jueves, 15 de julio de 2010

Presidencia


por Lázaro Cárdenas

Todo me hace comprender que mi labor será ardua, que encontrare fuertes obstáculos oponiéndose a un programa de moralización, de mejoramiento económico de los trabajadores y de reintegración de las reservas del subsuelo. Pero tengo fe en que podré resolver todo esto apoyado en el pueblo y en la confianza que sepa inspirar al país con mis propios actos.
Las industrias extractivas como la minería y el petróleo, rinden fabulosas utilidades a las compañías extranjeras que se calculan en 300 millones anuales equivalentes al 10 % del capital invertido y en cambio poco contribuyen al beneficio y al progreso económico del País, ya que no existe proporción entre las utilidades obtenidas y los salarios, los que solo alcanzan un promedio del 15,25% del valor de la producción.
Las numerosas adhesiones que de todos los sectores del país he recibido, me obligan a aceptar mi postulación de precandidato a la Presidencia de la Republica que se llevara ante la Convención del Partido Nacional Revolucionario.
Consecuentemente, declaro sin subterfugios que asumiré toda la responsabilidad oficial del gobierno, si llego a presidirlo, aunque para determinar esa responsabilidad tuviese que solicitar la cooperación de la experiencia de los viejos y acreditados jefes de la Revolución ; pues no considero moral, ni justo, eliminar ese factor de encausamiento de las actividades sociales, tan solo en atención a falsos pudores de independencia y a la critica acerba que la torpeza y la necedad invocan como argumentos incontrastables cuando censuran nuestra disciplina de partido y nuestro espíritu de cuerpo, siendo que en el fondo de esa critica no hay mas que el deseo de dividir a los hombres de la Revolución , para debilitar al gobierno proveniente de ella y especular con nuestras disensiones.
Pero para cumplir con este programa en el que están considerados: impulsar la educación del pueblo; explotar las riquezas naturales con nuestros nacionales mismos; elevar el poder adquisitivo de los obreros; las distribución de las tierras a los pueblos que carecen de ellas; y desarrollar la industria del país por medio de la organización cooperativa de los trabajadores, es indispensable que los pueblos se organicen para que las mismas organizaciones sean el mas fuerte sostén de sus propios intereses.
Solo el Estado tiene un interés general y, por eso, solo él tiene una visión del conjunto. La intervención del Estado ha de ser cada vez mayor, cada vez más frecuente y cada vez más a fondo.
Para ayudar a resolver este serio problema, tenemos el reciente programa que aparece en la plataforma del movimiento revolucionario: fomentar y organizar la explotación de nuestros recursos naturales bajo las normas y sistemas de socialización, iniciadas claramente en el plan sexenal.
Debemos combatir al capitalismo, a la escuela liberal capitalista que ignora la dignidad humana en los trabajadores y los derechos de la colectividad; pero el capital que se ajusta a las nuevas normas de justicia distributiva, que garantiza buenos salarios y cumple los derechos esenciales de las clases trabajadoras, ese capital merece las plenas garantías y el estimulo del gobierno.
Intensa campaña se viene haciendo en contra del Gobierno en todo el país por elementos partidarios del general Calles. Estos individuos que con su conducta inmoral han traicionado a la Revolución y al propio general Calles dirigen andanadas de intrigas en contra del Gobierno al sentir que pierden sus posiciones de lucro.

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