lunes, 20 de junio de 2011
EL TERRORISMO JUDÍO EN LA ARGENTINA
por Norberto Ceresole
Los Atentados de Buenos Aires fueron el producto de la infiltración del terrorismo fundamentalista judío en el servicio de contraespionaje israelí (Shin Beth)(1)(2).
Son dos los atentados macroterroristas ocurridos en la Ciudad de Buenos Aires, ambos contra instituciones judías.
El primero de ellos fue una implosión(3). Una comisión técnica designada por la Academia Nacional de Ingeniería demostró, por encargo de la Corte Suprema de Justicia de la República Argentina, que la explosión que demolió el edificio de la Embajada de Israel en la Argentina, el 17 de marzo de 1992, produciendo 29 muertos y una gran cantidad de heridos, ocurrió dentro del propio edificio; más concretamente en la planta baja del mismo. Por lo tanto es muy difícil pensar que la motivación política del atentado sea ajena a la crisis intrajudía, que afecta con mucha intensidad a la sociedad israelí en especial desde los inicios del llamado "plan de paz".
Además se hace imposible imaginar a un "terrorista árabe" introduciendo un paquete de explosivos equivalente a unos 3 metros cúbicos sin que los agentes del Shin Beth, custodios del edificio, se enteraran. No olvidemos que en esos momentos gobernaba Israel el partido Likud en coalición con los partidos religiosos, por un lado, y con el partido Laborista, por otro (Shimon Peres, por ejemplo, era ministro de Hacienda). Naturalmente dentro del gobierno y del grupo negociador judío existían serias disidencias.
Todos los datos fiables que existen al día de hoy señalan que el segundo atentado, ocurrido el 18 de julio de 1994, también fue una implosión que demolió asimismo un enorme edificio en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, donde funcionaba la sede de la AMIA, Asociación Mutual Israelita Argentina, y de otras organizaciones sionistas, como la Histadrut, que eran totalmente favorables al desarrollo del "plan de paz". En este segundo atentado murieron 86 personas y más de 100 quedaron heridas.
En ambos casos existen sendas investigaciones judiciales, que aún no han dado resultados tangibles, a excepción del dictamen técnico antes mencionado. Se sabe, sin embargo, que al juez actuante en el caso de la Embajada, que era asimismo Presidente de la Suprema Corte de Justicia, le fue vedado el ingreso durante años al predio que ocupaba la Embajada, por considerar, los embajadores de aquellos tiempos, que al tratarse de "territorio israelí", las investigaciones debían ser realizadas por personal israelí (la investigación la realizó el Shin Beth de modo rutinario y superficial, y no dio ningún resultado tangible). Esa situación, que, repetimos, duró varios años, le fue muy útil a la inteligencia exterior israelí (Mossad) que propagaba su falsa y específica versión del atentado. El dictamen técnico elaborado por inobjetables científicos de la Academia Nacional de Ingeniería, por encargo de la Corte Suprema de Justicia, que se incorpora en la causa recién el 19 de setiembre de 1996, demolió de manera definitiva las absurdas teorías conspirativas propaladas por la alianza judío-norteamericana.
A las pocas horas de ocurrido el segundo atentado (la implosión en la AMIA, ya con gobierno laborista en Jerusalén) los gobiernos israelí y norteamericano propagaron la noticia, a todo el mundo, de la culpabilidad de Irán y de Hezbollah en el suceso. Fue como una respuesta aprendida y memorizada de antemano. Es así que el gobierno y la justicia argentinas, con una intromisión directa y descarada de la Embajada de Israel, impulsan las investigaciones que hasta el momento han producido algunos detenidos –en relación sólo con el segundo atentado-, aunque a ninguno de ellos se le ha podido encontrar implicaciones ni directas ni indirectas con el hecho(4).
Fue asimismo la inteligencia -o la contrainteligencia- israelí quien emite la falsa información de que los atentados se realizaron desde el exterior de ambos edificios, y a través de sendos "coches-bomba". Son asimismo esos grupos de la "seguridad" del Estado de Israel quienes aseguran la culpabilidad del "terrorismo islámico", hecho que al día de hoy no está demostrado ni siquiera remotamente.
Mientras el fundamentalismo terrorista judío crecía en forma vertiginosa dentro de las fronteras del Estado de Israel, y en cada una de las principales comunidades judías en Occidente, asumiendo la forma de numerosas organizaciones y subideologías, la totalidad de su sistema de seguridad interior con eje en el Shin Beth estaba orientada casi exclusivamente hacia el "terrorismo árabe".
Cuando el asesino judío Baruj Goldstein, el 25 de febrero de 1994, dispara sobre una multitud de musulmanes que oraban en la Cueva de los Patriarcas, se produce una aparente confusión en el sistema de seguridad israelí. En apariencia nadie había previsto "... que un judío podía perpetrar una tal masacre. La seguridad militar había recibido (del Shin Beth), un día antes de la masacre, una información concerniente a una eventual agresión de Hamas contra los judíos"(5). El mundo al revés.
Para salvar sus responsabilidades, el servicio de informaciones del ejército(6) hizo pública, ante la Comisión Shamgar (formada por primera vez para el "caso Goldstein" y, luego, utilizada para el "caso Rabin") la siguiente información: "Nuestro trabajo de análisis concierne a la situación del enemigo y no a la de nuestro propio campo. Las informaciones que nosotros recibimos del Shin Beth sólo tienen relación con eventuales ataques árabes, y no a la inversa... Para nosotros, la interpretación de base es clara: cuando un judío porta un arma, es para defenderse. Un árabe sorprendido con un arma, es un terrorista"(7).
Respetando con toda exactitud esa misma metodología, todas las hipótesis de trabajo aportadas por el Estado de Israel (con el apoyo posterior de grupos de inteligencia norteamericanos), en relación con los Atentados de Buenos Aires, estuvieron orientadas a "demostrar" la "maldad intrínseca del régimen iraní y del islamismo de Hezbollah". Y todas ellas han abortado a poco de andar las respectivas investigaciones judiciales, que eran asimismo extremadamente complacientes con las hipótesis originales.
La opinión pública internacional quedó conmovida ante el asesinato de Rabin, que cae bajo las balas del líder de una organización fundamentalista judía, que tenía complicidades manifiestas con el Shin Beth. Quedó al descubierto un hecho que muy pocos especialistas habían explicitado con anterioridad: la sociedad israelí estaba sufriendo disensiones internas extremadamente graves, en el límite de una guerra civil(8).
Sin embargo, ese no es el hecho más significativo. Lo realmente impresionante son las conexiones, que salieron a la luz a partir de las conclusiones -públicas- de la Comisión Shamgar, encargada de investigar el asesinato de Rabin. Esas conclusiones públicas son realmente desvastadoras respecto de la confiabilidad de los servicios de seguridad israelíes, en general, y del Shin Beth en particular.
La Comisión Shamgar, que lleva el nombre del ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, Meir Shamgar(9), produjo asimismo otro informe de aproximadamente 100 páginas, que fue clasificado como de alto secreto, que es donde, muy probablemente, se podrán encontrar algún día, las claves oficiales de los Atentados de Buenos Aires.
Naturalmente que esos atentados se produjeron por factores absolutamente ajenos a los problemas internos que hoy asfixian a la sociedad argentina. Su origen debe ser perfectamente diferenciado de la posterior distorsión que hacen las instituciones dirigentes de la comunidad judía residente en la Argentina, manipuladas todas ellas por el gobierno de Israel y sus dos principales servicios de seguridad: el Shin Beth (interior) y el Mossad (exterior). Esas manipulaciones, en su totalidad, están orientadas a transferir el centro de gravedad de los conflictos: los principales, los que afectan internamente a la sociedad israelí, desaparecen mágicamente, y sólo quedan en escena los conflictos árabe-israelíes, que en esos tiempos eran absolutamente secundarios. Para no hablar de la inexistencia de antecedentes en este tipo de acciones terroristas en la propia Argentina.
Esta última cuestión (en la Argentina nunca se había registrado una acción terrorista contra ninguna de las muchas comunidades extranjeras residentes en su territorio) fue encarada posteriormente a partir de la magnificación de la "guerra sucia" de los años 70. La propaganda judía pretende convertir esa guerra sucia en un "Holocauto sudamericano": luego es mucho más sencillo señalar a los verdugos de ese "Holocauto" y, consiguientemente, a los "verdaderos autores" de los atentados terroristas. Este tema será tratado en el Capítulo 2. Todo encuadra dentro de la mitificación sobre la que se funda la cultura judía en general. El tema del "Holocauto" será tratado en el Capítulo 7.
Para exponer en cierto orden los factores que originan las agresiones terroristas sobre la Argentina, los hemos agrupados de la siguiente manera:
1. Los Atentados de Buenos Aires deben comprenderse dentro del proceso de la crisis interna de la sociedad israelí, que se agudiza hasta el paroxismo a partir de los preparativos de la Conferencia de Madrid (1991).
2. La lucha violenta que un sector de la sociedad israelí emprende contra otro sector de esa misma sociedad es abarcante de la totalidad del espacio judío internacional. Es decir, que esa lucha incluye a, por lo menos, los siguientes países: Israel, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Argentina. Ella se desarrolla, asimismo, en por lo menos tres planos, simultáneamente: el cultural o teológico (fundamentalismo religioso versus sionismo laico), el social (colonos versus poblaciones establecidas) y el estatal-institucional (fractura de los servicios de seguridad).
3. La Conferencia de Madrid es forzada por los EUA y aceptada con hipocresía por el gobierno Shamir (siguiendo la vieja tradición "negociadora" israelí). Pero a partir de ella, importantes sectores del laborismo o social-sionismo liderados por el general Rabin se suman rápidamente a la propuesta, intentando avanzar un poco más dentro de la ecuación "paz por territorios", pero siempre dentro del mantenimiento de un férreo control israelí sobre la región.
4. Ello provoca una sucesión de reacciones violentas por parte del fundamentalismo religioso, que se había consolidado progresivamente en Israel y en todo el espacio judío internacional (del cual Argentina forma parte debido a la importancia de la comunidad judía allí residente) a partir de la victoria militar de 1967. Ese es el año de la reconciliación entre una importante franja de ese fundamentalismo religioso y los sectores nacionalsionistas (Beguin, Shamir, Sharon, etc.).
5. La fractura social y religiosa se proyecta puntualmente en los aparatos de seguridad del Estado, en especial en el servicio de contraespionaje Shin Beth.
6. Para el fundamentalismo judío el lanzamiento del proceso del "plan de paz" a partir de la Conferencia de Madrid fue el inicio -sólo el inicio- de una catástrofe anunciada por los propios mesiánicos. Su reacción contra ese proceso incluye numerosos actos de terrorismo, dentro de los cuales los de Buenos Aires son sólo una parte.
7. Para comprender a los Atentados de Buenos Aires dentro de este contexto lógico -el único posible- es necesario analizar la cronología de algunos hechos sobresalientes(10) sucedidos en la escala del espacio judío internacional y, en especial, dentro de las fronteras del Estado de Israel. La abundante bibliografía existente registra inequívocamente un extraordinario incremento del terrorismo judío y una clara multiplicación de los grupos terroristas judíos, en forma paralela al "avance" del "plan de paz":
*1989-1990-1991, ola de atentados terroristas en Israel, contra judíos partidarios del "plan de paz", hoy llamados "falsos judíos". Esos atentados son atribuidos oficialmente al grupo Kach, llamado también sicarios (sikariim) o "camisas amarillas"(11).
Los sicarios (de sica, puñal en latín) están fuertemente entroncados en el Antiguo Testamento y son reivindicados en el Talmud y la Mishnah. El derecho que tiene un judío de ejecutar a otro judío nace y se legitima con la acción del sacerdote Pinhas (o Pinjás) (Números, 25) quien asesina a Zimri, por indicación directa de Moisés, a quien Yahveh ordenó dar muerte no sólo a los jefes moabitas [Dijo Yahveh a Moisés: "Toma a todos los jefes del pueblo y empálalos en honor de Yahveh, cara al sol"] sino muy especialmente a los "falsos judíos", a los pecadores: a los israelitas unidos con hijas de Moab que habían realizado sacrificios a los dioses extranjeros ["Matad cada uno a los vuestros que se hayan adherido al Baal de Peor"]. Los sicarios son la consecuencia lógica de la ideología zelote ("celosos defensores del Templo": del griego zêlôsantes), el nacionalismo judío que se enfrenta no sólo al poder romano sino en especial a los judíos partidarios de Roma. Es conocido que uno de esos judíos del "partido romano", Flavio Josefo, los define como "bandidos judíos": "Se dieron este nombre a sí mismos como si fuera la práctica del bien y no las empresas más criminales lo que era el objeto verdadero de su celo" (Guerra de los judíos, IV y VII). Los sicarios forman un grupo muy importante dentro del "partido de los zelotes", el nacionalismo judío anti-romano pero sobre todo enemigo de los judíos romanizantes. El pueblo de Israel parece condenado a repetir ciclos históricos, dada su obediencia a las representaciones contenidas en el libro ideológico más espectacular jamás escrito: el Antiguo Testamento. ¿Cuál es la diferencia entre los zelotes de las guerras judías y los colonos actuales? El 14 de enero de 1998, 30.000 zelotes contemporáneos -y, dentro de ellos, muchos sicarios- se manifestaron en Jerusalén con la consigna: "Clinton: manos fuera de Israel"(12), al mismo tiempo que le recordaban a Netanyahu: "Tu fuiste elegido para proteger la tierra de Israel" (Fuente: The Jerusalem Post, 15 de enero de 1998). El fantasma de Rabin y del proceso terrorista judío a escala mundial, estuvo presente esa noche, una vez más, en Jerusalén, la metrópolis del ethnos, pero sobre todo del genos judío.
*30 de setiembre de 1991, apertura de la Conferencia de Madrid.
*17 de marzo de 1992, implosión en la Embajada de Israel en Buenos Aires, donde estaba reunido el grupo dirigente del Shin Beth encargado de la seguridad de las embajadas y de otros edificios públicos israelíes en el área sudamericana. La implosión se produjo en el exacto momento en que los agentes estaban almorzando fuera del edificio.
*Mayo de 1992. Desarrollo de las negociaciones de paz: en Washington, Viena, Bruselas, Tokio y Ottawa.
*13 de junio de 1992. Triunfo electoral de Isaac Rabin como líder del Partido Laborista. Uno de sus primeros actos de gobierno es la reestructuración del Shin Beth. Se eleva al rango de brigada lo que hasta ese momento (el Departamento Judío) era una pequeña unidad encargada de vigilar las actividades de los grupos fundamentalistas judíos dentro de Israel, especialmente de los residentes en la Cisjordania. Los agentes del Shin Beth reciben la orden de infiltrarse en las organizaciones creadas por lo colonos.
*Agosto de 1992. Por primera vez Israel declara aplicable al Golán sirio el principio de la "restitución de territorios" (en el Golán están establecidos 13.000 colonos judíos).
*30 de agosto de 1993. El Parlamento israelí aprueba la "Opción Gaza-Jericó".
*9-13 de setiembre de 1993. Se produce el reconocimiento mutuo entre Israel y la OLP, en Washington (Oslo I).
*16 de enero de 1994. Cumbre Sirio-americana en Ginebra. Rabin anuncia la intención de realizar un referendum (en Israel) para legalizar la retirada de la Tsahal del Golán(13).
*25 de febrero de 1994. El médico judío-americano Baruj Goldstein asesina a más de 40 palestinos en la mezquita de Hebrón.
*Febrero-mayo de 1994. Acuerdos de El Cairo. Se establecen las fronteras internacionales de Gaza y Jericó.
*25 de mayo de 1994. Acuerdo de Paz entre Jordania e Israel.
*1 de julio de 1994. Regreso de Yasir Arafat a Palestina tras 27 años de exilio.
*18 de julio de 1994. Implosión en la AMIA de Buenos Aires. Las organizaciones judías que funcionaban en ese edifico tenían una orientación claramente favorable al "plan de paz".
*26 de octubre de 1994. Tratado de Paz entre Israel y Jordania.
*28 de setiembre de 1995. Acuerdos de Taba (Oslo II) entre Israel y Jordania.
*4 de noviembre de 1995. Asesinato de Isaac Rabin. Las conclusiones de la Comisión Investigadora constituida determina la complicidad del Shin Beth en el asesinato, por acción e inacción.
De manera muy sucinta, éste es el espacio-tiempo y el contexto de los Atentados de Buenos Aires. Como veremos posteriormente, todas las acciones violentas del fundamentalismo terrorista judío giran en torno a una institución fundamental del Estado de Israel: su servicio de contraespionaje, el Shin Beth, encargado, entre otras cosas, de proteger la seguridad de las embajadas de Israel en todo el mundo, y de aplicar y de administrar la tortura dentro de Israel y en los Territorios Ocupados.
8. El fragmento público del análisis realizado como consecuencia del asesinato de Rabin (Comisión Shamgar) señala algunos hitos muy importantes en la historia de las infiltraciones del Shin Beth en los grupos fundamentalistas judíos. Lo relevante de la lectura del Informe, es que al final de cada operación, nunca quedaba claro quién era el infiltrado y quién el infiltrador.
Como bien lo demuestra, entre otros, el "caso del asesinato del doctor Kastner", un judío-húngaro supuesto ex colaborador de la Gestapo. Su asesino, Zeev Eckstein, era uno de los agentes infiltrados por el Shin Beth dentro del grupúsculo de "vengadores". Una situación comparable se reproduce treinta y cinco años más tarde. El agente infiltrado por el Shin Beth (Avishay Raviv) fue "incapaz" de controlar al asesino de Rabin (Ygal Amir), líder del grupo supuestamente infiltrado. El grupo y el asesino estuvieron permanentemente vigilados y fueron manipulados en ambos casos por el servicio de contraespionaje. Y ambos asesinatos se produjeron igualmente.
9. Ygal Amir, antes de asesinar a Rabin, tuvo una amplia experiencia en cuestiones de seguridad y de política exterior (había estado oficialmente en Lituania como funcionario del Estado judío adoctrinando a futuros emigrantes soviéticos a Israel). El grupo fundamentalista que llegó a liderar Ygal Amir había sido organizado y generosamente financiado por el "agente provocador" del Shin Beth, Avishay Raviv, un hombre de la máxima confianza de la cúpula del contraespionaje israelí.
10. Los Atentados de Buenos Aires están claramente anclados en la estrategia mesiánica del fundamentalismo judío (Tierra de Israel versus "Estado" de Israel) y en el juego dual del contraespionaje del Shin Beth. Pero la diplomacia de Israel, el Mossad y el lobby judío en la Argentina tuvieron reflejos rápidos, en especial después de la implosión en la AMIA: desviaron el proceso hacia el "terrorismo árabe" y hacia una supuesta "conexión interna" estrictamente argentina y continuadora del "Holocauto sudamericano". Con ello ganaron la primera batalla de una guerra psicológica y física con la Argentina, que será muy larga, hasta que se pueda acceder a los archivos del Shin Beth o al fragmento secreto del Informe Shamgar. Esa batalla perdida por la Argentina tuvo dos frentes:
*Desviar la atención de la opinión pública internacional de las fracturas internas que azotan a los aparatos del Estado y a la sociedad israelí hacia el "nazismo criollo" argentino, el peronismo (para lo cual hubo que fabricar la imagen del "Holocauto sudamericano") en un momento en que comenzaba una campaña internacional judía contra varios países al mismo tiempo ("oro suizo").
*Evitar que las investigaciones policiales y judiciales dentro de la Argentina derivara hacia los grupos judíos fundamentalistas radicados en ese país, y encontrara en ellos la verdadera "conexión local"(14).
11. En síntesis. Entre los inicios del "plan de paz" y el asesinato del general Rabin queda determinado un tiempo y un espacio: un tiempo de hegemonía judía ideológica en todo Occidente y un espacio geográfico judío (Israel+diáspora) que no admite discontinuidades. Dentro de ese tiempo y de ese espacio, los Atentados de Buenos Aires aparecen como simples eslabones de una cantidad muy grande de sucesos y de conflictos, entre los cuales no existen discontinuidades ni espaciales ni temporales, ni metodológicas (operativas) ni ideológicas (teológicas). En términos aún más concretos no existen diferencias cualitativas, ni en los objetivos ni en los métodos entre los Atentados de Buenos Aires y el asesinato del general Rabin, para exponer sólo dos de los eslabones de una larga cadena: los mismos actores se desplazan en un mismo espacio en un mismo período de tiempo.
Un día después del asesinato de Isaac Rabin, Jacob Perry(15), quien durante años había sido jefe del Shin Beth hasta unos meses antes del magnicidio, declara: "Si yo hubiese sido todavía el jefe del Shin Beth habría dimisionado". En ese momento, el períodico Yediot Aronot publicó una carta enviada por Alicia, viuda de David Ben Rafael, una de las familiares de una de las 29 personas muertas en la implosión de la Embajada de Israel en Buenos Aires en 1992, cuando el propio Perry era el jefe del Shin Beth y responsable de la seguridad de esa Embajada: "He leído la declaración de Jacob Perry (antes citada) y monté en cólera ¿Por qué Perry no dimisionó después del atentado cometido en Buenos Aires? Él era el responsable de la seguridad de la Embajada. En esa época yo había planteado esa cuestión y nunca jamás recibí respuesta".
Otro periódico israelí, Haaretz, recoge la quejas de Danny Carmon, que había sido Cónsul de Israel en Buenos Aires en los tiempos de la explosión, y cuya mujer murió en el atentado. Danny Carmon sostiene que el Shin Beth no ha investigado lo suficiente después del atentado, y que esa organización es contraria a conformar una comisión especial para continuar la investigación. Carmon, que en la actualidad es el jefe de la división de informaciones del
ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, encuentra que hubo "negligencia" por parte del Shin Beth, en relación con la investigación de la implosión de la Embajada. Asimismo, luego de cerrada la investigación, muchas otras personas encontraron que la misma había sido "superficial, examinando sólo los aspectos técnicos del ataque". Incluso esa explosión, se admite, pudo haber sido accidental, originándose a partir del material militar israelí almacenado dentro del edificio. Jacob Perry rechaza toda responsabilidad en el atentado, a pesar de haber estado reunido en la Embajada de Israel en Buenos Aires, junto con Isaac Levi -responsable del departamento de seguridad del Shin Beth- y David Margalit -responsable del área suramericana
del Shin Beth. Esa reunión de responsables de seguridad había comenzado pocos días antes de haberse producido la implosión. "De acuerdo con una de las personas que participó en esa reunión, Perry sostuvo en la misma que en el área suramericana (a cargo del Shin Beth) no existía ningún objetivo terrorista (ningún blanco para los `islamistas')" (Fuente: Haaretz, 29 de diciembre de 1997).
La negativa del Shin Beth en proseguir con la investigación coincide, con toda exactitud, con las quejas posteriores del ministro del Interior argentino, el judío Carlos Corach, quien admite que no existe información fehaciente, sino sólo "circunstancial", sobre la participación de Irán y de Hezbollah en los atentados. "Nosotros tuvimos contactos oficiales con el Mossad y con la policía de Israel. De la información que nos han proporcionado no se puede extraer evidencia alguna sobre la existencia de una conexión de Irán y de Hezbollah. También hemos pedido ayuda a la CIA, y ellos, también, han contribuido muy poco" (Fuente; Haaretz, 6 de enero de 1998).
Una conclusión lícita y lógica que el analista puede extraer ante esta situación, es que ninguna organización va a dar informaciones sobre hechos en los cuales ella misma está implicada, por acción, omisión, o como simple protectora de los actores reales.
Cuando la investigación sobre el asesinato de Rabin descubre la magnitud de la conspiración fundamentalista y la profundidad de las conexiones de ese terrorismo religioso con el principal servicio de informaciones del país(16), en ese momento en Israel todas las personas con capacidad para pensar por cuenta propia relacionaron -en tiempo y espacio- toda la secuencia de los hechos, algunos de los cuales nosotros ya hemos expuesto en esta cronología.
El proceso
Primero debemos ubicarnos en el plano de la macropolítica o, si se quiere, de la historia. El proceso que termina con la infiltración del terrorismo fundamentalista de los colonos judíos en el Shin Beth -en la organización encargada de la seguridad interior israelí y de las instituciones de Israel dislocadas en el exterior(17)- comienza con prolongada anterioridad de los primeros pasos del "plan de paz". La victoria militar de 1967 fue el punto en el que comienza la reconciliación entre el mesianismo religioso y los sectores nacionalistas del sionismo (nacionalsionismo).
El giro religioso
Existe una cantidad importante de bibliografía sobre este tema. Sólo a título indicativo señalaremos que a partir de la euforia de 1967, los fundamentalistas religiosos comenzaron a percibir que es posible entender al anterior sionismo laico "... como a los audaces que están realizando una misión divina en el proceso de la Redención" (rabino Abraham Isaac Hacohen Kook, 1973).
La redención es concebida como el tránsito que impulsa el sionismo laico, "en contra de su propia voluntad", del "Estado de los judíos" hacia la "Tierra de Israel", o Eretz Israel. Esta concepción del judaísmo religioso fracturó la clásica posición del judaísmo tradicional religioso, basado en la Alajá, entendida como Ley superior. Y reestructuró totalmente "... la estructura lógica y armoniosa del pensamiento religioso ortodoxo, alterando las distinciones fundamentales entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo sagrado y lo profano"(18).
A diferencia del nacionalsionismo (lo que vulgarmente se llama la "derecha israelí", el fundamentalismo propone reemplazar el sistema democrático por el gobierno de los rabinos, o de los levíes, o "jueces", siguiendo al pie de la letra lo que se señala en el Libro de Esdras, que es un Libro fundacional, en lo que a sistema político se refiere, de la Torah o Antiguo Testamento. Es en el Libro de Esdras donde se establece la necesidad de operar la transferencia de la legitimidad política a la autoridad religiosa(19).
La eclosión política del fundamentalismo religioso
Las implantaciones de colonos en los territorios conquistados-ocupados fue el símbolo central de este nuevo período mesiánico. Un rabino definió esa etapa en los siguientes términos: "La tierra de Israel es santa, el pueblo de Israel es santo, el ejército de Israel es santo, los carros de combate del ejército de Israel deben ser objetos de culto" (Haim Druckman). Esta "filosofía" eclosiona bajo la forma de numerosos partidos políticos de base religiosa, los cuales, por primera vez en la historia de Israel, se convierten en aliados del Likud en su acceso al poder en 1977. Esos partidos religiosos, que son los principales sostenedores de la anexión del territorio ocupado, cubren un amplio espectro, parlamentario y extraparlamentario, y proponen desde acciones puramente políticas hasta actos terroristas propiamente dichos. "El mundo ortodoxo judío, que durante mucho tiempo fue un fenómeno marginal, asume hoy una importancia numérica y ejerce una influencia jamás conocida por el judaísmo moderno. Eso sucede en Francia, en Estados Unidos, Inglaterra e Israel. Él tiende a convertirse en la única referencia espiritual, el la guía, en el maestro, él penetra las comunidades más tranquilas y las escuelas hasta este momento tradicionalistas"(20).
El debate rabínico sobre el asesinato de judíos por otros judíos
En el contexto antes señalado volvió a cobrar actualidad el viejo debate rabínico sobre la legitimidad del asesinato de judíos Rodef y judíos Mosser por judíos leales a la ley alájica. El gran público israelí se enteró de la actualidad de este debate sólo a partir de los interrogatorios del asesino del general Rabin, Ygal Amir, cuyas declaraciones forman parte del Informe Shamgar.
A partir de la percepción de los primeros movimientos orientados hacia el "plan de paz", los rabinos pertenecientes a la corriente nacional-mesiánica ponen al día y desarrollan un debate cuyas conclusiones son las mismas de siempre: los judíos Rodef y los judíos Mosser, los "falsos judíos" de los tiempos actuales, según el fundamentalismo gobernante, merecen la muerte. Rodef y Mosser son conceptos rabínicos acuñados durante la Edad Media, aunque sus orígenes, como ya hemos visto, están en en Pinhas o Pinjás (Números, 25). Rodef es un judío persecutor de otros judíos, es quien pone a otros judíos en peligro de muerte. Matar a un judío Rodef es salvar de la muerte a otros judíos en peligro. Mosser es un judío denunciante de judíos: un judío que acusa a judíos ante los gentiles o goims. Al igual que el Rodef, el Mosser merece la muerte.
El inicio de este debate fue anterior al comienzo del "plan de paz" propiamente dicho, que arranca nominalmente con la Conferencia de Madrid, aunque su proceso -secreto- se venía desarrollando desde muchos años antes, prácticamente desde la derrota de la OLP en 1982 en el Líbano. La entrega de tierras (sagradas) que preveía el Plan era un delito rabínico terrible. Los Rodef y los Mosser, los "falsos judíos" implicados en el Plan, debían morir.
Percepción y doble infiltración
Entre el inicio de la Conferencia de Madrid y la implosión de la Embajada de Israel en Buenos Aires (las víctimas judías de ese atentado habían sido clasificadas, previamente, como Rodef y Mosser), asume el poder el general Isaac Rabin. Uno de sus primeros actos de gobierno consiste en reestructurar el Shin Beth para reorientar sus actividades hacia el control del terrorismo fundamentalista judío. Quien en esos momentos era el jefe del servicio, Jacob Perry, (prevenido por la implosión de la Embajada de Israel en Buenos Aires mientras él y sus subordinados estaban en esa capital) sostuvo: "Como ya lo anuncié en la última reunión ministerial, existe el peligro cada vez más grande de que un judío intente asesinar al primer ministro. Creo que es necesario concentrar las energías del servicio en esa dirección"(21).
La persona designada para dirigir la nueva brigada sobre el Terrorismo Judío es Karmi Gilon, un joven oficial del servicio de contraespionaje desde hace tiempo afectado al pequeño departamento judío del Shin Beth, creado a mediados de los años 80. Según Perry, Karmi Guilon es "... un hombre que ha asimilado completamente el pensamiento de los colonos. El ha acumulado mucha información sobre los extremistas judíos de derecha" (Uri Dan,... etc. op. cit, p.54 -ver nota 21).
Karmi Gilon había elaborado su tesis de doctorado en ciencias políticas en la Universidad de Haifa sobre el tema "Ilegalidades cometidas por la derecha en Israel por razones ideológicas sobre el fondo del conflicto árabe-israelí". Presentó su tesis en enero de 1990 y la misma fue aprobada con una nota sobresaliente (8 puntos sobre 10). El principal argumento de la tesis de Gilon no es ni brillante ni original: "Una organización clandestina no tiene ninguna necesidad de ser importante para cumplir un acto espectacular". Karmi Gilon fue el principal manipulador del "infiltrado" Avisay Raviv, creador del grupo finalmente liderado por Ygal Amir, asesino del general Rabin.
Un analista israelí, Amnon Kapeliuk, corresponsal en Jerusalén de Le Monde Diplomatique, relata ese proceso de doble infiltración de la siguiente manera: "Si la derecha (israelí) no fue objeto prácticamente de ninguna vigilancia por parte del Shin Beth, tenía, por el contrario, en el seno de esa organización, un número creciente de elementos de la 'derecha leal'... Algunos meses antes del asesinato (de Rabin), la opinión pública israelí fue sorprendida al constatarse que un alto dirigente del Shin Beth abandonó el servicio por iniciativa propia, para hacerse cargo de la dirección del Partido Nacional Religioso en vista de la cercanía de las elecciones legislativas. Después del asesinato esa persona, el señor "Kof", fue el principal organizador de la campaña electoral de ese partido. En el Shin Beth, numerosos agentes de todos los grados llevan la "Kippa" sobre sus cabezas. Pero es especialmente en el 'Departamento Judío', y sobre todo en el momento de máximo peligro integrista, donde abundan esas personas con Kippa sobre sus cabezas. Ellos se han educado en establecimientos religiosos, y pasaron por un seminario dirigido por el rabino Josef Ba-Gad, del partido fascista Moledet"(22).
La demonización del enemigo intrajudío parte de las definiciones rabínicas, ya vistas, de Rodef y Mosser. Tanto la Embajada de Israel en Buenos Aires como el Edifico de la AMIA estaban llenos de Rodef's y Mosser's partidarios del maldito "plan de paz". Suponemos que habrá sido realmente hercúlea la tarea posterior, encomendada seguramente al Mossad, de restaurar la imagen judía ante el mundo, y utilizar esos atentados para producir un efecto inverso a sus objetivos originales, permitiendo soldar las fracturas internas y re-proyectar el conflicto más allá de las fronteras de Israel y de las respectivas comunidades judías en Occidente.
Los atentados así travestizados, con órdenes iraníes y mano de obra nazi-criolla, permiten su utilización para legitimar acciones militares "preventivas" contra procesos revolucionarios de nuevo tipo ya instalados en zonas estratégicas de alto valor energético, tecnológico y militar. En especial las zonas ubicadas en el confín sureste del Mediterráneo Europeo, en la confluencia del Oriente Medio, el Asia Central y el Océano Indico.
Israel sabe que a pesar de haber empeñado sus fuerzas en cuatro guerras convencionales victoriosas, no sólo no tiene garantizada la paz: si sólo perdiese una -la próxima, que bien podría ser una guerra civil/regional-, perdería su misma supervivencia. Es por eso que los sectores religiosos-fundamentalistas, hoy hegemónicos dentro del Estado de Israel, han asumido convertirse en vanguardia militar y cultural del mundo occidental en una ofensiva contra una civilización demonizada (la islámica), en un teatro de operaciones absolutamente específico. Para que ello se concrete es necesario que desaparezcan -del interior del Estado judío y en las comunidades judías más importantes del mundo occidental- las fuerzas de los Rodef y de los Mosser. Hacia ese objetivo están orientadas las enmiendas orientadas a promulgar una Ley del Shin Beth en Israel, tal como lo hemos visto en la Introducción de este libro.
La hipótesis por la cual la detonación fue causada por un explosivo ubicado en un "coche-bomba" estacionado en el exterior de ambos edificios, fue asimismo aportada por Israel y, en el caso AMIA, por los soldados israelíes que vinieron a remover escombros sobre una porción de territorio argentino, violando así la soberanía nacional de la Argentina, con el "visto bueno" del presidente Menem, quien en un discurso público les dio la bienvenida a esas fuerzas, y prometió que su gobierno daría "carta blanca" para asegurar en la Argentina las operaciones de los servicios de inteligencia israelíes.
La hipótesis del coche-bomba fue un hallazgo de gran importancia dentro del proceso de guerra psicológica desarrollado por los servicios de inteligencia israelíes luego de cometidos los atentados. Logran definir como "imagen" lo que nunca pasó de ser una hipótesis nunca demostrada. La implantación por el enorme poder de los mass media de esa conocida "imagen" del coche-bomba en la conciencia colectiva mundial, hace que se relacionen esos atentados con un modus operandi utilizado en casos anteriores, pero en escenarios de conflictos ubicados en la periferia geográfica del Estado judío, por algunas organizaciones árabe-musulmanas .
La imagen del coche-bomba tuvo por virtud desligar absolutamente los Atentados de Buenos Aires de la infiltración a la que había estado sometido el Shin Beth por parte del terrorismo fundamentalista judío y, aún más, sirvió a la perfección para que la comunidad internacional no percibiera las fracturas internas que azotan a la sociedad de Israel, para que el mundo siguiera pensando que el conflicto principal era el árabe-israelí y no el intra-judío.
Una tercera derivación no ha sido la menos importante. Implementada como operación de guerra psicológica luego de producidos los hechos terroristas, estuvo y está orientada a satisfacer un viejo deseo del judaísmo internacional: primero vaciar y luego apoderarse de la Argentina. Para ello pretenden destruir el elemento identitario más importante de ese país: el movimiento peronista. A partir de definir a la sociedad argentina como "antisemita", el movimiento popular más trascendente de toda la historia argentina, el peronismo, es presentado ante el mundo como "nazismo criollo", una categoría funcionalmente identificada con los palestinos de Palestina, o sea, "la inmundicia de las gentes de la tierra":
"La tierra en cuya posesión vais a entrar es una tierra manchada por la inmundicia de las gentes de la tierra, por las abominaciones con que la han llenado de un extremo a otro con su impureza. Así pues no déis vuestras hijas a sus hijos, ni toméis sus hijas para vuestros hijos; no busquéis nunca su paz ni su bienestar, a fin de que podáis haceros fuertes, comáis los mejores frutos de la tierra y la dejéis en herencia a vuestros hijos para siempre". Esdras, 9- 11,12.
NOTAS
(1) Servicio de contraespionaje israelí. Encargado de la seguridad interior, protección de miembros del gobierno y de las embajadas y de otras oficinas gubernamentales de Israel en el exterior. La Embajada israelí en Buenos Aires y otras organizaciones judías radicadas en territorios extranjeros, como la AMIA de Buenos Aires, estuvo y está "protegida" por el Shin Beth. La seguridad personal de Rabin dependía del Shin Beth.
(2) Esta investigación será editada en España, para Europa e Iberoamérica; y en el Líbano, en lengua árabe, para todo el mundo árabe. El siguiente título a editar será: Geopolítica del Conflicto en el Mediterráno Oriental y el Asia Central.
(3) Definimos implosión como "estallido interno", o "explosión hacia dentro", o "explosión dentro de". El concepto "implosión", relativamente nuevo, proviene del campo de la fisión nuclear (implosion weapon). Ver: Jane's Dictionary of military terms, Londres, 1975.
(4) Tres de los cuatro detenidos actualmente formaban parte del cuerpo de oficiales de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, y niegan terminantemente toda participación en el suceso. Sus compañeros distribuyen en forma periódica publicaciones con informaciones técnicas serias que contradicen radicalmente las conclusiones a que pretenden llegar las investigaciones del juez a cargo de la causa, un hombre de confianza de la Embajada de Israel. Al finalizar el año de 1997, una llamada "Comisión Bicameral" integrada por diputados y senadores del Poder Legislativo, pertenecientes a todos los partidos políticos con representación parlamentaria, encargada de fiscalizar las investigaciones sobre los dos atentados concluyó: "que no existen elementos concretos sobre la conexión entre la policía de la Provincia de Buenos Aires y el ataque a la AMIA" (La Nación, Buenos Aires, 19-12-97).
(5) Es por ello que el judío-norteamericano Goldstein logra penetrar con extrema facilidad los sistemas de seguridad militares que rodeaban el lugar del asesinato masivo. Esto según la benevolente hipótesis oficial de la comisión investigadora que presidió Meir Shamgar. Para muchos otros investigadores independientes israelíes se trató de un juego de complicidades múltiples en el sistema de relaciones Shin Beth-seguridad militar-grupos terroristas fundamentalistas judíos.
(6) La estructura de la Comunidad de Inteligencia israelí está integrada por cinco organizaciones de importancia desigual. *El Mossad es el responsable de las informaciones y de las operaciones en el extranjero. Dispone de un centro de análisis y de evaluación. *El servicio de informaciones militares, Aman, opera exclusivamente sobre el dispositivo militar de países árabes. *El Shin Beth, como ya hemos visto, está a cargo de la seguridad interior y la seguridad de los edificios de Israel en el exterior. *Del Ministerio de Asuntos Exteriores depende un Centro de Análisis y de Estudio, fundado a partir de la crisis de la "Guerra de Yon Kipur". *Del Ministerio de Defensa depende una oficina de "relaciones científicas" o espionaje tecnológico, Lakam. Son muy conocidos en Israel los conceptos que hace unos años expresó el profesor Leibovitz: "El Shin Beth es una organización que posee un Estado".
(7) Citado por Jacques Derogy y Hesi Carmel, en Ils ont tué Rabin, Robert Laffont, París 1996, p. 34. Es particularmente importante el Capítulo 6 de este libro: Magia negra en Tierra Santa, que lamentablemente no podemos reproducir en el limitado espacio de esta investigación. Sobre relaciones entre Magia Negra y Cábala dentro de la historia del pensamiento judío ver: Gershom Scholem, Las grandes tendencias de la mística judía, Siruela, Madrid, 1996. En especial la octava y novena conferencias sobre Shabetaísmo y herejía mística y El Hasidismo: la última etapa, respectivamente, p. 313 y ss.
(8) Esa crisis debe ser relacionada con otros factores de gran importancia en la política internacional y regional de la geografía del "Mundo Antiguo", el más grande escenario bélico potencial desde la segunda guerra civil europea: *La situación palestina inmediatamente posterior al "Plan de Paz", y la evolución más reciente de las relaciones palestino-israelíes. *La naturaleza de la geopolítica de la expansión israelí en sus dimensiones básicas: territorial, demográfica, hidráulica y teológica. *La historia y la situación actual de los principales grupos terroristas judíos, sus principios teológicos, sus metodologías operativas y su acción en las distintas ramas de la diáspora, su relación con los asentamientos territoriales de Samaria, Judea y Jerusalén. *La creciente reislamización de Turquía y la conformación de un gran "mercado común" entre Turquía, Irán, Paquistán y la totalidad de las Repúblicas musulmanas ex soviéticas. Estos temas serán tratados en: Norberto Ceresole, Geopolítica del Conflicto en el Mediterráneo Oriental y el Asia Central.
(9) El mismo personaje que presidió las investigaciones sobre la masacre cometida por Goldstein, concluyendo que en la misma no hubo complot, sino "locura individual". Sobre el Informe Shamgar véase: Norberto Ceresole, España y los Judíos, Introducción, p. 9 y ss.
(10) Un antecedente que debe ser estudiado con atención es el fracaso de la Operación Apocalipsis (22 de abril de 1982), consistente en la voladura del Monte del Templo (Mezquitas de Omar y de el-Aqsa). Con esa acción los fundamentalistas del Gush Emunin (Bloque de la Fe) pretendían frustrar la devolución de los territorios del Sinaí a Egipto, que finalmente tuvo lugar tres días más tarde. Ver "Operación Apocalipsis", en Jacques Derogy y Hesi Carmel, op. cit, p.126
(11) Simon Epstein, Les chemises jaunes, chronique d'une extrême droite raciste en Israël, Calman-Lévy, Paris, 1990. En el Libro VII de la Guerra de los judíos Flavio Josefo relata el último episodio de los sicarios quienes, después de Masada, se refugian en Egipto. Allí "son capturados y entregados a las autoridades romanas. Son cruelmente atormentados mas no ceden".
(12) A los pocos días Clinton se debatía víctima de un escándalo. "Esto no es una broma, comentó el primer ministro libanés Rafic Hariri. Nos esperan días difíciles, ya que el lobby judío es quien ha hecho estallar el escándalo" (El País, 27 de enero de 1998).
(13) Isaac Rabin le había comunicado a Warren Christopher la disposición de su gobierno para volver a la frontera anterior a 1967. Como contrapartida, el gobierno sirio debía garantizar la seguridad de Israel en el Golán, incluyendo relaciones diplomáticas plenas y fronteras abiertas. Ello fue demasiado para la comunidad colono-fundamentalista. Más de 13.000 de esos colonos viven en el Golán conquistado-anexado, que dispone de las mejores tierras y de los recursos hidráulicos más importantes de Israel. Su primera respuesta fue la bomba en la AMIA, agrupación de instituciones laboristas, firmes sustentadoras del "plan de paz". Su segunda acción fue el asesinato del propio Rabin, esta vez dentro de Israel.
¿Por qué en Buenos Aires? Porque evidentemente era y es el lugar más adecuado en relación a las posibilidades militares (terroristas) del fundamentalismo judío (una operación de bajo riesgo que asegura el envío del mensaje deseado a los destinatarios pre-determinados). Por lo demás, Argentina es el país más fláccido de todos los que alojan a comunidades judías importantes. Y porque luego, como efectivamente sucedió, las consecuencias de ese atentado podían ser utilizadas para vaciar al propio país receptor.
(14) Que yo sepa no existen estudios, al menos públicos, sobre esos grupos fundamentalistas judíos -vocacionalmente ligados con el terrorismo- radicados en la Argentina. Sin embargo, esos grupos existen en la Argentina y son crecientemente numerosos. El grupo Luvabich, por ejemplo, posee escuelas "rabínicas-militares", similares a las concurridas por el asesino de Rabin y otros cientos de miles de jóvenes "soldados de Israel" en todo el mundo. Nosotros hemos utilizado algunas investigaciones sobre la creciente importancia que esos grupos han adquirido en EUA y Francia. Si bien cada una de las principales comunidades judías fuera de Israel tiene sus propias características, existen, como es lógico, muchos denominadores comunes entre ellas. Ver, entre otros, Emmanuel Haymann, Au coeur de l'intégrisme juif, Albin Michel, París, 1996.
Dentro de la comunidad judía en la Argentina, al igual que en la totalidad de la diáspora, existen fuertes tensiones. El 4 de enero de 1998, el actual presidente de la AMIA declaró en Tel Aviv: "Lamentablemente no encuentro que el tema de los atentados (de Buenos Aires) ocupe su debido lugar en la opinión pública (israelí), pero especialmente en la preocupación de los organismos oficiales del Estado de Israel no conocemos (los dirigentes de la comunidad judía en la Argentina, de tradicional orientación social-sionista) cuál es el apoyo concreto de las instituciones israelíes y sus servicios de inteligencia a la investigación no existe un gran aporte de los servicios de inteligencia israelíes en ese sentido" (Fuente: Clarín, Buenos Aires, 4-1-98). Estas declaraciones fueron enérgicamente desmentidas por el embajador de Israel en Buenos Aires, Yitzhak Aviran, miembro de uno de los partidos que conforma la coalición Likud, quien sostuvo que "Israel hizo todo lo que tenía en sus manos para resolver los atentados" (7 de enero de 1998). Ya hemos visto que no opina lo mismo el ministro del Interior del menemismo gobernante, el judío Carlos Corach, quien sostuvo, en los pasillos de la Quinta Conferencia Internacional de Ministros y Parlamentarios Judíos, que se celebró en Jerusalén durante la primera semana de 1998, que las autoridades israelíes, incluidas las de inteligencia "no tienen ninguna información distinta ni mejor que la nuestra" (Clarín, Buenos Aires, 6 de enero de 1998).
Las tensiones no sólo se incrementan entre la comunidad judía residente en la Argentina y la sociedad nacional que la alberga; dividen asimismo a la propia comunidad judía, cuyos dirigentes, de línea "moderada", no logran la adhesión de las bases, que parecen responder al modelo mesiánico/fundamentalista. Es evidente que el gobierno de Israel no aportó ni aportará datos sobre los atentados de Buenos Aires: en su seno se conocen perfectamente sus orígenes, sus motivaciones y sus actores. La política es, precisamente, no aportar datos, y mantener la ficción, ante el mundo, de la "unidad del pueblo judío". Ver Capítulos 2 y 3.
(15) Un tal Perry, o Pery, "ex miembro del Shin Beth" aparece en la prensa occidental en enero de 1998, pero ahora como figura preeminente de la delincuencia internacional. Había sido contratado por un grupo de armadores griegos para provocar el hundimiento de varios buques. Los atentados debían aparecer como accidentes. El descubrimiento del complot lo hizo la aseguradora inglesa Lloyd's, la decana de las aseguradoras navales del mundo. Los griegos conocían a Perry, o Pery, desde que éste administraba una empresa de "seguridad" en Atenas. El hundimiento "accidental" de los buques, organizado por Perry o Pery, debía ser realizado por el coronel Kuperman, otro ex miembro de Shin Behth, quien en los años 80 adiestró a la policía vasca. El coronel Kuperman había encargado los explosivos a la firma israelí ASH. El "negocio" iba a proporcionar a los delincuentes griegos e israelíes unos 40 millones de dólares, en concepto de pagos de seguros, que debía desembolsar la Lloyd's. (Fuente: El Mundo, Madrid, 13 de enero de 1998, p. 19). Desconozco, al día de hoy, si el tal Perry o Pery es el mismo personaje que en su momento había conducido el Shin Beth.
(16) Son muy conocidos en Israel los conceptos que hace unos años expresó el profesor Leibovitz: "El Shin Beth es una organización que posee un Estado Los habitantes de Israel se dividen en dos categorías: los que son informadores del Shin Beth, y los que todavía no son informadores del Shin Beth".
(17) Entre ellas la Embajada de Israel en Buenos Aires.
(18) Gershon Weiler, La Tentation Théocratique, Israël, la Loi et la politique, Calman-Lévy, París, 1988, p. 325 y ss. En Esdras 7- 25, 26 se dice: "Y tú Esdras, conforme a la sabiduría de tu Dios, que posees, establece escribas y jueces que administren la justicia a todo el pueblo..., a todos los que conocen la Ley de tu Dios. A quienes la ignoran habréis de enseñársela. A todo aquel que no cumpla la Ley... aplíquesele una rigurosa justicia: muerte, destierro, multa en dinero o cárcel". Utilizamos la edición española de la Biblia de Jerusalén.
(19) Menahen Friedmann, L'Estat d' Israël comme dilemme théologique, en Religion et politique en Israël, Cerf, París, 1990.
(20) Emmanuel Haymann, Au coeur de l'intégrisme juif, op. cit., p. 11
(21) Citado por Uri Dan y Dennis Eisenberg, en Crimes D'Etat, Belfond, París, 1996, p.53 y ss. A partir de la pag. 231 estos dos autores israelíes hacen una extensa referencia al asesinato por judíos fundamentalistas de Haim Arlosoroff, ocurrido en 1933. La propia viuda de Rabin establece esa relación. En lo que respecta a la estrecha conexión entre la "magia negra" cabalística y el fundamentalismo judío, los autores señalan que el asesinato de Rabín debe ser analizado "... en el espacio de la magia negra que ha entornado esa muerte" (p.258).
(22) Amnon Kapeliuk, Rabin, un assassinat politique, religion, nationalisme, violence en Israël, Le Monde, París, 1996.
Capitulo 1 de "LA FALSIFICACIÓN DE LA REALIDAD
La Argentina en el espacio geopolítico del terrorismo judío"
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