viernes, 26 de marzo de 2010
LA IDEA DE ESPAÑA EN AMÉRICA
por Rufino Blanco Fombona
EL EXCELENTE poeta y mal político D. Leopoldo Lugones dirige a D. Nicolás Urgoiti una carta que tiene el mérito de la sinceridad. En ella se declara nuestro poeta por Yanquilandia contra España y, naturalmente, contra América.
No sé cómo ni por qué esa carta ha podido causar extrañeza en Madrid... O mejor, sí sé.
Extraña, por el desconocimiento que existe aquí, en la mayoría, de la opinión americana con respecto a Europa en general, a España en particular y a los Estados Unidos. No parece adecuado al esclarecimiento de estas cuestiones la táctica de la censura dictatorial que nos amordaza: el impedir que en España se divulgue lo que pueda herir el orgullo, más alto que Osa y que Pelión, de los Estados Unidos. Hasta se da un caso curiosísimo: cosas que se publican en los Estados Unidos, contra los Estados Unidos, no podemos, bajo la dictadura de Primo de Rivera, más papista que el Papa, reproducirlas ni comentarlas en España.
¿Interesa en España conocer lo que se piensa en América de los Estados Unidos y de España misma? Es decir, ¿tiene España una política internacional americana? ¿Le conviene tenerla? pues si le conviene tenerla o ya la tiene debe poner oído a la opinión; y para poner oído a la opinión le conviene dejarla manifestarse, en semejantes cuestiones, con absoluta libertad.
* * *
En América hubo siempre en cada república, desde los días de la Independencia , grupos más o menos conexos y vigorosos de gente afecta a España, guardadores de sus tradiciones, ensalzadores de sus ideales. Hubo grupos que le fueron adversos y buscaron norte en otras culturas y renovación para sus ideas en otras ideologías.
Los partidarios de España en América, fueron hasta el presente los amigos de la fuerza, los tradicionalistas, los católicos, los académicos. En una palabra: los conservadores. Los admiradores de los Estados Unidos, los liberales.
Pero ahora resulta este fenómeno: los conservadores se inclinan hacia Yanquilandia, convertida de república libérrima en nación imperialista, en imperio esclavócrata. Los partidarios de España, en América, van siendo los hombres de espíritu abierto y liberal.
¿Por qué? No porque los hombres de espíritu liberal en América se hayan vuelto lechuzas de El Escorial; sino porque han descubierto una España civil, una España democrática, una España científica, una España de intelectualidad moza, una España evolucionada, una España socialista, una España sin grandes ejércitos, sin grandes escuadras. En suma, una España a la cual podemos no temer... ni material, ni ideológicamente.
El golpe de Estado de 1923, la subsiguiente dictadura, la creciente influencia del clero, las restricciones a la libertad de enseñanza y el predominio de la Corona sobre las formas legales de una democracia, han producido enorme desilusión. La desilusión se acentúa cuando se advierte que España –la España dominante–, a semejanza de los Borbones, no aprende nada ni con el tiempo ni con el infortunio. Persiste en ser un Estado retardatario, opuesto a todo lo que implique libertad y represente porvenir.
Antes del retroceso de 1923 los espíritus generosos principiaban a creer de veras en la democracia española.
Entretanto, los amigos de la cachiporra, los que están al sol que más calienta, los conservadores, tornaban y siguen tornando los ojos a pueblos más fuertes, más prestigiosos, más ricos, y si no más brutos, más brutales. Han encontrado la concreción de su ideal en los Estados Unidos.
¿Se extrañará ahora que Lugones sea partidario de los yanquis y abominador de España? También es partidario de la espada asesina para dirigir las sociedades y apologista esforzado de la dictadura. Con su antigua costumbre de poner su retórica rimbombante al servicio de las ideas ajenas –porque en su cerebro no ha nacido jamás una idea propia–, Lugones acaba de proclamar en Lima, las ideas de D. Laureano Vallenilla Lanz, campeón del gomezalato, propugnador en Caracas del “Gendarme necesario” y de la política del mandador.
Y en su carta al Sr. Urgoiti no dijo apenas el Sr. Lugones lo que piensa de España. En Lima fue más explícito.
“A mí me parece también excelente –afirmó– la vinculación con España; mas no le veo realización política esperable, por cuanto aquella nación no es potencia autónoma...”
* * *
Los implantadores de la censura sacan buena, desgraciadamente, la opinión de Lugones respecto a mediatización de España. Una prensa en que no se puede hablar del fascismo, porque se queja la Embajada de Italia, ni de religión, porque se queja el Nuncio, ni de imperialismo yanqui, porque se queja el embajador de los Estados Unidos, ni siquiera de tiranuelos americanos, porque se queja la Legación de Venezuela, ¿no parece una prensa mediatizada?, ¿no parece la prensa de un país intervenido, sin propia autonomía?
¿Se pensaba en España que todos éramos ibericanizantes, panhispanistas, partidarios de una estrecha amistad con la nación española? Tal vez. Por eso no se toman en cuenta las aisladas voces que profieren respecto a España palabras de amor, dentro de la verdad, y hablan este lenguaje nuevo en América o para América. Nuevo en absoluto. Porque aun los antiguos amigos de España en nuestro mundo de Ultramar lo eran –y tenían razón– estelar, platónicamente... no para vinculaciones de carácter político. España fue una amenaza para América mientras en América poseyó colonias. Aquello, por fortuna, pasó.
Pero si hay quienes sueñan con un acercamiento político a España y aun con oponer Madrid a Washington, hasta donde sea posible, que Madrid se conserve de pies. Que no pueda repetirse, como dice Lugones, que “España no es una potencia autónoma”. Que se nos permita en la prensa libre discusión de candentes cuestiones. Que se pueda opinar sobre cualquier potencia, por fuerte y rica que sea, con absoluta libertad. De lo contrario, tendremos que rendirnos a la evidencia y renunciar a quimeras[1].
Notas
1. La censura contestó con su hecho brutal: se negó a la publicación de este artículo. Véase la carta del director de La Voz. [El contenido de la misma se encuentra ubicado al pie de la página siguiente. N. del E.]
El director de LA VOZ.
Sr. D. Rufino Blanco-Fombona
Mi querido amigo:
Tengo el sentimiento de devolverle su último artículo, porque la censura lo ha tachado completamente, como ya suponía.
Le ruego con todo encarecimiento que no se obstine más contra lo inevitable y que no me envíe cosas en las que directa o indirectamente se aluda a los Estados Unidos, pues es lamentable que con tanta frecuencia pierda usted su trabajo y yo mi composición.
Sabe que le quiere su buen amigo, q.e.s.m., E. Fajardo.
5 de mayo, 1925.
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