miércoles, 7 de marzo de 2012

LA ULTIMA ETAPA


Llegamos a la etapa final del largo derrotero antimperialista de Luis Alberto de Herrera. De 1948 hasta su último aliento, pasaron diez años durante los cuales no sólo no cejó en su posición, sino que fue indomeñable e irreductible. Del 48 al 54, desde su tribuna periodística; y de 1955 al 59, desde su trinchera en el Consejo Nacional de Gobierno.
¡Qué no vio, que no experimentó, en tanto andar!
¿¡Cómo, en la última etapa, no habría de volcar en su acción y en su prédica, toda la experiencia adquirida!?
"No porque me lo hayan contado, sino porque lo viví", pudo decir alguna vez.
Y, por "sabiéndolo" entonces, pero más aún por "sintiéndolo" en carne propia, del dolor de la Patria y de las patrias americanas, en cruz, sacó las fuerzas necesarias para enfrentar al coloso.
Sólo la muerte pudo con él; y, en ley de la vida, murió "peleando" contra el imperialismo...

CONFERENCIA DE BOGOTÁ

El Io de abril de 1948 inauguró sus sesiones la Asamblea Plenaria de la Conferencia de Bogotá; representando a los Estados Unidos el General Marshall, enancado en su Plan.
Apenas delineados los campos, la Argentina rechazó "toda tesis de acción colectiva o corporativa de los estados americanos como contraria al sentimiento americano y porque constituye el elemento de base de su super-estado"; lo que es registrado —con claridad alborozada— en las páginas de "El Debate".
El 8 de abril Herrera toma posición, tajante:
"En Bogotá". Bien demarcados están ya los campos en Bogotá. De un lado se hallan los que proponen el "Super-estado" sobre la base de darle poderes políticos a la Unión Panamericana, la creación de un estado mayor continental y el enganche de nuestras economías a los grandes pulpos del super capitalismo yanki. Del otro lado están los países que se resisten a esta nueva tentativa esclavista, que quieren paz y libertad y una cordinación de esfuerzos para mejorar las condiciones económicas de los pueblos. La conciencia americana acompaña a estos últimos".

EL BOGOTAZO

En tanto la Conferencia seguía sus deliberaciones, los sucesos se precipitaron en la capital colombiana. El 10 de abril, "El Debate", con titulares a 8 columnas, en su primera página, da cuenta de lüb hechos: "Revolución en Colombia", "Incendios y saqueos", "La muerte del jefe del Partido Liberal provocó el estallido en Bogotá", "Bogotá tumba de la aventura" yanki en tierras sudamericanas", "Nuestras Patrias Liberadas".
Hace el elogio del líder asesinado: "Jorge Elcier Gaitán es el hombre que más ha conmovido la sensibilidad popular en los último?, años. Hombre joven, brillante, con ideas modernas y em¬prendedoras incorporó a la política colombiana el tipo de caudillo de masas..."
Dejemos que Eduardo Víctor Haedo. que convivió con Herrera aquellos momentos, nos narre sus reacciones:
"Del 9 al 10 de abril de 1948 se producen los sucesos de Bogota motivados por el asesinato del conductor popular Jorge Gaitán. En los diarios de la tarde del día 10 aparecieron las noticias sobre la incurrecion popular. Sin excepción todos agotaron las condenaciones. Fui a la Quinta. No tenía el mínimo concepto sobre lo ocurrido a tan larga distancia. Herrera ya tenía el suyo. En la mesa, mientras cenaba, comenzó a escribir este artículo para "El Debate": "Ha sucedido lo que de algún modo tenía que suceder. Porque no inpunnemente se abusa de la paciencia, de la bondad, de la prudencia de los pueblos...
Nadie ignora lo que viene ocurriendo en nuestro continente desde hace un cuarto de siglo con las nobles* repúblicas del Sur, archidébiles ante el archipoderoso, que con pretenciones y exigencias intolerables de capataz se les cruza en el camino. Nada de entidad por ellas hizo en sus ensayos heroicos de los días oscuros de la Independencia, cuando la lámpara del patriotismo apenas parpadeaba en la desesperanza. Vencieron solos, nuestros mayores, realizaron el ensueño visionario: fundaron naciones auténticas, organizadas, y felices. Y echaron a marchar. Pero entonces, la diplomacia yanki, comparece cobradora y retadora en los ajenos escenarios, rodando de atentado en atentado, a los abusos de fuerza, mal decorados, de la actualidad. Así, en acción acelerada... Hasta ayer... Creyeron absoluta la impunidad (¡tantas las abdicaciones presenciadas y las cervices rotas!), que jamás pudo pasárseles por la imaginación la sospecha de que siempre no sería lo mismo...
Con terrible coraje y designación, ¿acaso no dijo Guatemozín: "Estoy yo en lecho de flores", mientras los carbones encendidos del tormento le cocinaban las entrañas?...
¡Bah los "South-americanos"! De ahí, que cada vez más rechinara sus dientes la presión. Con el correr de los siglos, cambiados los procedimientos, más "perfeccionados" pero, en esencia, todo igual, siempre tras idéntica codicia, demasía y despojo. De etapa en etapa, el "entreguismo" llega a la renegación total de Qui-tandhina, donde prometido quedara, "ante escribano" que en Bogotá al año siguiente se ceñiría en definitiva la coyunda: liberados, con nueestras juventudes, con nuestros ideales, a la merced y al capricho de los Estados Unidos! Para eso citados hace quince días: todo eso, hoy por tierra, hecho trizas... ¡Gracias sean dadas, en nombre de la raza, en nombre de la conciencia humana al pueblo multisecular de Bogotá, —de Giménez, de Quesada, y de Benal-casar— que de nuevo alcanzan las cúspides de la historia al restablecer los destinos continentales". (De "Herrera. Caudillo Oriental")".

EL NUEVO QUERETARO

El 12, en primera página, publica: "Cayó providencialmente el imperialismo yanki en América". Y, editorializa, con el título: "El nuevo Querétaro".
"Hicieron lo que quisieron con el débil. Sin preámbulos ni desaprensiones. ¿No eran, no son los "super-civilizados"?... ¿No van siendo dueños y señores de los cuatro ámbitos del mundo? Y si juegan a la pelota con "los grandes" de afuera, ¿cómo no así con los chicos del corral de las trescientas millas que ellos se han asignado para sus esparcimientos?... Si, con la corrupción como llave maestra, además de las pegajosas maniobras diplomáticas —su friso decorativo— han hecho lo que han querido, han agotado todas las paciencias, hasta cansar a la propia justicia. Por manso que sea el perro, no es prudente pegarle y pegarle... Al fin, suele morder... Y los Sud Americanos, no somos perros, ni mansos... Pueblos buenos, sufridos, generosos (además de lo otro) tienen, también, calor en las venas y no en vano algo dicen de ellos la historia... Clausuradas las anarquías atributivas de todas las infancias, ahora ellos tesoneramente se abrazan a la organización, a las artes de la paz, creen en el voto y, sin discutirle derechos a nadie, ejercen afanosa y altivamente los propios, con el embeleso de su dicha en ascenso. Pero es, precisamente, a la hora de tan bello amanecer continental, cuando al militarismo se le ocurre atarnos atentatóricamente a su carro de guerra, arrastrarnos como carne de cañón a la matanza matemática, ya a la vista...
Mas este es el episodio final, que culmina veinte y tantos años de hipócrita, creciente y mil veces detestable imperialismo. (Más acusable esta vez, porque trae careta democrática). En Bogotá iba a "rematar la suerte"... ¡La más extraordinaria "marcación" de reses que jamás se viera! (Upa, upa, upa, a la tablada de los gauchos zonzos!) Para ellos congregados todos los apoderados del "gran patrón" del super-Estado mundial. No descuidado un solo detalle.
¡Reproducido a maravillas el desfile de los cautivos de la Roma Imperial! Y sin embargo, aunque todo estaba preparado y previsto a la perfección, nadie advirtió, con el delirio de la gloriosa escena, que sobre el conjunto se alzaba fatídico el dedo del Destino. Cuando la muchedumbre de Bogotá —vengadora de la América entéralos llamó a la realidad, ellos vieron con espanto que de todo aquello no quedaba nada: con ellos, en instantes, había caído una época de ignominia hemisferial''.
"¡Terrible lección de conducta humana que marca un codo en la vida internacional de la América del Sur! ¡Gran cicatriz! ¡Atrás, para siempre, el imperialismo yanki, con su monstruoso militarismo a cuestas!
En cuatro palabras¡ "El Querétaro del siglo XX".
¿Cómo fue aquello? ¿Cómo fue el primer castigo? Muy sencillo evocarlo y referirlo. Napoleón III, adueñado por las armas de México, había implantado allí a Maximiliano de Austria como emperador, sostenido por treinta mil soldados franceses y apoyado por un puñado de traidores a la nacionalidad, a América... Pero también aquí el milagro eterno se renueva, y en la figura inmortal del "indio" Juárez se encarna la reparación nacional. Sus legendarias victorias con su pueblo, tuvieron punto final en el fusilamiento del rey postizo. Cuando alguna vez pasé junto a aquellas piedras, que fueron patíbulo, sentí el alma estremecida, y algo aprendí...
Y bien, ciudadanos de América, hombres libres de todos los climas: en Bogotá acabamos de asistir al Querétaro de nuestra centuria!
Ayer, en 1867, cayó un emperador (víctima inocente de otro), hoy, en 1948, ha caídofaún peor: un imperialismo!
¡En peso sea levantado esta vez, como supremo homenaje, por las repúblicas todas del Sur, el nombre egregio de Colombia!

SANDINO Y GAITAN Analiza Haedo:

"No descansa jamás, ni se defiende, ni explica por qué dice lo que dice y escribe lo que escribe. El pueblo sabe por qué. Al otro día — 12 de abril— escribe: "Sandino y Gaitán". Ambos combatieron por la libertad de sus patrias, pero por la libertad real, no ficticia y sobre ambos se ha lanzado una anatema vergonzante. El primero "bandido" nicaragüense, —también a Artigas se le llamó bandido— acabó sus días bajo el plomo de la traición, cuando hablaba de una Nicaragua libre, sin amos voraces ni simuladores de independencia. Gaitán, hombre de ideas nuevas, enamorado de la justicia social, americano sincero, gran patriota, pagó con la vida sus arranques de hombre libre. A éste como a aquel se les llamó comunistas en la hora de la muerte. No fue Gaitán comunista ni Sandino un bandido centroamericano. Ambos fueron soldados de la auténtica libertad y de la dignidad americana".
El 13 vuelve a escribir, implacable:
"Del Capitolio a la roca Tarpeya". "En Chapultepec y Quitan-dhina ¡los pueblos no estaban allí! La farsa se desarrolló siguiendo la batuta de EE.UU. como en un escenario de marionetas con todos los hilos en un puño. Los representantes de los gobiernos, sin consultar previamente la voluntad de los pueblos, comprometían en pactos inexorables lo más sagrado de las conquistas de la santa revolución emancipadora de 1810..." "...Se ha salvado en Bogotá: 1) la soberanía inmaculada de hispanoamérica. 2) la libertad para determinar su propio gobierno y su rumbo auténtico. 3) la autonomía del trabajo, producción y comercio. 4) el honor de las fuerzas armadas que fundaron los libertadores, para defender con sus espadas las fronteras de la patria y no para servir al déspota usurpador..." "...Hubieron saqueos, incendios y crímenes; no constituyen una novedad, pues ello nunca ha faltado en los arranques vengativos de la furia popular escarnecida..." "...Apostrofamos al gigante del imperialismo históricas la latinidad perenne: ¡Del Capitolio a la Roca Tarpeya no hay más que un paso! El área suficiente para enterrar un imperialismo".
Sin descansar ni dar tregua, reunió al Directorio, quien —en histórica sesión— declaró: "El Honorable Directorio del Partido Nacional acordó tributar un voto de amplia solidaridad americanista para con el valiente pueblo colombiano".
El 16 de abril se le cambia el nombre a las Asambleas Panamericanas, pasando a ser la O.E.A. (Organización de Estados Americanos); por 11 votos contra 10 se adoptó la resolución.
Cuatro días después el Parlamento dio su aprobación al tratado de asistencia militar de Río de Janeiro; con la oposición hei rerista.

JUVENTUD ANTIIMPERIALISTA

Los enemigos arreciaron en su campaña de diatribas contra Herrera, llegándolo a presentar como comunista. Frescas aún las tintas del infame: "Herrera a la cárcel", por burda cayó sola la maniobra; pero mereció tajantes respuestas periodísticas y vibrantes declaraciones, como la emitida por el Comité Nacional de la Juventud Herrerista, que reproducimos:
"Como definición de su conducta y de sus ideales el Comité Nacional de la Juventud Herrerista, refirmado, una vez más, la posición adoptada en las conclusiones del Congreso Nacional de la Juventud Antimperialista, al pueblo de la República, DECLARA: 1) Que es imperativo de la nacionalidad oponerse por todos los medios a la penetración soviética. 2) Que no cederá ante las exigencias del imperialismo yanki, que pretende dominar al mundo en base a su poderío económico. 3) Que expresa su más formal repudio a los proyectos de Tratados interamericanos, que no tienen otra mira, ni contemplan otro interés, que aquellos de los Estados Unidos. 4) Que ratifica su confianza en las autoridades del Partido, y se identifica con las normas por ellas trazadas en materia de política internacional. HERRERA, arquetipo de la raza, maestro y conductor, ya definió el rumbo, cuando dijo: "Ni la sovietización de las patrias americanas ni una estrella más en la bandera de ningún im-peralismo".
Mario Heber Usher. Presidente. Modesto Burgos Morales. Secretario. Miembros Ejecutivos: Carlos Arraga, Ariel Tourné del Campo, Fermiano Méndez, Herménn Barañano, Abel J, Segarra, Mario Esteban, Fued Cura, Eduardo Barozzi, Octavio Barneto, Eduardo Coló, José Arraga, Eloy Sténeri, Itelmino Méndez, J.A. Suárez Nairac, Luis Amoldo Borsari, Héctor Bertolotti, Ricardo Rocha Imaz''.
¡Deliciosas memorias de épocas que no estuvieron exentas del acre incidental de las duras jornadas, por ello más sustanciosas!

CONFERENCIA DE WASHINGTON

Hacia fines de marzo del 51 se reúne, en Washington, la conferencia de cancilleres de América. Estados Unidos, acompañado por Brasil, Colombia, Paraguay y Uruguay, presenta un proyecto sobre cooperación militar, para: 1) La defensa del hemisferio occidental. 2) El servicio en apoyo de una acción adoptada por las Naciones Unidas.
México, Guatemala y la Argentina se pronunciaron, de inmediato, en contra de esta iniciativa. El 31 de marzo, Herrera se hace solidario con estas naciones, expresando^: "La precitada declaración es de suma gravedad y la oposición a la misma — basada en que las tropas americanas deben destinarse a la defensa de América y no a la resolución de un conflicto exterior —, es plenamente justificada".
Pese a que la declaración, al final, fue atemperada, el Partido Nacional igualmente manifestó: "Que no acompañará ninguna medida que signifique la participación de fuerzas militares nacionales fuera de fronteras, salvo en aquellas circunstancias que afectaren la soberanía y la independencia del territorio y de la vida nacional".
Herrera tenía los hilos de "lo que se venía"... Apenas treinta días antes había sido visitado por Edward Miller, en un esfuerzo por disuadirlo para que el Partido Nacional acompañara el envío de tropas a Corea.
Tajante fue su respuesta: "Yo no soy nada, excelencia; pero de lo que estoy seguro es que con mi firma no sale ningún criollito a pelearen las antípodas contra ese pueblo que defiende su libertad".

LOS ARTIGUISTAS DE ALLÁ

El año de 1952 se inició con la versión alarmista para nuestros destinos internacionales, de que se concretaría un tratado militar entre nuestro país y los Estados Unidos.
Luis Alberto de Herrera acomodó sus piezas para encarar la resistencia. Reunió al Directorio del Partido Nacional y solicitó — por ser de oportunidad— que se diera a publicidad el Acta de la sesión del Directorio del 5 de marzo de 1951, en la que informara de su entrevista con el señor Edward Miller. De "El Debate" (22/4/1952) extractamos la crónica de la sesión:
"Dijo el Dr. Herrera que era su deber informar que el Io de marzo (1951), había sido visitado por el Secretario Adjunto de los Estados Unidos señor Edward Miller, en compañía del Embajador de su país señor Christian Ravndal, estando presente el distinguido ciudadano doctor Alvaro Vargas Guillemette. La conversación abarcó tópicos internacionales. Dije, desde luego, que la paz internacional era el anhelo orgánico de nuestra ciudadanía. Las guerras internas y externas habían llenado la infancia de estas jóvenes naciones; pero ahora, ya definitivamente entradas en la normalidad, ellas ponían todo su afán en la acción pacífica, salvo accidente. Tal podía ser, por caso, si sufrieran gratuita agresión. Resueltamente sentida la solidaridad americana. En lo restante, queremos ser libres y felices en la armonía, sin invadir el fuero ajeno. Dentro de lo posible y juicioso, cada uno en lo suyo. En cuanto a nosotros particularmente, éramos histórica y fundamentalmente contrarios al "intervencionismo". Tampoco queremos a ello ser arrastrados. Justo, por otra parte, reconocer que desde hace una centuria las potencias europeas no se cruzan en los destinos americanos, contribuyendo, en contrario, cada día más, con sus capitales y emigraciones, a vigorizar su evolución y adelanto. Constituidos, ningún peligro, y si bienes, entraña el contacto europeo para la América del Sur. En lo directamente nuestro, la amistad con los Estados Unidos es entre nosotros tradicional, con noble arranque en los días de Artigas. Por simple influencia moral, es garantía de respeto mutuo entre las repúblicas. Solidaridad espiritual que en nada puede derivar a ajenas empresas militares en el extranjero, contra pueblos que en nada nos han ofendido. Bajo esa luz, también enseña el testamento de Washington. En su alcance defensivo, aceptada la Doctrina Monroe, que protegiera contra avances ambiciosos el hemisferio; pero importaría inversión, por parte de los sud-americanos, marchar, en armas, al otro extremo del mundo contra pueblos que luchan por su Independencia, como lo hiciéramos nosotros más de un siglo atrás.
En concreto, nosotros no queremos ir a Corea a combatir contra quienes heroicamente pugnan por su derecho a ser libres. En la hora, ellos son los "artiguistas" de allá; igual hicimos aquí nosotros, antes, contra los invasores...
En ese concepto, triunfante aquí el sentimiento público. Hay que decirlo, abrazados a la verdad, en acto leal, de verdadera amistad. Al mismo tiempo oprime el espíritu el espectáculo internacional a la vista que, si estallase la crisis, abriría el gran drama de guerras sin fin, encadenadas, como las napoleónicas, sin orilla. Como se hablara de las "Naciones Unidas", dije que la veía como una bandera que desgraciadamente en la hora actual, desna¬turalizada, cubría la guerra. Comprendemos que si gigantesco poder y desarrollo llevan a Estados Unidos a tener intereses motivos de atención en todos los rincones; pero que no sea al extremo de atribuirle la capatacía universal en las cosas del mundo. El mejor escudo de las soberanías es su propio ser". "Finalizó el Dr. Herrera diciendo que con los conceptos vertidos, había querido marcar las líneas propias de nuestra fisonomía cívica, como expresión de nuestro sustancial nativismo y anti-imperialismo, abonados en todas las etapas de la historia nacional".

EL TRATADO MILITAR

Decíamos que Herrera organizó la resistencia contra el pacto militar. La lucha se desarrolló: desde la prensa, parlamento, clubes partidarios, asambleas públicas, etc. La juventud antimperialista organizó un gran acto —contra el tratado— que desbordó los salones de la Casa del Partido y enardeció la militancia; en todos los clubes de barrio se organizaron asambleas; la calle ardía; el Partido estaba de pie.
Desde hacía un mes, una misión militar norteamericana estaba en el país, realizando contactos...
El Directorio salió al cruce:
"Ante las noticias dadas a conocer recientemente sobre la realización en nuestra capital de conversaciones diplomáticas entre delegados nacionales y representantes del Gobierno de los Estados Unidos de Norte América, el Directorio del Partido Nacional. DECLARA: 1) Que reitera su solidaridad con las ideas y términos expresados por el Dr. Luis Alberto de Herrera en la entrevista mantenida con el señor Sub-Secretario de Estado de los Estados
Unidos de Norte América, señor Edward Miller, el día 1" de marzo de 1951. 2) Que en cumplimiento de los principios que orientan la firme conducta internacional de nuestra colectividad, es contrario al establecimiento de bases militares extrañas en nuestro territorio, a cualquier título que sea, al envío de tropas nacionales al exterior y, asimismo, a la suscripción de cualquier tratado, convenio o cláusula de carácter económico, financiero, comercial o político, que lesione n menoscabe la soberanía nacional". Y Herrera, vigilante:
"Estamos integralmente con el sentimiento público en el repudio de las misiones militares extranjeras, cuyo cometido sería prepararnos para la guerra de los otros por decisión extraña (...) Enorme error sería salir de esta noble serenidad y temerario dejarnos arrastrar a la contienda de los intereses "colonialistas", coaligados en esta hora oscura contra las soberanías que en todo el Orbe luchan por su independencia (...) No queremos entre nosotros — para enseñarnos la mejor forma de destrucción de hombres y pueblos— soldados de distinta insignia e idioma, aplicados a convertirnos, en nuestra tierra de libertad, en sub-agentes de prepotencias foráneas. Cosa muy distinta la solidaridad fraterna de las repúblicas —verbo artiguista— de la intrusión indebida en nuestros asuntos de militarismo exótico".
El 26 de junio, el Consejo Nacional de Gobierno aprueba el Pacto; los consejeros nacionalistas, doctores: Roberto Berro, Martín R. Echegoyen y Alvaro Vargas Guillemette, fundamentan la posición contraria, en actitud enaltecedora y condigna con la tradicional política del Partido.
La lucha, contra el Tratado Militar, siguió en todos los campos, enfervorizada. Se libró la batalla parlamentaria, sancionándose el pacto contra la tenaz oposición de los legisladores herreristas.
"El Debate" título: "La aprobación del Pacto Militar con EE. UU. consumó el atentado al derecho de soberanía". "El pueblo está contra el pacto militar". "El pueblo repudia ese intento de vasallaje que nos convierte en pajes de armas del gran imperio norteño".
La consigna soberana tuvo juventud antimperialista y militante; como la había tenido en 1914, 1942 y 1945; como en 1897 la tuvo Aparicio Saravia; y como jóvenes fueron los que editaron el periódico "Artigas", en 1864, en los prolegómenos de la epopeya de Paysandú.
Como ayer, como anteayer...

CONFERENCIA DE CARACAS

La Conferencia Internacional de Caracas (marzo del 54), tuvo un claro signo contra Guatemala: acusada de "comunista", luego de que Jacobo Arbenz emitiera la ley de reforma agraria y enfrentara a la United Fruit.
Su gobierno continuaba la línea de Arévalo, completando un ciclo de diez años (1944 a 1954) de gobiernos con raíz popular y nacionalista.
Pero el imperialismo afiló las uñas en Caracas; luego editó el Libro Blanco; y al final, invadió...
Juan José Arévalo en "La diplomacia y el Imperio" denunció: "Los mercenarios de Castilo Armas entraron a la capital de Guatemala cantando una canción de guerra norteamericana".
El Partido Nacional asumió personería por Guatemala crucificada. Al finalizar la Conferencia, tituló: "Las resoluciones de Caracas son agraviantes para la República hermana de Guatemala". Y remachó con este vibrante artículo:
"Frente al atentado contra el derecho de libre determinación de las naciones latinoamericanas, contenido en la denominada Declaración de Caracas, impuesta para la Conferencia por el Ministro de Estado norteamericano Foster Dulles, el Partido Nacional, al tiempo que ratifica siís fervorosos sentimientos de simpatía y solidaridad hacia la hermana República de Guatemala, víctima inocente de la injustificable agresión imperialista, afirma su propósito de incorporar a su plataforma electoral para los próximos comicios de noviembre de 1954, estos dos postulados: 1) Rechazo del Pacto Militar con los EE.UU. 2) No ratificación parlamentaria de la Declaración yanki de Caracas, afirmando el principio sagrado e inquebrantable de la no intervención que esa Declaración ataca y compromete".
La resistencia al Pacto y la solidaridad con Guatemala, continuó a todos los niveles. La juventud realizó un acto en la Casa del Partido, que congregó a miles de enfervorizados militantes. Fue especialmente invitado y ocupó la tribuna, el Embajador Guatemalteco Licenciado Manuel Galich, quien —en un abrazo con el Dr. Luis Alberto de Herrera, presente en el estrado— rubricó la permanente solidaridad y amistad de ambos pueblos.
Un año más tarde, visitaría el Uruguay, el ex presidente de Guatemala Dr. Juan José Arévalo; el Directorio del Partido
Nacional lo recibiría en sesión solemne.
Toda la altivez de la posición nativista del Partido y su doctrina autonómica, fue resumida en un editorial escrito por Herrera, que resultó una formidable pieza en el análisis de los problemas americanos:
Leámosle.

LA AUTONOMÍA DE LAS FRONTERAS NATIVAS

"Frente al laberinto confusionista de esta hora de sombras que vive la humanidad, cuando para algunos espíritus imbuidos y conquistados en falsos mirajes, los principios básicos de la organización autonómica de los Estados, sin intervencionismos ni intromisiones extrañas han pasado a la categoría de MITOS sin sentido ni fuerza moral; por nuestra parte, sin vanos alardes, seguros y firmes en la posición de resistencia a toda ingerencia foránea en los asuntos de nuestra tierra, ratificamos nuestra fe y esperanza en los valores espirituales y eternos de la raza.
Proclamamos, hoy como ayer, que el sagrado de las soberanías, no puede ser avasallado por la corriente materialista que caludica y renuncia de la partida de nacimiento para adoptar una ciudadanía que no es la nuestra.
Nada valen y nada interesan en el juego de las realidades nativas, la dialéctica y las concepciones artificiosas con que generalmente se quiere decorar las más tremendas entregas y renunciamientos.
Hay algo que no muere, que no se eclipsa, ni se oxida. Es el verbo de la vieja raza que está presente en todas las manifes¬taciones del sentimiento y de la idea.
El mismo verbo que gritó sus alertas pronunciados desde San Francisco hasta el Cabo de Hornos, que vibra junto a nosotros, para señalarnos el camino de la supervivencia y de la dignidad.
A la política del "garrote", que antes se inaugurara para sojugar a las Ubres naciones de América, se le ha sustituido ahora, por otra más flexible y tentadora, que se pone en práctica, mediante el cuento de la "buena vecindad", y que llega y se instala como en casa propia, para luego ejercer una verdadera absorción de posiciones y avasallamientos, cual si actuara en terreno propio o conquistado.
El filtro infernal con que se hace marchar ese mecanismo en los tiempos modernos, son los problemas económicos, en base a los 94 cuales se utiliza la mentida fórmula de la cooperación, pero cuyos efectos, invariablemente, siempre van a beneficiar al poderoso en desmedro de las débiles o embrionarias economías domésticas de las naciones pequeñas o medianas, a las que se obliga a soportar las horcas caudinas de las discriminaciones y todo género de trabas.
Así lo que ocurre con nuestra producción lanera, así en Chile,
en Perú, en Bolivia, etc., con sus principales renglones de producción.
No improvisamos opinión sobre el particular. Refirmamos nuestra vieja y tradicional creencia, de que en materia internacional, no cabe otra fórmula de convivencia más adecuada a derecho, que el respeto mutuo y el "cada uno en lo suyo".
Con ello no proclamamos el aislamiento que sería absurdo, pero sí la vida de relación, dentro de un marco de absoluta comprensión, respeto y unidad de acción para las grandes conquistas exigidas por la paz y la tranquilidad de los pueblos".

DESDE EL CONSEJO DE GOBIERNO

El año de 1955 dio comienzo una etapa que, además de ser la última, sería trascendental en la larga trayectoria politica del Dr. Luis Alberto de Herrera. A los 81 años de edad asumió el cargo del Consejero Nacional, para el que lo votó el pueblo en las elecciones de noviembre del 54.
Libró batalla tras batalla, todas ellas decisivas para sus propósitos de reformar el régimen. Pero, entre críticas al desgobierno y denuncias de implicancias, surgió siempre el internacionalista que hubo en Herrera. Desde los problemas de Limites con la Argentina, a los expatriados y la defensa del derecho de asilo, las misiones militares y el expansionismo yanki; no hubo asunto inter¬nacional trascendente en el que no fijara posición, marcando rumbos.
El Io de febrero escribe:
"El desborde". Enterarse: por arte taumatúrgico yanki, Formosa ha pasado a integrar la geografía americana, intocable. Y el que la toque, toca a toda América, que, de Norte a Sur, deberá reaccionar "nucíearmente". Derivación rayana en lo increíble, que es un empujón deliberado hacia la guerra, pedida, clamada por una economía en función de ella porque, con una paz prolongada, reventaría en mil pedazos. Saberlo bien, que la miguita insular asiática tiene el valor de vida o muerte que no la tuvo la China entera, ni la tuvieron las Kuriles, ni las Sakalín, ni toda Europa Central y Báltica, y Balcánica, regaladas a Rusia en Yalta, por los mismos yankis en amable y fraternal repartija del mundo. ¡Al diablo! desde ya, la doctrina de Monroe, que podría autorizarse a los asiáticos como ejemplo para que dejen tranquilo al mundo conformándose con lo suyo. Llamar a cuentas al Departamento de Estado, que mientras pide a Hispanoamérica restricción de soberania, la suya se va hinchando hasta enfermar de guerra*.

MISIÓN MILITAR DE EE.UU.

El 20 de mayo de 1955, el Consejo Nacional de Gobierno envió un Mensaje y Proyecto de Ley al Parlamento, por el cual se pedia autorización de gastos para contratar una Misión Militar de Estados Unidos, con el cometido de impartir instrucción a las Fuerzas Armadas de la Nación. Votó en contra el Consejero Dr. Herrera v fundamentó:
"Decididamente votamos en contra de esta proposición. Lo haríamos igual ante cualquier otra oferta similar, porque rechazamos la insólita tentativa de otros, de prepararnos para la guerra y sus temibles consecuencias, lo que tan lejos está de nuestro pensamiento, de nuestro horizonte y de nuestro bien. Libres y constituidos, sin conflictos y choques con nadie. ¿Es concebible que se comprometan nuestros destinos incorporándonos, sin razón alguna a ajenas empresas de combate? Quizá se intente replicar que éste no es el caso. ¡Vaya si lo es arrastrarnos, por la demanda del extraño, a su parte armada en.su presunto drama, y el de los otros, tras el dominio del mundo, como ocurriera a poco en Corea, como sucede actualmente en Indochina, y exponer -como beligerante- a nuestro Pueblo a los riesgos y espantosas represalias del crimen atómico! Por lo apenas apuntado, discrepo fundamentalmente con el proyecto sometido a nuestro sufragio, sin necesidad de alegar la razón corroborante de que las enormes dificultades financieras que ya se cruzan en el camino, imponen entrar por las economías a fondo".

PEDRO ALBIZU CAMPOS

Expresó, en cada oportunidad, su solidaridad con los nacionalistas americanos. El drama de Albizu Campos, que pasó la mayor parte de su vida en el destierro y en la cárcel, lo envolvió de simpatía solidaria. Recordó permanentemente la declaración del Partido Nacionalista de Puerto Rico al fundarse en 1922, y del que Alb sería líder: El Partido Nacionalista aspira a constituir a Puerto Rico en una república libre, soberana e independiente, de acuerdo con el principio de las nacionalidades".
De esta manera, en ocasión propicia, pudo quebrar una lanza por este pasionario de la libertad de su patria, en su infortunio En la sesión del Consejo Nacional de Gobierno del 12 de junio de 1956, dijo el Consejero Dr. Herrera:
"Con gusto voto el homenaje a la fecha histórica tan justamente asociada a la gloria de Bolívar. Por lo demás, cuajada de bellas manifestaciones americanistas, entregadas al porvenir y al destino; pero de plano tan alto y dilatado desciende, al de la humanidad y el dolor, para recordar una iniquidad anti americanista de los presentes días, el caso del gran patriota de Puerto Rico, Albizu Campos, cautivo, por años sin fin, en cárcel de los Estados Unidos, en la última extremidad de su agotada existencia física — no la moral—, llevado al hospital, de donde acaba de ser sacado, informa la prensa, para cumplir una horripilante sentencia, pendiente de ¡sesenta años! en castigo de su amor a la libertad de Puerto Rico, y de su Pasión... en su cruz..."

LA SOBERANÍA FLUVIAL

Los problemas jurisdiccionales de los ríos ribereños, desde sus primeras épocas, mereció atención preferencial del Dr. Luis Alberto de Herrera. En cada oportunidad, machacó en el yunque, llamando la atención de los gobiernos sobre lo que consideró siempre —¡con razón!— problemas de soberanía nacional.
Al tratarse en el Consejo de Gobierno, en diciembre de 1956, el Pacto del Atlántico Sur, fundó su oposición en estos términos:
"En proyecto un pacto, dicho de alianza, entre nuestro país, Argentina y Brasil. Pocas palabras bastan desde luego, para mostrar la inconveniencia de su exclusividad, sin razón alguna, con la que apenas pudo abrirse espacio —por petición ulterior— el Paraguay, sin alcanzar a conseguirlo, aunque también fuera sugerido, a favor de Bolivia y Chile. En cuanto a lo demás, esta iniciativa, con caídas béücas, puesta de golpe sobre el tapete, no sabemos movida por quién, disuena con la serenidad pacifista en América, sin que exista el más remoto riesgo de verla perturbada; pero, sí, por acaso y desventura, tal no ocurriera, en masa se movilizarían todas las patrias del hemisferio en apoyo colectivo del agraviado. Y ésto, con precisión, está dicho y preceptuado en el tratado de Río de Janeiro, al que, entonces sí habría que aplicar, y no en virtud de pactos fraccionarios, sin eficiencia de conjunto, cual el recién cita¬do, llamado a crear recelos en el seno de la gran familia internacional. Por otra parte, dada la desproporción material de fuerzas existentes entre los supuestos contratantes, sólo nosotros, sin espalda, nos encontraríamos en despareja sociedad de tres. Complementariamente, entendemos, por ser de elemental justicia y dignidad nacional, que nada debemos acordar y suscribir, en el plano de la diplomacia vecina, que, a la vez, no haga reconocimiento expreso y definitivo —como ya se ha cumplido en cuanto al otro límite arcifinio del Yaguarón—, de nuestra jurisdicción fluvial so-b el río Uruguay. Queda pues, fundada nuestra opinión en el asunto público sometido a nuestro Ubre sufragio".
Un año después, al ponerse sobre el tapete de la discusión las obras de Salto Grande, Herrera y sus legisladores subrayaron la importancia fundamental de las mismas, pero —reiteraron— que, prioritariamente, debía resolverse el asunto histórico y de fondo: la jurisdicción de las aguas.
En la sesión del Consejo, el 21 de noviembre del 57, definió:
"Reitero en breves palabras lo dicho al aprobarse el Convenio sobre el Río Uruguay, que no le atribuímos, positivamente, mayor importancia, en razón de que se está en lo mismo de siempre.
Lo esencial —que no se cumple y no necesitamos nuevos estudios para cumplirlo—, es reconocer y declarar de pleno, nuestro derecho jurisdiccional hasta la línea del medio".

DOS ACTITUDES

Retomando el hilo de sus denuncias de 1912, sobre las dependencias económicas, en la sesión del Consejo Nacional de Gobierno del 22 de mayo de 1958, Herrera inició una campaña que tendría amplia repercusión pública, contra la contratación de un empréstito con los Estados Unidos. Denunció que emisarios del Banco República habían viajado para concertar un empréstito con el Eximport Bank.
El bombardeo continuó en las sesiones siguientes, también en el Parlamento y desde la prensa, hasta que logró el desestimiento de la aventura que comprometía la soberanía nacional.
Y, más tarde, en octubre del 58, al tratarse el envío de la embajada uruguaya a las reuniones de la U.N., leyó en sesión un comunicado de la Federación de Estudiantes Universitarios (F.E.U.), en el que se solicitaba que: "se actúe concordando con los deseos populares, sea contra el imperialismo y en defensa del principio de auto determinación de los pueblos".
Y acotó: "Suficientemente expresivo esto de que se está contra todos los excesos de la fuerza, del predominio de una nación sobre otras y, sobre todo, que se está contra el intervencionismo".

EL FINAL DEL CAMINO

El 30 de noviembre de 1958 cambió el curso de la historia nacional: el Partido Blanco obtuvo el poder, perdido desde que cayera Paysandú en 1865. ¡Casi cien años después!
Luis Alberto de Herrera fue el triunfador dentro de filas; había ganado su última batalla aliado al ruralismo de Benito Nardone.
Pero, a pocos días del triunfo, el país se sorprendió con las "diferencias" entre los aparceros de la jornada en la víspera. Desde "El Debate", Herrera arreciaba, virulento, contra Nardone: "El in¬truso", "A la fecha el peor enemigo del Partido Nacional", "Como en Sierra Morena" (en alusión al bandolerismo).
¿Qué estaba pasando? ¿Qué había sucedido para que se desatara esta tormenta?
Alberto Methol Ferré descorrió la cortina, justificándose —en plenitud— la actitud de Herrera; y mostrando al país, como el Jefe Civil llegaba a su última jornada de pie, irreductible, combatiendo al imperialismo y al cipayismo.
Vamos a Methol:
"A mediados del mes de diciembre de 1958 hubo una entrevista en la fábrica textil "Lanasur", entre el señor Nardone y el Sr. Embajador de los EE.UU. Esto lo conocimos todos en su oportunidad y no nos causó extrañeza, pues entendimos que se trataba de contactos normales y lógicos en un momento previo a la toma del poder. Nada más sensato ni más obvio. El propio Sr. Nardone nos relató algunos fragmanetos de la entrevista, todos ellos más o menos rutinarios. Incluso hizo incapie en alguna anécdota que servía para señalar su independencia de criterio en relación al problema internacional, y de la que luego, por cierto no diera síntomas.
Pero la us' para despistar, y tender una cortina de humo sobre los verdaderos sucesos. El Dr. Herrera supo, sin embargo, y al otro día mismo cerca de mediodía, la auténtica verdad que presentaba muy otras vanantes. En "Lanasur" el Sr. Nardone y el embajador conversaron sobre distintos temas políticos y económicos, y la entrevista tuvo entonces su momento culminante cuando el emba¬jador preguntó directamente y sin vueltas al Sr. Nardone: "¿Pero qué influencia tendrá el Dr. Herrera en el Gobierno?" El Sr. Nardone respondió también con una tajante claridad: "El Dr. Herrera no ha sido electo para ningún cargo. No forma parte del Gobierno". A buen entender pocas palabras. Es posible que el p opio interlocutor quedara rebasado por tan precisa seguridad.
También el Dr. Herrera sabía pocas horas después a qué atenerse.
Su primera intención fue no dar crédito, pero la versión no fue desmentida sino refrendada.
¿Qué tenía que hacer esa gente allí? ¿Qué tienen que yo no pueda saber? ¿Qué hace en este momento la mitad del gobierno con un embajador? ¡Esto es traición a la Patria!, repitió varias veces. Según la misma fuente, Harrison y Zabalza, separados y distantes, no participaron de la conversación".
La muerte le llegó el 8 de abril de 1959, sin bajar la guardia.
¡Destino y tragicismo de una vida vivida en militancia continua; sin desmayos, sin descansos sin concesiones! ¡De una vida que f e u a hermosa lección de energía vital!
Vendría después la posteridad y el bronce! y, los que fuimos sus discípulos y seguimos , nos afirmamos, con uñas y dientes, a su legado mayor: NACIONALISMO Y ANTIMPERALISMO.


Capitulo V de “Antiimperialismo y los yanquis”


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