martes, 30 de agosto de 2011

MANIFIESTO


por Auguto C. Sandino

A los Nicaragüenses, a los Centroamericanos, a la Raza Indohispana:
El hombre que de su patria no exige un palmo de tierra para su sepultura, merece ser oído, y no sólo ser oído sino también creído.
Soy nicaragüense y me siento orgulloso de que en mis venas circule, mas que cualquiera, la sangre india americana que por atavismo encierra el misterio de ser patriota leal y sincero.
El vínculo de nacionalidad me da derecho a sumir la responsabilidad de mis actos en las cuestiones de Nicaragua y, por ende, de la América Central y de todo el Continente de nuestra habla, sin importarme que los pesimistas y los cobardes me den el título que a su calidad de eunucos más les acomode.
Soy trabajador de la ciudad, artesano como se dice en este país, pero mi ideal campea en un amplio horizonte de internacionalismo, en el derecho de ser libre y de exigir justicia, aunque para alcanzar ese estado de perfección sea necesario derramar la propia y la ajena sangre. Que soy plebeyo dirán los oligarcas o sean las ocas del cenagal.
No importa: mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y el nervio de la raza, los que hemos vivido postergados y a merced de los desvergonzados sicarios que ayudaron a incubar el delito de alta traición: los conservadores de Nicaragua que hirieron el corazón libre de la Patria y que nos perseguían encarnizadamente como si no fuéramos hijos de una misma nación.
Hace diecisiete años Adolfo Díaz y Emiliano Chamorro dejaron de ser nicaragüenses, porque la ambición mató el derecho de su nacionalidad, pues ellos arrancaron del asta la bandera que nos cubría a todos los nicaragüenses. Hoy esa bandera ondea perezosa y humillada por la ingratitud e indiferencia de sus hijos que no hacen un esfuerzo sobrehumano para libertarla de las garras de la monstruosa águila de pico encorvado que se alimenta con la sangre de este pueblo, mientras en el Campo Marte de Managua flota la bandera que representa el asesinato de pueblos débiles y enemiga de nuestra raza e idioma.
¿Quiénes son los que ataron a mi patria al poste de la ignominia? Díaz y Chamorro y sus secuaces que aún quieren tener derecho a gobernar esta desventurada patria, apoyados por las bayonetas y las Springfield del invasor.
¡No! ¡Mil veces no!
La revolución liberal está en pie. Hay quienes no han traicionado, quienes no claudicaron ni vendieron sus rifles para satisfacer la ambición de Moncada. Está en pie y hoy más que nunca fortalecida, porque sólo quedan en ella elementos de valor y abnegación.
Si desgraciadamente Moncada el traidor faltó a sus deberes de militar y de patriota, no fue porque la mayoría de los Jefes que formabamos en la Legion del Ejercito Liberal fueramos analfabetas, y que pudiera, por ese motivo, imponernos como emperador su desenfrenada ambición. En las filas del liberalismo hay hombres conscientes que saben interpretar los deberes que impone el honor militar, así como el decoro nacional, supuesto que el Ejercito es la base fundamental en que descansa la honra de la Patria, y por lo mismo no puede personalizar sus actos porque faltaría a sus deberes.
Yo juzgo a Moncada ante la Historia y ante la Patria como un desertor de nuestras filas, con el agravante de haberse pasado al enemigo
Nadie lo autorizo a que abandonara las filas de la revolucion para que celebrar tratados secretos con el enemigo, mayormente con los invasores de mi Patria. Su jerarquia le obligaba a morir como hombre antes que aceptar la humillacion de su Patria, de su Partido y de sus correligionarios.
¡Crimenes imperdonables que reclama la vindicta!
Los pesimistas dirán que soy muy pequeño para la obra que tengo emprendida; pero mi insignificancia está sobrepujada por la altivez de mi corazón de patriota, y así juro ante la Patria y ante la historia que mi espada defenderá, el decoro nacional y que será redención para los oprimidos.
Acepto la invitación a la lucha y yo mismo la provoco y al reto del invasor cobarde y de los traidores de mi Patria, contesto con mi grito de combate y mi pecho y el de mis soldados formarán murallas donde se lleguen a estrellar legiones de los enemigos de Nicaragua. Podrá morir el último de mis soldados, que son los soldados de la libertad de Nicaragua, pero antes, más de un batallón de los vuestros, invasor rubio, habrán mordido el polvo de mis agrestes montañas.
No seré Magdalena que de rodillas implore el perdón de mis enemigos, que son los enemigos de Nicaragua, porque creo que nadie tiene derecho en la tierra a ser semidiós.
Quiero convencer a los nicaragüenses fríos, a los centroamericanos indiferentes y a la raza indohispana, que en una estribación de la cordillera andina, hay un grupo de patriotas que sabrán luchar y morir como hombres, en lucha abierta, defendiendo el decoro nacional.
Venid, gleba de morfinómanos; venid a asesinarnos en nuestra propia tierra, que yo os espero a pie firme al frente de mis patriotas soldados, sin importarme el número de vosotros; pero tened presente que cuando esto suceda, la destrucción de vuestra grandeza trepidará en el Capitolio de Washington, enrojeciendo con vuestra sangre la esfera blanca que corona vuestra famosa White House, antro donde maquináis vuestros crímenes.
Yo quiero asegurar a los Gobiernos de Centro América, mayormente al de Honduras, que mi actitud no debe preocuparle, creyendo que porque tengo elementos más que suficientes, invadiría su territorio en actitud bélica para derrocarlo. No. No soy un mercenario sino un patriota que no permite un ultraje a nuestra soberanía.
Deseo que, ya que la naturaleza ha dotado a nuestra patria de riquezas envidiables y nos ha puesto como el punto de reunión del mundo y que ese privilegio natural es el que ha dado lugar a que seamos codiciados hasta el extremo de querernos esclavizar, por lo mismo anhelo romper la ligadura con que nos ha atado el nefasto chamorrismo.
Nuestra joven patria, esa morena tropical, debe ser la que ostente n su cabeza el gorro frigio con el bellísimo lema que simboliza nuestra divisa Rojo y Negro y no la violada por aventureros morfinómanos yankees traídos por cuatro esperpentos que dicen haber nacido aquí en mi Patria.
El mundo sería un desequilibrado permitiendo que sólo los Estados Unidos de Norte América sean dueños de nuestro Canal, pues sería tanto como quedar a merced de las decisiones del Coloso del Norte, de quién tendría que ser tributario; los absorbentes de mala fe, que quieren aparecer como dueños sin que justifiquen tal pretensión.
La civilización exige que se abra el Canal de Nicaragua, pero que se haga con capital de todo el mundo y no sea exclusivamente de Norte América, pues por lo menos la mitad del valor de las construcciones deberá ser con capital de la América Latina y la otra mitad de los demás países del mundo que desean tener acciones en dicha empresa, y que los Estados Unidos de Norte América sólo pueden tener los tres millones que les dieron a los traidores Chamorro, Díaz y Cuadra Pasos; y Nicaragua, mi Patria, recibirá los impuestos que en derecho y justicia le corresponden, con lo cual tendríamos suficientes ingresos para cruzar de ferrocarriles todo nuestro territorio y educar a nuestro pueblo en el verdadero ambiente de democracia efectiva, y asimismo seamos respetados y no nos miren con el sangriento desprecio que hoy sufrimos.
Pueblo hermano:
Al dejar expuestos mis ardientes deseos por la defensa de la Patria, os acojo en mis filas sin distinción de color político, siempre que vengais bien intencionados para defender el decoro nacional, pues tened presente que a todos se puede engañar con el tiempo, pero con el tiempo no se puede engañar a todos.

Mineral de San Albino, Nueva Segovia, Nicaragua, C. A., Julio 1 de 1927.

Patria y Libertad

jueves, 25 de agosto de 2011

NI EBRIO NI DORMIDO


por José María Rosa

El 6 de diciembre de 1810 la Junta de Gobierno aprobó el “decreto de supresión de honores” redactado por Moreno. Se suprimían los honores del Presidente, se quitaban ventajas oficiales y se eliminaba a las señoras de las distinciones de sus maridos. Y se establecía que el capitán de húsares retirado Atanasio Duarte, había incurrido en un delito por el “cual debería perecer en un cadalso”, al “ofender con un brindis excesivo la probidad del Presidente” (Saavedra), pero “en atención a su estado de embriaguez se le conmutaba la pena por destierro perpetuo de la ciudad, porque ningún habitante de Buenos Aires, ni ebrio ni dormido, debe tener impresiones contra la libertad de su patria”.
¿Qué grave “delito” había cometido el capitán Anastasio Duarte?.
Siempre se dijo que haber proclamado la monarquía, pues en el famoso brindis ofreció a Cornelio Saavedra la corona de emperador de América. Pero esa opinión, muy generalizada, no es aceptable. No fue el republicanismo de Moreno el que se ofendió con el monarquismo de Duarte. No sabemos a ciencia cierta si Moreno fue lo que hoy llamaríamos republicano, pues cuando emplea en sus escritos la palabra República, lo hace como sinónimo de “Estado” o “Cosa pública”. Lo que sí puedo asegurarle es que el decreto que condenaba a Duarte no era un decreto republicano, pues estaba encabezado con la fórmula habitual: ‘La Junta Soberana a Nombre del Señor don Fernando VII”.
Pero Duarte cometió evidentemente un delito tan grave que Moreno – hombre de leyes – entendía que “debería perecer en cadalso”. Un delito mucho más grave que opinar a favor de la monarquía en un medio republicano, que de ninguna manera puede llevar al cadalso. Ese delito debía ser el de lesa majestad por conspirar contra los derechos de Fernando VII, a quien representaba la Junta. Al brindar en el cuartel de Patricios quitándole la corona a Fernando VII y ofreciéndosela a Cornelio Saavedra, el capitán había incurrido en el delito de lesa majestad y merecía por lo tanto el “cadalso”.
¿Quiere decir entonces que Duarte fue el precursor de la independencia Argentina, y Moreno no era partidario de esta independencia?... Lo primero es exacto ( y es de lamentar que la Comisión del Sesquicentenario no haya recordado el 150º aniversario de su brindis el 5 de diciembre de 1960); pero no así lo segundo. Moreno también era partidario de la independencia, como Duarte y casi todo el mundo. Pero Duarte dijo a gritos una verdad que no convenía decir sino en voz baja; y menos a favor de Saavedra, enemigo político de Moreno. Por eso lo condenaron.
La verdad es que Saavedra se portó mal con Duarte. Pues Moreno salió de la Junta el 18 de diciembre, precisamente por la conmoción popular producida por su decreto, que se interpretó – equivocadamente – a favor de la dependencia de España. Saavedra pudo entonces levantar la pena a Duarte; pero no lo hizo, tal vez para no comprometerse.
Aquello de “tener impresiones contra la libertad de su patria” no puede interpretarse en favor de lo republicano del decreto. La patria en 1810 no era la República Argentina, pues aún no se había declarado la independencia; la patria era Fernando VII, el rey cautivo, contra cuya libertad “tenía impresiones” el capitán Duarte en el brindis famoso.

Capitulo tercero de El Revisionismo Responde

martes, 23 de agosto de 2011

Violencia individual y violencia colectiva


por JORGE ABELARDO RAMOS *
Cuando Simón Radowitsky le arrojó la bomba al coronel Ramón Falcón, jefe de Policía, atentado que ocasionó su muerte y la de su secretario, el joven Alberto Lartigau, se dice que las últimas palabras del coronel Falcón fueron “Son gajes del oficio…”. Falcón sabía que si las fuerzas a su mando y por su orden dispararon sus armas contra la pacífica manifestación de la FORA, el 1° de mayo de 1909, mientras los oradores de la FORA pronunciaban sus discursos, no podía esperar que le enviaran cajas de bombones como testimonio de gratitud.
Esa masacre, la primera semana trágica, provocó 8 muertos y 105 heridos. Radowitsky encarnó la cólera impotente de la multitud diezmada por los máuseres de los “cosacos”. Es la historia de siempre. Ahora hasta hay “sociólogos” que andan pretendiendo estudiar las “motivaciones”, según se dice en la jerga, que origina las acciones en los grupos armados. Nada hay más sencillo de explicar. Hace quince años que el pueblo argentino ha sido despojado de sus derechos políticos y la Argentina de su soberanía económica. Todas las tentativas políticas realizadas por las Fuerzas Armadas y los partidos para encarrilar al país hacia una “salida normal” (excluyendo a Perón de esa salida) han fracasado. Por el contrario, el período de Onganía aceleró todos los errores anteriores y multiplicó todos los crímenes. Bernardino Rivadavia es un poroto al lado de Onganía y sus sucesores, que han establecido el más absurdo unitarismo de que se tenga memoria desde 1819. Las provincias han sido saqueadas y han comenzado a despoblarse. Históricamente, las metrópolis imperiales exportan sus crisis internas hacia las colonias y semicolonias y las capitales de estas últimas las reexportan hacia sus “hinterland”. Buenos Aires realizó esta política hasta el punto crítico en que las provincias con sus levantamientos populares devuelven a la Capital la contramarea revolucionaria. El “cordobazo”, el “tucumanazo”, y las restantes conmociones de los pueblos de provincias desencadenan la caída de Onganía y Levingston.
En tal cuadro político y económico no es difícil explicarse que los actos de lucha armada y terrorismo individual o de grupo constituyen la respuesta simétrica al terrorismo oligárquico y a la burla imperialista. ¿Qué esperaban? Yo no confío en la eficacia de estos actos; pero ellos continuarán hasta que el pueblo, con su violencia colectiva o con elecciones inmediatas sin proscripciones, arroje del Poder a los usurpadores y establezca la voluntad de las mayorías nacionales. Puesto que el terrorismo o los actos de lucha armada, tal cual se han manifestado en los últimos años en la Argentina, son la desesperada réplica a la dictadura inescrupulosa e irresponsable que padece el país, no desaparecerá pura y simplemente por la represión. De esto pueden estar seguros, tanto los “sociólogos” como los represores.
El comandante en jefe del ejército peruano dirigió la lucha contra los guerrilleros en 1965. Luego, en 1968, tomó el gobierno de Lima y comenzó a realizar la revolución agraria, por la que habían luchado y muerto los guerrilleros. Ahora, Velasco Alvarado tiene el apoyo de Héctor Béjar, uno de los guerrilleros sobrevivientes, con quien acaba de mantener una entrevista de cuatro horas en el Palacio Pizarro, que ahora se llama Palacio Tupac Amarú. En 1965 Velasco Alvarado hacía “guerra contrarrevolucionaria”; ahora hace una política revolucionaria. Antes, reprimía a los campesinos. Ahora, al entregarles las tierras, les dijo: “Campesinos, el patrón ya no comerá más de tu pobreza”.
“En Chile reinaba el terrorismo antes de Allende. El MIR asaltaba bancos. Allende los ha nacionalizado a todos y el MIR actualmente se ocupa de custodiar la seguridad personal del presidente socialista de Chile”.
Notas:
[*] Respuestas a un cuestionario de la revista “Extra”, 1971.

martes, 16 de agosto de 2011

Perón saluda a la Izquierda Nacional y denuncia los intentos norteamericanos de integración económica con Latinoamérica


Señor Don Jorge Abelardo Ramos

Buenos Aires

Estimado amigo:

A mi regreso de un viaje de “manzanillización” a Sevilla, me encuentro con su carta y los ejemplares N° 3 y 4 de la revista “Izquierda Nacional” que tuvo usted la amabilidad de enviarme. Le agradezco su recuerdo: he leído con todo interés el material, sin desperdicio, de su contenido que comparto en un todo porque la verdad habla sin artificios. Una izquierda nacional, en la que orgullosamente me cuento, que sale a la palestra con verdades como puños sin preocuparse de que, en nuestros días, lo más peligroso suele ser decir la verdad. Llega poco a poco el día en que todos comenzamos a “hablar un mismo idioma” como iniciación de una unidad y solidaridad que está ya tardando en llegar y que será la única manera de encarar una liberación impostergable.

“La segunda revolución libertadora”, excelente artículo de una verdad aterradora. La tan mentada “Revolución Argentina” es efectivamente la “segunda revolución libertadora” aunque sus consecuencias serán provechosas para nuestro pueblo. No sé si nosotros habremos sido demasiado buenos pero, los que nos han sucedido han sido tan malos que, en último análisis, venimos resultando óptimos. Estos nuevos “salvadores de la Patria” no harán sino confirmar el viejo refrán castellano: “detrás de mí vendrán los que grande me harán”, lástima grande que sea el Pueblo inocente el que ha de pagar las consecuencias.

Desde la distancia y con la información que poseo puedo apreciar que desde el 28 de junio (*) hasta el relevo de los primeros ministros, la dictadura militar se ha debatido en una lucha sorda dentro de su “gobierno” entre los grupos interesados en copar el poder “detrás del trono” en la que han intervenido desde los grupos nacionalistas clericales hasta los de los gorilas contumaces pasando como ustedes dicen por los sectores de una versión inorgánica de los intereses de la burguesía nacional y las exigencias de la oligarquía vacuna. Mientras ello sucedía, la acción monopolista foránea y sus “cipayos”vernáculos, se encargaban de crear en el país un estado económico que obligara a la dictadura a caer en sus manos. El nombramiento de Krieger Vasena, conocido agente de los monopolios, demuestra que esos son los intereses que han vencido. Sus declaraciones iniciales y su acción ulterior están demostrando que no puede quedar lugar a dudas.

La campaña de intimidación, minuciosamente planeada y aplicada a continuación del fracaso del Plan de Lucha de la CGT, con la intención de paralizar toda acción de la resistencia popular nos demuestra que estamos frente al enemigo más peligroso que hemos enfrentado desde 1955: a la fuerza que esgrimen los militares que usurparon el poder, se agrega la habilidad de los grupos que sirven a los monopolios y la incapacidad y deshonestidad de muchos dirigentes sindicales que no sé si son tan incapaces como deshonestos. Esto nos debe hacer pensar en la necesidad imprescindible de reaccionar rápidamente hacia la unidad y solidaridad de todas las fuerzas populares. Ya no se trata de defender sindicatos, ni los intereses parciales, sino de la existencia misma de toda nuestra organización de la clase trabajadora argentina. Dentro de ello no cabe ya el egoísmo sindical de cada Comisión Directiva sino de articular una lucha de conjunto con disciplina y unidad de acción, porque a la unidad de nuestros enemigos no podemos sino oponerle nuestra propia unidad. A la oligarquía vacuna, a los intereses agroexportadores y la burguesía industrial, decididas a arruinar al proletariado argentino con la ayuda de las Fuerzas Armadas convertidas en “cipayos” del imperialismo, se les ha de oponer la decidida resolución del Pueblo que, dispuesto a todo, ha de oponer a la intimidación hechos fehacientes en los que demuestra que en la destrucción del pueblo estará implícita la destrucción de los demás y que si la clase trabajadora se hunde, se hundirán también las fuerzas que la condenan. Ello impone primero la unidad y solidaridad en nuestras fuerzas, segundo la purificación en su horizonte dirigente y tercero una planificación en la que vaya, desde la contraintimidación hasta la realización de medidas que no dejen lugar a dudas sobre la decisión de los trabajadores de llegar a los extremos que sea preciso llegar. Muchas veces he repetido a los peronistas que los pueblos que no quieren luchar por su liberación, merecen la esclavitud y nunca ha sido ese consejo más apropiado que en las actuales circunstancia.

Pero, esta lucha ha de ser inteligente: no se trata de oponer la fuerza al poder militar sino la habilidad. Según rige en los principios de la conducción, no se puede empeñar una batalla contra un enemigo más fuerte, pero sí se puede diluir la lucha en miles de pequeños combates donde uno se asegura el éxito y que sumados representan otra batalla librada en una lucha de guerrillas que no sólo da éxitos parciales sino que termina por desgastar las fuerzas adversarias. No es posible exponer al ciudadano inerme frente a la fuerza armada, pero sí es posible que este ciudadano, usando sus recursos, pueda producir un mal mayor en contra del enemigo que pretende batir, en este caso la dictadura militar, pegando donde duele, y cuando duele, allí donde la fuerza esté, nada, pero donde no esté la fuerza, todo. Cuando la reacción y las fuerzas que la sirven se percaten de que pueden perderlo todo, lo pensarán muy bien.

Sobre el asunto de mi conferencia reservada del 11 de noviembre de 1953 que aparece publicada en el N° 3 de “Izquierda Nacional” es absolutamente real. Nuestra política internacional estaba orientada hacia la integración geopolítica y hacia una integración histórica. La primera con los siguientes objetivos: suprimir los límites para un mejor aprovechamiento económico y técnico de América Latina; para formar luego un núcleo de países en condiciones de tratar sin desventajas con las grandes potencias (EEUU y Rusia); para impedir que nos siguieran dividiendo en provecho de esos intereses; para elevar el “standard” de vida de nuestros habitantes y para echar las bases de los futuros Estados Unidos de Sudamérica. La integración histórica en un “Tercer Mundo” para consolidar nuestras liberaciones por una unidad y solidaridad continental latinoamericana.

Cuando se firmó el tratado de Santiago de Chile, parecía que todos nuestros países lo firmarían y así lo hicieron en su mayoría, hasta que intervinieron fuerzas extracontinentales y “metieron el palo en la rueda” a través de la acción de Brasil y de Perú. Los norteamericanos formaron luego, por manos cipayas, la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, con la finalidad de enterrar nuestro intento de integración, lo mismo que hizo Inglaterra cuando se formó la Comunidad Económico Europea. Ahora son los yanquis los que en Punta del Este propugnan la integración, pero esta vez se trata de una “integración sometida”, es decir, un estatuto colonial, bajo la presión y al servicio de nuestros “hermanos del Norte”. Es que la ALALC estaba destinada al mismo fracaso de la Comunidad Europea de Libre Comercio, creada por Inglaterra bajo la dirección norteamericana, que acaba de derrumbarse ante las efectividades económicas del Mercado Común Europeo hasta el extremo de que Inglaterra y sus seis acompañantes, mendigan ahora el permiso para ser admitidos en la Comunidad Económica Europea.

En 1953, pese al cipayismo dominante, estuvimos a un paso de realizarlo. Desde entonces hasta ahora, se ha perdido terreno. Espero que la juventud sudamericana tomará nuestro “testimonio” y lo llevará a su destino. Si no es así, pasarán muy malos ratos.

Con referencia al momento actual argentino, todo parece articularse alrededor de la situación económica y sus consecuencias sociales. El plan Krieger Vasena se evidencia cada día más como un gran camelo nacional. Los inevitables intereses creados y el temor de la gente impide que ese plan sea desenmascarado lisa y llanamente, pero por sobre todo el temor que parece haberse apoderado de importantes sectores de opinión independiente, un temor sutil e invisible que, en último análisis, no hace más que reflejar la presencia de un formidable aparato de represión que no se muestra desembozadamente pero que realmente existe y actúa en las formas más imprevisibles.

La toma del poder por un sector del mismo sistema -en este caso las fuerzas armadas- al margen del Pueblo en la actualidad cuesta mucha plata. En el pasado, el cambio más o menos violento del poder no alteraba esencialmente el ritmo económico, pero hoy las cosas son muy distintas, máxime si ese golpe, como se ve cada día, se realiza contra el Pueblo. Eso es precisamente lo que estos ingenuos “dictadores de bolsillo” no alcanzan a comprender y ese afán en soluciones que no serán tales mientras tal estado de cosas siga imperando. De afuera no viene ni vendrá ni un cobre. El famoso crédito “stand by” por 400 millones de dólares, está destinado pura y exclusivamente para equilibrar, en caso necesario, la balanza de pagos desfavorable, es decir, son dólares para pagar a los acreedores extranjeros, para que estos no dejen de cobrar, pero no significan ni un centavo de inversión productiva para el país. Esto que es elemental, no sólo no se dice sino que, por el contrario, tal operación aparece publicitada como un éxito financiero del gobierno. Es que todo es así: pura simulación, pero si la simulación puede engañar a los tontos, que son muchos, en cambio no arrima soluciones que es precisamente lo que se necesita.

Frente a lo que se avecina indefectiblemente en los próximos meses, con poco que supiéramos hacer nosotros y, si es posible, el resto de las fuerzas ciudadanas que hayan cedido al temor por la intimidación gorila, todo se pondría en excelentes condiciones. Me temo sin embargo, la indecisión que ya se manifiesta en los sectores políticos de radicales, que se reducen, como siempre, a lanzar manifiestos intrascendentes e inoperantes o los sectores del socialismo cipayo, lleno de simulaciones inconfesables. La unión de toda la ciudadanía formando un frente civilista que supiera oponerse al frente militar oligárquico tendría posibilidades insospechables. Ya el 17 de octubre de 1945 demostramos claramente que, si el poder militar es fuerte, es en cambio muy frágil frente a la resistencia inteligente de un Pueblo decidido a proceder con la misma inteligencia, mediante un poder que permanece oculto pero al que todos temen.

Nuestro problema sigue siendo el mismo: una conducción capacitada. Yo he designado para la conducción táctica al compañero Mayor Don Bernardo Alberte. Es como yo, un político aficionado pero un conductor profesional que domina la teoría, la técnica y la práctica de la conducción. Era uno de los hombres de reserva que tenía el Peronismo y se lo ha empleado por lo crítico de la situación actual. Yo lo conozco profundamente y sé que posee valores efectivos. Si todos le “ponen el hombro”, estoy absolutamente persuadido de su éxito. El Peronismo me ha pedido siempre que nombre un jefe que sea tal y que me represente: lo he hecho con él. Espero que todos le obedezcan y le ayuden.

Le ruego haga llegar mis más afectuosos saludos a los amigos del Partido Socialista de la Izquierda Nacional, con mis mejores deseos por el éxito futuro.

Un gran abrazo.

Juan Perón

(*) 28 de junio de 1966: día del golpe militar de Juan C. Onganía y comienzo de la denominada “revolución argentina”.

viernes, 12 de agosto de 2011

TERCERA CLASE DICTADA EL 5 DE ABRIL DE 1951


por Eva Perón

En la primera clase dije que la historia universal era la historia de los grandes hombres y de las masas humanas que se llaman pueblo.
En la segunda clase hemos hablado en líneas generales acerca de lo que han significado en la historia del mundo algunos de los grandes hombres.
Como primeras conclusiones yo podría decir:
1º) Que ningún hombre extraordinario puede dejar de considerarse precursor de nuestro movimiento peronista.
2º) Que el peronismo ha tomado lo mejor que han concebido a través de la historia humana los filósofos y los conductores. El peronismo, no sólo lo ha realizado sino que los ha superado.
Estas son las conclusiones, a mi juicio, de lo hablado en las clases anteriores, las que se pueden comprobar con los hechos.
Lo que los filósofos y conductores querían era la felicidad de los pueblos. Ningún pueblo ha sido tan feliz como lo es el pueblo argentino en este momento, gracias a Perón y a su doctrina.
Esto es en síntesis lo que hemos tratado en las dos clases anteriores.

lunes, 8 de agosto de 2011

Primera parte de MI VIDA Y MI DOCTRINA


por Hipólito Yrigoyen

I
PERSONAL

Los fundamentos de la restauración estaban para mí en la esencialidad de la obra constructiva que realizamos y en el alma de la Nación, que con acentos y reclamos tan poderosos nos impulsaba a implantarla. Los pueblos no se equivocan jamás en el ejercicio de los atributos de la vida pública, mientras elijan hombres libres y honorables que interpreten sus inquietudes espirituales y sus ideales. Hombres que sean capaces de llegar a conocer y dominar esas fuerzas imponderables que se generan en el sentimiento de la comunidad y representan los caracteres vitales de una raza.
Los males que combatí se aumentaban por momentos, pero la grandeza inapreciable de los movimientos realizados, bastó, por sí misma, para poner término a ellos, e iniciar la época de la reforma revolucionaria en sus fuentes más puras. Los pueblos desde que comenzó el imperio de su soberanía y el ejercicio efectivo de sus instituciones, por la representación del gobierno legítimo, supieron que no habría proscripción alguna que los detenga en la acción espontánea de sus pujantes expansiones.
Asumí el gobierno de la Nación sin pronunciar juicio alguno, por mi parte, porque cualquiera que fueren los que hubiera emitido, no habrían sido sino redundancias, que nunca significarían tanto como los mismos acontecimientos que culminaron su finalidad en esa representación.
Como durante mi gobierno, ahora, nada ni nadie me moverá una fibra, sino para afianzarme en los ideales que me animaron y encendieron mi pasión por la liberación y redención del pueblo. Por eso mismo callé muchas veces, prefiriendo cumplir mi obra en silencio, porque ese género de elocuencia majestuosa en su imponencia, lleva impreso en sí la franqueza y realidad de los hechos, que no dejan opacidad alguna en el pensamiento; y era, por lo tanto, el verbo apropiado al momento histórico que lo comprendió en sus deberes supremos y solidarios.
Por otra parte, en tales hechos fundamentales, cobró vigencia el sentido cierto de las grandes palabras abolidas.
Pensar que los gobiernos de hecho, pudieran convertirse un día en fieles custodios de las libertades, sería dar muestra de una evidente ineptitud o de una complacencia que no podía caber en un gobierno como el que presidí, que no tuvo otra norma irrevocable que la de cumplir con su misión histórica, aplicando los procedimientos que eran la esencialidad de nuestra prédica en el llano. Una actitud equívoca por parte de la autoridad que tenía misión tan terminante, hubiera sido también moralmente culpable.
Tengo el sereno orgullo de decir que fui intensamente comprendido por el pueblo argentino, que en homenaje y tributo de la patria asumió su defensa y resguardo con las contribuciones más abnegadas y heroicas. Creo, que fui interpretado de esa manera, porque en mi lenguaje llegó a escuchar nítidamente el acento de su propia voz.
La nueva época inaugurada es el resultado de esa labor gigantesca de la U. C. Radical, genial para concebirla, intrépida para ejecutarla, viril para sostenerla triunfal en la contienda, noble para no perseguir a los vencidos, ni siquiera con la espada de la ley; generosa y magnánima, en cambio, para entregar sus prestigios y conquistas al bien de todos abriendo ampliamente el vasto escenario de la Nación.

jueves, 4 de agosto de 2011

EL PLATO DE LENTEJAS


por José Martí

El Gobierno de España en Cuba, veinticinco años después de que la revolución cubana abolió la esclavitud y suprimió en su primer constitución y en la práctica de sus leyes toda distinción entre negros y blancos, acaba de declarar, a petición del "Directorio de la clase de color", que los cubanos negros pueden tener asiento en los lugares públicos, y sitio en los paseos y en las escuelas, sin diferencia del cubano blanco. ¿Quién abrió las puertas de la sociedad cubana, para que el gobierno español pudiese imitar tardíamente lo que la revolución hizo, con sublime espontaneidad y franqueza, hace veinticinco años? ¿En qué condiciones se proclama el reconocimiento de estos derechos naturales del cubano negro?
Sobre espectáculos del mayor horror brillaba impasible el sol de Cuba antes de la Revolución de 1868. En vano se había desenvuelto, a sangre de hombre, la civilización universal; en vano, a las puertas mismas de la Isla, había surgido de la lucha de los dos componentes rivales de la nación norteamericana, del burgués pospuesto y el caballero hacendado, la emancipación de la raza negra; en vano habían pedido los cubanos ilustres la cesación de la esclavitud, que no pidieron jamás los españoles. España, sorda, era la única nación del mundo cristiano que mantenía a los hombres en esclavitud. El hecho tremendo estaba allí, y no había quien hiciese desaparecer el hecho. El hombre negro era esclavo allí. El látigo, lo mismo que el sol, se levantaba allí todos los días los nombres como bestias oran allí arreados, castigados, puestos a engendrar, despedazados por los perros en los caminos. El hombre negro vivía, así en Cuba, antes de la revolución. Y se alzaron en guerra los cubanos, rompieron desde su primer día de libertad los grillos de sus siervos, convirtieron a costa de su vida la indignidad española en un pueblo de hombres libres. La revolución fue la que devolvió a la humanidad la raza negra, fue la que hizo desaparecer el hecho tremendo. Después, en los detalles, en las consecuencias, en las costumbres puede haber quedado algo por hacer, con problema tan profundo y difícil, en el espacio insuficiente de una generación. Después, en los tiempos menores, luego de dado el gran tajo, pudieron los hombres fáciles y de segunda mano aprovechar la obra de los padres, de los primeros, de los fundadores. Después, por la vía abierta, por la vía teñida con la sangre de los cubanos de la redención, pudieron, criollos o españoles, forzar a España a las consecuencias inevitables de la abolición de la esclavitud, decretada y practicada por la revolución cubana. Pero ella fue la madre, ella fue la santa, ella fue la que arrebató el látigo al amo, ella fue la que echó a vivir al negro de Cuba, ella fue la que levantó al negro de su ignominia y lo abrazó, ella, la revolución cubana. La abolición de la esclavitud-medida que ha ahorrado a Cuba la sangre y el odio de que aún no ha salido, por no abolirla en su raíz, la república del Norte, —es el hecho más puro y trascendental de la revolución cubana. La revolución, hecha por los dueños de los esclavos, declaró libres a los esclavos. Todo esclavo de entonces, libre hoy, y sus hijos todos, son hijos de la revolución cubana.
Pero institución como la de la esclavitud, es tan difícil desarraigarla de las costumbres como de la ley. Lo que se borra de la constitución escrita, queda por algún tiempo en las relaciones sociales. Apenas hay espacio en una generación para que el dueño de esclavos, que no creía obrar mal comprándolos y vendiéndolos, y de buena fe se les creía superior, siente a su propia mesa y a su derecha al esclavo que en ese plazo breve no ha podido tal vez adquirir la cultura usada en la mesa a que se ha de sentar. Los corazones apostólicos, que van por el mundo como médicos de almas, curando las llagas sociales, son mucho menos, entre los negros como entre los blancos, que los que viven conforme a los usos del mundo y a sus intereses y preocupaciones. En la guerra, ante la muerte, descalzos todos y desnudos todos, se igualaron los negros y los blancos: se abrazaron, y no se han vuelto a separar. En las ciudades; y entre aquellos que no vivieron en el horno de la guerra, o pasaron por ella con más arrogancia que magnimidad, la división en el trato de las dos razas continuaba subsistiendo, por el hecho brutal e inmediato de la posesión innegable del negro por el blanco, que de sí propio parecía argüir en aquél cierta inferioridad, por la preocupación común a todas las sociedades donde hubo esclavitud, fuese cualquiera el color de los siervos, y por la diferencia fatal y patente en la cultura, cuya igualdad, de influjo decisivo, es la única condición que iguala a los hombres; y no hay igualdad social posible sin igualdad de cultura.
Pero en la relación social entre las dos razas en la Isla, había de la parte blanca dos elementos diversos, los mismos que pugnan, aun contra su voluntad, por el predominio del país. El cubano blanco, con raíces en la tierra, casi siempre amo antiguo, y temeroso muchas veces, aunque por pura ignorancia y sin razón, del adelanto de la raza negra, ponía más reparos, y en lo humano había de ponerlos, al trato íntimo con su esclavo de ayer. El blanco español, que no ha vivido largamente en aquella sociedad, que va a ella de gozador y de logrero, y aun cuando vaya de hombre honrado, va para poco tiempo, y con la idea en Galicia o en Asturias, miró al negro con menos enojo, como que a la larga no había de vivir en su compañía, y entendió, como su gobierno, que en el desvío, por cierto tiempo inevitable, del criollo blanco, de alma de señor, con el que se crió de siervo suyo, había la posibilidad de adular al cubano negro, recién venido a la sociedad que lo rechazaba, de lisonjear a los negros vanidosos, impacientes o ingratos, de levantarlos contra la imprevisión, dureza y necedad del blanco criollo, de irlos comprando a halagos fáciles, para que cuando el pueblo cubano volviera a alzarse en la demanda de la libertad, de la libertad para la dicha igual de los blancos y los negros, los cubanos negros, al lado de España que los esclavizó, dispararan contra los pechos de los cubanos que les dieron la libertad... ¡imposible! ¡imposible! Pero el gobierno español imaginó al cubano negro capaz de tanta villanía: no sabe que el alma del hombre, impalpable e incolora, padece con la misma ira de lo que la oprime e infama, sea como quiera la piel de su dueño: no sabe que el cubano negro, que trae de su historia cercana la fuerza, la sencillez y la sinceridad, y que entiende y aspira como los demás hombres, es, por su hábito de trabajo, por la inferioridad de que tiene que salir y por el dolor contenido de su larga esclavitud, el mejor sostén de la libertad cubana. Alquiló hombres el gobierno español, que hay hombres para todo en este mundo; visitó casas, repartió grados y dio de almorzar, sobornó con burlones cumplidos a uno u otro negro soberbio, como hay blancos soberbios, que se creen ya de raza mayor y privilegiada cuando les roza la manga el galón de un señor general; y, sobre todo, no perdió el gobierno ocasión de ahondar las iras o tristezas que aun en los libertos de mayor prudencia había de despertar el inhumano desdén y suspicacia fingida de los criollos blancos, que suelen ser más altivos y aparatosos con el negro mientras más cerca lo tienen en su propia sangre. Porque el español, que conoce su justicia, no cree que el cubano llegue a deshonra tanta que no se le vuelva a alzar: y en la certeza de la revolución, se prepara contra ella.
Hoy, en el enlace de los sucesos, como que el pueblo cubano va desenvolviéndose a la par en lo social y en lo político, acontece que las aspiraciones justas del cubano negro a ser tratado como el hombre que es, conforme a su derecho natural y a su cultura, se exhiben de manera perentoria ante el gobierno español, en la demanda juiciosa y viril de las asociaciones congregadas en el Directorio de la raza de color, tras años de punible olvido o franca oposición o débil ayuda del criollo blanco de la Isla, en los instantes en que los elementos activos de la revolución preparan el esfuerzo que ha de sacar a Cuba del desgobierno de sus amos de hoy, capaces sólo para corromperla y aprovecharla, —y poner a los cubanos, blancos y negros, en su condición natural de pueblo rico en el continente libre. La revolución espolea de afuera. La revolución se ordena afuera, amenaza y crece. La revolución le quema al gobierno los pies. Es necesario, para el gobierno de España, quitar aliados a la revolución. Puesto que el criollo blanco tiene ofendido al criollo negro; puesto que el criollo negro puede olvidar, por el recelo que en ciertas partes de la Isla ha seguido a la guerra, la gratitud de hijo que debe a la revolución que lo emancipó; puesto que su aspiración a la equidad social es tan vehemente que el agradecimiento a quien se la reconozca, puede ser mayor que el agradecimiento a los que le devolvieran el derecho de vivir, y lo pusieron en condiciones de aspirar a ella, ¡aprovéchese España —se dice el gobierno— de esta hendija que le abre la imprevisión de la costumbres criollas, la necesaria lentitud del acomodo social súbito entre amos y siervos, y otorgue la equidad social, para que tenga este aliado menos la revolución...! ¡Ah, la revolución santa, la madre, la primera, la fundadora! Ella, por su grandeza casi sobrehumana, arrancó al negro de mano de España, y lo declaró hermano suyo en la libertad. Ella, por el miedo que inspira, compele hoy a España a otorgar al cubano negro, en las costumbres, la equidad que ya ella en la guerra le otorgó, y es consecuencia natural de su derecho humano, y social, del hecho de su emancipación.
Pero el ardid de España es vano. Todo hombre negro ha de saludar con gozo, y todo blanco que sea de veras hombre, el reconocimiento de los derechos humanos en una sociedad que no puede vivir en paz sino sobre la base de la sanción y práctica de esos derechos. Aún pueden los cubanos sensatos, de uno u otro color, regocijarse de la admisión igual de toda especie de cubano a los lugares públicos, como merecida penitencia de los criollos incautos o ignorantes que persistiesen en tener apartados de los goces de la libertad a los que se han mostrado iguales en la capacidad de constituirla. Pero fuera de esto, todo cubano negro habrá recibido como la ofensa que es, el móvil patente del gobierno de España para intentar, en vísperas de una revolución por la libertad, el soborno de los cubanos negros, y su servicio a la tiranía, su servicio contra la revolución, en pago de los derechos a que sin la revolución no hubiera podido aspirar jamás, en pago al trato social que jamás sería tan franco y hermoso hoy bajo la bandera de España, como fue veinticinco años hace, en los campos de Guáimaro. Allá, veinticinco años hace, es donde coincidió la equidad social. Allá, veinticinco años hace, es donde se visitaron como hermanos, blancos y negros. Allá, veinticinco años hace, es donde estudiaban en un mismo banco Agramonte y Elpidio, Estrada Palma y Agustín. Allá, veinticinco años hace, fue donde los negros sirvieron, por el mérito, a las órdenes del blanco, y los blancos por el mérito, sirvieron a las órdenes del negro. Allá, veinticinco años hace, concedió la revolución cubana al negro el paseo igual, el saludo igual, la escuela igual. ¡España ha llegado muy tarde! Lo de España es veinticinco años después. La revolución hizo todo eso antes. ¡Jamás se apartarán los brazos blancos y negros, que se unieron allí! ¿Y cree el español astuto que por esta imitación tardía de la justicia de la revolución, por este plato de lentejas —de derechos que están hace veinticinco años por la revolución reconocidos— les ha comprado a los cubanos negros la primogenitura de su honor? Se engaña España. ¡El cubano negro no aspira a la libertad verdadera, a la felicidad y cultura de los hombres, al trabajo dichoso en ¡ajusticia política, a la independencia del hombre en la independencia de la patria, al acrecentamiento de la libertad humana en la independencia, no aspira —decimos— a todo esto el cubano negro como negro, sino como cubano! Para él se levanta el sol, como para los demás hombres; en su mejilla siente él, como todo ser bueno, el bofetón que recibe la mejilla humana; en su corazón lleva él, como todo hijo piadoso, la memoria de los dolores y sacrificios que fundaron nuestra libertad; con sus ojos de hombre ve él la degradación lastimosa y la miseria del pueblo en que ha nacido, y en qué debe vivir; en su familia insegura y en su vida entera siente él el oprobio y exterminio de la vida cubana. ¡Y cuando se levante en Cuba de nuevo la bandera de la revolución, el cubano negro estará abrazado a la bandera, como a una madre!

lunes, 1 de agosto de 2011

Programa del Partido Socialista Peruano


por José Carlos Mariátegui

El programa debe ser una declaración doctrinal que afirme:

1.-El carácter internacional de la economía contemporánea que no consiente a ningún país evadirse de las corrientes de transformación surgidas de las actuales condiciones de producción.

2.-El carácter internacional del movimiento revolucionario del proletariado. El Partido socialista adapta su praxis a las circunstancias concretas del país, pero obedece a una amplia visión de clase, y las mismas circunstancias nacionales están subordinadas al ritmo de la historia mundial. La revolución de la independencia hace más de un siglo, fue un movimiento solidario de todos los pueblos subyugados por España; la revolución socialista es un movimiento mancomunado de todos los pueblos oprimidos por el capitalismo. Si la revolución liberal, nacionalista por sus principios, no pudo ser actuada sin una estrecha unión entre los países sudamericanos, fácil es comprender la ley histórica que, en una época más acentuada de interdependencia y vinculación de las naciones, impone que la revolución social, internacionalista en sus principios, se opere con una coordinación mucho más disciplinada e intensa de los partidos proletarios. El manifiesto de Marx y Engels condensó el primer principio de la revolución proletaria en la frase histórica: "¡Proletarios de todos los países, unios!".

3.-El agudizamiento de las contradicciones de la economía capitalista. El capitalismo se desarrolla en un pueblo semifeudal como el nuestro; en instantes en que, llegado a la etapa de los monopolios y del imperialismo, toda la ideología liberal, correspondiente a la etapa de la libre concurrencia, ha cesado de ser válida. El imperialismo no consiente a ninguno de estos pueblos semi-coloniales, que explota como mercados de su capital y sus mercancías y como depósitos de materias primas, un programa económico de nacionálización e industrialismo; los obliga a la especialización, a la monocultura (petróleo, cobre, azúcar, algodón, en el Perú), sufriendo una permanente crisis de artículos manufacturados, crisis que se deriva de esta rígida determinación de la producción nacional, por factores del mercado mundial capitalista.

4.-El capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el capitalismo de los monopolios, del capital financiero, de las guerras imperialistas por el acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxis del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo. El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismó, y de los monopoilos. El Partido socialista del Perú lo adopta como método de lucha.

5.-La economía pre-capitalista del Perú republicano que, por la ausencia de una clase burguesa vigorosa y por las condiciones nacionales e internacionales que han determinado el lento avance del país por la vía capitalista> no puede liberarse bajo el régimen burgués, enfeudado a los intereses capitalistas, coludido con la feudalidad gamonalista y clerical, de las taras y rezagos de la feudalidad colonial. El destino colonial del país reanuda su proceso. La emancipación de la economía del país es posible únicamente por la acción de las masas proletarias, solidarias con la lucha antiimperialista mundial. Sólo la acción proletaria puede estimular primero y rea lizar después las tareas de la revolución democráticoburguesa que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir.

6.-El socialismo encuentra, lo mismo en la, subsistencia de las comunidades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la cuestión agraria, solución que tolerará en parte la explotación de la tierra por los pequeños agricultores, ahí donde el yanaconazgo o la pequeña propiedad recomienden dejar a la gestión individual, en tanto que se avanza en la gestión colectiva de la agricultura, la,s zonas donde ese género de explotación prevalece. Pero esto, lo mismo que el estímulo que se presta al libre resurgimiento del pueblo indígena, a la manifestación creadora de sus fuerzas y espíritu nativo, no significa en lo absoluto una romántica y antihistórica tendencia de construcción o resurrección del socialismo incaico, que corresppndió a condiciones históricas completamente superadas y del cual sólo quedan como factor aprovechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica, los hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas. El socialismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa capitalista, y no puede importar el menor retroceso en la adquisición de las conquistas de la civilización moderna, sino, por el contrario, la máxima y metódica aceleración de la incorporación de estas conquistas en la vida nacional.

7.-Sólo el socialismo puede resolver el problema de una educación efectivamente democrática e igualitaria, en virtud de la cual cada miembro de la sociedad reciba toda la instrucción a que su capacidad le dé derecho. El régimen educacional socialista es el único que puede aplicar plena y sistemáticamente los principios de la escuela única, de la escuela del trabajo, de las comunidades escolares y, en general, de todos los ideales de la pedagogía revolucionaria contemporánea, incompatible con los privilegios de la escuela capitalista, que condena a las clases pobres a la inferioridad cultural y hace de la instrucción superior el monopolio de la riqueza.

8.-Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene, en sus objetivos y su doctrina, revolución proletaria. El partido del proletariado, capacitado por la lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su propio programa, realiza en esta etapa las tareas de la organización y defensa del orden socialista.

9.-El Partido socialista del Perú es la vanguardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase.

Anexos al programa se publicarán proyectos de tesis sobre la cuestión indígena, la situación económica, la lucha antiimperialista, que, después del debate de las secciones y de las enmiendas que en su texto introduzca el Comité Central, quedarán definitivamente formuladas en el Primer Congreso del Partido.

Desde el manifiesto, el Partido dirigirá un llamamiento a todos sus adherentes, a las masas trabajadoras, para trabajar por las siguientes reivindicaciones inmediatas:
• Reconocimiento amplio de la libertad de asociación, reunión y prensa obreras.

• Reconocimiento del derecho de huelga para todos los trabajadores. Abolición de la conscripción vial.

• Sustitución de la ley de la vagancia por los artículos que consideraban específicamente la cuestión de la vagancia en el anteproyecto del Código Penal puesto en vigor por el Estado, con la sola excepción de esos artículos incompatibles con el espíritu y el criterio penal de la ley especial.

• Establecimiento de los Seguros Sociales y de la Asistencia Social del Estado.

• Cumplimiento de las leyes de accidentes de trabajo, de protección del trabajo de las mujeres y menores, de las jornadas de ocho horas en las faenas de la agricultura.

• Asimilación del paludismo en los valles de la costa a la condición de enFermedad profesional con las consiguientes responsabilidades de asistencia para el hacendado.

• Establecimiento de la jornada de siete horas en las minas y en 105 trabajos insalubres, peligrosos y nocivos para la salud de los trabajadores.

• Obligación de las empresas mineras y petroleras de reconocer a sus trabajadores de modo permanente y efectivo, todos los derechos que le garantizan las leyes del país.

• Aumento de los salarios en la industria, la agricultura, las minas, los transportes marítimos y terrestres v las islas guaneras, en proporción con el costo de vida y con el derecho de los trabajadores a un tenor de vida más elevado.

• Abolición efectiva de todo trabajo forzado o gratuito, y abolicion o punicion del regimen semi-esclavista en la montaña

• Dotación a las comunidades de tierras de latifundios para la distribución entre sus miembros en proporción suficiente a sus necesidades.

• Expropiación, sin indemnización, a favor de las comunidades, de todos los fundos de los conventos y congregaciones religiosas.

• Derecho de los yanaconas, arrendatarios, etc., que trabajen un terreno más de tres años consecutivos, a obtener la adjudicación definitiva del uso de sus parcelas, mediante anualidades no superiores al 60% del canon actual de arrendamiento.

• Rebaja al menos en un 50% de este canon, para todos los que continúen en su condición de aparceros o arrendatarios.

• Adjudicación a las cooperativas y a los campesinos pobres, de las tierras ganadas al cultivo por las obras agrícolas de irrigación.

• Mantenimiento, en todas partes, de los derechos reconocidos a los empleados por la ley respectiva.

• Reglamentación, por una comisión paritaria, de los derechos de jubilación en forma que no implique el menor menoscabo de los establecidos por la ley.

• Implantación del salario y del sueldo mínimo.

• Ratificación de la libertad de cultos y enseñanza religiosa al menos en los términos del artículo constitucionLtí y consiguiente derogatoria del último decreto contra las iglesias no católicas. Gratuidad de la enseñanza en todos sus grados.

Estas son las principales reivindicaciones por las cuales el Partido socialista luchará de inmediato. Todas ellas responden a perentorias exigencias de la emancipación material e intelectual de las masas. Todas ellas tienen que ser activamente sostenidas por el proletariado y por los elementos conscientes de la clase media.

La Libertad del Partido para actuar públicamente, al amparo de la constitución y de las garantías, que ésta acuerda a los ciudadanos para crear y difundir sin destricciones su prensa, para realizar sus congresos y debates, es un derecho reivindicado por e1 acto mismo de la fundación pública de esta agrupación.

Los grupos estrechamente ligados que se dirigen hoy al pueblo por medio de este manifiesto, asumen resueltamente, con la conciencia de un deber y una responsabilidad históricas, la misión de defender y propagar sus principios y mantener y acrecentar su Organización, a costa de cualquier sacrificio. Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamo5 en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de esta lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo.

¡Viva la clase obrera del Perú!

¡Viva el proletariado mundial!

¡Viva la revolución social!