miércoles, 26 de diciembre de 2012
La invasión de la American Federation of Labor
por Pedro Albizu Campos
¿Quién es Santiago Iglesias Pantín?
Con las tropas invasoras norteamericanas en el 98, llegaron
organizadores de la
American Federation of Labor, con el mismo propósito del
General Miles de ayudarnos a adquirir “libertades” yankis. Se establecieron
gremios de oficios y pronto empezaron a surgir huelgas a granel. El obrero
nuestro aprendió la lección de odiar al patrono, y éste a desconfiar de aquél.
Surgió el primer cisma social que se conoce en la historia de Puerto Rico y que
dio al traste con la organización económica que existía en tiempo de España y
bajo cuya égida la población puertorriqueña era feliz, y nunca supo lo que era
el azote del hambre y de la miseria que ahora impera.
Más tarde se destruyeron las uniones de oficios y se levantó
un partido político en su lugar que ha llevado el nombre de Socialista, pero
que es todo menos socialista. Han sostenido sin embargo en pie el esqueleto de la American Federation
of Labor de Puerto Rico, creada a raíz de la invasión. A pesar de la enemistad
profunda que siente el gobierno imperial norteamericano hacia todo lo que lleve
el nombre de socialista, en Washington se ha visto con buenos ojos la creación
de un partido con ese nombre en Puerto Rico, ya que por ese medio se crea una
división más entre nosotros. Aunque se ha simulado cierta oposición a su
crecimiento, lo cierto es que Washington ve con beneplácito su
incondicionalismo nunca desmentido.
El organizador de la American Federation
of Labor en Puerto Rico, ha sido Santiago Iglesias Pantín, de origen español,
que vino a Puerto Rico pocos años después de la invasión norteamericana, y
ostentando con gran orgullo la ciudadanía adquirida por naturalización en Norte
América, y convertido en apóstol de todo lo yanki. Queremos decir bien claro
que Santiago Iglesias no es puertorriqueño y que al pueblo de Puerto Rico no se
le debe acusar por los actos que actualmente está realizando este hombre en
Ibero América en su carácter de Secretario General Español de la American Federation
of Labor. Con la bandera americana en la mano y apoyado con el dinero de la American Federation
of Labor, y señalando males económicos creados por las corporaciones
norteamericanas en Puerto Rico, consiguió levantar este partido pseudo
socialista, a base de odio del puertorriqueño, contra el puertorriqueño y
haciendo creer a las multitudes incautas que la bandera yanki es símbolo de
redención para nuestro pueblo.
Ha contribuido eficazmente a la obra de desorientación
colectiva necesaria a la demolición de nuestra personalidad para facilitar el
establecimiento aquí de los intereses económicos, culturales y políticos de
Estados Unidos.
Sobre Puerto Rico pesa una carga enorme: la ciudadanía
yanqui impuesta a este pueblo en el 1917 con el propósito de movilizarnos para
defender en los campos de Francia los intereses de Norte América. La
alternativa que se le ofreció dentro de la ley que imponía esa ciudadanía a
este país, era perder todos los derechos políticos en su propia patria y por
tanto, no hubiera sido posible ninguna lucha para la reivindicación de nuestros
derechos a menos que no hubiera sido por medio de la revolución armada. El
apóstol De Diego así lo indicó en memorable discurso pronunciado en el 1917 en
la legislatura colonial, y su consejo fue que siguiésemos luchando bajo la
nueva imposición. Disentimos de aquel consejo del prócer porque era preferible
cualquiera alternativa a tener que pasar por la condición dolorosa de aparecer
como renegados de nuestra propia personalidad y confundibles con aquellos
hombres oriundos de nuestra raza que voluntariamente han aceptado la ciudadanía
norteamericana y se han convertido en renegados que sirven actualmente de
puente a la penetración política y económica de Estados Unidos en Hispano
América.
Santiago Iglesias es uno de estos renegados.
Su contribución al desbarajuste y desorganización de nuestra
patria le ha servido de credencial para ser nombrado secretario general de la American Federation
of Labor, para llevar a cabo en Ibero América la misma obra que ha realizado en
Puerto Rico. En Méjico se presenta como socialista. Con esa misma
representación se hace simpático a los grandes movimientos reivindicatorios
populares de la actualidad, pero en Estados Unidos ni siquiera traduce la
palabra socialista por el término correspondiente inglés “socialist”, sino que
traduce el nombre de partido Socialista de Puerto Rico en Estados Unidos por el
término norteamericano “Labor Party”, que quiere decir, partido del trabajo. Aquí
es radical, en Estados Unidos, conservador, en ambas partes más norteamericano
que Jorge Washington. Preguntado ante el Congreso de Estados Unidos por el
nombre de su partido en Puerto Rico ha dicho que se trata solamente de una
organización obrera dentro de la American Federation of Labor. Eso ha sido
sancionado en Washington.
Este hombre está realizando una obra de duplicidad que debe
ser desenmascarada a tiempo. En Puerto Rico donde existe el verdadero campo
para manifestarse los hombres que aspiran a un régimen de libertad y justicia,
este hombre que pretende ir a redimir a las clases obreras de Hispano-América,
ha sido el porta-estandarte más conspicuo de la bandera norteamericana, a cuya
sombra se extingue de miseria y de enfermedad un pueblo civilizado como Puerto
Rico, ya que aquí es símbolo de la explotación más vergonzosa de la historia.
Dentro de la American Federation of Labor ha gozado siempre de
una posición privilegiada. Todos los observadores de la vida política
norteamericana saben que esta institución es sumamente conservadora y afiliada
a los grandes intereses corporativos de aquella nación. El trabajador
norteamericano rechaza sus pretensiones para redimirlo. Y esa es la institución
capitaneada por Santiago Iglesias que pretende redimir a los obreros de Ibero
América.
Sea cual fuere la condición en que se hallaren las masas
obreras de la América
Ibérica , su redención no ha de venir de una institución
imperialista como es la
American Federation of Labor. A todas las naciones de la raza
irán sus organizaciones a desorganizar a esos países como han hecho con Puerto
Rico, sembrando en ellos un cisma social con el objeto de hacerlos presa fácil
del imperialismo norteamericano.
Escritores como Fabra Rivas, creen en la buena fe de
Santiago Iglesias. A los hombres que estén en esa misma actitud los invitamos a
hacer un estudio de la obra nefasta de Santiago Iglesias en Puerto Rico.
Todo lo que venga de Norte América hay que seleccionarlo
después de muy serio análisis. Tienen sus cosas buenas los yankis, pero esas se
las reservan para ellos. Su presencia en Puerto Rico y en Ibero América indica
sin duda un plan perverso para destruir lo nativo y suplantarlo con lo suyo.
Tenemos que defendernos y no podemos tolerar la propaganda de insidia que
quiere realizar en nuestra América la American Federation
of Labor, por conducto de sus agentes como Santiago Iglesias Pantín; y para que
ningún escritor hispánico le eche encima a Puerto Rico la responsabilidad de
que uno de sus hijos sea el propagandista de ideas tan insidiosas y perversas,
queremos hacer claro que Santiago Iglesias Pantín es español, de Galicia, un
renegado de la raza, que voluntariamente se hizo ciudadano de Estados Unidos,
en Estados Unidos, y que de lo único que se vanagloria es de su ciudadanía
norteamericana.
Ese es el secretario español de la American Federation
of Labor para la obra que se propone realizar en Sud América.
fuente:PuertoRicoEntreSiglos
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