de miserias que pesaba sobre los argentinos.

El descamisado, compañeros, ha dejado de ser elemento de explotación humana para convertirse en factor de progreso, de unidad nacional, de bienestar colectivo. En esto reside su fuerza y su virtud. Su fuerza, porque responde a los imperativos político sociales que valorizan el rol de los trabajadores en la sociedad moderna. Su virtud, porque para los descamisados sus propias reivindicaciones se confunden con la Patria se, encontró a sí misma y mira confiadamente hacia el Porvenir, que ha de ser, aunque tengamos que morir por ello, económicamente libre,- socialmente justa y políticamente soberana.

lunes, 12 de abril de 2010

Mente latina


por José Martí


Entre los muchos libros que han venido a favorecer en lo que va de mes La América, uno hay que regocija, y no es más que el catálogo de un colegio.

No nos place el catálogo porque nos dé asunto para huecas y fáciles celebraciones a las conquistas nuevas, que con trabajos arduos se celebran mejor que con palabras sin meollo, que de puro repetidas van quitando ya prestigio y energía a las ideas que envuelven; sino porque en las páginas del pequeño libro resalta gloriosa, en una prueba humilde y elocuente, la inteligencia latina.

No nos dio la Naturaleza en vano las palmas para nuestros bosques, y Amazonas y Orinocos para regar nuestras comarcas; de estos ríos la abundancia, y de aquellos palmares la eminencia, tiene la mente hispanoamericana, por lo que conserva el indio, cuerda; por lo que le viene de la tierra, fastuosa y volcánica; por lo que de árabe le trajo el español, perezosa y artística. ¡Oh! El día en que empiece a brillar, brillará cerca del Sol; el día en que demos por finada nuestra actual existencia de aldea. Academias de indios; expediciones de cultivadores a los países agrícolas; viajes periódicos y constantes con propósitos serios a las tierras más adelantadas; ímpetu y ciencia en las siembras; oportuna presentación de nuestros frutos a los pueblos extranjeros; copiosa red de vías de conducción dentro de cada país, y de cada país a otros; absoluta e indispensable consagración del respeto al pensamiento ajeno; he ahí lo que ya viene, aunque en algunas tierras sólo se ve de lejos; he ahí puesto ya en forma el espíritu nuevo.

Bríos no nos faltan. Véase el catálogo del colegio. Es un colegio norteamericano, donde apenas una sexta parte de los educandos es de raza española. Pero en premios no: allí la parte crece, y si por cada alumno hispanoparlante hay seis que hablan inglés, por cada seis americanos del Norte premiados hay otros seis americanos del Sud.

En esa mera lista de clases y nombres, por la que el ojo vulgar pasa con descuido, La América dilata sus miradas. En esta inmensa suma de analogías que componen el sistema universal, en cada hecho pequeño está un resumen, ya futuro o pasado; un hecho grande.

¿No ha de ponernos alegres ver que donde entra a lidiar un niño de nuestras tierras, pobre de carnes y de sangre acuosa, contra carnudos y sanguíneos rivales, vence?

En este colegio de que hablamos, apenas van los alumnos de raza española a más clases que a las de las elementales y a las de comercio. Pues en el elenco de las clases de comercio, de cada tres alumnos favorecidos dos son de nuestras tierras. El mejor tenedor de libros es un Vicente de la Hoz. El que más supo de leyes comerciales es un Esteban Viña. El que acaparó todos los premios de su clase, sin dejar migaja para los formidables yanquizuelos, es un Luciano Malabet; ¡y los tres premios de composición en inglés no son para un Smith, un O'Brien y un Sullivan, sino para un Guzmán, un Arellano y un Villa!

¡Oh! ¡si a estas inteligencias nuestras se las pusiese a nivel de su tiempo; si no se las educase para golillas y doctos de birrete de los tiempos de audiencias y gobernadores; si no se les dejase, en su anhelo de saber, nutrirse de vaga y galvánica literatura de pueblos extranjeros medio muertos; si se hiciese el consorcio venturoso de la inteligencia que ha de aplicarse a un país y el país a que ha de aplicarse; si se preparase a los sudamericanos, no para vivir en Francia, cuando no son franceses, ni en los Estados Unidos, que es la más fecunda de estas modas malas, cuando no son norteamericanos, ni en los tiempos coloniales, cuando están viviendo ya fuera de la colonia, en competencia con pueblos activos, creadores, vivos, libres, sino para vivir en la América del Sur! . . . Mata a su hijo en la América del Sur el que le da mera educación universitaria.

Se abren campañas por la libertad política; debieran abrirse con mayor vigor por la libertad espiritual; por la acomodación del hombre a la tierra en que ha de vivir.

sábado, 10 de abril de 2010

LENIN


por José Carlos Mariátegui


El proletariado revolucionario ha perdido al más grande de sus conductores y de sus líderes. Al que con mayor eficacia, con mayor acierto y con mayor capacidad ha servido la causa de los trabajadores, de los explotados, de los oprimidos.
Ninguna vida ha sido tan fecunda para el proletariado revolucionano como la vida de Lenin. El leader ruso poseía una extraordinaria inteligencia, una extensa cultura, una voluntad poderosa y un espíritu abnegado y austero. A estas cualidades se unía una facultad asombrosa para percibir hondamente el curso de la historia y para adaptar a él la actividad revolucionaria.
Esta facultad genial, esta aptitud singular no abandonó nunca a Lenin. Y así, iluminado por la experiencia de la insurrección de 1905, Lenin comprendió claramente entonces la necesidad de crear un partido revolucionario, exento de prejuicios e ilusiones democráticas y parlamentaristas Luego, en 1907, Lenin advirtió la inminencia de la guerra, previó sus consecuencias políticas y económicas y anunció la posibilidad y el deber de aprovecharlas para precipitar y acelerar el fin del régimen capitalista. Finalmente, despues de haber denunciado el carácter de la guerra europea y despues de haber intervenido en los congresos de Zimmerwald y Kienthal -en los cuales las minorias socialistas y sindicales de Europa afirmaron sus principios clasistas e internacionalistas, abandonados por la Segunda Internacional- Lenin condujo al proletariado ruso a la conquista del poder, abolió la explotación capitalista en un pueblo de ciento veinte millones de hombres, defendió la revolución de sus enemigos internos y externos y organizó la Tercera Internacional, que reune hoy en sus rangos multiudinarios a millones de hombres de todas las nacionalidades y de todas las razas en marcha hacia la "lucha final".
Cualquiera que sea la posición ideológica que se tenga en el campo revolucionario, no se puede negar a Lenin el derecho a un puesto principal en la historia de la redención de los trabajadores. Vemos, por eso, que los propios socialistas de la Segunda Inteernacional, de esa Internacional reformista tan energicamente atacada por Lenin, en su mensaje de condolencia a Moscú han rendido homenaje a la rectitud y a la sinceridad dal revolucionario ruso.
Comunistas, socialisas y libertarios, los hombres de todas las escuelas y todos los partidos revolucionarlos, y aún los que fuera de éstos y de aquellas, anhelan un régimen de justicia social, se dan cuenta de que la obra y la personalidad de Lenin no pertenece a una secta ni a un grupo sino a todo el proletariado, a los revolucionarios de todos lo paises.
El duelo de los trabajadores es, pues, universal y unánime.
La muerte de Lenin significa una perdida inmensa para la Revolución: Lenin habría podido aun dar mucho esfuerzo inteligente a las muchedumbres revolucionarias. Pero ha tenido tiempo, afortunadamente, para cumplir la parte esencial de su obra y de su misión; ha definido el sentido histórico de la crisis contemporanea, ha descubierto un método y una praxis realmente proletarios y clasistas y ha forjado los instrumentos morales y materiales de la Revolución. Millares de colaboradores, millones de discípulos proseguirán, completarán y concluirán su obra.
"Claridad", a nombre de la vanguardia organizada del proletariado y de la juventud y los intelectuales revolucionarios del Peru, saluda la memoria del gran maestro y agitador ruso.