miércoles, 24 de abril de 2013
LAS PAUTAS DEL “MEDIO PELO”
por Arturo Jauretche
LAS PAUTAS DEL “MEDIO PELO”
Por su misma ambigüedad y
lo equívoco de la situación, las pautas que rigen la conducta de la gente del
"medio pelo", son más numerosas y de observancia más prolija que las
que corresponden a los status consolidados.
En esto del prestigio es
de aplicación la diferencia que hay entre orgullo y vanidad; parecen la misma
cosa y son opuestas, por cuanto a la vanidad sólo le interesa parecer, y al
parecer sacrifica el ser. El orgullo en cambio es una afirmación del ser en que
lo subsidiario es parecer, y en todo caso, es esto lo que se sacrifica.
Las pautas que corresponden
al grupo de pertenencia están en el subconsciente de los individuos que lo
componen, y el comportamiento se rige por ellas en razón del hábito sin que
generalmente intervenga la voluntad; hay el asentamiento que los españoles
llaman tolera, como en los vinos; por lo mismo, poco preocupa una infracción
accidental, porque no hay el temor de descolocarse. Pero cuando se trata de un
falso status, cuando en realidad se trata de aplicar pautas de imitación
de otro grupo de pertenencia, la observación de las pautas es religiosa. Como
no hay autenticidad, las pautas no nacen del grupo; será más acertado decir que
el grupo nace de las pautan porque estas crean la imagen del status, y
lógicamente sólo por éstas se logra la apariencia de pertenecer al mismo: es
la apariencia de una apariencia.
Con lo dicho basta para
señalar que la práctica puntillosa de las pautas es esencial al "medio
pelo". El colchón no tiene lana y existe en la medida en que se lo crea
colchón.
De las dos vertientes que
proveen el material humano que concurre a la formación de este falso status, la
primera, constituida por los que se han llamado “primos pobres” y la alta clase
media, no necesita contrariar profundamente su íntima naturaleza, ya que el
filo de clase en que está ubicada, de por sí le asigna una situación equívoca
pero aproximada; para este grupo el equívoco surge del pie forzado del “quiero
y no puedo”; no proviene del estilo sino de la escasez de recursos para
mantener el tren.
La que se desnaturaliza
profundamente es la que proviene de la burguesía reciente, porque sustituye las
pautas burguesas del prestigio que son su fuerza, por las de imitación en que
se degrada.
PAUTA DE COMPORTAMIENTO: DOMICILIO
Hay pautas de
comportamiento y pautas ideológicas y trataré de atenerme a esta separación, lo
que no impedirá que se interfieran en la exposición porque, como es natural,
son recíprocas y se compenetran.
Veamos las de
comportamiento.
La primera es el lugar de
domicilio al que ya me he referido con anterioridad en el señalamiento del
Barrio Norte.
Precisando, el verdadero
Barrio Norte es muy restringido y constituye el reducto de la clase alta, cuyo
problema de prestigio es hoy más que destacarse del resto del país –cosa que no
necesita--, defenderse del “medio pelo” que la acecha, la rodea y trata de
filtrarse; como en la selva, no son los leones y las panteras, sino los
mosquitos los que molestan.
Ese barrio restringido se
extiende desde la plaza San Martín hasta la Recoleta , y desde Charcas o Paraguay hasta el
bajo: la parroquia del Socorro y el perfil este del Pilar, con alguna
prolongación después de la
Recoleta en la loma que empieza en Pueyrredón y Las Heras y
termina en la barranca que caen en plaza Francia y los jardines que fueron de
la casa presidencial.
Ya vimos que Mallea nos señaló su epicentro en el codo aristocrático de
Arroyo. (Ese increíble socio del Jockey Club al que me referí
anteriormente, un tal Ángel Vega Olmos, en la asamblea de este año en que se
resolvió adquirir el Palacio Álzaga Unzué, frente a la plazoleta Pellegrini;
tuvo una precisión topográfica aun mayor que la de Mallea. Refiriéndose a la
ubicación, dijo: “Este lugar, donde se encuentran las pocas virtudes
argentinas que quedan”. Hay quien afirma que no puede existir nadie tan
cursi, pero la información fue publicada en La Nación ”, que es muy
respetuosa de los socios y de la entidad, por lo que hay dos corrientes
interpretativas: la que cree que Vega Olmos es un humorista inédito, pues casi
todo el frente de la plazoleta está ocupado por embajadas extranjeras, y la de
los que creen que este desconocido socio es un infiltrado peronista que quiso
facilitar un argumento justificativo post-incendio.
En el
Gran Norte geográfico —más allá del restricto espacio deslindado—, se expande
el “pequeño norte” social, que es el hábitat natural del "medio
pelo", que llega casi hasta San Fernando. Así como se ha advertido que no
todo el Norte es "medio pelo", conviene también saber que hay “medio
pelo” fuera del radio, porque algunos viejos caprichosos no quieren renunciar
al confort ni al ambiente de sus antiguos domicilios a pesar de la presión
femenina. "Las chicas" pasan momentos difíciles cuando se ven en la
obligación de dar su dirección", decía una señora.
AUTOMÓVIL Y ESTANCIA
Del automóvil como
símbolo también ya se ha dicho lo suficiente.
Está incorporado a la
moderna sociedad casi como una necesidad vital, pero en los casos en que su
utilidad práctica es secundaria —muy frecuentemente en los sectores pobres del
"medio pelo" que tienen actividades sedentarias a las que bastarían
los medios colectivos de comunicación, se produce una dramática inversión: en
lugar de ser el automóvil para el individuo, el individuo es para el automóvil, convertido en una cruel
deidad moderna a la que hay que sacrificar las necesidades primarias, el
sueño sobresaltado por el temor del robo, y el descanso, entregándose a la
gamuza, el plumero y la mecánica, ante la esquilmante exigencia de talleres
y estaciones de servicio.
En cambio para los
burgueses —aun los incorporados a la mentalidad del "medio pelo"—,
el automóvil sólo proporciona satisfacciones, porque los coloca en un terreno
favorable donde el antepasado conscripto de Curumalal no gravita, y sí los
billetes.
En Norteamérica, en el barrio
residencial donde todos poseen el modelo 1965, aparece un "canalla"
con uno 1966. Todo el barrio es desgraciado hasta que cada uno tiene su último
modelo, hecho que se repetirá en 1967.
Aquí también la
importancia del símbolo está graduada por marcas y modelos. Pero lo que para
el burgués norteamericano es un acto sencillo, se complica aquí para el burgués
de "medio pelo" en su tribulación entre el que le gusta y el que
gusta al status a que cree pertenecer.[1]
También se ha hablado
antes de la compra de estancias como símbolo y se ha explicado cómo está
regulado el acceso a la clase alta a través de la Sociedad Rural. La
burguesía reciente que compró campo, hace poco, todavía no lo sabe, y los que
compraron en los últimos años, ya desde la perspectiva rural que no permite la
sofisticación en materia económica, porque novillos y hectáreas se tienen o no
se tienen, siguen la comedia del "medio pelo", pero conscientemente,
en la espera de que sus hijos tengan el "reconocimiento". Entretanto,
a falta de pan, buenas son tortas.
LOS COLEGIOS
El colegio para los hijos
es una de las pautas más importantes.
Por lo pronto la escuela
del Estado está excluida. (Sin embargo hay algunos establecimientos oficiales
que dan categoría porque son selectivos y tal vez sus direcciones se ajustan a
este criterio, en la admisión. Tal ocurre con la escuela primaria de Libertad y
avenida Quintana, con la escuela Normal de Lenguas Vivas y algún otro
establecimiento).
En épocas anteriores,
sobre todo en el internado de los colegios secundarios, especialmente en los
colegios religiosos, la mayor parte de los alumnos provenían de las familias
de los propietarios de medios rurales radicados en el campo. Los colegios
laicos eran el recurso desesperado de los padres para meter en vereda a los
chiquitines muy vagos, y especialmente los díscolos con los que hacía falta una
mano fuerte. (Era el sucedáneo de "te voy a meter en un barco de guerra", misterioso castigo con que han sido
amenazados los adolescentes de mi época, en que todavía se haya podido
averiguar el origen de la leyenda, que supongo británica).
Esto no contradice lo
advertido antes con respecto a la clase alta que para la educación de las niñas
tenía sus colegios particulares tradicionales —casi exclusivamente religiosos—
y para los varones optaba con frecuencia por los colegios de las colectividades
extranjeras de alta calificación racial, particularmente los comprendidos en el
tono del "High School", correspondientes al racista status particular
que analiza Imaz, citado, al hablar de la burguesía de origen anglosajón,
germánico y francés.
Pero fuera de estos casos excepcionales
la función de las escuelas privadas —laicas o religiosas— era complementaria de
la de los colegios del Estado y
estaba impregnada de su mismo espíritu democrático. Ser alumno del Salvador,
del San José del Lasalle o de los padres Bayonenses, es lo mismo que de los
incorporados no religiosos, no atribuía status a la familia. El mismo
Colegio Internacional de Olivos que con su ubicación y el papel asignado a los
deportes reproducía una imagen criolla de las escuelas británicas tenía un
carácter diferente de los actuales en que sin duda influía la personalidad un
tanto proteica de su director, el Chivo Chelia. No era nada pituco a pesar de
sus apariencias: con decir que Perón salió de él, está todo dicho. ¡Qué horror!
¿No?
Sería ahora interminable
la lista de colegios particulares en que la enseñanza es un afecto
exclusivamente secundario, sean religiosos o particulares, y más en éstos: lo
único que importa es el prestigio social del plantel básico que pone los
apellidos, tras los que corre el "medio pelo" especialmente en los
colegios de niñas, con una terrible repercusión económica en los recursos
familiares:, donde el costo de colegios y sus agregados es otro de
los gravosos gastos de representación que ahogan a los de recursos pocos
elásticos e imponen privaciones en lo imprescindible.
Pero si la representación
traumatiza económicamente a la familia más traumatiza psicológicamente las
criaturas, particularmente las niñas. Sé que mucha gente me va a odiar porque estoy mostrando las llagas que más duelen y las más
escrupulosamente ocultadas.
He aquí una:
En un curso secundario hay un pequeño
grupito —siete u ocho— de alumnas procedentes de la alta clase. Forman un
círculo cerrado, lógico, porque están vinculadas desde afuera del colegio
donde sus familias están emparentadas o son amigas, frecuentan los mismos
ambientes y viven a nivel social y económico equivalente. Sin proponérselo,
constituyen el foco de atracción que provoca en las demás niñas la emulación
por incorporarse al mismo, frecuentemente inducidas por sus propios padres que
ven en la “nena” la posibilidad de utilizarla como oficina de relaciones
públicas.
El pequeño círculo acepta a unas y a
otras no, por simples razones de simpatía, y a veces también usando la
discriminación, con esa inocente crueldad de las criaturas.
El resultado no puede ser más dramático.
En una psiquis tan traumatizable como la de la adolescencia, el colegio se
convierte en una verdadera tortura, que se repite cinco años para las que se
sienten rechazadas y van acumulando un resentimiento que no se vuelve contra
quienes la rechazan sino contra su propia familia, a quien terminan por
considerar despreciable.[2]
Esto sin
perjuicio de la preocupación de la dirección de los colegios por ajustar la
enseñanza y el tono a las pautas ideológicas de la clase alta, exagerando sus
más mínimos prejuicios para asegurarte las alumnas que dan el prestigio de la
institución y restringir en lo posible las que lo quitan.
PAUTAS MENORES DE COMPORTAMIENTO
Barrio Norte, automóvil,
estancia (o el yate o la quinta en el medio pelo próspero), colegios, son los
símbolos básicos.
Le llamo pautas menores a
una cantidad de signos de exteriorización del status cuya característica constante
es el cambio y la movilidad. La propia inestabilidad del medio pelo
determina que su posición vertical dependa, como en el trompo, de la velocidad,
del giro. Carente de base, parado sobre la punta, si se detiene cae.
Aquí viene aquello de
"in" y "out". Es necesario estar "a la page"; lo
que es "bien" hoy deja de serlo mañana. "Saberlas todas",
es un índice seguro de status.
Así el medio pelo se
construye su propio idioma que es una imitación del modo de decir rápido y
apocopado de la clase alta. No logra adquirir el tono displicente que disimula
el interés personal bajo la apariencia de estar de vuelta de todo en un
alejamiento señorial de las cosas concretas, porque la urgencia de las
situaciones no da tiempo, pero imita las expresiones apocopadas que multiplica
y cambia todos los días convirtiendo el modo de hablar en una especie de
lunfardo al revés, para iniciados que están en el secreto cuyas claves también
cambian todos los días. Lo mismo ocurre con las preferencias artísticas, con
las prendas que se llevan o no se llevan, con el aliño y desaliño tensantes,
que se manifiesta en el modo de vestir y el peinado. Igual con la elección de
sitios de esparcimiento.[3]
Esta inseguridad
"very exciting" rige también para los lugares de veraneo y dentro de
ellos para las playas preferidas. Anótese que digo playas y no sierras, aunque
no puedo asegurar lo que va a pasar este año, porque la reciente visita de
Jacqueline puede haber provocado una revisión de las pautas vigentes. En esto
no hay nunca seguridad, pues la presencia en estos días del de Edimburgo, puede
acarrear muy graves consecuencias; tanto se insiste en su escasez de recursos,
que lo obliga a abstenerse de todo lo que le gusta. No sería extraño que lo
elegante fuera dentro de poco "andar tirado", lo que sería lamentable
para el medio pelo de origen burgués pero una gran ventaja para los primos
pobres y la alta clase media, donde los maridos y padres añoran la gloriosa
época del Palacio de los Patos, cuando se daban corte con su pobreza.[4]
A cada
temporada veraniega el "medio pelo” pobre agota sus nervios en la
preparación del descanso, porque si la playa es un signo del que no se puede
prescindir, este signo va acompañado de otros innumerables que exigen la
provisión de variados renglones de la indumentaria que tienen que adecuarse
anticipadamente a todas las hipótesis posibles de exhibición. Es un hecho
universal que las mujeres nunca "tienen nada que ponerse", pero en
verano y en el “medio pelo” la situación es peor.
Es en cambio para los provenientes de la
burguesía el momento en que pueden dar suelta con más esplendor a sus
posibilidades de consumo. Los pobres retornan a la ciudad en busca de descanso,
agotados después de las innumerables piruetas a que obliga el buen parecer y
además endeudados, y más dispuestos que nunca a aprovechar el resto del año
haciéndoles sentir a sus neófitos burgueses las diferencias de origen y estilo,
pues han pasado el verano disimulando cautelosamente sus alojamientos en las
modestas pensiones y hotelitos donde se apilan, o amargándole la vida a algún
pariente propietario. ("Uno de estos me dijo: "Para evitar huéspedes
me achiqué, pero las visitas no han diminuido y muchas veces tengo que dormir
en la bañadera").
Ser propietario tiene otros
inconvenientes, pues el prestigio de las playas varía de un año a otro, y la
inversión inmobiliaria apareja el inconveniente de que obliga a ser consecuente
con Mar del Plata o Punta del Este. Afortunadamente la alta clase también está
invertida, y esto la ha obligado a aceptar la convivencia con el desborde
multitudinario habitual.
En los
grandes hoteles y los casinos, la burguesía del “medio pelo” recobra sus
pautas y respira a pleno pulmón un aire que si usted no está en el asunto puede
creer que es del mar.
La enumeración y análisis
de todos los símbolos que definen el “medio pelo” sería interminable; por eso
me limito a las pautas más continuadas y que parecen identificarse con la existencia
de esta imagen de status.
El trompo gira tan
velozmente que la pauta que nace en este momento que escribo puede estar
olvidada cuando las líneas lleguen a la imprenta y con seguridad cuando el
libro esté en la mesa de la librería. Su fugacidad sólo la hace compatible con
el periódico, la radio, la televisión. Son para Landrú, para Tato, para Niní
Marshall, tres personajes que me hacen reír mucho. Sobre todo cuando nuestros
sociólogos dicen que los argentinos somos tristes.
¿Tristes, con las ganas de
reír que tenemos y con la cantidad de personajes reideros que pasan por
delante? En realidad nuestros únicos tristes son los zonzos solemnes que lo
dicen. Pero también esa es otra historia, que vendrá en un librito que se llama
“Manual de Zonceras Rioplatenses” que algún día aparecerá, si los lectores son
benignos con este.
PAUTAS IDEOLÓGICAS
De algún modo hay que
llamar al repertorio de ideas con que la gente del "medio pelo"
parece expresar una visión del mundo y del país. Como se trata de una postura
y no de una posición, la ideología no tiene ningún fundamento ético y es
exclusivamente estética: se adoptan las ideas como medios de acreditar la
pertenencia al imaginario status.
Todas estas pautas
tienden a dar una idea depresiva del país.
A este propósito
dije en el artículo de "Confirmado" que ya cité: "Que ese sector
se consuma a sí mismo en su propia tontería no tiene importancia. Lo peligroso
para el país es que siga gravitando con su tilinguería en la imagen del mundo.
Porque son los tilingos los que desde 1955 en adelante han construido esta
imagen argentina de país derrotado, sustituyendo la —si se quiere guaranga,—
que siempre dio la Argentina ,
aun en su oligarquía cuando tiraba manteca al techo. Porque guaranga
—arrogante y consentida— fue la
Argentina del viejo régimen con su rastacuerismo; y lo fue la Ar gentina de Yrigoyen,
pretenciosa de ser algo en el concierto del mundo, y lo fue la de Perón.
Riámonos de esas pretensiones y digámosle guaranguería. Pero por ese camino
con seguridad se va hacia adelante; por lo menos no se va hacia atrás como en
la idea del país mendicante, de "último orejón del tarro" que el
tilingo siembra cuando se trata de lo nuestro. Esto no ayuda a marchar, que es
lo que el país necesita. Descorazona, destruye la fe, limita el empuje."
"Esos
desclasados como primos pobres están ahora teniendo que alimentar los símbolos
sin las rentas necesarias que la simplista estructura liberal no les puede
dar. Aferrados a la ficción, a contrapelo de sus posibilidades reales en lugar
de comprender su fracaso y rectificar el rumbo para acomodarse a la realidad,
se envenenan."
Y se envenenan contra el
país. De ahí sale esa expresión ya clásica: "Este país de m..." Es
una actitud disminuida, como argentinos; están acechando los baches de la
calle, el corte de luz o de agua corriente, la falta de horario del transporte,
el vidrio o la ventanilla rota, para dar satisfacción a su masoquismo. Hay
algunos que llegan a tal extremo que parecen desear que su mujer los engañe
para poder decir que los argentinos son cornudos. Desde que las letras de los
tangos han dejado de ser lloronas y de estar construidas sobre la base de
“minas que piantan”, si aceptan oír un tango es con la condición de que se
trate de eso, lo que no les impide agregar a renglón seguido que los argentinos
son cafishios. Si por casualidad hacen un viaje al extranjero, en sus
comparaciones del retorno nunca recuerdan aquello en que estamos en ventaja y
sí, todo lo que en la comparación no es desfavorable. Y nunca buscan como
término de comparación un país de nivel aproximado al nuestro. Siempre el
modelo es uno de primera línea.
Estaba mal el guarango
que utilizaba como medida de cotejo internacional el bife a caballo. Pero entre
este y el tilingo, lo positivo para el país era el guarango.
Para esta gente la
opinión que importa sobre lo nuestro es la del periódico extranjero. Lo que
diga “Financial News”, el “Times” o el “New York Herald” y hasta “Pravda”, sí
es desfavorable. Jamás se les ocurrirá pensar que el punto de vista del
acreedor es distinto al del deudor, y el del país dominante, al de dominado, y
que lo más probable es que lo que esa prensa condena por eso mismo puede ser lo
conveniente desde que el interés es opuesto. Antes lo he dicho: la gran prensa
internacional opina sobre Egipto más favorablemente que Faruk que para Nasser.
Es razonable. Lo absurdo sería que los egipcios hicieran su opinión por la de
esa prensa.
Por otra parte, desde las
altas esferas de gobierno esto se ha estimulado constantemente. ¿Qué significado
tienen esas comidas mensuales de la prensa extranjera donde gobernantes y
figuras de actuación van con toda regularidad a absolver posiciones ante un
grupo de tinterillos presididos por la insolente importancia de un tal Percy
Foster, que se permite hacer emplazamientos y sentirse menoscabado por el menor
detalle, ni más ni menos que si fuera un embajador?
Pero la culpa no la tiene
el chancho sino el que le da de comer, y no se puede pretender que un
extranjero tenga mejor opinión del país que la que tienen esos “nativos”. Lo de
“nativo” no molesta al medio pelo, más bien agrada.[5]
OBREROS Y "NEGROS"
Beatriz Guido nos ha
proporcionado una de las más curiosas pautas ideológicas del “medio pelo”: es
la dicotomía hecha en sus referencias a los trabajadores, a quienes divide en
obreros y “negros”.
El obrero es un ente
imaginario de piel blanca y apellido preferentemente italiano, más
concretamente, ocupado en los servicios públicos, y con una cultura media que
lo pone al margen de los movimientos multitudinarios. Su característica no es
su ideología que supone comunista, socialista o anarquista, posiciones
repudiables pero cultas.
Esta es una manifestación
del racismo del “medio pelo” que se verá enseguida, y no son las pautas de la
alta clase las que se reproducen, tanto como las de la común plataforma de la intelligentzia,
difundidas por la superestructura cultural preexistente, pero cuya
responsabilidad directa emana de las llamadas izquierdas y reposa en la
existencia de una imaginaria clase obrera, que subsiste en la realidad con la
misma consistencia que los 32 gremios democráticos.
Hasta la aparición del
cabecita negra había un tácito acuerdo en virtud del cual los obreros y las
demás clases tenían un terreno conflictual referido a condiciones de trabajo y
a divergencias ideológicas, pero sobre una base de sobreentendidos culturales y
el conflicto era social. Pero este fue alterado por la presencia de los
trabajadores argentinos del interior, excluidos como factores sociales.
Este huésped que venía
del fondo de la historia les dio a todos la sensación de que su casa era
invadida, provocando idénticas reacciones en la sala y en la cocina, en
cuanto importaba la integración del país con un elemento descartado en sus
esquemas.
Ideológicamente Rodolfo
Ghioldi y el Almirante Rojas están diametralmente opuestos, y podrían fusilarse
recíprocamente. Pero su actitud es la misma y coinciden cuando se trata de la
aparición del elemento auténticamente nacional, porque éste altera los
supuestos ideológicos comunes, tal como ocurriría entre Moscú y Nueva York —y
posiblemente también Pekín— si ocurriese un desembarco de marcianos. Siguiendo
el símil podríamos decir hoy que todavía Pekín representa a los marcianos, pero
a condición de que los platos voladores no sean ciertos. Habría entre todas las
ideologías un presupuesto común que defender: el de los terrícolas. Para
izquierda y derecha, la presencia de un trabajador que culturalmente era
inexistente fue un desembarco de marcianos, y sigue siéndolo en la mentalidad
del "medio pelo". A contrario imperio han fabricado la imagen de un
supuesto obrero que es terrícola, es decir, "decente", parte sana de
la población.[6]
Este es el
obrero: los “otros” son los “negros”.
EL RACISMO DEL
"MEDIO PELO"
En el artículo que he
citado reiteradamente digo:
"El racismo es otra
forma frecuente de la tilinguería”.
"La tilinguería
racista no es de ahora y tiene la tradición histórica de todo el liberalismo.
Su padre más conocido es Sarmiento, y ese racismo está contenido implícitamente
en el pueril dilema de "civilización y barbarie". Todo lo respetable
es del Norte de Europa, y lo intolerable, español o americano, mayormente si
mestizo. De allí la imagen del mundo distribuido por la enseñanza y todos los
medios de formación de la inteligencia que han manejado la superestructura
cultural del país.
"Recuerdo que cuando
cayó Frondizi, uno de los tilingos racistas me dijo, en medio de su euforia:
"—¡Por fin cayó el
italiano! —Se quedó un poco perplejo cuando yo le contesté:
"—¡Sí! Lo volteó
Poggi.
"Muchos estábamos
enfrentados a Frondizi; pero es bueno que no nos confundan con estos otros que
al margen de la realidad argentina, tan "heredoitálica" en el
presidente como en el general que lo volteó, sólo se guiaban por los esquemas
de su tilinguería.
"Ernesto Sábato, con
buen humor, pero tal vez respirando por la herida, ha dicho en "Sobre
Héroes y Tumbas" más o menos lo siguiente: “más vale descender de un
chanchero de Bayona llamado Vignau, que de un profesor de Filosofía
napolitano”. Lo dicho me chocó en mi trasfondo tilingo inevitable, (fui a la
misma escuela y leí la misma literatura), porque tengo una abuela bearnesa de
apellido Vignau, tal vez más que por lo de Bayona, por lo de chanchero. (Vuelvo
a recordar que fui a la misma escuela, etc.).
"La verdad es que ni
el presidente ni el general son italianos (después los hicieron vascos a Illia
y a Onganía para verlos mejor situados). Simplemente son argentinos de esta Argentina real que los liberales apuraron cortando las
raíces.
"Esa mentalidad
tiene una escala de valores raciales que se identifica por los apellidos cuando
son extranjeros. Arriba están los nórdicos, escandinavos, anglosajones y
germánicos; después siguen los franceses; después los bearneses y los vascos;
más abajo los españoles y los italianos, y al último, muy lejos, los turcos y
los judíos. Cuando yo era chiquilín nunca oí nombrar a un inglés que
generalmente era irlandés, diferencia muy sutil entonces, sin decir
"Don", aunque estuviera "mamao hasta las patas". El
francés, a veces, ligaba el don; y en ocasiones también el vasco. Jamás el
español, que era gallego de ..., lo mismo que el italiano "gringo de
..." ¿Para qué hablar del turco y del ruso?"
EL MAESTRO CIRUELA
Claro está que en el
rango más inferior de esta escala de valores raciales está el criollo.
Pero esta escala no la ha
fabricado el "medio pelo". Tampoco la clase alta: ni siquiera la intelligentzia
que la sigue difundiendo. Está en el entresijo de la enseñanza: en nuestro
libro, en nuestra Universidad, en nuestra escuela. Tan en el entresijo que
ya no hace falta repetirlo, porque hay un acuerdo tácito y los
descendientes de cada una de las razas ocupan su lugar en el palo del gallinero
a la hora de dormir, y las que están abajo aceptan como cosa natural que las de
arriba ...
Oigamos un poco esta
música.
"Rossini agasajaba
exageradamente a los españoles que encontraba en el camino. Preguntado por el
motivo de tal ocurrencia, explicó: “—La Spagma impediva a l'Italia di essere l´úlitma
nazione d´Europa”. A nuestra vez, los gallegos deben agradecernos a nosotros
que les impidamos a ellos, ser la última nación del mundo civilizado."
Podríais creer que la
referencia no es racista sino cultural, pero cultura y raza se identifican, y
lo que originariamente es intelectual se hace anatómico y viceversa: “En tanto
el cráneo de los norteamericanos se ha abovedado, el de los españoles se ha
contraído por tres siglos de Inquisición, pues el norteamericano es anglosajón
sin mezcla de razas inferiores”.
Lógicamente, los
argentinos “somos pobres hombres llenos de pretensiones y de inepcia,
miserables pueblos ignorantes, inmorales y apenas en la infancia. Somos una
raza bastarda que no ocupa sino embaraza la tierra”.
Pero vosotros creeréis
que la cosa corre con los demás, por ejemplo si sois judíos. ¡Oíd esto,
camaradas de la DAIA ,
que no lo ha dicho Errecarte Pueyrredón sino el cerebro, el gran cerebro, el
único cerebro! “... El pueblo judío esparcido por toda la tierra, ejerciendo y
acumulando millones, rechazando la patria en que nacen y mueren... Ahora mismo,
en la bárbara Rusia, como en la ilustrada Prusia, se levanta el grito de
repulsión contra este pueblo que se cree escogido y carece del sentimiento
humano, de amor al prójimo, de amor a la tierra, del culto del heroísmo, de la
virtud, de los grandes hechos donde quiera que se produzcan”. Y en otra parte:
“¡¡Fuera la raza semítica! ¿O no tenemos derecho, como un alemán, ni
cualquiera, un polaco, para hacer salir a estos gitanos bohemios que han hecho
del mundo una patria?”
Pero esto de los semitas
corre también para los árabes (¿creían los "turcos" que se la iba a
llevar de arriba?). Los árabes "son una canalla que los franceses
corrieron a bayonetazos hasta el Sahara".
Ni los árabes, ni
siquiera todos los alemanes; se dice que vendrán aquellos alemanes del Volga,
que son católicos y que efectivamente después vinieron: "Estarían pronto
a embarcarse con destino a estas playas cantidad de estos bípedos, razas que
están más abajo de los pueblos más atrasados del mundo." ¿Creéis que se
salvarán los irlandeses, sobre todo esos que andan por ahí disfrazados de
ingleses y entreverados en los negocios anglosajones? ¡Que oigan los
irlandeses!
"La chusma irlandesa
organizada por los curas. El irlandés llega a los Estados Unidos 'borracho e
ignorante'. Muchedumbres groseras, ignorantes, atrasadas, las únicas a ese
grado." De esta gente desciende vuestro admirado John Fitzgerald (los dos,
el que voló a las Malvinas y aquel a quien hicieron volar en Dallas los
admirados anglosajones) : "'Fanáticos, ebrios, semisalvajes".
"Si vinieran aquí en diez años quedaría reducida la Argentina a la condición
de Irlanda: pueblo por siglos ignorante, fanatizado”. El personaje que estoy
citando vio en los Estados Unidos unos vagones rústicos, ordinarios, e inquirió
para qué se los utilizaba, le respondieron que para transportar negros y
europeos, y le aclamaron que "europeos quería decir inmigrantes recién
llegados, irlandeses" : se tranquilizó, "negros e irlandeses".
"...Se dirá sórdido
como un judío, falso como un griego, sanguinario, inmoral como un
argentino."
Supondréis que esto lo ha
dicho una señera gorda, de las que suelen concentrarse en la calle Austria y
Santa Fe para pedir la reaparición del modelo racial que admiran.
¡No! ¡Esto es de
Sarmiento! ¡El Gran Sarmiento!
Está en toda su obra
disimulado por los profesionales del sarmientismo, en la raíz de las ideas
básicas que para la mesocultura divulga la intelligentzia. Y así
Sarmiento es reverenciado por los descendientes de irlandeses y alemanes del
Volga, por los descendientes de judíos y árabes, de italianos y españoles,
todos conformes en el racismo de Sarmiento. Porque de todos modos ellos están
un escalón más alto que los criollos: y les basta aunque de arriba ... como
en el gallinero. Para esa gente la cuestión es ser más que alguien; no importa
ser menos...
Puedo ahorraros la
verificación tomo por tomo, página por página de estos dichos, porque el
repertorio de las ideas sarmientinas están admirablemente resumidas en el libro
de Roberto Tamagno "Sarmiento, los Liberales y el Imperialismo
Inglés", A. Peña Lillo, editor. Tomadlo juntamente con las obras
completas del "maestro" y verificad cita por cita. Y encontraréis mil
más que no transcribo porque toda la obra es eso: sandeces injuriosas sobre
todos los pueblos que sin los beneficios de la raza anglosajona y su cultura,
no han podido desarrollar la "bóveda craneana" a semejanza de los
habitantes de los Estados Unidos.[7]
En cambio la raza
anglosajona es la “primera en el mundo por su energía el por su trabajo o por
las instituciones libres que ha dotado a la humanidad”, y es rasgo de “godismo
recelar de Inglaterra o hacer ironía con la amistad inglesa”.
Un inglés que llegó a San
Juan por razones mineras “ayudó mucho a levantar el tono de la sociedad
regenerada”. “Gloria a Dios son los Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y
Norte de Europa”. Es natural entonces que confíe a ojos cerrados en la “gloria
de Dios”, y se explica que siendo Ministro argentino en la República del Norte
propuso un tratado de arbitraje con la misma en que el árbitro sería ¡la Suprema Corte de
Estados Unidos!, lo que no deja de ser lógico en el “maestro ciruela” por
cuanto “para nosotros basta que haya nacido (una Constitución) y se propague en
Norteamérica, para reputarla útil, práctica, económica y fundada en razones”.
¿Dónde está la diferencia
con la “señora gorda”?
Le habían fracasado las
Invasiones Inglesas. Lo dice: “Todos se preguntan ahora, y diez años después
los mismos héroes de la gloriosa hazaña: ¿por qué peleamos contra Inglaterra
que nos traía el comercio libre, la libertad de imprenta, el escrito de hábeas
corpus, y una civilización que abrazaba todos los ramos de la cultura humana?”
“Siendo absurdos los motivos parece ridícula o al menos lastimosa la defensa y
ruinosa la victoria, porque rutinosa lo fue”.[8]
Le fracasó también la inmigración
inglesa. Hubo la dominación económica, pero los ingleses no vinieron como
inmigrantes ni con las subvenciones de propaganda que Sarmiento dio “para que
las leyes de la perfectibilidad humana se realicen por quienes han sido
preparados por Dios para realizarlas, que son razas humanas perfectas en su
organización y perfectibilidad”. Llegaron en cambio gentes del sur europeo que
en “Estados Unidos son elementos de barbarie”.
Hubo que aguantarlos porque los superiores venían como gerentes. (Inglaterra no
manda colonos donde hay cipayos que cumplen el oficio).
Ya que no se pudo hacer el país con las
razas superiores, había que anglicanizar en lo posible a las inferiores
aunque no se prestasen por la forma de su bóveda craneana. Así, cuando funda la Escuela Normal de
Paraná como plantel básico para el desarrollo de la instrucción pública según
la concibe nombra director a un norteamericano, Mr. George Stearns, que
recién empieza a balbucear el castellano. Lo que importa no es que el director
de la escuela sepa español sino que lo niños aprendan inglés, y así el programa
de la escuela de aplicación anexa al curso Normal, y que empieza a los seis
años tiene desde el primer grado enseñanza de inglés que dura los seis grados
de primaria y los cuatro de la enseñanza Normal, en que era la asignatura más
importante. Fue un doble fracaso; ni los entrerrianos se hicieron ingleses, lo
que “mediopelezcamente” es lamentable, ni el director aprendió, lo que es
natural, por una razón de respeto hacia la raza superior que Sarmiento
comprendía.
FLOR DE CEIBO Y NOSTALGIA
Para el "medio
pelo" todo producto industrial argentino es “flor de ceibo” (La humilde
flor del ceibo fue declarada flor nacional hace muchos años. No es que sea fea;
lo que la desacredita es que es nacional; sus admiradores quisieron honrarla e
hicieron de ella un titulo denigrante aplicado a la industria, también conforme
a las ideas económicas de '"el maestro".
Sarmiento se ha
encontrado con Cobden y ha recogido directamente en su ancha oreja aquello de
que "Inglaterra será el taller del mundo y América del Sur su granja".
Desde el gigantesco receptor transmite con su vozarrón las sabias enseñanzas:
"Afortunadamente nuestro inventario se compone de un producto cambiable
por todos nuestros consumos. Produce la tierra pasto que nada cuesta y que
casi sin costos se transforma en lanas, cuero y carnes." Y entonces
prefigura el destino del país: "Los hombres vivirán en Europa y la América Meridional
se destina para estancia, para criar ganado que por falta de espacio no puede
criarse allá."
Ya se ha visto que al pie
de la letra se tomó la oligarquía eso de vivir en Europa. ¿Y los otros
argentinos, qué son? No digo nada de las multitudes anónimas incursas en el
pecado de no tener cabellera rubia y ojos azules, con los cráneos deformados
por el catolicismo, víctimas de la bebida y de todas las tareas congénitas
comunes a los pueblos que no son "la gloria de Dios". Se lo pregunto
al "medio pelo" y a todos los intelectuales de izquierda y de derecha
que han sarmientizado al país y pretenden seguirlo haciendo desde sus supuestos
culturales, confesada o inconfesadamente. ¿O creéis por ventura que vosotros
también sois hombres de los que pueden vivir en Europa, mientras los otros
crían ganados y os giran regularmente el importe que los pueblos privilegiados
quieran pagar por la transformación del pasto en carne, lana, cuero?
¿Comprendéis ahora a los Borges en las letras, a los Busso en el derecho, a los
Houssay en la medicina? ¿No es mejor y más seguro hacer méritos para contar
entre los hombres destinados a vivir en Europa, que solidarizarse con los que
están trabajando para preparar el contenido de los giros? ¿Comprendéis ahora
por qué me indigné cuando Silvina Bullrich dijo que allá están las raíces de nuestra
cultura y ésta es la oficina para que manden los giros ?.[9]
Ya en el
Capítulo I está dicho lo que el liberalismo piensa sobre la industrialización
del país. ¿Qué extrañar entonces lo que piensa la alta clase propietaria de la
tierra, que hace tiempo se decidió por la Patria Chica ? Su
posición no será patriótica pero es congruente con lo que cree sus intereses.
El "medio pelo"
en sus sectores provenientes de los "primos pobres" y de la alta
clase media no es demasiado estúpido para percibir que sólo en la expansión de
las posibilidades nacionales está el horizonte que lo libere de la
ficción en que vive; su propia mediocridad explica su actitud. En última
instancia puede descargar su responsabilidad en la intelligentzia que
suministró a su frivolidad esos elementos de cultura; pero en los provenientes
del desarrollo capitalista, en los nacidos de la creación de condiciones para
la burguesía, no sólo se trata de una traición al país: es un suicidio.
Durante mucho tiempo, después de la Revolución del 55, verdaderas
columnas de "señoras gordas" salían todas las mañanas en
Montevideo del vapor de la carrera y marchaban encolumnadas hasta la plaza
Independencia a depositar la consabida corona de flores a la estatua de
Artigas, donde las esperaba el embajador argentino, doctor Alfredo Palacios,
con sus consabidos bigotes y discurso. Cumplido el ritual mañanero, las gordas
arrancaban a la carrera por la calle 18 de Julio arriba, ávidas de vidrieras y
negocios donde aprovisionarse de artículos importados que les habían faltado
durante toda la “tiranía sangrienta” que las obligaba a consumir productor
“flor de ceibo”.
A la
misma hora de la sentina del vapor que las había llevado, salían las mercaderías
argentinas que iban a reponer los estantes y las vidrieras montevideanas.[10]
A la noche las señoras gordas,
derrengadas y agobiadas bajo el peso de los paquetes, se embarcaban de retorno
a Buenos Aires, felices con las compras que habían hecho en la otra orilla.
Ya se ha citado a Imaz cuando se refiere
a la falta de conciencia de grupo y de sus intereses de tal, en nuestra
burguesía reciente.
Si prefiere la experiencia personal,
visite usted la casa de uno de estos burgueses de “medio pelo” y encontrará la
documentación más concluyente: la radio, el televisor, las máquinas de confort
hogareño, de refrigeración y limpieza, las telas de los trajes y vestidos, las
alfombras, las lámparas, las bebidas que consumen, los cigarrillos que se fuman
y comprobará que todo es de procedencia extranjera. No necesitará indagarlo,
porque el dueño de casa se adelantará a decírselo, orgulloso de la inversión de
sus fondos negros, porque todo lo argentino, menos lo que él fabrica, es “flor
de ceibo” y no puede compararse con el artículo importado.
En realidad esto de la
mercadería “flor de ceibo” se corresponde con aquello de “este país de m...”
Pero también hay la
inteligencia "flor de ceibo", que está constituida por los que
intentan pensar como nacionales, tema que exige una particular atención que le
dedicaré en la edición ampliada de "Los Profetas del Odio", que
seguirá inmediatamente a la aparición de este libro.[11]
Hay otras muchas pautas
ideológicas menores cuya importancia es sólo relativa. La más típica de ellas
es la actitud nostálgica del pasado, la permanente remisión a una Jauja a la
cual todos han pertenecido. Es la tía Leonor, dueña del landó; el pariente
encumbrado que era primo carnal de la mamita vieja, y la “señora mayor”, que
solía visitarnos. La estancia que se malvendió. Toda una temática de evasión a
un supuesto país perfecto cuyas duras realidades borran sus perfiles
embellecidos por el recuerdo, que se adorna de gasas que el tiempo esfumina, y
tiene la belleza marchita de las flores al día siguiente del sepelio, mientras
su ácido olor se respira en el ambiente que van dejando libre los empleados de
pompas fúnebres, al retirar los candeleros del velorio. "Cuando mi
recuerdo va hacia ti se perfuma", dijo el poeta. Y esa imaginería tiene la
belleza de lo que pudo ser y no fue. La belleza de la novia con quien no
nos casamos, a condición de no encontrarla a la vuelta de la esquina. El
"quiero y no puedo" consciente de su ficción se inventa un pasado...
Aquí también está
malparada la burguesía del "medie pelo". Los recuerdos inmediatos se
vinculan más con Lanús y Gerli que con el Barrio Norte, y no hay "mamita
vieja" ni "señora mayor", porque mencionarla sería meter el
dedo en el ventilador. Pero pronto se descubre un recurso que sólo es nuevo
para los nuevos. Saltar una o dos generaciones y descubrirse una familia
importante en Europa. Oyéndolos uno termina por creer que la emigración fue un
deporte y que los antepasados inmigrantes eran turistas de lujo que fueron
ganados por el paisaje.
Las situaciones que
caracterizan al "medio pelo" evolucionan históricamente como se
anticipó en la introducción de este trabajo, cuando se explicó el criterio
aplicado para recoger del ambiente una expresión ya formada para calificar este
equívoco estrato social. Se vio entonces que lo que lo define es esa calidad de
equívoco y ambiguo, la naturaleza imitativa y ficticia del status que
sus componentes se atribuyen, con prescindencia del nivel social en que esto
ocurre y que está determinado por la composición social en cada momento
histórico.
Así vimos que en la
sociedad tradicional el "medio pelo" se ubicaba por debajo de la
parte decente y sana de la población en el rango que entonces se entendía por
de "gente inferior" en cuanto un grupo del mismo intentaba
reproducir las pautas correspondientes a la gente principal. También se vio que
donde "gente inferior" y color se identificaban, como en el Caribe,
el "medio pelo" se manifestaba en los "morenos" que
querían disimular su condición adoptando las pautas de comportamiento de los
blancos. Aquí eso fue excepcional dado lo reducido de la población de color que
como se recuerda en la cita que allí se hace estaba a fin del siglo pasado casi
exclusivamente constituida por los ordenanzas de las grandes reparticiones y
sus familias que repetían en su vida "social'' los modos de los altos
funcionarios ante quienes actuaban, ''con las bandejas". (Recordemos que
la actividad más generalizada aun en la colonia entre los morenos fue la de
domésticos y que, libertos, adoptaron los apellidos de sus patrones con los que
todos ostentaban apellidos tradicionales que hacían más propicia la actitud).
Entre 1920 y 1930 el grupo más numeroso de morenos, entre los que contaban los
últimos de la raza ya en extinción, que desempeñaban tareas en el Congreso y en
la Casa de
Gobierno y aquellos en que Vacarezza reclutó muchas veces elementos para el
espectáculo tenían un club, al que he concurrido en mis andanzas políticas
entre las secciones electorales octava y segunda de la capital, en el barrio
que se extiende entre San Juan y el Parque de los Patricios. Allí me fue dable
observar ese amaneramiento de que habla la cita y que subsistía en la agonía de
un grupo racial.[12]
Pero como se ha dicho
esto era de excepción. La expresión "medio pelo" tenía entre
nosotros ya una acepción más amplia y no caracterizada racialmente. Así se
comenzó a atribuir con preferencia a capas procedentes de las primeras
promociones inmigratorias, para terminar aplicándose a niveles mucho más altos,
que es el criterio usado en este libro pues lo que en definitiva determina la
calificación no es el nivel adonde se produce, sino el carácter falso de las
situaciones y el pie forzado con que se las vive, es decir la ficción.
Esta ficción de status
ha existido siempre pero sin el carácter masivo de los últimos años, en que
dejó de ser episódico y excepcional para convertirse en el modo del vasto
sector que se ha analizado. También se ha visto que esta generalización se
produce en el momento histórico de lo que diremos el "aluvión
zoológico" para emplear un término característico del "medio
pelo". La posición inversa al mismo es ab-initio un signo de status.
Ni remotamente toda la gente que se ubica contra el movimiento de 1945 es
"medio pelo"; pero todo el "medio pelo" está en esa
posición porque ella se convierte como signo negativo en un signo afirmativo
del status que se busca.
Cuando la clase alta,
pasados los episodios de la Uni dad
Democrática se retrae a su propio medio alejándose de los contactos populares,
el "medio pelo" afirma aun más este signo para convertirlo en el
signo de los signos. A través de la Unidad Democrática ,
la gente del "medio pelo" ha tenido por
un tiempo la ilusión del mismo status con la clase alta. Cuando esta se
retrae necesita aferrarse a las pautas que motivaron la convivencia y el
"antiperonismo" le resulta el único nexo subsistente. Valorizarlo
como símbolo es confirmarse en el status que se atribuye. Con el
transcurso del tiempo se convierte en el símbolo por excelencia y así el
antiperonismo se convierte en la pauta de las pautas: la Gran Pauta.
Esta pauta las resume a
todas porque es pauta de comportamiento y pauta ideológica. Como pauta ideológica
contiene todos los elementos intelectuales aportados por el sarmientismo de la intelligentzia
que se acaban de ver y como pauta de comportamiento resume, en la calcomanía
de las pautas de la clase alta los signos de distinción que se buscan en ella.
Cumple además otra función integradora porque en la comunidad del símbolo, y
por el contraste que este establece con el resto de la sociedad que el medio
pelo considera por debajo de su status, es un instrumento de fusión
endógeno al grupo, que permite en cierta manera reconstruir la imagen de la
sociedad tradicional que había derogado el fenómeno inmigratorio. Para los
supuestos del "medio pelo" se ha reconstituido la separación entre
gente principal, "parte sana y decente" de la población, y
clase inferior constituida por los "negros". Sólo que ahora la parte
sana y decente se configura con los gringuitos adentro, lo que explica que uno
de ellos haya podido hacer la calificación de aluvión zoológico.
Creo que con esto está
bien claro que Perón o Peronismo no son más que nombres ocasionales, pretextos;
el antiperonismo es tan hecho social como el peronismo; mientras aquel es el
nombre que tiene la integración de toda la sociedad argentina en una nueva
configuración, éste expresa la resistencia a la misma. Perón o Mongo, ese es el
hecho adjetivo. Lo sustantivo es lo que se acaba de decir y se repetirá
respecto del hombre o del grupo social que aparezca encabezando la integración
inevitable; se reiterará la misma situación que se produjo entonces y cuyos
valores entendidos subsisten, al margen de las virtudes o vicios que tenga la
conducción. Con mayor razón si el hombre o grupo conductor surge de los estratos
medios de la sociedad, y aun por la influencia de un Alcibíades o un Julio
César salidos de la clase alta. Este será un desertor que por el solo hecho de
actuar al servicio de la causa nacional, identificada con la integración,
recibirá las mismas calificaciones y servirá como pauta definitoria a contrario
imperio.
Perón y el peronismo,
para emplear los términos corrientes de la Sociología de la Cátedra no son otra cosa
que el marco de referencia.[13]
La
vigencia de las pautas peyorativas respecto de lo popular generó a su vez
reacciones defensivas que recíprocamente se convirtieron en pautas
valorativas, tal como ocurrió con la expresión "descamisado", que
terminó por ser signo positivo de afirmación de lo detractado. Recíprocamente,
"oligarca" y hasta "cipayo" y "vendepatria",
concluyeron siendo calificaciones aceptadas que el "medio pelo"
asumió entre humorística y complacidamente, ya que no contrariaban sino que se
confirmaban las dos segundas con sus pautas ideológicas, y con las de
comportamiento, la primera.
Así el mote
"grasa" adquirió un sentido reivindicatorio, por oposición a la
supuesta calidad selecta del adversario y ser "grasa", se hizo
necesario en el dirigente político y gremial del peronismo, a pesar del
contraste evidente, con el ascenso económico colectivo y el particular del
dirigente que invocaba la calidad, a pesar del reloj-pulsera, inevitablemente
de oro, y la cómoda casita de extramuros.
Así en la vida interna del movimiento
era frecuente apelar a la condición de "grasa" para prevalecer sobre
los miembros del movimiento que por su origen o su condición no se comportaban
como tales, o no simulaban hacerlo.
Recuerdo un episodio que me ocurrió en
una reunión en Remedios de Escalada.
Se discutía una posición táctica del
movimiento, y dos de mis oponentes para debilitar mis proposiciones invocaban
constantemente su condición de "grasas", colocándome en el debate,
como si yo fuera "sapo de otro pozo".
Se trataba de dos ferroviarios
—pues predominaban, como era lógico, en el lugar, los obreros del riel y les
advertí que en primer término, en el movimiento ya no había
"grasas"—calificación correspondiente a la etapa anterior al ascenso
de peones a obreros—. Los concurrentes allí eran obreros y no
"grasas" y ese ascenso era, precisamente, el significado social
profundo del movimiento, agregando, entonces, que si aceptábamos que los
obreros eran "grasas" y no tales, lo único que probaríamos es que en
lugar de haber presidido el ascenso social habría sido el descenso su
resultado. Más tratándose de ferroviarios, que nunca habían sido
"grasas" sino un sector privilegiado dentro de los trabajadores
argentinos.
Casi afirmaría, agregue, y sin
conocerlos, que ustedes dos tienen casa propia y están en riesgo de ser
calificados como "oligarcas" en un planteo como el que traen que
excluye a los no "grasas" de la participación en el mismo. Se
trata de una petición de mala fe y exijo que los compañeros presentes se
pronuncien al respecto. Se pronunciaron y los dos supuestos "grasas"
se llamaron a silencio.
Esta posición negativa es ahora
estimulada por ciertos sectores de la antigua izquierda que están resultando
más papistas que el Papa, y pretenden configurar el movimiento peronista
en relación con su momento originario, y no con su composición actual, hija de
la transformación operada en el país durante su proceso de ascenso colectivo.
La misma
gente que con su ideología de importación definió el movimiento en 1945, como
un movimiento de la clase media fascistizante, y al aporte obrero de las masas
en ascenso como un lumpen-proletariat marginal ahora pretende definirlo, como
un movimiento exclusivamente proletario. (Entonces transfirió la expresión
lumpen-proletariat, cuya significación marxista corresponde al desclasamiento
de un proletariado marginal al fenómeno de interacción social por ascenso de
los migrantes del interior.) (Ver Nota 6 de este capítulo). Con la misma desaprensión
que negó condición obrera a los trabajadores de la base, ahora excluye la
existencia de los grandes sectores de las otras clases que contribuyen a su
conformación, y aun los mismos de procedencia proletaria, que se han calificado
en el ascenso colectivo. Aparentando una revisión de sus errores anteriores,
reinciden en los mismos porque el error es de método. No quieren entender la
naturaleza vertical de los movimientos de la sociedad argentina por lo que no
se ajustan sus conclusiones a la realidad, sino que someten ésta a la necesidad
de encuadrarla en el esquema prefabricado de la ideología importada que
demanda una visión exclusivamente horizontal de los desplazamientos sociales.
Es que persisten en los errores de la intelligentzia
y como los liberales son también discípulos de Varela: "El sombrero
está hecho y hay que ajustar la cabeza al mismo”.
Lo gracioso es su soberbia, común con
toda la intelligentzia. Confiesan que no entendieron, se rectifican en
las conclusiones sobre el ayer, pero en el presente actúan con la misma
seguridad que antes, y enuncian la fórmula química siguiendo en la total
ignorancia de sus componentes, porque son incapaces de la humildad intelectual
que exige prescindir de la sabiduría libresca para considerar los hechos
argentinos que no están contenidos en los estantes de la biblioteca.
Esta petulancia de la intelligentzia trajo
dentro del movimiento, otra pauta dañosa también de rechazo: la subestimación
de lo intelectual que fue arrastrada por la justificada hostilidad de la intelligentzia.
Hubo una expresión, “cráneo”, afortunadamente ya echada al olvido, y en
virtud de la cual se reaccionaba adversamente a la jerarquización intelectual
de los militantes; actitud defensivamente explicable ante la conducta de la intelligentzia,
pero peligrosa en la maduración del proceso que debe hacerse, como se está
logrando, por la formación de una auténtica inteligencia nacional.
CAPITULO XI de EL MEDIO PELO EN LA SOCIEDAD ARGENTINA
NOTAS
1. El mejor sociólogo –por lo
menos con estaño—para conocer este aspecto es el vendedor de automóviles que
debe conocer mejor al comprador que al coche que ofrece. Ya están baqueanos en
distinguir un burgués que se comporta como tal de un burgués de “medio pelo”;
al primero hay que ofrecerle un coche “que eche tierrita” a los demás. Al
segundo, al que también le gusta echar tierrita hay que darles precedentes
sociales. (Un vendedor tenía un cliente para Chrysler Imperial y consiguió
tenerlo toda la mañana en el Cade de la esquina para que viera cuando la
condesa de Souboff bajaba de su Chrysler Imperial a la florería. La operación
se cerró ahí mismo. Por más que el vendedor y el comprador tengan la más remota
idea de quien es la Condesa
de Souboff. Yo tampoco, pero tengo la vaga idea que está vinculada a los
Larrechea de Rosario).
Lo mismo ocurre en las
vestimentas.
Un comercio de la calle
Santa Fe, tiene un tipo de mercadería llamativa que no condice con el tono de
la posible clientela. Como, intrigado, se lo hiciera notar a uno de los
vendedores diciéndole: --“Tienen mercadería de la calle Corrientes”--, se
sonrió pidiéndome que le guardara el secreto, cosa que cumplo, informando
confidencialmente a algunos miles de lectores, después de rogarles igual
reserva.
Me explicó.
Hay mucha gente con dinero
que sabe que hay que vestir al estilo de la calle Santa Fe. Viene a buscar la
mercadería, pero íntimamente no la satisface pues su gusto es el de la calle
Corrientes. Los complacemos dándole el gusto de la calle Corrientes en la calle
Santa Fe, con lo que quedan ampliamente satisfechos.
Y acompañándome hasta la puerta, agregó: --Guárdeme el secreto,
porque si se enteran mis vecinos van a hacer lo mismo, y tendremos dos calles
Corrientes. Es que casi todo el público de la calle Santa Fe que compra de
veras tiene el corazón en Corrientes.
2. Esto ya lo he contado en
una nota periodística.
Tengo un amigo profesional
que el otro día me decía:
--¿Vos sabés que el nene me
pregunta todos los días por qué no tengo estancia? Y yo, ¡qué voy a tener
estancia si entre las cuotas de los colegios y el automóvil, me están comiendo,
sin contar la cuota del Club, los fines de semana, los veraneos que me
desangran por todo el año!...
--¿Vos mandás los chicos al
colegio pago? –le pregunté--. ¿Y de los caros? ¡Sí!,
Me dijo.
Vos te estás trabajando el
infarto. No te das cuenta que si los papás de los demás chicos tienen estancia
y hablan de ella, el tuyo va a terminar por creer que sos un papá de segunda,
un incapaz. Lo estás adecuando para resentido o para chupamedias. Mandalo al
colegio del Estado donde el hijo de un profesional se siente capo. ¿Vos que
querés que sea tu hijo? ¿Capo, o punto?.
El hombre bajó la cabeza;
había comprendido. Pero soltó el más terrible problema del tilingo:
--¿Quién le hace entender
eso a mi mujer?
“That is the question”.
La educación es secundaria y los hijos se utilizan
para la búsqueda del propio status. La función que se asigna al Colegio en esta
convención no es educar; es dar a los padres un símbolo de status que se
evidencia por el nombre del colegio, el uniforme y hasta el ómnibus; por las
relaciones que presuntivamente pueden hacerse, por los círculos a los que tal
vez los chicos puedan llevar de la mano de los padres; por los cotejos que
entre sí hacen las gordas refregándose unas con otras los nombres de los
colegios adonde concurren sus hijos y los apellidos de los compañeros.
Los empresarios
de los colegios a su vez, que como los vendedores de automóviles conocen la
clientela, sólo se preocupan de la imagen social: el aspecto educacional es
accesorio y toda la enseñanza parte de un presupuesto ideológico conveniente a
la mentalidad de aquella; así son a su vez fábricas de medio pelo.
3. Por
ejemplo descubrir una cantina “con mucho color” es un éxito. Pero válido por
poco tiempo; los patrones se lo huelen enseguida mientras con mucho aumento de
“color local”, suben los precios, aparecen en el menú platos insospechados por
la vieja clientela que desaparece. Este es el momento en que los patrones de
cantina avisados de la calidad de la clientela hacen el negocio de la llave.
Los nuevos se la “pillan” y la siguen “a muerte” y poco tiempo después
intervienen los rematadores. Hay cantineros profesionalizados que arman lugares
especialmente preparados para “que los descubran”, pero esto con trampa, porque
se hacen con “señuelos”, avivados del “medio pelo” que arrastran el público. Lo
mismo ocurre con Boites y Confiterías.
4. Sin embargo la poca atracción de las
sierras me parece que se vincula a razones femeninas mucho más
atendibles que los simples criterios del "medio pelo". Lo digo porque
tuve trabajando conmigo un muchacho a quien de reojo, y a medio oído, lo pesqué
en un flirt telefónico nacido de un número ligado. A poco de iniciada la
conversación, oí que le preguntaba a la incógnita interlocutora, donde
pensaba veranear y lo vi que de inmediato cortó, como desagradado. Picó mi
curiosidad y le pedí que me explicara su actitud y lo hizo en términos de una
sabiduría que no puedo dejar en el anónimo de un episodio intrascendente.
Su
respuesta fue: —"Le corté porque me dijo que veraneaba en las sierras...",
y como notaba mi perplejidad declaró: —"Es muy gorda o muy flaca, porque
las que tienen lo suyo no le disparan a la malla...
5. En una audición de Televisión Jorge
Sábato hablando de Nueva York de esta actitud despectiva para el país, recordó
un argentino que al saber que llegaba de Buenos Aires le preguntó en rueda de
norteamericanos, “si siempre las calles de Buenos Aires estaban llenas de
baches”. Contra la lógica más elemental que induciría a suponer la idealización
de la patria lejana. Para los norteamericanos, porque el argentino no merecía contestación,
dijo Sábato que efectivamente en Buenos Aires se corría el peligro de romperse
la pierna en un bache pero nada más, y en Nueva York el peligro era de que las
roturas fueran en otro lugar del cuerpo: (Ese año la estadística neoyorkina
daba 1800 violaciones en la vía pública). Esto no va en desmedro de Nueva York
ni de Buenos Aires, pues cada uno es como es y las circunstancias pueden
explicar esto como aquello. Por ejemplo que al concurrir a una escuela mixta en
el baño, de la niñas, viese este letrero: “NOTICE: You must not come alone! You must come only with another girl”.
Firmado: The Headmarter.
El
Headmarter le explicó a Sábato que era peligroso que las chicas entraran solas
al cuarto de baño. ¡Pero lo que diría el “medio pelo”, si aquí ocurriere lo
mismo!
6. El 24 de octubre de 1945 el órgano oficial
del partido Comunista comenta la jornada de días antes: “Pero también se ha
visto otro espectáculo, el de las hordas de desclasados haciendo de vanguardia
del presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga que
recorrieron la ciudad, no representan ninguna clase de la sociedad argentina”.
“La Vanguardia ”
del 23 de octubre dice: “En los bajíos y entresijos de la sociedad, hay
acumulada miseria, dolor, ignorancia, indigencia, más mental que física,
inferioridad y resentimiento... En todas las sociedades quedan precipitados la
miseria que se ramifican como pólipos en las partes más recónditas”.
¿Qué extrañar entonces que el gerente extranjero, el socio del
Círculo de Armas, el estudiante empachado de lecturas apresuradas y sin
digerir, la dama que ha tenido un problema con la doméstica o la niña que ve
por primera vez una multitud obrera hable de resentimiento y de desclasados,
cuando dicen eso los que permanentemente han estado oponiéndose al desarrollo
industrial del país en defensa de supuestos trabajadores a quienes aquellos
atribuían el resentimiento, ahora respetables, de sus sociedades de origen?
7. Percibo aquí que los vascos se le
han quedado en el tintero al "maestro ciruela", y los lectores pueden
imputarme un malicioso ocultamiento. Recordemos esto. "Los países del
mediodía de Europa nos traen poco en costumbres y civilización que adelante la
nuestra. Sólo por una fuerte educación común puede evitarle que los hijos de
vascos, italianos y españoles, desciendan a los hábitos industriales, a la
incurria y la barbarie de nuestras masas ya que en falta de instrucción corren
parejos."
Ya que estoy en el tema agregaré que en
el racismo de nuestra intelligentzia, antirracista, vascos e irlandeses
salen bastante bien librados. Esto no ocurre por obra de “el maestro” sino por
la prosperidad frecuente de los descendientes de vascos e irlandeses que ha
hecho olvidar que en su origen eran gente muy inferior, cosa que en materia de
ilustración no es muy descaminada, pues los inmigrantes originarios de estos
dos pueblos estuvieron constituidos en general por pastores. Fue en la época de
la lana, entre el 60 y el 80, cuando la explotación de los ovinos, por razones
que se han dicho antes, desplazó a los vacunos de la cercanía de los puertos, haciendo
que aquellos ocuparan las mejores tierras. Los ovejeros, técnica que los
gauchos desconocían, recibían los piños "al tercio", de manera
que en poco tiempo y pese a la tradicional honradez vasca e irlandesa, sus
majaditas fueran más grandes que las de los patrones —que eran las víctimas de
las epidemias pues las de los vascos y las de los irlandeses parecían
vacunadas—. Pronto, con el importe de la lana pudieron comprar campos que
todavía no habían recibido la fuerte valorización que trajo la expansión
agropecuaria. Se trataba de gente muy rutinaria que no salía del campo y sólo se preocupaba de que éste y las
majadas se estirasen.
Los hijos se encontraron de pronto
dueños de grandes propiedades justo en el momento en que empezaba la
valorización, y rápidamente incorporados como propietarios, después sus nietos
como profesionales, al nivel de la "gente decente" en la estructura
social tradicional, máxime en cuanto se trataba de dos pueblos muy católicos,
celosos de la legitimidad del vínculo matrimonial y por consiguiente de la
condición exigida en la filiación. Su ascenso correspondió a una época de
permeabilidad social y así respecto de ellos se marginó el racismo por el
acostumbramiento.
Tampoco tuvieron la resistencia del
criollo, porque practicaban actividades ganaderas marginales para éstos, y
sobre todo porque no fueron comerciantes, que eran los que suscitaron más
resistencia por la posición de ventaja que llevaban. Además, desligados de sus
países de origen en cuanto no representaban naciones oficialmente existentes,
tuvieron una adaptación rápida en sus hijos (especialmente los vascos). Quedó
aquello de “Hijo del país con gorra 'e vasco" que acredita su rápida
adaptación porque a diferencia de sus padres, dominaron inmediatamente la
técnica del caballo, cosa que aquellos no lograron (con 50 años de América y a
caballo, un vasco siempre parecerá una bolsa de papas y no un jinete).
Los irlandeses sufrieron una diversión.
Como la colectividad inglesa era económicamente fuerte pero no numerosa, por
la comodidad del idioma y para evitar más contactos con "nativos”, se les
abrió el acceso a la misma y gran parte de los descendientes de irlandeses se
anglicanizó rápidamente, casi como si fueran intelectuales nativos.
Recuerdo
que para el año 17, durante la primera guerra mundial, participé en los
festivales que la Cruz Roja
Irlandesa hacía en favor de los aliados, cosa que, a pesar de mi ignorancia de
entonces, común a todos los hijos de la enseñanza oficial y la cultura libresca
y periodística al “usum delfini”, me dejaba perplejo: por un lado los diarios
informaban de la revolución sinfeinista, de la huelga de hambre del alcalde de
Cork, que murió en su ayuno, y del fusilamiento de un filántropo de reputación
mundial, Sir Rogert Cassement, héroe dela Revolución Irlandesa. Y por el otro,
estos irlandeses me resultaban devotos de su majestad Británica. Es que éstos,
al incorporarse a las clases altas como ingleses, abandonaban la posición de
sus padres que habían emigrado en aquella terrible época en que la población de
Irlanda que a principios del siglo XIX era de 8 millones de habitantes, bajó la
cuarta parte den 50 años, por el hambre y la emigración consiguiente. La época
también en que eran pocos los irlandeses alfabetos –Sarmiento nos lo explicará
por el catolicismo y la barbarie congénita--, cuando los maestros se designaban
como “teachers of hordes” porque la enseñanza tenían que hacerla al reparo de
las cercas para no ser descubiertos por la policía inglesa que impedía la
alfabetización.
8. Ud ha oído a ese tipo que lamenta llamarse Pérez y no Smith; a
ese cretino que cree que seríamos poderosos como los norteamericanos si en
lugar de proceder de España y de los indios, del castellano y del catolicismo,
procediéramos de Gran Bretaña –no de los indios porque allá fueron
exterminados, ya que el único indio bueno es el indio muerto--, del inglés y
del protestantismo, olvidando lo que le pasó a esa misma Irlanda, o a
cualquiera de las colonias que no fuera Estados Unidos. O esos mismos “algas”
de las Malvinas, esclavos ni siquiera del Imperio, pues lo son de una compañía
financiera. A ese sujeto que seguramente se mira al espejo y atribuye el
déficit de su “bóveda craneana” a la inquisición. Ese es un hijo de...
Sarmiento, con perdón sea dicho de su respetabilísima mamá. Y hay casos más
graves aun: hay un sujeto cuyo apellido paterno es un nombre tradicional en la Argentina , pero lo
disimula con la inicial para resaltar el apellido británico de la madre; cierto
que en estos casos la única segura es la filiación materna.
9. En época de FORJA, allá por el año 37-38, le comentaba a ese
patriota que fue el doctor Goyena, entonces juez del crimen, la insuficiencia
de nuestros recursos ante el bloqueo total de los medios de información que oponía
la prensa colonial. El doctor Goyena me sugirió que lo fuéramos a ver a don
Saturnino Unzué para pedirle una ayuda, y así fue como este anciano caballero
nos citó en su escritorio de la calle Maipú. Allí le expuse cuál era nuestra
acción y cuáles nuestras dificultades. Don Saturnino no manifestó ni
conformidad ni disconformidad con mi pensamiento. Se limitó a decirme que a él
el país no le interesaba. Y como yo me levantase indignado dando por terminada
la entrevista porque no tenía nada más que hablar con un sujeto de ese
patriotismo, como le dije, intentó explicar que sólo había querido decir que a
sus años sólo le interesaba el triunfo de sus potrillos y era ajeno a toda
preocupación política. Era el ideal de hombre, según la concepción sarmientina,
cuyo destino era vivir en Europa de las rentas que proporcionaban los pastos y
sacar sus colores triunfantes en Epson, en Ascott, en Beauville y también en
Palermo, ya que había nacido en este país y aquí tenía la fuente de recursos.
Como se ve, esto de la “oficina”, para designar al país, no es para mí una
novedad.
10. Los malandrinos también
conocen al “medio pelo” y hay una poderosa industria nacional que no es flor de
ceibo: la del whisky escocés y cigarrillos importados.
Uno de sus vendedores
recorre constantemente las compañías de navegación pidiendo embarcarse como
tripulante. Carece de libreta, pero insiste en cada compañía una vez por mes.
Es hábil para formular el pedido ante el personal superior, y un momento antes
de despedirse, ya con la respuesta negativa, extrae el paquete de “cigarrillos
importados” y convida al funcionario. Conoce la inevitable pregunta: “¿Puede
conseguirme?” A los pocos días aparece con una docena de cajas “made in
Avellaneda”, que lo único que tienen de auténticas es la falta de estampillas.
Si esto ocurre en un medio
que está al cabo de la calle en esto del contrabando, imagínese cómo será entre
los “giles”.
Un conocido distribuidor de
periódicos, Sanz, especializado en publicaciones uruguayas, me contó que cada
vez que iba al puerto a retirar los paquetes había un muchachón que se ofrecía
para acompañarlo. En su extrema diligencia, el muchachón al pasar frente al
marinero de la salida de Viamonte, se bajaba del auto para regalarle un diario,
y enseguida, un poco más allá, sobre Madero, se despedía y bajaba del coche
para entrar al café que está en la esquina de Madero y Viamonte.
Tardó bastante en descubrir el secreto, que era el siguiente:
Su desinteresado ayudante compraba en cada oportunidad dos o tres docenas de
lapiceras “birome” en la calle Canning, a diez pesos cada una, y entraba al
puerto con ellas en el bolsillo. Cuando le entregaba el periódico al marinero,
los clientes que lo esperaban en el café suponían que dentro del diario iba el
“arreglo” porque estaban “vichando” la salida del puerto. Acreditaba así la
procedencia extranjera de las biromes, se vendían allí mismo a cincuenta pesos
cada una. ¡Y los compradores era a su vez vivos que las iban a revender
precisamente a los detractores de los artículos “flor de ceibo”!
11. “Flor de ceibo” comenzó
a ser el profesor universitario que no salía de las consagraciones de la intelligentzia
también de derecha a izquierda. En 1955 no hubo dificultades de izquierda a
derecha para excluirlos de la Universidad. Pero no se los excluyó en función de
su aptitud técnica en que supuestamente los “flor de ceibo” era inferiores,
según las medidas técnicas de la intelligentzia. Se los excluyó en
cuanto eran expresiones de lo nacional, y el peronismo fue el pretexto. Se los
excluyó porque habían tenido la insolencia de intentar expresar una
inteligencia argentina al margen de la plataforma común de derecha e izquierda.
El crimen no era ser marxista o liberal, que desde el punto de vista de la intelligentzia
es cosa a posteriori. El crimen fue pensar y establecer jerarquías
intelectuales fuera de los cauces predeterminados. Y en eso estuvieron todos de
acuerdo, prohibiendo participar en los concursos. La intelligentzia
consagrada temía perderlos en la confrontación técnica, y el objetivo
perseguido era simplemente totalizar de nuevo la superestructura colonial de
que todos forman parte en común.
Pruebas al canto.
Art. 32 del decreto 6403
del gobierno del Gral. Aramburu sobre la Universidad :
“No serán admitidos al
concurso quienes hayan realizado actos positivos y ostensibles de solidaridad
con la dictadura, que comprometa el concepto de independencia y dignidad de la
cátedra”.
Hemos oído a los liberales.
Oigamos ahora a un
marxista.
José Luis Romero,
interventor en la
Universidad en la que el doctor Ismael Viñas es secretario,
aclara el alcance del referido decreto:
“Los que hayan propuesto o
participado en actos individuales o colectivos, encomiando la obra de la
dictadura, realizados dentro o fuera de la Universidad , invocando
o no su condición de universitarios”.
La flor de ceibo fue
sustituida por la “Flor de Romero”.
Todo los separa, como se ve
en el actual conflicto universitario, cuando el problema es entre ellos. Todo
los une cuando, vivito y coleando, aparece el finado: el país real con sus
hijos que pretende participar en la construcción de una historia que no es la
del grupo intelectual que la ha deformado para que sólo estén presentes las
hipótesis de la Patria
Chica que conforman su mentalidad de cipayos de cualquier
metrópoli, porque lo importante es que el país se acomode a su extranjería
mental. Y esto de Botet a Rolando García:
--¡Ah! Si
de pronto apareciera otra vez la multitud argentina: los veríais unirse como en
1930, en 1945 y en 1955.
12. Es útil señalar el contraste de lo que
ha ocurrido con los morenos de Buenos Aires y a la otra orilla del río en
Montevideo. Mientras aquí prácticamente han desaparecido; en la vecina orilla
subsisten numerosos en la variada gama de negros, mulatos, cuarterones, etc. La
estadística oficial da un número mucho más reducido que el que resulta para mi
de la empírica observación. Yo he limitado mis investigaciones a recorrer
durante bastante tiempo los campos de deportes y especialmente los picados de
fútbol, en los canchas improvisadas en potreros y baldíos y me ha resultado
siempre un promedio de dos o tres morenos cada once es decir,
aproximadamente del 20%. La mayor abundancia debe atribuirse desde luego a que
Montevideo fue “asiento” de esclavos, y a que el Uruguay fue durante varios
años refugio de muchos esclavos fugados del Brasil. A este propósito se hace un
juego humorístico con el dicho “no hay negro que no sea blanco” porque es una
regla casi unánime que son políticamente blancos. Tal vez la razón de esta particularidad
esté en que el partido blanco con sus estancieros
y caudillos protegía a los esclavos fugados por su posición rioplatense,
mientras los colorados que más bien eran brasileristas los devolvían a sus amos
del otro lado de la frontera.
Pero
el hecho que parece inexplicable es que en Buenos Aires se han extinguido
mientras en Montevideo se multiplican normalmente aunque decolorándose;
audazmente intento explicarlo por la mucha mayor afluencia inmigratoria de este
lado del río que produjo respecto de los morenos el efecto destructor que fauna
u hombre importado producen con la introducción de sus enfermedades para las
que el indígena no tiene defensas. Los que hemos conocidos los estragos que
produjo la tuberculosis en las primeras décadas del siglo particularmente en
los morenos que parecían especialmente indefensos respecto de ellas, podremos
creer que esa es la explicación; en cambio en la vecina orilla la inmigración
no fue tan masiva sino mucho más gradual y menos heterogénea.
13. Sarmiento había dicho: ''nuestra
República es democrática, oligárquica y aristocrática". "Habrá una
clase pensante, directora, poseedora del suelo". Dirá alguna vez,
"estoy divorciado de las oligarquías, los aristócratas, la gente decente a
que tengo el honor de pertenecer", porque es primo pobre y aun en
riesgo de pasar por gaucho. Desde ese resentimiento de primo pobre dirá
entonces de la oligarquía: "¡Fue plebeya y rastrera, nunca tuvo parques
para divertirse cazando!" (Como los ingleses, ¡Genial el argumento!) Pero
este descontento es episódico: "La república debe ser gobernada por
caballeros, natural autocracia". Una "minoría ilustrada poseedora de
la propiedad, descendiente de europeos e indígenas ya conquistados a la
civilización". Es el mismo concepto del Congreso unitario de 1826 y por
eso dice: "Hasta 1831 no gobernaban sino los decentes". "Cuando
decimos pueblos entendemos los notables, activos, inteligentes, clase
gobernante”. “Somos la gente decente, es decir, patriotas” (ya se ha visto a
que llama patriotismo este p... rócer, este p... atriota. Como cantan los
muchachos: “muchas cosas ... empiezan con P). “Nosotros los demócratas y
republicanos, que no queremos que se entrometan en nuestros gobiernos otros que
los que llevamos frac”.
Ahora
ya podemos ver con claridad: Lo mismo es Perón que Mongo.
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