sábado, 27 de febrero de 2010

Contra las privatizaciones, el monetarismo y la economia de mercado


por Jorge A. Ramos
A continuación ofrecemos parte del reportaje a Jorge Abelardo Ramos efectuado por la revista Siete Días en febrero de 1985. Al debatir con Alvaro Alsogaray, Jorge Abelardo Ramos deja sentadas las posturas de la Izquierda Nacional a favor de un nacionalismo económico y contra el liberalismo y el neoliberalismo que llegaron a su apogeo, diez años después, bajo la presidencia de Carlos Menem, con el respaldo de la familia Alsogaray.

–Periodista: Señor Ramos: ¿el ingeniero Alsogaray y usted son meros adversarios políticos o son enemigos?
–JAR: Alsogaray es, a mi juicio, un representante de los intereses de las grandes empresas multinacionales, que no son solamente succionadoras de las riquezas de nuestro país sino de las del mundo entero.
–¿Martínez de Hoz era alumno de Alsogaray o eran condiscípulos de la misma escuelita?
–Seguramente ellos tendrán sus "diferencias personales", pero desde el punto de vista del pueblo representaron intereses similares. Nosotros tenemos una inmensa legión de "expertos en finanzas que no saben nada de economía", y sólo tienen conocimiento de las "artes monetarias".
El liberalismo, que comenzó siendo hace 200 años la expresión de los sectores mundanos que querían abrir a la humanidad el camino del desarrollo de las fuerzas productivas, se transformó en el liberalismo imperialista que aplasta a los pueblos débiles. Y que goza del poder mundial hasta el extremo que ha arrojado la bomba atómica.
–Alsogaray insiste en que "no somos Tercer Mundo, somos país civilizado"
–Con esto Alsogaray pretende decir que los países del Tercer Mundo son bárbaros. Es una actitud que comienza con Sarmiento y que continúa en nuestra época con el prejuicio racista de considerar a los peronistas como negros despreciables. Alsogaray cree que yo digo disparates. Es lógico. Para los que colocan el dinero a intereses siderales, cualquier fórmula que propugne que la economía argentina debe argentinizarse y que los bancos y financieras deben estatizarse, es un disparate.
Lo que ocurre con los grandes defensores del imperialismo occidental, como Alsogaray, es que tienen un criterio hostil hacia los países que desarrollan formas defensivas contra su avance. Y la forma defensiva más elemental frente a los monopolios extranjeros es el desarrollo de las empresas del Estado (que muchas veces funcionan en forma ineficiente). Alsogaray no habla mal de la "patria financiera" porque él forma parte de ella, en tanto él defiende la orientación que privilegia el papel de la moneda con respecto a los recursos productivos. Algo tiene que ver el liberalismo desenfrenado con los resultados catastróficos que pregonan Alsogaray y los que pretenden la libertad absoluta del mercado.

viernes, 26 de febrero de 2010

Mensaje a la Nación con motivo de la promulgación de la Ley de la Reforma Agraria

por Juan Velasco Alvarado


Lima, 1969

Compatriotas:


Este es un día histórico. Y bien vale que todos seamos plenamente conscientes de su significado más profundo. Hoy día el Gobierno Revolucionario ha promulgado la Ley de la Reforma Agraria, y al hacerlo ha entregado al país el más vital instrumento de su transformación y desarrollo. La historia marcará este 24 de Junio como el comienzo de un proceso irreversible que sentará las bases de una grandeza nacional auténtica, es decir, de una grandeza cimentada en la justicia social y en la participación real del pueblo en la riqueza y en el destino de la patria.

Hoy, en el Día del Indio, día del campesino, el Gobierno Revolucionario le rinde el mejor de todos los tributos al entregar a la nación entera una ley que pondrá fin para siempre a un injusto ordenamiento social que ha mantenido en la pobreza y en la iniquidad a los que labran una tierra siempre ajena y siempre negada a millones de campesinos. Lejos de las palabras de vanos homenajes, el Gobierno Revolucionario concreta en un instrumento de inapelable acción jurídica ese anhelo nacional de justicia por el que tanto se ha luchado en nuestra Patria. De hoy en adelante, el campesino del Perú no será más el paria ni el desheredado que vivió en la pobreza, de la cuna a la tumba, y que miró impotente un porvenir igualmente sombrío para sus hijos. A partir de este venturoso 24 de Junio, el campesino del Perú será en verdad un ciudadano libre a quien la patria, al fin, le reconoce el derecho a los frutos de la tierra que trabaja, y un lugar de justicia dentro de una sociedad de la cual ya nunca más será, como hasta hoy, ciudadano disminuido, hombre para ser explotado por otro hombre.

Al asumir el gobierno del país, la Fuerza Armada asumió también el solemne compromiso de realizar una vasta tarea de reconstrucción nacional. Nosotros siempre fuimos conscientes de la inmensa responsabilidad que contrajimos con la patria. Este no podía ser un gobierno más en el Perú.Insurgió con la vocación irrenunciable de ser el gobierno de la Revolución Nacional.

Más aún, nosotros declaramos que realizar la transformación de este país, constituye la justificación histórica del Gobierno de la Fuerza Armada. Vale decir, para la Fuerza Armada del Perú la tarea de gobernar no fue entendida nunca como banal ejercicio del poder, sin rumbo ni propósito; ni tampoco fue entendida jamás bajo este régimen como acción continuista encaminada a mantener un ordenamiento social básicamente injusto, dentro del cual la mayoríade nuestro pueblo siempre fue mayoría explotada, mayoría en miseria, mayoría desposeída. Nosotros no asumimos el poder político para hacer de él botín y negociado, ni instrumento perpetuador de la injusticia.

Todo lo contrario. Nosotros asumimos el poder político para hacer de él herramienta fecunda de la transformación de nuestra patria. No nos movió otro propósito. Quisimos darle al Perú un gobierno capaz de emprender con resolución y con coraje la tarea salvadora de su auténtico desarrollo nacional. Fuimos desde el primer momento conscientes de que una empresa así demandaría de todos los peruanos sacrificios y esfuerzo; porque sabíamos que en un país como el Perú, caracterizado por abismales desequilibrios sociales y económicos, la tarea del desarrollo tenía necesariamente que ser una tarea de transformación. Superar el subdesarrollo nacional significa, por eso, lograr un reordenamiento de la sociedad peruana por tanto, alterar las estructuras de poder, económico, político y social en nuestro país.

Por comprenderlo así, insurgimos como Gobierno Revolucionario; es decir, como régimen fundamentalmente orientado al logro de la transformación integral de nuestra patria. Sólo así el Perú podrá superar su estancamiento y su retraso, que son ambos responsabilidad histórica de quienes hasta hace diez meses detentaron el poder político en nuestro país. Fue por su inepcia y su complicidad que nuestro pueblo no pudo en el pasado encontrar el camino de su justicia, ni el Estado pudo emprender una acción vigorosa destinada a elevar al país del subdesarrollo en que lo sumieron sus malos gobernantes, sus políticos fariseos, sus grandes claudicantes.

Hoy todo eso ha quedado atrás para siempre. Hoy el Perú tiene un Gobierno decidido a conquistar el desarrollo del país, mediante la cancelación definitiva de viejas estructuras económicas y sociales que no pueden ya tener validez en nuestra época. Las reformas profundas por las que tantos compatriotas han luchado, están ya en marcha. Y dentro de ellas, la más alta prioridad corresponde, sin duda alguna, a la reforma de las estructuras agrarias. Por eso, fiel a la razón misma de su existencia, fiel a los compromisos asumidos ante el país y ante la historia, fiel a los postulados explícitos de la revolución, el Gobierno de la Fuerza Armada le entrega hoy a la Nación peruana una avanzada Ley de Reforma Agraria que marcará el comienzo de la verdadera liberación del campesinado nacional.

En favor de la reforma agraria se han pronunciado prácticamente todos los organismos técnicos nacionales e internacionales desde hace muchos años. Esta idea recibió el respaldo de los presidentes americanos en la reunión de Punta del Este, y desde entonces las oficinas especializadas de las Naciones Unidas han hecho hincapié en la necesidad de modificar radicalmente las estructuras agrarias de los países latinoamericanos. Y aquí en el Perú todos también han hablado de la necesidad de emprender una auténtica reforma agraria. Este fue el señuelo con el cual se lograron adhesiones y votos. Pero nada realmente profundo se hizo jamás para implantar una reforma que de veras atacara la raíz del problema y que de veras diera la tierra a quien la trabaja. Esto hace la nueva Ley. Y por venir de un Gobierno Revolucionario, es en todo sentido un instrumento de desarrollo, una herramienta de transformación; vale decir una ley auténticamente revolucionaria. Y como en el caso de la política nacionalista del petróleo ahora también la fuente final de nuestra inspiración, ha sido el pueblo; este pueblo al que nos debemos por entero; este pueblo tantas veces engañado; este pueblo que tanto ha sufrido y ha luchado en espera de una justicia que sus gobernantes nunca supieron darle; este pueblo que ahora recibe, no como una dádiva, sino como un derecho, una Ley de Reforma Agraria que abre y garantiza, al fin, el camino de la justicia social en el Perú.

En consecuencia, la ley se orienta a la cancelación de los sistemas de latifundio y minifundio en el agro peruano, planteando su sustitución un régimen justo de tenencia de la tierra que haga posible la difusión de la pequeña y mediana propiedad en todo el país. De otro lado, por ser una ley nacional que contempla todos los problemas del agro y que tiende a servir a quien trabaja la tierra, la Ley de Reforma Agraria se aplicará en todo el territorio del país, sin reconocer privilegios ni casos de excepción que favorezcan a determinados grupos o intereses. La ley, por tanto, comprende a todo el sistema agrario en su conjunto porque sólo de esta manera, será posible desarrollar una política agraria coherente y puesta al servicio del desarrollo nacional.

Al plantear la sustitución del minifundio y del latifundio y al estimular la difusión de la pequeña y mediana propiedad, la ley establece medidas que aseguran la no fragmentación de la gran propiedad como unidad de producción. Es el régimen de tenencia lo que la ley afecta, mas no el concepto de unidad de producción agrícola o pecuaria. Por eso, para el caso de las empresas agro-industriales, la ley contempla la cooperativización en favor de sus servidores, pero garantiza el funcionamiento de la nueva empresa como una sola unidad. En este sentido, la ley considera a la tierra y a las instalaciones como un todo indivisible de producción sujeto a la reforma agraria. La planta industrial de procesamiento primario de productos del campo está indisolublemente ligada a la tierra. Por tanto, es imposible afectar a ésta y dejar intocada a aquélla. Y así como en el caso del problema del petróleo el Estado expropió la totalidad del complejo, afectando los pozos y la refinería con todas sus instalaciones y servicios, así también en el caso de la gran propiedad agroindustrial, la Ley de Reforma Agraria tiene que afectar necesariamente la totalidad de la negociación. Esto no quiere decir que la gran propiedad será dividida y fragmentada, porque ello se traduciría en un perjudicial descenso de los rendimientos de la tierra. Por eso, la ley contempla el mantenimiento de la unidad de producción bajo un distinto y justo régimen de propiedad. Y dentro de la nueva empresa la ley garantiza la estabilidad de trabajo, los niveles de remuneración y todos los derechos sociales de la planta de dirección técnica y administrativa y de todos los actuales servidores, abriendo para ellos, además, el acceso a los beneficios y utilidades de la cooperativa que será la nueva propietaria del gran complejo agroindustrial que la reforma agraria afecte.

La inspiración social de la nueva ley es, pues, enteramente compatible con la necesidad de garantizar la continuidad de los altos niveles de rendimiento que la tecnología agraria ha hecho posible. Es por eso inexacto el cargo de que la reforma agraria entraña una merma de la producción del campo. Por el contrario, al racionalizar el uso y la propiedad de la tierra y al crear los incentivos derivados del más amplio acceso a esa propiedad, la reforma agraria tiende a formar más y mejores propietarios del agro, es decir, a impulsar una más pujante producción agropecuaria que beneficie, no a unos pocos, sino a la sociedad en su conjunto Un sector campesino cada vez más próspero, organizado y coherente, es la mejor garantía del desarrollo armónico y acelerado de la actividad agropecuaria del país, dentro de la totalidad del proceso nacional de desarrollo.

Otra tendencia central de la ley, íntimamente vinculada a la naturaleza de las mayores necesidades del país en su conjunto, es el énfasis que ella pone en la reorientación de los recursos del capital hacia la industria, como parte del esfuerzo nacional destinado a colocar al Perú en condiciones ventajosas frente al reto que plantea el esfuerzo de industrialización dentro del sistema de la integración económica latinoamericana. Las nuevas responsabilidades que al Perú plantea la política de integración regional y subregional, demandan de nuestro país un vigoroso esfuerzo industrial y un decidido respaldo del Estado a una dinámica y garantizada política de industrialización, centralmente basada en el sector interno de nuestra economía. Por eso, esta ley es también una ley de impulso a la industria peruana, cuyo futuro depende decisivamente de la creación de un cada vez mayor mercado interno de alto consumo diversificado y también, del apoyo constructivo del Estado, consciente del inevitable destino industrial de nuestra patria.

Desde este punto de vista, es muy importante que el capital nacional comprenda cabalmente la significación de la Ley de Reforma Agraria, como instrumento estimulador del proceso de industrialización en nuestro país. La ley, en efecto, abre muy grandes perspectivas a la inversión industrial a través del incentivo que significan nuevas empresas forjadoras de riqueza y creadoras de trabajo. Estas nuevas y amplias perspectivas de desarrollo económico, plantean un reto a la capacidad empresarial y al dinamismo de la joven industria peruana, cuyo futuro será, en gran parte, el resultado del esfuerzo tesonero de quienes a ella dediquen toda su energía y su talento. La industrialización es un aspecto central del proceso de desarrollo económico de nuestro país, y el esfuerzo industrial puede formar parte de la tarea de transformación de las estructuras tradicionales del Perú, Luchar por la industrialización es, por eso, luchar por el porvenir de la nación. Y por ello, el impulso a la industria constituye uno de los principales objetivos de la política de transformación del Gobierno Revolucionario. A este fin coadyuva la Ley de Reforma Agraria, al estimular el dinamismo del sector industrial mediante la reorientación de los recursos hacia fines de promoción de la industria nacional.

No se trata, pues, de destruir, sino de racionalizar el empleo de los recursos nacionales en función de las necesidades principales de toda la sociedad peruana. El Gobierno hace una invocación para que, al margen de posibles temores infundados, se aprecie con claridad las enormes posibilidades que la ley abre al desarrollo económico del Perú. Los empresarios nacionales deben tener la certeza de que el Gobierno Revolucionario no tiene otro propósito que el de afianzar una política industrial que no puede tener éxito sin la ampliación de un mercado interno de consumo, como el que creará la aplicación de la reforma agraria. La convertibilidad de los bonos de la deuda agraria en acciones de empresas industriales necesarias para el desarrollo del país, representa un enorme paso en el proceso de industrialización al cual el Gobierno Revolucionario brindará todas las garantías que él requiera.

La nueva Ley de Reforma Agraria, por otra parte, limita el derecho a la propiedad de la tierra para garantizar que ésta cumpla su función social dentro de un ordenamiento de justicia. En este sentido, la ley contempla límites de inafectabilidad que salvaguardan el principio normativo de que la tierra debe ser para quien la trabaja, y no para quien derive de ella renta sin labrarla. La tierra debe ser para el campesino, para el pequeño y mediano propietario; para el hombre que hunde en ella sus manos y crea riqueza para todos; para el hombre, en fin, que lucha y enraíza su propio destino en los surcos fecundos, forjadores de vida.

Por eso, en un país de limitados recursos como el nuestro, la propiedad también tiene que tener un límite. Es esencialmente injusto un sistema en el cual la inmensa mayoría de la tierra –y de la tierra mejor– esté en muy pocas manos, como ha ocurrido hasta ayer mismo en nuestro país. Esta desequilibrada e injusta situación toca a su fin con la Ley de Reforma Agraria que el Gobierno Revolucionario acaba de promulgar. La propiedad está garantizada, pero dentro de los límites que la hagan compatible con la irrenunciable función social que ella debe cumplir. Esta no es, por tanto, una ley de despojo, sino una ley de justicia. Y sí por cierto, habrá quienes se sientan afectados en sus intereses, éstos, por respetables que sean, no pueden prevalecer ante los intereses y las necesidades de millones de peruanos quienes, al fin, van a tener un pedazo de tierra para ellos y sus hijos en el suelo que los vio nacer.

Es necesario indicar a la ciudadanía que es por completo inexacta la versión según la cual en la preparación de la ley no se han recibido los puntos de vista de instituciones y personas cuyas actividades se vinculan al agro. El Ministerio de Agricultura recibió los puntos de vista de la Sociedad Nacional Agraria y de numerosas personas calificadas. Sin embargo, huelga decir que los aspectos técnicos del problema agrario de nuestro país son suficientemente conocidos, y la legislación comparada en materia de reforma agraria es, ciertamente, voluminosa. Por eso, los aspectos debatibles del problema se refieren a las opciones de carácter político implícitas en los diversos enfoques dados en todas partes del problema agrario. Y es, precisamente, donde surgen explicables diferencias de perspectiva. Por tanto, tomar un camino en vez de otro, no quiere decir de ningún modo que no se hayan escuchado distintas opiniones, significa, simplemente, que las decisiones tomadas responden a distintas concepciones generales de lo que debe ser la parte medular de una auténtica reforma agraria.

Los que vean reducida su propiedad por la aplicación de la ley recibirán compensación justipreciada por parte del Estado. Pero en conciencia, habrán de reconocer que la reforma agraria es para nuestro país un inaplazable imperativo de justicia. Y, si bien es cierto que éste es un gobierno para todos los peruanos, no es menos cierto que él debe y tiene que ser, por encima de todo, un gobierno para los más y también para los más necesitados. El Gobierno Revolucionario confía en que quienes se sientan adversamente afectados por la Ley de Reforma Agraria comprendan, por encima de sus, acaso explicables egoísmos, la profunda justicia que reinvidica y hace realidad. Nosotros actuaremos con equidad al aplicar la ley, y seremos respetuosos de los derechos legítimos de aquellos a quienes la ley se aplique. Pero seremos también inflexibles en exigir la absoluta aplicación de la reforma agraria, parte esencial de la política transformadora del gobierno de la revolución y aspecto fundamental de una responsabilidad que hemos jurado cumplir, sin desviaciones ni temores, por el bien sagrado de la patria. Por eso, por responder al clamor de justicia y al derecho de los más necesitados, es que la Ley de Reforma Agraria ha dado su respaldo a esa gran masa de campesinos que forman las comunidades indígenas que, a partir de hoy –abandonando un calificativo de resabios racistas y de prejuicio inaceptable– se llamarán Comunidades Campesinas. Los cientos de miles de hombres del campo que las forman, tendrán desde ahora el respaldo efectivo del Estado para lograr los créditos la ayuda técnica que indispensablemente se requiere a fin de convertirlas en dinámicas unidades de producción cooperativa. Creemos cumplir así un verdadero deber de reparación para todos aquellos campesinos olvidados del Perú, hombres que centenariamente han sufrido el castigo de todas expoliaciones y de todas las injusticias. Con esta ley se inicia el camino de su verdadera redención social. Ya nunca más serán las víctimas indefensas del flagelo gamonalista. A partir de hoy, con el respaldo del Estado, serán partícipes en la responsabilidad de su propio desarrollo. Así, verdaderamente al cabo de los siglos, las comunidades campesinas, el ayllu antiguo, símbolo de un milenario ideal de justicia que nunca fue totalmente abatido, verán renacidos su fuerza y su vigor para ser, otra vez, dinámicos elementos de progreso como fueron antaño en la antigua y grandiosa civilización de nuestros antepasados.

Estas son las características centrales de la Ley de Reforma Agraria que pronto todos conocerán a lo largo y ancho del territorio de nuestra patria. Los hombres del gobierno tenemos lúcida conciencia de que con ella comienza la verdadera revolución social y económica del Perú. Como en todo proceso de veras trascendente, habrá vicisitudes y habrá tropiezos. También de ello somos conscientes. No nos arredran las inevitables dificultades del proceso revolucionario que hoy comienza en nuestro país. Con el apoyo del pueblo sabremos sortear todos los peligros y todos los escollos. Más nos pesaría no tener la decisión de cumplir un compromiso que sabemos salvador para la patria. El Gobierno tiene fe en nuestra patria, confianza en nuestro pueblo.

La lucha nos hermanará a todos los peruanos que, por encima de distingos secundarios, hemos unido nuestra suerte en la defensa común de un ideal revolucionario que sólo persigue la grandeza de la Nación. Hoy como en otros momentos de trascendentales decisiones, el Gobierno Revolucionario apela al pueblo en demanda de solidaridad para emprender una dura pero inevitable empresa salvadora. Aquí, donde tantas promesas quedaron incumplidas, donde se abandonaron tantos ideales, nosotros hemos querido retomar el sentido profundo de un esfuerzo trunco hasta hoy: el de reivindicar al humilde campesino de nuestra Patria, respondiendo a una demanda cuya raíz honda se afinca en nuestra historia y cuya imagen de justicia surge de nuestro propio e inmemorial pasado de pueblo americano.

Sabemos muy bien que la Ley de Reforma Agraria tendrá adversarios y detractores. Ellos vendrán de los grupos privilegiados que hicieron del monopolio económico y del poder político la verdadera razón de su existencia. Esa es la oligarquía tradicional que verá en peligro su antipatriótica posición de dominio en el Perú. No le tememos. A esa oligarquía le decimos que estamos decididos a usar toda la energía necesaria para aplastar cualquier sabotaje a la nueva ley y cualquier intento de subvertir el orden público.

Ya se advierten indicios de una política de rumores con la que se trata de engañar y sorprender a los propios campesinos que serán los beneficiarios directos e inmediatos de la reforma agraria, porque ella les dará tierra. El Gobierno no tolerará la política de quienes traten de entorpecer la reforma agraria en perjuicio de los intereses del campesinado y de la sociedad. En esto seremos inflexibles y bien vale que todos lo entiendan claramente. La prepotencia de los intereses y de los privilegios tiene ya un límite en el Perú.

Pero la Ley de Reforma Agraria también tendrá sus defensores y sus amigos. Ellos serán los que comprendan patrióticamente la decisiva importancia que esta ley tiene para el desarrollo nacional: serán los hombres del pueblo, los campesinos, los obreros, los estudiantes, es decir, todos los que siempre han luchado por hacer prevalecer la justicia social en el Perú. Ellos comprenderán que al fin empiezan a realizarse sus ideales. Nada importa que unos seamos militares y otros civiles. La patria es una sola y es de todos. Lo que importa es que se cumpla la transformación social y económica de nuestro país para hacer de él una nación libre, justa y soberana. Desde este punto de vista, se debe recordar la posición de los hombres de la Iglesia. En una reciente declaración de los Sacerdotes de ONIS, se señala la imperativa urgencia de una genuina reforma agraria en el Perú y se sostiene que “en una concepción cristiana del hombre y del mundo, los bienes de la tierra se ordenan a todos los hombres, para permitirles la realización de su vocación y destino”. No estamos solos. En la obra de la reforma agraria tendremos a nuestro lado a los campesinos, a los obreros, a los estudiantes, a la inmensa mayoría de los intelectuales, sacerdotes, industriales y profesionales del Perú. Y esto es lo que cuenta, porque ellos son el pueblo auténtico de nuestra patria, al lado del cual está la Fuerza Armada que surge de ese pueblo, y que a su causa brinda el respaldo de su decisión inquebrantable. Quiero, por eso, hacer una sincera invocación a la juventud del Perú para la que queremos forjar una patria mejor. Quienes vivimos hoy los años de la adultez, recibimos un mundo lleno de imperfecciones y de injusticias. Para quienes vengan después de nosotros queremos el legado de una sociedad libre y justa, la herencia de una nación donde no tengan cabida las clamorosas desigualdades y el oprobio del mundo que nos tocó vivir. Este es nuestro más grande anhelo: Labrar para nuestro pueblo y para su juventud un ordenamiento social donde el hombre viva con dignidad, sabiendo que vive en una tierra que es suya y en una nación que es dueña de su destino.

Así, mediante una política revolucionaria de inspiración verdaderamente peruana, profundamente nacionalista y, por tanto, exenta de influencias foráneas de cualquier índole, el gobierno del pueblo y de la Fuerza Armada pone hoy en movimiento un vigoroso e irreversible proceso de transformación nacional, evitando el caótico surgimiento de violencia social y dando autónoma solución a los seculares problemas del Perú. Esta es la mejor garantía de una verdadera y justa paz social en el futuro de nuestra Patria.

Compatriotas:

Este es, repito, un día histórico cuya trascendencia se acrecentará con el paso de los años. Hoy el Gobierno Revolucionario siente la emoción profunda de una misión y de un deber cumplidos. Hoy, en el Día del Campesino, miramos a la ciudadanía con fe, orgullo y esperanza; y le decimos al Perú entero que a su pueblo debemos la inspiración de nuestros actos y que a él hoy le entregamos una ley forjadora de grandeza y justicia en su destino.

Al hombre de la tierra ahora le podemos decir en la voz inmortal y libertaria de Túpac Amaru:

“¡Campesino, el patrón ya no comerá más de tu pobreza!”.

martes, 23 de febrero de 2010

El comienzo


por Manuel González Prada

Por primera vez se ha celebrado la fiesta de mayo, no sólo en Lima sino en algunas otras ciudades o pueblos de la República. Se ha batido por calles y plazas una bandera que simboliza la revolución social, se ha dicho en reuniones públicas y se ha impreso en hojas sueltas o en diarios lo que entre nosotros nunca se había escuchado ni leído. Parece que las autoridades y gente de orden hubieran estado de acuerdo para dejar decir y hacer. El año entrante ¿sucederá lo mismo?
Seguramente, muchos de los que tomaron parte en las manifestaciones verificadas el 1 de mayo no se daban cuenta precisa de todo lo que ellas significaban, pues al lado de las banderas rojas se desplegaban los estandartes de las cofradías y a poco de retumbar los discursos del más puro internacionalismo, salían a resonar la música y los versos de la canción nacional.
Pero el solo hecho de congregarse gratuitamente para asistir a ceremonias que nada tienen de político ni de religioso prueba que todo el pueblo no es la canalla venal de los tabladillos eleccionarios; que hay una gran parte sana y deseosa de orientarse hacia algo nuevo y fecundo. Lo prueba, también, el haberse aplaudido la emisión de ciertas ideas que en años anteriores habrían desencadenado una verdadera tempestad.
En nuestro país se realiza hoy una cosa innegable: la aparición y la propagación de las doctrinas libertarias. Cada día nacen nuevos periódicos donde con más o menos lógica se siguen las huellas de los Kropotkin y de los Reclus: en Lima han aparecido últimamente Simiente Roja, Redención y El Hambriento, que agregados a Los Parias suman cuatro publicaciones de la misma índole en sólo la capital. Y no debemos admirarnos al ver que en Trujillo salen a luz La antorcha, El Zapatero y El Rebelde. En Chiclayo, Justicia va tomando un color más definido, probablemente por la influencia de Lombardozzi. El Ariete de Arequipa no anda muy lejos de Simiente Roja ni de Redención, pues Francisco Mostajo tiene más de rebelde al estilo de Juan Grave que de político a la moda peruana. La enumeración resultaría larga, si no quisiéramos omitir ninguna de las publicaciones con algún tinte socialista o libertario.
Las huestes seguirán engrosando, las cabezas se irán llenando de luz, y lo que hoy se reduce a la convicción de unos pocos, algún día será la doctrina de muchos: el inconsciente impulso de viajar hacia tierras desconocidas o adivinadas se irá transformando, poco a poco, en marcha consciente hacia regiones divisadas y conocidas.
Si hay un terreno llamado a recibir las ideas libertarias, es indudablemente la América del Sur y de un modo singular el Perú; aquí no existen las arraigadas tradiciones que en las viejas sociedades oponen tanta resistencia a la germinación de todo lo nuevo; aquí la manía de pronunciamientos que agitó a nuestros padres y abuelos se ha trocado en espíritu de rebeldía contra todo poder y toda autoridad; aquí, habiéndose perdido la fe en los hombres públicos y en las instituciones políticas, no queda ni el freno de la religión, porque todas las creencias van desapareciendo con asombrosa rapidez.
Muchos peruanos son anarquistas sin saberlo; profesan la doctrina pero se asustan con el nombre.

lunes, 22 de febrero de 2010

Trasvasamiento, organización y socialismo nacional


por Juán Perón


Hemos hablado de la necesidad de un trasvasamiento generacional. Ello emerge de la necesidad insoslayable de mantener el estado juvenil del Movimiento. Se trabaja normalmente para el futuro y ese futuro por fatalismo histórico y biológico, diremos aquí, corresponde a las generaciones jóvenes. Un movimiento que sea o que represente una revolución trascendente, difícilmente puede ser realizado por una generación sino por varias de ellas. La historia es bien clara en esto; la Revolución Francesa tuvo casi treinta años de preparación, a través de los enciclopedistas. Bien, ya treinta años es una generación, la Revolución Rusa tuvo como sesenta, el pobre Lenin fue el que preparó todo eso y no pudo alcanzar sino una pequeña parte de la Revolución y quedó marginado. ¿Por qué? Y, porque la generación que le sucedió lo reemplazó. Es indudable que esto da un derecho a la juventud, es el derecho de intervenir en el quehacer actual, preparando el cambio generacional. Si no los movimientos envejecen y mueren; lo que se trata es, precisamente, de hacer ese cambio generacional a fin de que se remoce el movimiento, se perfeccione y se adapte a las nuevas etapas. Las revoluciones cumplen normalmente cuatro etapas: la primera es la doctrinaria -son los enciclopedistas de los franceses y es Lenin en Rusia, en la Revolución Rusa-; la segunda etapa es normalmente la toma del poder, o el golpe de Estado -es Napoleón del 18 Brumario, y es Trotsky con los mil en Moscú-; la tercera etapa es, diremos, la etapa que da verdaderamente la ideología, que inculca eso -esa ideología-, es Napoleón en el Imperio y es Stalin en la Revolución Rusa. O sea la etapa dogmática, donde se mete el dogma, y la cuarta y definitiva es la institucionalización de la revolución, es la primera República Francesa después de la Revolución, y es Kruschev que anula el culto a la personalidad a fin de reemplazarlo por la institucionalización. Claro, cada una de estas etapas lleva un largo, un largo recorrido en la historia, y los mismos hombres difícilmente llegan. Entonces esa preparación, diremos así, para las nuevas generaciones es lo que hemos llamado nosotros el trasvasamiento. Es decir, que es necesario ir preparando los dirigentes, porque las masas evolucionan solas y cuando están imbuidas de una ideología y puestas en marcha por una doctrina, las masas continúan, pero los dirigentes son los que deben ir evolucionando en sí, y preparándose para nuevas circunstancias. Normalmente, las ideologías no cambian, sino en largos períodos de la historia. Ha habido ideologías para la Edad Media, ha habido para la etapa capitalista, hay ahora una para la etapa socialista, en fin, pero duran siglos las ideologías. En cambio las doctrinas -que son la forma de ejecución de esa ideología-, ésas varían con las circunstancias de la aplicación. A medida que se va aplicando esa ideología, las circunstancias, el tiempo, el espacio, en fin... cambian. A ese cambio es al que nosotros debemos ir acostumbrando a las nuevas generaciones. Esos dirigentes que se forman para las nuevas generaciones deben ir bien en claro, a través de una preparación humana acabada, que permita dar continuidad, es decir, que una generación pueda entregar sus banderas a la que sigue, para que ella las haga triunfar, aplicándolas de acuerdo con las circunstancias y el lugar en que eso ha de realizarse. Nuestras banderas de Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política son inamovibles, por lo menos por un largo período de nuestra historia serán inamovibles. Luchamos por eso, esas banderas son tomadas por las nuevas generaciones que las prolongan en el tiempo. El fenómeno peronista es una demostración de esto; nosotros hemos preparado bien a la juventud, a los chicos, desde la cuna, ya la mamá iba inculcándoles esto, la intervención de la mujer en la política y los derechos políticos de la mujer tienen su razón de ser revolucionaria. Es decir, que nosotros pusimos a la mujer... ¿por qué? Porque entre el nacimiento y entre los seis años se forma el subconsciente de los niños. Allí es donde hay que meterle el peronismo, ¡lógico!..., porque de eso no se independiza jamás. Es lo que me decían que le pasaba a Vallejos con su abuelita, ¡es lógico!...

Esta preparación ya viene desde la niñez, por ello algunos ni se imaginan y dicen: ¡Si éstos no lo han conocido a Perón! ¡Si han nacido después que el peronismo ya había caído en el ’55! Sí, bueno, pero nuestros enemigos se encargaron de hacernos buenos, como dice el famoso refrán español: "Detrás de mí vendrán los que buenos me harán". Y es, en realidad, lo que ha ocurrido; fenómeno que, si la juventud desde la niñez está preparada en eso, lo absorbe rápidamente y entonces se produce normalmente el cambio generacional. Porque esa juventud comienza a crear y realizar. En política -donde la conducción es un arte- se forma a los dirigentes de la juventud, los dirigentes de conducción y los dirigentes de encuadramiento, que es lo que necesita la masa para su conducción en la lucha táctica. Bueno, esa gente ya viene preparada, necesita un poco de conocimiento de la conducción y entonces se puede desempeñar y desenvolver bien. Los viejos deben arrimar su experiencia, porque ellos, por egoísmo, no le dan a la juventud esa experiencia, llega un momento en que biológicamente ellos desaparecen de viejos, se mueren, ¿y quién los reemplaza? De manera que su egoísmo es sumamente negativo para la acción de continuidad de una revolución.

Por eso en este momento los viejos tenemos que pasar esa experiencia a nuestros jóvenes, porque a ellos les va a servir. Porque cuando llegamos a viejos sabemos mucho, pero ya no nos sirve para nada, hay que pasárselo a los que le pueda servir. Entonces eso es el trasvasamiento generacional del que nosotros hablamos.

¿De esa manera sería continuar el proceso de conducción a través de...?


¡Natural!


El cambio generacional es prolongarse hacia el futuro


Es claro, y prolongarse hacia el futuro y proyectarse racionalmente, es decir, que esos jóvenes reciban una experiencia que ellos no tienen. Ellos siempre piensan y titubean por falta de experiencia, yo siempre les digo que le metan nomás, ¿por qué? Porque peor que nosotros, los viejos, no lo van a hacer. Vea el mundo que les dejamos. Por macanas que hagan, peor que lo que lo hemos hecho nosotros, peor no lo van a hacer. Entonces, eso hay que... hay que darle, es el "lanzio" -como dicen los italianos- a la juventud para que... vayan adelante, que hagan. Se van a equivocar, sí, bueno. Pero nosotros también nos hemos equivocado en muchas cosas, lo importante es que sepan bien donde hay que navegar. Siempre poner el punto hacia los grandes objetivos; si eso se hace, el futuro estará asegurado. El hecho de que en este momento el peronismo sea más fuerte que antes, está indicando que el Movimiento Peronista es un movimiento del futuro. Y es un movimiento del futuro porque hace veinticinco años, la primera generación, que ya en cierta medida ha sucumbido en un ochenta por ciento aún dentro del Movimiento, ha hecho su trabajo, pero hay otros que han recibido eso. Ustedes, la gente que está ahora, empuñando de a poco el bastón de mariscal que cada peronista lleva en su mochila.


La ofensiva antiimperialista

La liberación de los pueblos oprimidos


Entonces, lógicamente, ésa es la etapa que estamos viviendo. Naturalmente que el capitalismo con su... diremos, su fuerza; que es el liberalismo, está luchando para no ceder, como los señores feudales lucharon con la Revolución Francesa, también para no ceder. Pero indudablemente los acontecimientos históricos del mundo ya las han aceptado. Restan dos grandes focos de reacción (que en el fondo están totalmente de acuerdo...): uno el capitalismo yanqui y el otro el comunismo ruso.


El acuerdo de las superpotencias


...Yalta y Postdam fueron los instrumentos del acuerdo. Por eso es posible invadir Santo Domingo con veinte mil marines, con el OK ruso. Y poco después las fuerzas de Varsovia copan Checoslovaquia con el yanqui. ¿Están peleados?, quizás enfrentados ideológicamente, pero políticamente están perfectamente de acuerdo.


La "coexistencia pacífica"


Bueno, contra ese acuerdo es que el Tercer Mundo lucha. Nosotros hace veinticinco años en la Argentina dijimos las ventajas de una tercera posición, tan lejana de uno como de otro de los imperialistas. Esto lo dije yo en el año 1944, en Buenos Aires, y cayó aparentemente en el vacío, pero han pasado veinticinco años y hoy las dos terceras partes del mundo están en el Tercer Mundo. Y hoy todos los continentes comienzan a integrarse, pero comienzan a integrarse con comunidades, ya con profundas ideas sociales, si no son socialistas. Todo Medio Oriente es república socialista, el África, bueno...; ¿qué queda que no? Los imperialismos. Y el Tercer Mundo se está integrando y está más integrado de lo que muchos creen, indudablemente que ése es el mundo del porvenir, no es el otro mundo el del porvenir. Los imperialismos cumplen un fatalismo histórico una parábola: nacen, crecen, se desarrollan, envejecen, decaen y mueren.


Desarrollar la crítica y la autocrítica


En lo referente al asunto, de la crítica y de la autocrítica en el Movimiento, siempre ha sido una costumbre nuestra el sometemos a un análisis de los hechos que nos permiten apreciar y nos permiten aprender para ser más sabios en todas las ocasiones. Es indudable que la conducción tiene siempre sus riesgos, porque es necesario arriesgar para obtener los resultados apetecidos. Pero, en la conducción, todos los órganos de las distintas graduaciones tienen una misión, yo en ese aspecto tengo mi misión.

Mi misión, desgraciadamente, es la más ingrata del Movimiento, porque, indudablemente, mi misión está en mantener los principios de la doctrina, en mantener la unión de todos los peronistas, en tomar las resoluciones estratégicas, y cuarto: en revisar las resoluciones tácticas que puedan tener alguna implicancia en el aspecto estratégico. Esas son las cuatro misiones, y yo, cuando analizo una situación de cualquier naturaleza, bueno... yo tengo que resumir toda mi acción a cumplir esa misión que tengo, y si cada peronista hiciese lo mismo en todos los cargos que desempeña, muy bien, entonces no podría haber errores, porque cada uno cumpliría su misión como corresponde. Yo siempre he mencionado esto. A veces llega gente que, en fin, le es a uno desagradable, como todas las cosas en la vida, pero mi misión..., bueno, mi misión es aceptarlo, recibirlo y aun cuando muchas veces ni lo recibiría, o tendría ganas de darle un puntapié, tengo que darle un abrazo. Esas son experiencias de la conducción política, a las que el que está obligado a hacerlo y a cumplir su misión, tiene que cumplirlas.

Bien, en este sentido, nosotros no hemos tenido nunca problemas en la conducción estratégica, en lo referente a la masa. Todos los problemas están en el horizonte directivo, la masa es inconmovible, firme, ha asimilado la doctrina, la vive, la siente, es decir, no solamente conoce nuestra doctrina, sino que la tiene inculcada en sí, la siente y la conoce. Bien, los dirigentes también, quizás mejor que ellos, pero en el horizonte directivo siempre hay intereses y facciones, hay grupos, intereses de grupos, intereses personales, que llevan a enfrentamientos y luchas.


Hagamos crítica, pero primero autocrítica; crítica interna con sentido político


Mi tarea es la de llamarlos a todos, reconvenirlos algunas veces y largarlos de aquí amigos, a que vayan a trabajar en las mejores condiciones. Indudablemente que esa tarea es una tarea que desgasta mucho y que ha de aprovecharse para hacer la crítica y hacer, muchas veces, la autocrítica, porque el que tiene que resolver está siempre expuesto a cometer errores. Yo reconozco que en la conducción estratégica he cometido algunos errores, errores que generalmente han sido porque me he apartado un poco de la misión, lo que quiero decir es que cuando uno cumple una misión racionalmente es difícil que se equivoque. Pero, indudablemente, la conducción es un acto humano, y el hombre está expuesto a desviaciones de una u otra naturaleza. Sin embargo, yo tengo que confesar con toda franqueza, que a pesar de todos los inconvenientes presentados durante la marcha de la conducción política, he contado siempre con un apoyo suficiente y una comprensión amplia por parte de los dirigentes de la conducción política y de la conducción sindical. Ello me ha permitido llegar a esta altura de los acontecimientos con una organización que si no es perfecta, es buena, porque en el aspecto de la organización, muchas veces lo mejor suele ser enemigo de lo bueno.


Unidad y organización con crítica y autocrítica


Por otra parte, ambicionar una organización perfecta en la conducción política es una cosa muy difícil; en política rara vez existe el orden, a lo que hay que acostumbrarse, en consecuencia, es a aprender a manejar también el desorden. En política es consustancial el desorden con la actividad política; en consecuencia, el conductor que quiera meterse en eso tiene que acostumbrarse a manejar el desorden.


Los que colaboran con el enemigo


General, usted ha hablado, muchas veces, de aquellos dirigentes políticos o sindicales que merodean el poder. ¿El Movimiento autoriza a colaborar, por ejemplo, con el gobierno actual No, nosotros en el orden personal, nosotros no podemos impedirle a ningún peronista que quiera ir, pero nosotros no estamos con ese peronista. Ese peronista es un desertor para nosotros. Si va a colaborar con el enemigo, es un desertor, entonces no sólo no lo apoyamos, sino que los hemos expulsado del Movimiento a la mayor parte de ellos.


La organización revolucionaria


El enemigo especula con la posibilidad de integrar al peronismo, pero castrado revolucionariamente. Es decir un peronismo sin Perón. El enemigo, pues, especula con la desaparición política o física de Perón. Entonces, ¿qué medidas previsoras usted puede aconsejar para que la segunda etapa de la revolución justicialista, como usted denomina la de la toma del poder, pueda llevarse adelante aun en el caso límite de no contar con su conducción? Usted ha hablado de la necesidad de construir una organización revolucionaria, que pueda sustituir colectivamente y en el futuro a la actual conducción, ¿nos puede explicitar sus ideas al respecto?

Muy bien, desde que 1955 nosotros caímos del gobierno, yo me he preocupado de ir conformando una organización, lo cual es difícil. Los grandes movimientos son gregarios, van detrás de un realizador y contando con cien mil predicadores, así se ponen en marcha los movimientos revolucionarios. Nosotros lo hicimos así. Ahora, una vez que se ha conformado ya un movimiento con un líder al frente, no es tan fácil transformarlo en una organización, porque, en general, la gente se resiste a eso. Pero hay que tener en cuenta que el hombre no vence al tiempo, lo único que puede vencer al tiempo es la organización, entonces yo me he preocupado de ir formando, por simbiosis, la organización, y los grupos que desean seguir en el movimiento gregario puedan, por simbiosis, unirse y llegar a elegir en el momento oportuno, cuando desaparezca su forma de conducción. Porque eso lo tiene que elegir el propio Movimiento. Si aparece un hombre que me pueda reemplazar a mí no habrá problemas, si no aparece ese hombre es indispensable reemplazarlo con una organización. Una organización revolucionaria que permita al Movimiento, a través de organismos, ir conformando y cumpliendo los objetivos que nosotros hemos venido señalando desde hace muchos años, más los nuevos objetivos que las circunstancias nuevas vayan produciendo. Esa organización, en fin... hemos tratado de alcanzarla, y creo que hasta este momento tenemos una organización. Por lo pronto no hay en el país ninguna fuerza política que tenga la organización que nosotros tenemos. No hay ni una fuerza y, sobre todo, no hay ninguna fuerza que pueda compulsar, por sí, un poder mayor, por unidad, por solidaridad, por cohesión, por unidad de doctrina. Detrás de una doctrina es que van los hombres organizados desorganizadamente. Nosotros, en ese sentido, estamos en un punto medio, en parte organizados, en parte todavía inorgánicos, porque hay grandes sectores que se van incorporando durante la marcha a esta lucha que nosotros venimos sosteniendo. Estamos en un momento en que estamos a caballo de dos generaciones. Una generación, que es la nuestra, que ha hecho todo lo que ha podido, bien o mal, pero lo ha hecho hasta ahora y ha cumplido una etapa en esa revolución, que podemos decir es la etapa doctrinaria de la revolución. Ahora viene la toma del poder, la etapa gregaria, y luego vendrá la institucional. Todo ese proceso ha de realizarse en base a las nuevas generaciones. Hay una nueva generación que está esperando y, por eso, yo vengo hablando de la necesidad del trasvasamiento generacional, junto con la organización debe venir un cambio, porque si no el Movimiento envejecerá y terminará por morir como todo lo viejo. Entonces, para evitar ese proceso, está el camino orgánico y el camino de remozamiento del Movimiento, por cambio generacional, la gente joven tomará ahora nuestras banderas y las llevará al triunfo. ¿En qué forma las llevará? No podemos predecir eso, porque si hoy aparece un hombre que pueda catalizar la voluntad de todo el Movimiento Peronista, será ese hombre, a la cabeza de ese movimiento, el que lo llevará. Si no tenemos la suerte de que aparezca un hombre esclarecido que pueda provocar en el campo táctico esa lucha que es indispensable para triunfar, no habrá más remedio que recurrir a la organización. Por eso la previsión está en esto: organicémonos, marchemos organizadamente, si aparece ese hombre, bendito sea y bienvenido.


La conducción colectiva de la organización revolucionaria


¿Pero estaría reñida la figura de un nuevo conductor, con el proyecto de una organización revolucionaria?

No, siempre, en todos los casos, el hombre que dirige o conduce una revolución necesita de la organización. De manera que no puede estar reñido lo uno con lo otro. La organización puede, en caso necesario, reemplazar la carencia de un conductor y eso es lo que nosotros debemos perseguir, es decir, buscar la forma de vencer al tiempo, Hay ejemplos en la historia, por ejemplo, el ejército de Napoleón, que era formidable, desaparece con Napoleón, ¿Por qué? Porque no tenían la organización necesaria, Nosotros debemos formar una organización necesaria. Nosotros debemos formar una organización que pueda vencer al tiempo, es decir, desaparecida la conducción mía, que aparezca otra conducción, puede ser un hombre o puede ser una organización.

¿Pero la organización siempre sería...?

¡Ah!, es indispensable, ¡es indispensable!

General, usted liga el proyecto orgánico al trasvasamiento generacional, ¿también está ligado en la etapa ésta que usted denomina socialista a la reactualización doctrinaria?

¡Natural! ¡Natural!, eso es consustancial. Así como la organización se articula en el espacio, toda la lucha se articula también en el tiempo, Hay cosas que son permanentes, como es una ideología. Nosotros tenemos una ideología ya fijada y, por lo menos, por mucho tiempo, por mucho tiempo, eso será una cosa inamovible, Arriar las banderas de justicia social, de independencia económica y de soberanía política, eso es muy difícil porque son cosas permanentes, En cambio, la doctrina, que son las formas de ejecución de la ideología, esas varían de acuerdo a las circunstancias, evolucionan con la evolución. El cambio generacional va buscando remozar en el tiempo esas formas de ejecución, Lo que hace veinticinco años nosotros hicimos de una manera, puede ser que en este momento esa manera no sea la apropiada para realizarla. Entonces las nuevas formas de ejecución, que nacen con la nueva generación, y las nuevas circunstancias, son las que hay que poner en marcha a través de ese remozamiento permanente en el Movimiento, para que el Movimiento no envejezca.

Es decir, el proyecto orgánico estaría ligado al trasvasamiento generacional y a la reactualización doctrinaria.


Construir la organización. Sólo la organización puede vencer al tiempo


¡Natural! ¡Natural! Y eso es lo que nosotros debemos perseguir, es decir, buscar la forma de vencer al tiempo. Reemplazarlo con una organización. Una organización revolucionaria que permita al movimiento, a través de organismos, ir conformando y cumpliendo los objetivos que nosotros hemos venido indicando hace muchos años, más los nuevos objetivos, que las circunstancias nuevas vayan produciendo.


El socialismo nacional


General, hoy el justicialismo explicita que su objetivo en el gobierno es realizar el socialismo nacional. Como la palabra socialista ha sido usada también para denominar proyectos antirrevolucionarios o reformistas, o socialdemócratas, como los europeos, e incluso social-imperialistas, ¿qué sería para nosotros el justicialismo?

Bien, efectivamente, la determinación del término socialista, hoy en el mundo es muy difícil, porque toma una enorme gama de extensión, que va desde, diremos, un movimiento internacional dogmático, hasta una abiertamente, democrática. Dentro de eso hay miles de gradaciones, y uno lo puede observar en los cinco continentes los distintos sistemas, todos basados en un socialismo. Ahora, existen las monarquías gobiernos socialistas, existen los movimientos marxistas, también socialistas. Entre la extrema izquierda y la extrema derecha, se escalonan todos los socialismos habidos y por haber. Nuestro Movimiento, en ese sentido, es mucho más simple, es indudablemente de base socialista. ¿Por qué? Porque pivotea sobre la justicia social, que es la base de toda nuestra promoción revolucionaria. El socialismo nuestro puede caracterizarse así: en estos dos siglos, como ya he dicho anteriormente, se ha producido un avance extraordinario que supera a los diez siglos precedentes. Esto ha estado en la máquina, la empresa, la ciencia, la técnica y el hombre.

¿El capitalismo?

Es el capitalismo nacido en la Revolución Francesa, que en estos dos siglos desde la Revolución Francesa hasta ahora, ha hecho un sistema que, no podemos negar, ha hecho avanzar al mundo de una manera extraordinaria. Especialmente en el aspecto científico y técnico. Pero los pueblos con esos medios técnicos se han esclarecido por la facilidad de la dispersión de las noticias, del conocimiento, y estos pueblos se dan cuenta de que se ha avanzado, estos dos siglos, extraordinariamente, pero a costa de un tremendo sacrificio de los pueblos. Entonces los pueblos piensan hoy, ese mismo avance podrá ser más lento quizá, pero se puede hacer sin necesidad de sacrificar a los pueblos. El justicialismo lo que anhela es eso, seguir luchando por un progreso, quizá no tan rápido como han sido estos dos siglos, pero sí más justo.

Es decir, sin que el sacrificio gravite tremendamente sobre la espalda de los pueblos, como ha estado gravitando hasta ahora a través del sistema: capitalista. El sistema capitalista, bueno... pero es que entre el socialismo internacional dogmático y el capitalismo la diferencia no es tan notable, porque uno es un capitalismo de Estado y el Otro, es un capitalismo individualista. Los dos someten, uno intensifica al hombre, e indudablemente el progreso es extraordinario porque es una colmena en acción; el otro es un capitalismo individualista. Los dos someten, y obtienen también grandes resultados. Pero los dos, en mi concepto, son en base al sacrificio de los pueblos.


Reemplazar el sacrificio por el esfuerzo


Nosotros queremos que ese sacrificio desaparezca y que se realice el mismo trabajo sin sacrificio, sólo con esfuerzo. Eso es el justicialismo. Ahora que es socialista, natural que es socialista, porque busca esas formas de convivencia con el gran acento en el aspecto social. Es decir, que el hombre sea de la comunidad, pero la comunidad también sea del hombre. Es decir, para nosotros el gobierno justicialista es aquél que sirve al pueblo, que no sirve otro interés que el del pueblo y hace lo que el pueblo quiere. Y dentro de esas formas, él va luchando por la grandeza de la comunidad en que vive. Congeniar lo individual con lo colectivo es el proyecto revolucionario nuestro, y el hacerlo es una de las formas del socialismo.


Un socialismo argentino para argentinos


Y al mismo tiempo, ¿esto sería el proyecto socialista del justicialismo, un socialismo argentino para los argentinos, autónomo, general?

Natural, porque cada comunidad tiene su propia idiosincrasia y sus propios valores intrínsecos, que es necesario respetar. No son iguales dos comunidades, son las características distintas en las que influye hasta la situación geográfica, absoluta, la situación geográfica relativa, la raza, en fin, un sinnúmero de circunstancias que gravitan sobre la formación de esa comunidad. Entonces...


Un socialismo nacional creado desde el pensar y el sentir del pueblo


...un socialismo justo, como el que aspira el justicialismo, y por eso se llama justicialismo, ha de ser aquél donde la comunidad se realice de acuerdo a sus condiciones intrínsecas.

Es que no se puede importar nada de afuera. ¿Por qué? Porque no se pueden asimilar los métodos de una comunidad diferente. Es decir, no es cuestión de adoptar, sino en algunas circunstancias adoptar, y en otras de crear. Porque la suprema condición del arte de conducir a los pueblos es precisamente la creación. Y para crear hay que someterse a las circunstancias naturales del hecho que uno pretende crear. Y en esto eso es una condición fundamental, si se hace un movimiento socialista en la Argentina, ha de ser un movimiento hecho por los argentinos para los argentinos. ¿Por qué? Porque no se puede hacer un socialismo igual para un "mujik" de la zona asiática que para un hombre en la pampa argentina. Los dos son campesinos, pero son diametralmente opuestos en todas sus manifestaciones anímicas y físicas. Y el medio es también diferente y la actividad es también distinta. En consecuencia, lo que queremos es una cosa para ese argentino, realizada por los argentinos. Y si en eso es necesario sacrificar algunas cosas, será necesario sacrificarlas. Para gozar de algunas es necesario sacrificar otras. Ese es el proceso de pesos y contrapesos que en toda comunidad establece el verdadero equilibrio de realizaciones. Eso es lo que nosotros aspiramos hacer con el justicialismo.


Terminar con la explotación capitalista


Usted ha escrito, general, que ha terminado en el mundo el reinado de la burguesía y que comienza el reinado de los pueblos, es decir, ¿comienza la etapa en el mundo en que termina esa expropiación capitalista de la burguesía?

¡Natural! Y es por la circunstancia que ya expliqué hace pocos momentos. El mundo ha cambiado, no es una imposición argentina, ésa es una imposición del mundo. El mundo que va en una evolución con los pueblos que ya están esclarecidos, y en consecuencia...


Los pueblos rechazan el "desarrollismo", el neocapitalismo y los demás proyectos imperialistas


...pueblos que se niegan a seguir un proceso de sacrificio cuando eso se puede reemplazar con un simple esfuerzo, que hasta puede ser agradable, el sacrificio no es agradable para nadie.

En consecuencia ésa es una aspiración del justicialismo: la dignificación del hombre, la dignificación del trabajo, a través del cual se puede crear y se puede construir. Pero para que se realice, no es necesario que tenga un policía atrás con un fusil, ni que esté el patrón con un garrote insultándole mientras realiza su trabajo. Es decir, que en condiciones dignas un hombre se desarrolla, se realiza a sí mismo.

Dueño de su trabajo y de su bienestar...

Exacto... Para sumar un bien a esa comunidad. Lo que no es aceptable es que en una comunidad puedan existir tipos que no producen ni siquiera lo que consumen. Porque una comunidad donde abundan los que consumen y no producen, es una comunidad que no va a ninguna parte. Ahora, para producir, al hombre hay que darle las condiciones de dignidad, de felicidad y de tranquilidad, para que pueda producir sin sacrificios, eso es lo que nosotros queremos...


Nuestro proyecto es liberar al hombre


¿El socialismo nacional, el justicialismo, se plantea como objetivo estratégico liberar al hombre de todas las formas de opresión, para llegar a ese hombre comunitario y solidario de que usted hablaba, de la comunidad organizada?

Naturalmente. La única manera conocida para terminar con el antagonismo entre hombre y la comunidad, seria indudablemente desmontar un poco el egoísmo. Y eso nosotros lo decimos precisamente en nuestra ideología. Que el hombre termine un proceso de explotación de su egoísmo, sacrificando gran parte de él en beneficio de la comunidad. Solamente así se puede arribar a una comunidad organizada.

El individualismo es la escuela nefasta y negativa de ganar haciendo mal a los demás en vez de ganar siendo más capaz y más moral que los otros. Ese es el espíritu maldito del individualismo, carente de sentido social y de sentido político, que no sólo ha hecho de cada hombre un lobo, sino que ha hecho lanzar a unas naciones contra otras.

Y el hombre podrá independizarse, solamente, en una comunidad organizada. Donde cada uno haga lo suyo, realizándose dentro de una comunidad que también se realiza.

Ya que es muy difícil que un hombre pueda realizarse en una comunidad que no se realiza, la comunidad organizada tiende hacia ese fin y, por eso, nosotros, a nuestro proceso ideológico enunciado, lo hemos llamado la comunidad organizada. Porque es la comunidad organizada, precisamente, aquélla donde el hombre puede realizarse mientras se realizan todos los hombres de esa comunidad en conjunto.


La comunidad organizada será la creación colectiva y consciente de todo el pueblo


La comunidad organizada es el punto de partida, diremos así, del justicialismo. Y es también el punto de arribo del justicialismo.


Saludo final


Finalmente, aprovechando que esta película va a ser pasada a todos los compañeros, yo deseo hacerles llegar a todos los peronistas un saludo muy afectuoso. De la misma manera, dedicar un recuerdo triste a todos nuestros compañeros que han caído en la lucha. Ellos nos fijan un mandato para nuestra actitud y nuestra conducta en el futuro. Y deseo que a todos los deudos de esos muertos les llegue la seguridad de que nosotros hemos de tratar, en el futuro, de honrarlos, en toda la lucha que vamos a realizar. De la misma manera, quiero hacer llegar mi recuerdo emocionado a todos los compañeros que actualmente están en la cárcel. Nosotros sabemos perfectamente que en el ejercicio de la ciudadanía, la cárcel suele honrar a muchos ciudadanos cuando éstos, también, han sabido ennoblecer la función de tales. Por eso, yo le sugiero hacer llegar a todos esos muchachos nuestra solidaridad más absoluta, junto con un saludo muy afectuoso. De la misma manera existe una cantidad de argentinos que han sido torturados. Para ellos también nuestro recuerdo agradecido, porque sabemos perfectamente bien que con su actitud valiente frente a los sicarios de la policía y de los organismos que se dedican a torturar a los ciudadanos, han tenido una conducta que los honra y que les hace llegar nuestro reconocimiento más profundo. En síntesis, quiero hacerles llegar a todos los compañeros peronistas, un saludo caracterizado por un abrazo muy fuerte sobre nuestro corazón. De la misma manera, a todos los argentinos que, aun sin ser peronistas, están luchando por la misma causa por que estamos luchando nosotros.

Nuestra solidaridad no ha sido jamás ni sectaria ni excluyente. Para nosotros, todos los que luchan contra los enemigos de nuestro país son nuestros amigos y, en el carácter de tales, les hago llegar mi saludo emocionado y cariñoso.