miércoles, 14 de noviembre de 2012

Nacionalismo chileno e integración iberoamericana (I Parte)


por  Patricio Lara

Al escuchar la palabra "nacionalismo", inmediatamente tendemos a relacionarla con grupos chovinistas que denigran a inmigrantes peruanos o descargan su ira contra el pueblo argentino. Pero muy poco se conoce acerca de la proyección latinoamericanista que movimientos e intelectuales autocalificados como nacionalistas han llegado a proclamar. Comenzando por los numerosos ensayos bolivarianos escritos por el periodista Joaquín Edwards Bello hasta las tesis integracionistas del Centro de Estudios Chilenos CEDECH, haremos un repaso por cada una de aquellas personalidades o instituciones que hayan comprendido al nacionalismo no como un odio hacia el vecino o un patrioterismo termocéfalo, sino como la búsqueda del ansiado proyecto de Bolívar, en pos de la regeneración de Nuestra América disgregada en conveniencia de los imperialismos.

Si bien en nuestra introducción hemos hecho alusión a aquellos intelectuales o movimientos nacionales que han mostrado ciertos atisbos de iberoamericanismo, no podemos dejar de lado a su verdadero patriciado fundacional, surgido en la década de 1910 y que contó entre sus filas con Francisco Encina, Alejandro Venegas, Tancredo Pinochet y Luis Galdames, entre otros. En relación a estos, el Director del Departamento de Historia de la Universidad de Valparaíso, profesor Leonardo Jeffs Castro, comenta: “pese a no desarrollar aún las tesis integracionistas latinoamericanas, este grupo de pensadores, en los años del primer Centenario, fueron unos verdaderos aguafiestas para el júbilo de nuestra oligarquía, próspera gracias a los beneficios del salitre. A pesar de toda la algarabía de la élite, la generación fundacional de nuestro nacionalismo llegó a la conclusión de que el país se encuentra sumergido en el atraso, con un pueblo empobrecido e ignorante y una crisis de identidad enorme”.
Siguiendo esta línea, en la década de los 20’ surgiría la Obra Magna del periodista y ensayista Joaquín Edwards Bello, Nacionalismo Continental, la cual según el mismo Raúl Haya de la Torre “no va a perderse en las vaguedades retóricas de la gran mayoría de los hombres que en nuestros países quieren resolver sus problemas fundamentales con palabrería, con charlatanería de andaluces, más o menos agradables”. Este ensayo, será lo que en un plano práctico intentaron fraguar próceres como Bernardo O’higgins o un José Antonio Vidaurre, es decir, promover el objetivo de la creación de un bloque iberoamericano, que por medio de la interdependencia de las patrias, hiciera frente a la injerencia tanto cultural como económica de las grandes potencias de la época. Otro aspecto a destacar, es la crítica hacia la ‘fronda aristocrática’, que según nuestro autor, estaría engolosinada con todo lo venido de Europa, especialmente si era francés o anglosajón; nadie en el país estaba interesado por reforzar nuestra cultura o buscar la propia identidad, todo era importar, y nada crear o adaptar, no adoptar, manifestaría críticamanete Edwards Bello.
En cuanto a verdaderos movimientos de masas, la década del ’20 pareció quedar al debe. Aunque es de importancia recalcar que entre la cúpula castrense las ideas del autor de Nacionalismo Continental y Francisco Antonio Encina y compañía, sí penetraron hondamente. Ejemplo de esto es el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, personaje a quien debemos las principales leyes sociales de la Historia de Chile y que además, en una muestra de profundo sentido común iberoamericanista, reintegrara Tacna a Perú y posteriormente, en 1931, propusiera la Unión Aduanera de Latinoamérica – auténtico antecedente del Mercosur aunque en sentido macro – para contrarrestar la hegemonía norteamericana en la zona.
En 1932, mediante putsch liderado por el militar patriota Marmaduque Grove se proclama la ‘República Socialista de los Trabajores Chilenos’. En su manifiesto fundacional el movimiento insurrecional, a parte de mantener una equidistancia ante los imperialismos de turno – Estados Unidos y la Unión Soviética – “propone la creación de una federación de Estados indoamericanos, con un notorio influjo del APRA peruano que queda de manifiesto además en su emblema”, manifiesta el historiador y sociólogo de la Universidad de Chile Rolando Ortiz Zañartu.
En ese mismo año, nacía el Movimiento Nacional Socialista Chileno MNS(*) que, de un modo bastante sui generis, también sustentaba un antiimperialismo latinoamericano. Si bien su líder Jorge González von Marees simpatizaba con la causa del APRA peruano, él no ponía sus manos al fuego por la unión directa del continente bajo un partido guía como proponía la tienda de Haya de la Torre, sino que era partidario de que se formaran movimientos nacionalistas paralelos en las patrias de Iberoamerica y/o lograr constituir gobiernos patriotas fuertes e importantes en cada uno de ellos. En palabras del mismo jefe del MNS:
“..habrá llegado el momento de la constitución del gran bloque continental iberoamericano (…) que permitirá (a las naciones) respaldarse recíprocamente para defenderse de todo intento imperialista y hacerles actuar con dignidad y peso en la historia mundial del porvenir”(**).
Este ha sido el primer recuento de los principales movimientos y personalidades del nacionalismo chileno que a la vez han promovido, de un modo u otro, la unidad latinoamericana. Sin duda que en la primera mitad del siglo XX, en Chile, podemos rescatar importantes ideas-fuerza que mantendrán encendida la llama de la revolución por la búsqueda de nuestra Segunda Independencia y el objetivo de concretar el proyecto unificador de próceres como Bolivar, San Martín y Bernardo O’higgins.


(*) Hay que destacar – aunque sea mil veces – que este movimiento no tiene nada que ver con su homólogo alemán. Aquí en Chile existió una filial del NSDAP la cual no permitió la doble militancia con el MNS; ni viceversa.
(**)Moller Roth, Magdalena, “El Movimiento Nacional Socialista Chileno”.


fuente:ContextoGeopolitico

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