lunes, 6 de septiembre de 2010

Manifiesto del Partido Nacionalista Puertorriqueño


por Pedro Albizu Campos

A LA NACIÓN[1]

Dos partidos políticos concurren a las urnas: el partido de gobierno y el nacionalismo.
El partido de gobierno encarna el principio de la legitimidad del régimen interventor que nos explota, y le ofrece generosamente su más decidida cooperación a la política intervencionista americana.
Rivalidades engendradas por los puestos públicos y las bienandanzas del presupuesto, mantienen dividido al partido de gobierno en tres facciones que se denominan Unión Republicana, socialistas y liberales.
La lucha entre esas facciones es agria y despiadada. Sus directores han soliviantado las pasiones en las masas populares, produciendo divisiones peligrosas en la unidad patria. Esa labor afianza en tanto sea efectiva al imperialismo que nos tritura.
No hay derecho a incendiar los odios entre los miembros de la misma familia. El padre que eso hiciera con los suyos sería tachado de insensato. En el orden político los directores de las muchedumbres tienen mayor responsabilidad que un padre de familia. Es forzoso tachar de insensata una política que lanza a los puertorriqueños contra los puertorriqueños.
El Nacionalismo invita a todos a seguir normas de elevada concordia puertorriqueña, para mantener firme la oposición a la intervención norteamericana.
El programa de acción nacionalista va solamente a ese fin, para eliminar la injerencia extranjera que nos succiona la vida.
He aquí en síntesis su contenido.
“El Partido Nacionalista de Puerto Rico, solemnemente declara:
“Que es inaplazable la supresión inmediata de Estados Unidos de Norteamérica y se compromete a celebrar la convención constituyente que establezca en Puerto Rico el gobierno de una república libre, soberana e independiente, tan pronto reciba el sufragio de las mayorías.
Los ciudadanos de Puerto Rico que, dignos de su origen luchan por una patria independiente de toda tutela, deben ingresar en el Partido Nacionalista para presentar inmediatamente un frente único al invasor. Su adhesión a otros partidos políticos contribuye a la desorientación puertorriqueña, debilita la resistencia nacional, todo en beneficio único de la invasión imperial norteamericana, hábil y sistemáticamente dirigida desde Washington para reducir nuestro pueblo a la impotencia para que seamos parias en nuestra propia patria, para ser exterminados a breve plazo, como se ha comprobado.
“Tratará sin piedad a los nativos o extranjeros que, por buenas o malas artes, pretendan afianzar la ocupación extranjera en cualquier forma que se presente al país.
“Acabará con la ilusión de convertir a nuestra patria en una provincia norteamericana (SSC estado), porque eso representa la supresión voluntaria e ignomiosa de nuestra personalidad internacional”.
“Abolirá por todos los medios a su alcance el sistema obligatorio de enseñanza en la lengua del invasor, que desorienta y embrutece a nuestra juventud en grave perjuicio de nuestra personalidad cultural. Procurará mantener estrechas relaciones internacionales culturales y políticas, especialmente con las naciones de nuestro origen.
“Bajo el duro yugo de la ocupación norteamericana, de una nación de propietarios hemos pasado a ser una masa de peones, rica mina económica para la explotación del capital invasor.
“Libraremos al obrero inmediatamente del caudillaje del obrerismo desorientado de origen yanqui, que bajo la sugestiva denominación de socialista, pero sin definición política alguna, y, por tanto, los más hábiles y eficaces defensores de la intervención norteamericana, lo han hecho portador de la bandera norteamericana, bajo cuya sombra impera este régimen extranjero que nos ha convertido en esclavos de las corporaciones y empresas norteamericanas.”
El Partido Nacionalista desarrollará el siguiente programa económico:
1. Organizara a los obreros para que puedan recabar de los intereses extranjeros invasores la participación de las ganancias a que tienen derecho, asumiendo su dirección inmediata, poniendo hombres de talla, responsabilidad y patriotismo para dirigirlos. [2]
2. Procurara por todos los medios que el peso fiscal recaiga sobre los no residentes, para destruir el latifundismo y el absentismo y dividir la propiedad inmueble entre el mayor número de terratenientes.
3. Deberá por todos los medios a su alcance destruir el efecto del aparente libre cambio entre Estados Unidos y Puerto Rico, porque en realidad lo que existe es el monopolio que tiene el invasor norteamericano en nuestro mercado, tanto de compra como de venta, imponiendo las condiciones de venta para sus productos y de compra a nuestros productos.
4. Favorecerá exclusivamente el comercio nativo donde exista y fomentara donde haya desaparecido.
5. Favorecerá exclusivamente el consumo de los frutos de la tierra y la industria puertorriqueña, procurando por todos los medios a que se llegue a satisfacer las necesidades patrias.
6. Fomentará la exportación y el establecimiento de la industria de transportación marítima.
7. Favorecerá exclusivamente los bancos nativos y donde no los haya procurara que se organicen.
8. Procurara organizar las finanzas en tal forma de respetabilidad bancaria nativa que los depósitos nacionales se hagan sólo en sus bancos, y procurara librar al país de los empréstitos extranjeros, públicos o privados, para que la agricultura, el comercio y la industria en manos puertorriqueña puedan resurgir potentes.
“Finalmente declara el Partido Nacionalista que se limitara a la aceptación de los cargos electivos, y eso como medio para destruir la intervención extranjera.”
El nacionalismo repudia las alianzas, entendidos, actos, etc., con las facciones de gobierno porque constituye una imposibilidad moral la unión entre el separatismo que pugna por la constitución inmediata de la república y la claudicación organizada que apoya el presente gobierno irresponsable, aplazando con subterfugios la proclamación de la independencia.
Nuestro programa es claro, y un juramento solemne impone su cumplimiento. No se hizo para engañar al pueblo. La nación sabe que lo que implica votar bajo la bandera de la patria. Es imperativo que impondrá la celebración de la convención constituyente de la república al recibir el sufragio de las mayorías.
El nacionalismo es consciente de la realidad histórica que nos rodea. Es cierto, que en general, el reconocimiento de la independencia de las naciones ha sido el fruto precioso de una guerra.
La independencia de nuestros enemigos, Estados Unidos de Norteamérica, la impusieron las flotas y los ejércitos de Francia y de España.
La independencia de las naciones latinoamericanas fue creación de las naciones latinoamericanas fue creación de los genios libertadores, de Bolívar, Petión, San Martín, y sus eminentes tenientes secundados por la acción nacional que repudiaba la tutela de la Madre Patria misma.
La independencia de las naciones europeas es obra del equilibrio que fija la espada.
El respeto a las naciones asiáticas se debe en gran parte a los cañones japoneses.
La supresión de la injerencia extranjera no ha sido más dolorosa que los cambios radicales de regímenes constitucionales: de republica en monarquía o viceversa, de plutocracia a socialismo o viceversa.
Si bien es cierto que esa lucha en la edad contemporánea se ha hecho más terrible oca el poder mortífero de los modernos armamentos, es cierto también que el temor a mayores males ha impuesto el reconocimiento pacifico de la independencia de naciones intervenidas o la transformación de los regímenes constitucionales.
Así vemos en el siglo pasado la separación pacifica, de Noruega, de Suecia; en época contemporánea, el renunciamiento de Gran Bretaña a toda injerencia en la vida interna y externa de las naciones que fueron sus dominios, como el Canadá, Australia, Nuevas Zelandia, y África del Sur, y ciñéndose a regular sus relaciones con ella solamente a base de tratados de mutua conveniencia. Los antiguos dominios regulan sus relaciones diplomáticas con el resto del mundo, tienen su propio ejército y su escuadra, y sostienen las embajadas que estimen necesarias. Así el Canadá sostiene su propia embajada en Washington. No es raro que los aranceles aduaneros en Australia, el Canadá, Nueva Zelandia, o el África del Sur, perjudiquen la industria británica en beneficio de otras naciones y en virtud de tratados que las hicieran merecedoras en justa reciprocidad de ese privilegio.
La única vinculación entra la Gran Bretaña y las naciones libres hoy, que fueron sus dominios, es una dinastía monárquica común. Irlanda, sin embargo, acaba de plantear con franco éxito probable, la supresión del juramento de fidelidad a la Corona Británica, por ser ésta una cuestión de derecho constitucional.[3]
El caso de Santo Domingo frente a la intervención del mismo imperio norteamericano que nos explota es particularmente orientador para Puerto Rico.
Frente a un pueblo heroico como el dominicano, resuelto a todo, Estados Unidos de Norteamérica no tuvo otro remedio que retirar su intervención armada de la República Dominicana después de ocho años de ocupación militar de aquel gran país.
Aquella intervención fue tan ilegitima como la que por la violencia de la fuerza padece Puerto Rico. El tratado de París impuesto a España por Estados Unidos es nulo para Puerto Rico, porque no fue negociado por plenipotenciarios puertorriqueños, ni fue ratificado por el parlamento de Puerto Rico, a tenor de la Carta Autonómica. Esos requisitos eran indispensables para poner en vigor un tratado negociado entre la Madre Patria y otras potencias.
La Carta Autonómica nos reconocía personalidad internacional, y ese reconocimiento obligaba a todas las naciones libres, y era irrevocable. Puerto Rico no podía ser objeto de cesión. Su estatuto frente a España era superior al de Canadá frente a Gran Bretaña.
El nacionalismo emplazará a Estados Unidos ante el tribunal correspondiente internacional para imponer el respeto a la independencia.
La transformación pacífica de monarquía en republica en el Brasil a fines del siglo pasado, y recientemente en España, dan la clave de avance del respeto a la voluntad nacional.
El caso de Puerto Rico tiene que plantearlo la Convención Constituyente de la República.
Apelamos a la vía legal: el sufragio.
Un voto que se dé a una facción gubernamental, ya sea a la Unión Republicana, a la facción socialista o liberal es un voto que se tira al zafacón. Sirve solamente para justificar la intervención norteamericana. Esas Facciones son partidos de gobierno, o sea, del gobierno yanqui, para cooperar con ese gobierno enemigo de su patria, y forzosamente en perjuicio de Puerto Rico.
La cruz que se haga bajo la bandera de la patria, es simbólica de la redención nacional. Un voto es un voto libertador, y una protesta contra la ocupación extranjera.
Las facciones de gobierno, llámense liberales, unión republicana o socialista, nada pueden hacer por Puerto Rico; no pueden cumplir aunque quieran ninguna promesa que hagan al electorado.
La legislatura nada puede hacer porque gravita sobre todos sus proyectos el veto ejecutivo absoluto e irrevocable; la administración ejecutiva es la voluntad personal del gobernador yanqui; hasta la administración de justica está en Washington finalmente. Darle poderes a un incapacitado para actuar es una insensatez. Eso es lo que hace el elector cuando vota una candidatura unión republicana, liberal, o socialista. Los candidatos una vez electos no pueden hacer nada y se convierten en instrumentos del poder yanqui que ha arrasado con el país.
El nacionalismo ejercitara el derecho indiscutible de la nación a constituirse en una república libre, soberana e independiente, tan pronto reciba el sufragio de las mayorías. Mientras represente a una minoría sería un poder fiscalizador implacable.
Nos oponemos a la política de mendicidad que desmoraliza a todos. Lo que el pueblo necesita es trabajo honrado.
Nuestro plan de rehabilitación exige la suspensión de pago de la deuda pública. Este servicio cuesta al país seis millones al año y el tesoro mantiene en depósito más de esa cantidad para responder a esa obligación. Se dinero lo necesita el pueblo para levantar sus hogares.
Se ha anunciado la convocatoria para una sesión extraordinaria legislativa, y el país debe imponer este plan que los salve de la ruina y de la muerte.
El nacionalismo ha arrancado al gobernador el control de las elecciones y lo ha puesto otra vez en manos puertorriqueñas. Ésa es la razón de la persecución oficial contra nuestro movimiento político.
El control electoral en manos del gobernador obligaba a los directores políticos liberales, unión-republicanos y socialistas a estar a merced de la voluntad gubernamental, poder que el gobernador ha utilizado eficientemente para echar a pelear a los liberales con la coalición.
El nacionalismo ha salvado a esos directores de esa humillante situación. Nada tendrán que esperar o agradecer al jefe de la intervención.
Movimiento de concordia es el nacionalismo; de necesaria e imperiosa concordia puertorriqueña para acabar con el imperialismo yanqui.
La nación tiene por vez primera el privilegio de optar por su independencia o de optar por la continuación de su esclavitud.
A ti, elector, nos dirigimos. ¿Quieres la continuación de este régimen que te hace esclavo? Pues vota por los liberales, la Unión Republicana o la facción socialista.
¿Quieres ser libre en un país libre? Vota bajo la bandera de la patria.
San Juan, Puerto Rico, a dos de noviembre de 1932 en el 64 aniversario de la proclamación de la República.
La Junta Nacional: Rafael Rivera Matos, secretario general; Pedro Albizu Campos, presidente.

Notas:

[1]Fue escrito poco antes de que se realizasen las elecciones de 1932 en Puerto Rico. Puede considerarse a su vez una muestra del pensamiento social y anti-imperialista que dómino el pensamiento de Albizu.
[2] En el artículo “La Huelga Agrícola” Albizu Campos indica que no debía extrañar a nadie que los trabajadores optaran por organizarse corporativamente. De esa manera, señala, nadie tendría que hablar a nombre de ellos. Si los profesionales, empleados gubernamentales, industriales y otros se organizaban, por qué entonces los trabajadores no habrían de hacerlo. De acuerdo al Albizu Campos que asume las riendas de dicho proceso huelgario, los trabajadores “son el verdadero poder y la verdadera fuente de riqueza que tiene la patria”.
[3] No hay que olvidar que Albizu en sus tiempos como estudiante se solidarizó con las luchas de liberación de Irlanda y de la India.

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