viernes, 11 de junio de 2010

La Izquierda Nacional no ingresa al peronismo


por Jorge A. Ramos

En el reportaje que sigue, publicado en el diario El Cronista Comercial, el 20 de febrero de 1975, Jorge Abelardo Ramos reitera que no es posible sostener las posiciones de la Izquierda Nacional desde dentro del Peronismo. Quienes lo intentaron –afirma– “se degradaron políticamente”. Para Ramos el compromiso de la Izquierda Nacional es con la Revolución Nacional, y el apoyo al Peronismo –que no supone subordinación política, ideológica ni organizativa– está supeditado a que ese movimiento “dé pasos en defensa de la Patria y del interés popular. Si no, no”.

–Periodista: Más de una vez se ha calificado como oportunismo su posición de no comprometerse con el Peronismo, a pesar de las grandes coincidencias.
–JAR: El Peronismo fue creado por la irrupción de la clase obrera en los asuntos públicos en 1945, y fue organizado y controlado por un grupo de jefes del ejército de tendencia nacional, a cuyo frente se encontraba el coronel Perón. Nunca se propuso establecer ni el fascismo ni el socialismo, sino desarrollar el capitalismo nacional contra la pretensión imperialista de inmovilizar a la Argentina como factoría agraria. Por eso otorgó grandes concesiones de todo orden a la clase obrera y a las masas populares al mismo tiempo que protegió a la naciente burguesía industrial, aunque recibió la obvia ingratitud de esta última. Nosotros somos socialistas revolucionarios y apoyamos a ese movimiento en tanto dé pasos adelante en la defensa de la Patria y del interés popular. Si no, no.
–¿Y el FIP considera que da pasos adelante?
–El gobierno tropieza con grandes dificultades. Pero quiero agregarle: nuestro compromiso es con la Revolución Nacional. Hay que entender que en la política argentina hay dos grandes campos, el campo nacional y el campo de los intereses vinculados a la factoría agraria y al imperialismo. En cada lado hay una izquierda, un centro y una derecha. Nosotros nos ubicamos en la izquierda del campo nacional.
–El FIP, sin embargo, no ha alcanzado una notoriedad política equivalente a la de otras izquierdas o a la de otros sectores de lo que usted denomina el campo nacional.
–Nosotros somos el reflejo intelectual de un mundo que nace en 1945. No podíamos existir antes y tampoco podríamos existir si no hubiera nacido entonces el Peronismo. Aspiramos a ir creando las condiciones para realizar la Revolución Nacional. Los 900.000 votos que obtuvimos el 23 de setiembre, precisamente indican qué es lo que sucede cuando se logra plantear en el campo nacional una perspectiva revolucionaria. La conciencia de la clase obrera, que es aplastantemente peronista, irá ascendiendo hacia el socialismo. Esa es nuestra tarea.
–Usted critica duramente a los viejos partidos liberales. ¿Tiene el mismo concepto de ciertos sectores de estos mismos partidos que se caracterizan por asumir posiciones de izquierda?
–Mire, el izquierdismo del señor Alfonsín, por ejemplo, surge del bajo precio del novillo y del “desaliento” de los sectores rurales, que en realidad están “desalentados” desde el siglo XVIII, cuando se apoderaron de las grandes tierras de la provincia de Buenos Aires. No hay sustanciales diferencias con la inquietud de Balbin, que también expresa el desaliento de los terratenientes que, cuanto más ricos están, más desalentados se sienten. Incluso, fíjese que la palabra “desaliento” fue patentada por la Sociedad Rural y nunca falta en las declaraciones. Me refiero a la misma Sociedad Rural que a fines del año pasado ofreció un almuerzo a Balbín, quien luego declaró que no había oligarquía vacuna en el país. ¡Qué diría Don Hipólito!
–¿Cómo ubicaría usted a esos sectores que normalmente suelen denominarse “peronistas de izquierda”?
–La verdad es que nunca conocí izquierdistas en el Peronismo. Más bien conocí muchos fascistas. En el Peronismo hay mucha gente que simpatiza con posiciones de izquierda y quiere avanzar hacia el socialismo.
Una gran proporción de ellos votaron el 23 de setiembre con la boleta del FIP. Pero no pueden prevalecer en el aparato del Justicialismo. Allí es más fácil que triunfen los sectores minoritarios que admiran a Mussolini y al fascismo.
–¿Usted quiere decir que esos sectores estarían fuera del Peronismo?
–Sucede que para hacer una política de izquierda hay que estar fuera del Peronismo, puesto que de otra manera se choca inevitablemente con la dirección del Peronismo. Y, en ese caso, termina siendo imposible apoyar al Peronismo y luchar por el socialismo. Nosotros sostenemos esto desde 1946, gracias a una comprensión correcta de la realidad nacional. Lamentablemente, en algunos casos, otros dirigentes políticos que por ese tiempo intentaron comprender el fenómeno peronista con una perspectiva revolucionaria terminaron finalmente haciéndose peronistas, es decir, degradándose políticamente. Para la clase trabajadora y las mayorías populares, la incorporación al Peronismo en 1945-46 significó un enorme avance histórico. Pero los marxistas que entraron al Peronismo abandonaron la ideología del socialismo y si bien comprendieron ciertos aspectos de la “cuestión nacional”, ignoraron el más importante: en definitiva, la “cuestión nacional” sólo podrá ser resuelta por el socialismo.
–En su concepto, ¿Perón ha tenido herederos?
–Los herederos de Perón son los que recibieron el poder político que dejó vacante, hacen decretos, están en el gobierno. El problema es que tendrá que verse si tales herederos son dignos del legado. De acuerdo a Goethe: “lo que te ha sido legado, conquístalo para poseerlo”.
–El FIP, como muchos grupos de izquierda tradicional, mantiene obstinadamente su independencia. ¿Usted ratifica ese concepto?
–Por empezar, trabajamos para crear las condiciones políticas revolucionarias, como lo dije antes. Por otra parte, las izquierdas tradicionales son otro problema, sobre el que más de una vez he dado mi opinión. Pero, por último, ¿qué sería del porvenir si no existieran quienes lo preparan? Quedaríamos a merced de la astrología.

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